EL ENCARGO DE LA ABUELA

EL ENCARGO DE LA ABUELA

-Vas a estar bien-le dijo el muchacho a la muchacha amordazada dentro del ropero- Por favor, no llores. Te van a rescatar pronto.

-¡Pepe, deja de hablarle!-lo riñó Chacal tomando otra cerveza con el Peluca- Además no sabes si la van a rescatar.

-Pero si ya le cortamos un dedo-le respondió Pepe cerrando el ropero-Su papá está como loco.

-No tanto para que se demore tanto con la plata.

Pepe se sentó en la mesa de plástico a ver las noticias en la tele. La reportera narraba el asesinato de 3 pandilleros. Todos habían muertos de un balazo a la cabeza o al pecho. Solo conocía al Enano López, cuyo nombre verdadero salía en la pantalla rota al igual que una foto de su rostro. Chacal siempre pensó que tenía cara de idiota, pero el tipo era más vivo que mandado a hacer. Era imposible tenderle una trampa…hasta ahora. Eso le pasaba por bajar la guardia. En este negocio nunca sabes que cartas te van a tocar.

-¿Quién crees que lo haya matado?

-¿Me ves cara de brujo? No dijeron ni mierda-le respondió Chacal- Seguro era un ajuste de cuentas.

Alguien tocó la puerta frenéticamente tomándolo por sorpresa. Chacal se llevó la mano a la cintura donde tenía la pistola por instinto. Desde que había secuestrado a la mocosa no dormía bien. En cualquier momento podía venir la policía si algo salía mal. Pero lo único que veía tras la puerta del vidrio granulado se veía una figura regordeta de menos de metro cincuenta.

-Peluca abre la puerta.

Peluca se levantó de su sitio sin dejar de ver el maldito celular a abrir la puerta. Estaba harto de que jugase ese juego, pero no podían hacer mucho más estando encerrados en ese cuarto cuidando la muchacha.

Al abrir la puerta Chacal se calmó un poco, pero estaba algo confundido. En la entrada estaba una paisana de pelo canoso y de cara arrugada mirando a la nada. El Peluca la miraba hacia abajo como si fuese un niño pequeño. Era la más abrigada de todos con esa chompa turquesa y el faldón negro. Si te vestías así en verano era porque tu cuerpo ya estaba muy viejo para darte calorías. Y se veía por la manera en que le temblaban las manos.

-¿Qué desea?

-¿Ha visto a mi mamá?

-¿Qué?

-Mamá ¿Dónde estoy?- siguió preguntando-Quiero irme a comer a casa…

-Se ha confundido.

-Quiero mi pachamanca.

-Señora váyase.

-¡Mamá!-empezó a chillar la vieja-¡MAMÁ, SOCORRO!

-Cállala-le ordenó Chacal levantándose de la mesa-¡Cállala ya!

Peluca se alteró y le cerró la puerta en sus narices. Pero la vieja no dejaba de gritar pidiendo ayuda. Los vecinos iban a salir quejarse. Iban a llamar a la puta policía. Iban a saber que tenía a una mocosa dentro del armario. Los iban a meter a prisión por una puta vieja que salió de la nada.

Chacal corrió a la puerta y la metió a empujones. La vieja gritaba menos, pero aun hacía mucha bulla. Pepe se acercó a ello y le trajo el chocolate que le estaba dando en los últimos días a la mocosa para que se callase.

-Toma, toma chocolate-le ofreció Pepe acariciándole el sombrero el muy idiota-Cálmese y siéntese.

La anciana se sentó en el sillón comiéndose el chocolate en silencio. Un problema menos, pero ahora tenían un testigo en su contra…No, no era testigo. Era una vieja loca. No iba a pasar nada. Todo iba a salir bien. Tenían que sacarla a dar un paseo y dejarla botad en el parque y todo saldría bien.

-Chacal, trae el agua de azar-le pidió Pepe. Odiaba cuando daba órdenes. Y el Peluca inútil como siempre se había vuelto a jugar con su celular poniendo sus patas en la mesa- Es mejor que este calmada.

