Sus besos, mi poder.

Sus besos, mi poder.

Piel de lobo

04/03/2021

Un mensaje de un desconocido,  un deja-vu como si ya lo hubiera vivido. Mi corazón dió un vuelco como si volviera a una vida pasada. Recuerdos de un inicio que aún no había sucedido. Su timidez y dulzura me cautivo sin opción a resistirme. Así fue como empezaron los besos que hoy no se terminan. Que escriben la bella historia » el amor de mi vida». Pues me acarició el alma a kilómetros de distancia y me enamoró de tal manera que cambie mi lugar por hogar, que no podría ser de otra manera, que a su lado. Como la historia de Romeo y Julieta a base de cartas me fue conquistando, yo que no creía en el amor a distancia, supliqué a Dios para no despertar de ese sueño y no bajarme de las nubes. Aún con el alma rota de los fantasmas del pasado mi corazón era incapaz de cerrarse, mis heridas aún sangrando me empujaban hacia él. Y así fue como el destino oyó mis plegarias y por causas de un trabajo a su ciudad viajé. Lo mantuve en secreto como cual pirata con su mapa del tesoro. Creo que nunca antes me hizo tanto ilusión dar una sorpresa. Marqué su número de teléfono en cuanto pisé Madrid. No me andé con rodeos y solo le dí dos opciones: » TRUCO O TRATO?». A lo que él me respondió: TRATO. Al segundo le mandé mi ubicación, a los minutos ya estaba abajo esperándome. Parecía como si no fuera la primera de nuestras citas aunque no podía dejar de mirar sus labios, mientras me hablaba, mientras cenaba,mientras sonreía. Y que mejor postre que nuestro primer beso, eterno, con sabor a pasión, tan adictivo que a día de hoy sigue siendo mi droga. Durante esos días nos veíamos cada noche, para besarnos durante horas, hasta que las ganas querían dar un paso más y nuestro lado más salvaje. Entonces me llevo a ese hotel donde casi se podía tocar el cielo y como no, en la habitación número 13. Mi número del destino, que ahora solo apuntaba hacia él. Y después de tanto sushi y tanto vino, volvimos a la guarida para hacer el amor por primera vez. Aún noto los besos por todo mi cuerpo, aún me sigue besando como si fuera ayer. Dicen que el ser humano se acostumbra a lo cotidiano del día a día. Pues a mi que me vengan y me expliquen como deseo su boca y sus besos nunca llego a aborrecer. Que no hay mal en mi alma que sus labios no curen, que no quiero otros que no sean los suyos. Y es que el mundo puede hacerse pedazos, derrumbarse, que no me importa que mi barco se hunda mientras él me coma a besos.

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