Un beso sin recuerdo

Un beso sin recuerdo

Diego Orlando

24/02/2021

“¿Joely?” “¿Sí, Mandarina?” “¿Soy fea?”

Y es así, ese justo momento en el que comienzas a arrepentirte. ¿Miedo? No sería la primera vez. Tú también tuviste miedo. Te sentiste insegura de tu belleza. Te veías tan vulnerable, tan frágil. Me gusta sentir que se den vuelta las cosas, que seas tú la insegura y yo el… ya sabes; hasta me cuesta decirlo; no me lo creo. ¿Por qué es que recuerdo esto ahora? ¿Por qué no lo recordé antes?

–Le aseguro que la señorita Clementine Kruczynski no era feliz –me dijo el Dr. Howard Mierzwiak–, y quería olvidarlo. Ya sabe, dar vuelta la página. Nosotros proporcionamos esa posibilidad.

¿Por qué, Clementine? ¿Por qué lo hiciste? ¿No eras feliz? En mis recuerdos te veo hermosa; enamorada. Pero tú, siempre tan impulsiva, tan intensa.

–Quiero olvidarla, doctor…

“Eres hermosa”

–¿Por qué no empieza por contarme todo lo que recuerda de ella? Luego procederemos con la máquina, la cual nos ayudará a crear un mapa de su memoria; esto nos guiará para borrar cada recuerdo de la señorita Kruczynski.

Joely… nunca me abandones”

Esto ya no me está gustando, Clem. ¿Cómo fuiste capaz? ¿Acaso a ti también te sudaban las manos y tenías el corazón martillándote en la sien? Dime, ¿También recordaste nuestro beso de aquella noche y aun así…

“Eres hermosa, hermosa”

Ya no quiero despertarme mañana sin tu recuerdo, sin tus besos, tu olor, tu risa, sin los colores de tu cabello, tu Revolución Verde, Agente Naranja, los paseos en Montauk, Huckleberry Hound, oh my darling Clementine. No. Debo huir. Debo parar.

–Ya no quiero esto, doctor. No quiero perder su recuerdo.

–Es normal que sienta estas cosas al momento de comenzar, señor Barish, pero ya firmó el contrato.

–Pues elimínelo.

–No es tan fácil. Verá, si usted se va de aquí y llega a contárselo todo a Clementine, dañaría su psiquis. Se podría volver loca; o en el peor de los casos, demandarnos.

–Me arriesgo a la demanda…

–¡No se levante, señor Barish! No me obligue a amarrarlo.

–Por favor, doctor. Quiero recordarla por siempre, aunque duela.

–Le aseguro que mañana se sentirá mejor. Ya se enamorará otra vez, conocerá al “amor de su vida”, luego pelearán y se odiarán y ya lo tendremos aquí otra vez.

–Lo dice como si ya me conociera.

–¡Amárrenlo y pónganle esa máquina en la cabeza! 

–¡Suéltenme!

–¡Atrápenlo, que no escape!

–¡Clementine! ¡Clementine!

***

“¿Joely?” “¿Sí, Mandarina?” “¿Soy fea?”

Y es así, ese justo momento en el que comienzas a arrepentirte.

“Eres hermosa”

Es agradable tenerte de nuevo en mis brazos bajo la frazada; tan vulnerable, tan frágil; tus labios, tus besos, el beso, un beso que lo cura todo, como una luz que espanta los miedos, las inseguridades; un beso que mañana se evaporará en volutas de humo naranja, un susurro grácil, un secreto en la sombra, una nota fugaz enterrada en lo más profundo de nuestra memoria; digámosle… un beso sin recuerdo. 

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