-Y limonada-pidió la anciana- En tacita.

-Y limonada en tacita.

Chacal suspiró y fue a traerle sus cosas. Pepe no le quitaba un ojo a la anciana. Podía calmarla un rato, pero si seguía gritando a lo mejor tendría que ahorcarla con un brazo para que se callase. La anciana le dejó la envoltura en su hombro. Pepe la tomó antes que cayese al piso, pero la anciana le tomó del bivirí y le metió el revolver en la boca.

Pepe se quedó helado sin saber muy bien que pasaba. Viendo como la anciana martilleaba el arma y lo miraba directo a los ojos susurrándole “Gritas y te mato” y viendo de reojo a Peluca jugando con su celular, totalmente ajeno al peligro en el que estaban. La vieja lo puso a su altura y le preguntó:

-¿Dónde está la niña?

Pepe señaló al ropero del cuarto a espaldas y con los ojos vidriosos. Escuchaba como Chacal abría las alacenas sin saber lo que estaba pasando. Tenía la pistola cargada y podía matar a la vieja de un tiro. Le importaba un carajo la mocosa. Quería salir vivo.

-Peluca ¿Y el azúcar? -preguntó Chacal saliendo de la cocina de milagro- No tienes ni mierda en tu casa…¡Puta madre!

Chacal vio como la vieja lo tenía agarrado al Pepe a punto de volarle la cabeza. Peluca se sobresaltó por el grito, pero al fin viendo como Pepe estaba agachado y agitando los brazos en busca de ayuda. La vieja los vio a ambos de prisa, enfocándose al final en el Peluca que se empezaba a levantar de la mesa.

La vieja disparó y le reventó la cabeza a Pepe, haciendo sobresaltar a Chacal. La bala le atravesó el cráneo y le dio en la frente del Peluca, que se cayó de espalda antes de siquiera levantarse. Chacal se cubrió en la cocina, sacando su pistola. Esto no podía ser posible. La puta vieja los había matado a los dos de un solo balazo. Y le quedaban todavía 5 balas para masacrarlo a el también. No, ni de chiste. Iba a matar a la vieja y a la mocosa también y salirse de la ciudad ese día. Pero primero lo primero.

Se armó de valor y salió a disparar contra la vieja, pero esta le reventó el índice de un balazo. Chacal chilló de dolor viendo como le colgaba el dedo, incapaz de disparar. Al verse rodeado no le quedó de otra que saltar de la ventana, rompiéndola en mil pedazos y cayendo en la vereda como un costal de papas. Se levantó y empezó a correr cojeando, empujando la reja sin mirar atrás y tomándose la mano. Estaba sudando y temblando. Cuando otra bala le dio en el hombro empezó a llorar a mares, temiendo por su vida.

Una moto volteó la esquina y se detuvo frente a él. Estaba vestido de traje y usaba casco. Se sacó una pistola del saco y le disparó en el pecho, matándolo de una vez. El joven miró hacia arriba. En una de las ventanas vio a Abuela, que lo saludó con la mirada. Mientras iba a recogerla la anciana se dirigió al ropero y lo abrió.

Cuando la joven cayó al suelo la anciana la empezó a desatar. La joven se levantó y la abrazó con fuerza y con la cara llena de lágrimas.

-Gracias.

-¿Estas bien, mamita?

-Aja…Quiero irme a casa.

-Tranquila-le palmeó la espalada- Ya acabó todo.

La sacó de la casa guiándola tomada de la mano. Kevin las esperaba en la moto, viendo a todos lados por todo el caos causado y con ganas de largarse de ahí cuanto antes.

-¿Cómo está Vanessa?

-Bien.

-Pero le falta un dedo.

-Casi bien. -respondió Abuela- Ayúdame a subir.

Kevin ayudó a abuela a subirse a la moto. Que buena que pesaba muy poco. Se sacó un teléfono del saco y se lo dio a Vanessa. No podía subirla a ella también y arriesgarse a que los atrapen a todos.

