Pacto de amor

Pacto de amor

Almadediamante

09/02/2021

#bocadillo

Al regresar del baño me senté en el borde de la cama sin tomar ningún tipo de precaución como habitualmente lo hacía evitando el rechinar del viejo elástico metálico. Tome el paquete de cigarrillos, conté cuántos de ellos aún quedaban; repentinamente se disparó en mi un recuerdo acompañado de una sonrisa de esas que los niños no pueden evitar después de cometer alguna travesura: Ante mi tos persistente, ella disparaba un centenar de reclamos y yo un centenar de falsas justificaciones » Estos cigarrillos no me harán daño por que son mentolados y quién puede discutir que la menta no es buena para los pulmones» Finalmente aquel tonto e infantil ritual de argumentos y retos se transformaban en esas  sonrisas que iluminaba su rostro ¡y tan bien le quedaban! pero el penetrante olor a orín, excremento, vómito sumado al miedo, el hambre, el frío y el calor asfixiante las mantendrían apartadas de su rostro durante un largo tiempo. 

Nada pensé solo la abrace, tal vez por natural instinto de protección, o aquel sentimiento de desolación que compartíamos, esa sensación de que nuestro Dios nos había arrumbado en este horrendo lugar. Cuando al abrazarla mi cuerpo copio el suyo, pude distinguir la fragilidad de esa niña de apenas doce años, ella solo me beso sellando un secreto pacto de amor. La sed se materializaba como arena en nuestras gargantas resecas como el árido desierto, deseaba poder darle algo más que un abrazo. Afortunadamente algo sucedió, al cabo de varias horas de persistir en desgastar aquella gruesa tabla de la pared del vagón logre perforar un pequeño orificio. El aire fresco inundó rápidamente nuestros pulmones aliviándolos. Su tío se encontraba a nuestro lado pero ausente, su psiquis se encontraba gravemente afectada; los había visto irrumpir pre potentemente en la tienda de libros y ejecutar a su hermano y su cuñada. El tomo mi mano puso algo en ella y la cerró fuertemente susurrando “ocultala puede ser la salida” luego a los empujones, refregando cuerpo contra cuerpo se abrió paso hasta llegar a la puerta, y allí aguardó. El tren se detuvo, Oí el quejido agudo que provenía del desplazamiento del portón sobre los oxidados rieles metálicos, y observe por el agujero que había logrado tallar, como él saltaba con la intención de abalanzarse sobre ellos. En fracciones de segundo los  nazis descargaron un centenar de balas, dejando su cuerpo desplomado, tendido boca abajo sobre el barro.

Nuevamente abrí el cajón y encendí otro cigarrillo, ahí estaba aquella vieja fotografía documentando nuestra llegada a Buenos Aires pero en especial el amanecer de su sonrisa por primera vez lejos del horror. Las manecillas del viejo reloj se reunieron verticalmente anunciando la llegada del nuevo día, puse la pastilla en mi boca y bebí abundante agua, luego la bese en la frente como a diario lo hacía renovando aquel viejo pacto de amor, me acosté a su lado tomé su mano que aún permanecía tibia y cerré mis ojos esperando volver a reunirme con ella.

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