Anthony no soporto verla en un ataúd. Así que cerro sus ojos, metió su mano en el bolsillo, hecho las limosnas y se fue.

Anthony contaba con tan solo 10 años de edad cuando, conoció su primer amor.  Sintió una gran fascinación al ver, unos labios dulces y un rostro tierno; similar al de una muñeca de porcelana. Camila se llamaba aquella dulce chica que sin duda alguna había cautivado su corazón.

Una tarde, mientras Anthony compartía con sus amigos. Ella iba pasando, y entonces sus amigos la llamaron pero; Anthony salió a correr. Miro asía atrás y pudo ver la sonrisa que se dibujaba en el rostro de Camila y también las burlas de sus amigos. Él quiso olvidarse de lo acontecido y por esa razón se puso a jugar futbol con unos chicos que eran menores que él. Sin embargo, sus amigos fueron a buscarlo y le decían – eres un mariquita, que le tiene miedo a las mujeres -. Anthony se puso furioso y empujo a uno de sus amigos, pero los demás lo tranquilizaron.

Una semana después Anthony  salía de la escuela y sus amigos le dijeron – vamos a jugar un rato en el parque – y  contesto – esta bien pero, no puedo llegar tarde a casa – al llegar al parque Camila los estaba esperando y  al verla quiso regresarse, pero sus amigos lo agarraron y lo llevaron empujado hasta donde estaba ella -esta bien, suéltenme- dijo Anthony, y sus amigos los dejaron solos -hola- dijo Camila pero, Anthony permanecía en silencio. Hasta que de repente;  llevo su rostro hacia el de Camila y le dio un beso tierno e inocente. Nuevamente se besaron,  y él experimentaba con aquel beso la sensación de sentir una dulce golosina sabor a fresa en sus labios, a lo lejos se escuchaban los aplausos y las carcajadas de sus amigos y de las amigas de Camila. 

Se hicieron novios  hasta que, los padres de Anthony consiguieron trabajo en otra ciudad. Ambos crecieron e hicieron sus vidas sin saber nada el uno del otro, desde el día que se fue con sus padres. Hasta que un día le llego la noticia a Anthony de que Camila había perdido la vida a causa de VIH.

Él sintió pena por ella y sin duda alguna un gran dolor. Pidió permiso en el trabajo para poder viajar y asistir al funeral. Cuando llego a la sala de velación no quería acercarse para verla y uno de sus amigos de infancia le dijo -ve- entonces fue; se acercó a el ataúd y la miro pero, se llevó una gran sorpresa. La linda Camila ya no tenía ese bello rostro de porcelana y sus labios dulces habían quedado turbios como pétalos marchitos. Él cerro sus ojos para borrar de su mente lo que acababa de ver porque, para él era mejor recordar la niña de que se enamoró 15 años antes. Por esa razón: Cerro sus ojos, metió su mano en el bolsillo, hecho las limosnas y se fue.




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