¿INSPIRACIÓN INVOLUNTARIA?

¿INSPIRACIÓN INVOLUNTARIA?

DeEsteLugar

04/02/2018

SINOPSIS:

Tyler es el narrador que nos explica las sensaciones y los procesos por los que un escritor ha de pasar al escribir una novela, incluyendo el elemento más importante en todo proceso de creación: la inspiración. Además nos muestra cómo un escritor puede arriesgarse a caer en la locura más profunda…

A través de la novela que quiere publicar y que nos expone según escribe, adivinamos gradualmente cómo los recuerdos se mezclan inconscientemente gracias a la intervención de una ayuda externa que introduce información en forma de falsa inspiración.

Es una valiosa metáfora que nos muestra cómo los avances tecnológicos podrían utilizarse en un futuro con fines realmente pacíficos. El progreso técnico no siempre es sinónimo de decadencia moral, todo depende quién sea el elegido para manejar dichos avances. La maldad no está en la tecnología, sino en el ser humano.

CAPÍTULO 1- OBSESIONES DE UN AUTO-MARGINADO

Odio muchas cosas. Es cierto. La sociedad me ha vuelto un ser misántropo. No aguanto cuando me preguntan que a qué me dedico. Que en qué vuelco mi vida. Lo hacen para hundirte en la miseria. La gente es mala por naturaleza.

Cuando respondo que soy escritor de recuerdos olvidados, me observan con mirada escéptica e inquisidora, juzgándome y pensando en lo poco que tengo que ganar con un trabajo tan miserable. Pero es mi vida. Y soy feliz dedicándola a explotar el potencial de mis trabajadoras sinapsis. No lo entienden. No lo entendéis.

Me llamo Tyler y no pude ver el cometa Halley en 1986 porque estaba ocupado naciendo. Espero verlo cuando tenga 76 años.

Cuando mis padres me contaron esta anécdota, me di cuenta de lo especial que era, y comencé a investigar todo acerca de la astrofísica y del universo. Me leí mil libros de Isaac Asimov, de Einstein, de Stephen Hawking, de Herschel… Me interesó particularmente la teoría de cuerdas, y me pasaba día y noche leyendo a Susskind Leonard, a Weinberg, el principio de incertidumbre de Heisenberg, el universo elegante de Brian Greene… En fin, me volví adicto y dependiente de la relatividad general y de la mecánica cuántica. Me obsesioné.

Todo el mundo piensa que la obsesión es algo negativo, y de hecho relacionan la palabra “obsesión” con algo propio de una persona que no puede controlar los impulsos, con un maniático. Pero si te paras a pensar, la obsesión es algo realmente bueno. Cuando te obsesionas por un tema, no paras hasta conocerlo todo. Para mí, curiosidad y obsesión son causales: no existe una obsesión si no hay una mente curiosa que la mueva.

En fin. Aquí me hallo de nuevo, en mi escritorio, como cada mañana. Como cada tarde. Como cada noche en vela, estrujándome los sesos y buscando inspiración en las telas de araña que decoran los rincones que forman las intersecciones entre el techo y las paredes de mi habitación. Me siento Proust, no salgo de la habitación hasta que mis huesos desfallecen vencidos por el cansancio de haber exprimido unas insulsas líneas sin interés alguno. Bueno, me siento Proust por lo de encerrarme en mi habitación, no por el resultado, obviamente.

Soy un fracasado de la inspiración. Cuando imploro a mi musa piedad, cuando me arrastro hacia su fragancia alada, huye. Mi inspiración me odia, y no me extraña. Se siente encerrada. Es lógico, la inspiración también necesita inspiración… y entramos en un bucle.

Apuesto la vida que estoy saboreando a que en los restos de universos paralelos restantes soy un triunfador. Apuesto la dimensión en la que vivo a que mi vida es un deshecho de las demás vidas paralelas que no vivo, una formación de moléculas que sobraban. Soy un conjunto de detritus moleculares. Me gustaría cruzar una línea que me lleve a otro universo. Y de hecho, según la teoría de cuerdas y la teoría M, no es del todo imposible. Parece una verdadera paradoja espacial, pensaréis, pero lo estoy intentando con tanto empeño, que igual un día desaparezco, y sin más me cambio de universo. No es mala idea. Y es el motivo por el que tengo siempre las maletas preparadas. Sería una anécdota increíble. Como dijo Alfonso X el Sabio, “Si Dios me hubiese consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas.”