-Llama a tu papá y dile donde estas- le aviso Kevin subiéndose a la moto- Y dile que no se olvide de pagarnos lo que nos debe.

-Kevin, se más respetuoso.

-Y dile que no se olvide…por favor.-le pidió Kevin- Y que todo esto sea un secreto.

La chica les volvió a agradecer casi saltando de alegría. Kevin escuchaba las sirenas de policía y aceleró la moto. Se metió por varios callejones hasta llegar a la carretera y al fin bajarle a la velocidad. Condujo lento hasta llegar a casa de la abuela. Estacionó la moto en la vereda y ayudó a abuela a bajarse.

-¿Qué pasó?

-Lo de siempre. -le contestó Abuela abriendo la puerta- Haciendo el trabajo.

-Algo salió mal-insistió Kevin- Dijiste que matarías al instante. Solo te iba a recoger y terminé matando a uno.

-Y te enseñé muy bien.

-Abuela.

-Se me escapó-renegó ella. No era la primera vez y Kevin sabía que eso le molestaba- No puedo con todo yo sola.

-Y por eso nos tenemos el uno al otro. Dime que pasa- le pidió él, empezando a oler a orina- ¿Necesitas un cambio?

Abuela terminó asintiendo. Kevin la llevó al baño y fue a buscar la caja de pañales y su pijama. Al volver vio que ella ya había empezado a llenar la tina. Tomó el champú y el jabón y empezó a bañarla con agua tibia. Abuela ya confiaba en él para dejarla bañar, pero no para decirle su verdadero nombre. Se llevaría ese secreto a la tumba. Ya había aceptado ese destino.

-Cuando lo vi correr se empezó a ver borroso-le contó Abuela. Kevin se tensó al escuchar eso- No podía distinguir bien la cabeza.

-¿Hace cuanto que te pasa esto?

-Desde hace unos meses

-¿Y por qué no dijiste nada?

-No sé…Pensaba que se me iba a pasar, pero sigue igual.

-A la próxima voy contigo.

-No, para nada- se negó ella- Eres muy mal actor.

Kevin la sacó de la tina y empezó a secarla. Le puso el pañal nuevo y la pijama y la cargó a su cama. Si no hubiese sido por ella ahora mismo estaría como un delincuente de tercera, posiblemente asesinado por ella misma. Le debía todo por darle una segunda oportunidad que la sociedad se había negado a darle a un niño pandillero.

-Kevin…Me estoy haciendo vieja para esto. Ya no puedo salvar a más gente como antes-le dijo de la nada- Llegará el día en que no pueda cuidarte más la espalda.

-No pienses en eso. Hoy lo hiciste muy bien.

-Es que es verdad-insistió ella- Si no me mata un paro cardiaco lo hará una bala.

-Abue…

-Calla y escúchame, Kevin-le ordenó ella- Necesitamos un equipo. Uno para cuando yo no este.

-¿Y cómo vamos a hallarlos? Son como nosotros. Están ocultos de la policía y el pandillaje.

-Pero están ahí-le respondió Abuela- Es gente dispuesta a sacrificarse con tal de ayudar a quien lo necesite. Los vamos a hallar.

-Está bien. Vamos a buscarlos-accedió Kevin-Pero empezamos mañana. Ya es muy tarde. Tienes que ir a dormir.

-Muy bien-accedió Abuela, cubriéndose con la manta- Sé que no digo mucho esto, pero gracias por no dejarme sola.

-Igualmente.

Kevin salió del cuarto y le apagó la luz. A sus 82 años todavía se mantenía estable, pero en cualquier momento podía irse de este mundo. Nadie sabía lo que había hecho los últimos 60 años y nunca lo sabrían. Pero eso no importaba al final del día. Ahora importaba que esa chica Vanessa haya vuelto con su padre al fin. Y si lograban a hacer a alguien feliz, eso le bastaba a Kevin.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS