La viuda (besos de película)

La viuda (besos de película)

Tere A.

12/02/2021

 

Unos labios ardientes se deleitaron con sus labios. Su sangre dormida recorrió sus venas y despertó. No tomó conciencia de dónde estaba ni lo que le ocurría, sólo sentía electricidad por todo su cuerpo, llenándolo de energía; los latidos de su corazón ensordecían todo el espacio. Ojos se cernían sobre ella inspeccionándola. Es el primer recuerdo de su nueva vida.

Sabe que padece amnesia; sólo recuerda su nombre, las continuas visitas de médicos y esta casa, por la que deambula sin rumbo acompañada de una sombra. El frío que se desprende de las baldosas repta por su cuerpo; en las paredes pintadas de humedad se dibujan los contornos de cuadros desarraigados.

Las ventanas de este palacete, a las afueras de la ciudad, le ofrecen un paisaje extraño: un bosque de hayas, encinas, mezclados con palmeras y otros árboles desconocidos. El cielo es de un azul sucio. En los días que se suceden calcados no ha visto ninguna nube.

El abogado de la familia se presentó esta mañana. Le hizo entrega de un mensaje de su marido. Ni siquiera sabía que estaba casada.

– Pablo, repitió varias veces; su nombre surgía con facilidad de su voz.

Con manos temblorosas terminó de leer su biografía comprimida en dos páginas. La habían criogenizado hacía casi cien años para poder reavivarla cuando hubiera un remedio a su enfermedad, que casi la conduce a la muerte. En el contrato había incluido una cláusula por la que sólo el amor podría descongelar su débil corazón.

Los médicos le habían asegurado a su marido que tardarían diez años en encontrar esa cura, pero no sucedió así. Pablo no resistió la espera y murió, continuó relatando el abogado. La dificultad de la cláusula había hecho imposible su recuperación hasta que un hombre, al que pronto conocería, logró reanimarla. Le hizo entrega del testamento; ella era heredera de una gran fortuna y copropietaria de una empresa floreciente.

El abogado se despidió, dejándola a solas con Fermín, su sombra.

En su rostro envejecido en un instante se formaron interrogantes, que la amistad de Fermín quiso borrar. Le informó de los sucesivos intentos de los antepasados del abogado y del socio de Pablo por despertarla con besos avariciosos.

– Un operario de Criogen Solutions, que la visitaba regularmente se enamoró de usted y hace un mes logró despertarla. No me extrañaría que el abogado le presente a un impostor.

Salió por primera vez a la calle. El aire era denso, le costaba respirar. Podría ser verano pero no se atrevía a confirmar una estación, los árboles lucían perfectos cuando se acercó a ellos. Eran de un extraño material, artificiales como todo en ese mundo.

Su mente se inundó con imágenes de felicidad con Pablo, que la había condenado a sobrevivirle en vano. Una oleada de sentimientos encontraron salida en sus ojos. Comenzó a llorar.

No quería seguir ni un minuto más en esa casa. Pidió a Fermín su documentación, ropa y efectivos. Sin despedirse, se alejó adentrándose en el bosque.

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