Cuando pienso en que existe una remota posibilidad de conseguir adentrarme en un universo paralelo, me doy cuenta de que puedo cruzarme conmigo mismo. Igual de ahí viene lo de los dobles. O mejor dicho, igual de ahí vienen los dobles: son un tú de un universo paralelo. Igual estaban atravesando una puerta y de repente se encontraron en un lugar desconocido, sin poder regresar, como si un agujero de gusano les hubiera atrapado y después regurgitado en un universo paralelo. Nunca he visto a mi doble, y me gustaría, sólo para preguntarle si en la dimensión en la que vivía rigen las mismas reglas. Igual pensaría que estoy loco. Y no se equivocaría. Bueno, en realidad no estoy loco, sólo que pienso demasiado las cosas, y eso no encaja en un mundo en el que pensar está de más. Hoy en día pensar es para aburridos, y la gente que te rodea considera este acto como algo intrigante y sospechoso. Además, ya está la televisión para pensar por ti. O los móviles. O los ingenieros informáticos.

A veces creo que hay soluciones más sencillas que cambiar de universo, como por ejemplo, cambiar de época. Me gustaría viajar en el tiempo. Aquí sin paradojas, sin matar a mi abuelo para ver qué sucede. No, no. Sin matar a nadie. Bueno, igual asesinaría un poco a los “todavía-no-padres” de Adolf Hitler, y así evitaría una masacre futura. Aunque supongo que este acontecimiento cambiaría el curso del futuro, y eso podría afectar al mundo con consecuencias aún más negativas si cabe. E incluso podría tener repercusiones en mi propia vida. Sin embargo esto último es menos probable, pues yo vivo en Connecticut. Aunque la teoría del caos nos explica que existe el efecto mariposa. Ya sabéis, cualquier evento realizado en un momento y lugar particulares puede afectar a otro momento en cualquier otro lugar. Igual por este efecto, si mato a los todavía-no-padres de Hitler, me convierto yo mismo en dictador, y en lugar de exterminar todo lo ajeno a la raza aria por prejuicios raciales, me dedico aniquilar a la especie humana de forma ecuménica, sin distinción alguna. Esto sería un efecto mariposa en toda regla: la extinción humana. Es una cuestión que tengo arraigada en mi interior desde hace tiempo.

Es curioso que cualquier especie tiene una función para mantener la citada cadena biológica. Excepto los humanos. Los humanos no mantienen la cadena, sino que directamente, creyéndose superiores a toda especie, la destruyen. Su escusa es que ellos hablan para decidir lo que hacer y los animales no hablan para quejarse de nuestro comportamiento. Es sabido que si desaparecemos, los animales en peligro de extinción comenzarían a procrear de forma inmediata.

Me gusta la teoría de un exterminio humano universal. Sería una agradable noticia para la naturaleza, para la Tierra, e incluso para otros planetas que en unos años se verán perturbados por la acción humana. Solo decir que ya están planeando cómo llegar hasta Europa, uno de los satélites de Júpiter, me pone la carne de gallina. Un gran paso para el hombre. Una gran tragedia para el cosmos…

En resumen, cuando viaje al pasado no mataré a los padres de Hitler. Me basta con asesinar a la hermana de Nietzsche. ¿Por qué siempre que pensamos en viajar en el tiempo pensamos en cargarnos a alguien? Las personas pensamos con la pistola. Aunque es cierto que es curioso pensar en lo que habría ocurrido en la evolución de la historia si ciertos personajes no hubieran existido. ¿Cómo concebir el mundo sin pensar en Colón, en Napoleón o en Aristóteles, por ejemplo? En realidad creo que la respuesta es sencilla: Otra persona habría realizado las actividades que hicieron famosos a los citados personajes. Todo lo que tiene que suceder sucede, el mediador es lo de menos.

No se cómo lo hago, pero siempre que hablo de un tema termino por desviarme a otro que no tiene relación ninguna. Soy un caso perdido. En fin. ¿Sabíais que se envejece más lento si os situáis a una altura considerablemente más alta? Está físicamente demostrado, aunque la diferencia al final de toda una vida es de una millonésima de segundo, por lo que no merece la pena realizar el experimento. Sin embargo es cierto que la diferencia aumenta si la altura aumenta. Así surge la paradoja de los gemelos: Si enviases a tu hermano gemelo a la luna y volviese al cabo de unos años, ya no seríais gemelos, pues el que vuelve de la luna volvería joven y fresco como una lechuga mientras tú serías notablemente más viejo.

TO BE CONTINUED…

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