HISTORIA DE UN BESO

HISTORIA DE UN BESO

AZUNA

04/02/2021

Nos conocimos en una reunión familiar. Nos miramos tratando de desnudar nuestros pensamientos y cuerpos. La atracción mutua fue un flechazo.

Al finalizar la fiesta, después de que habíamos bailado y conversado un poco de todo, le pedí su número de teléfono. Ella titubeando me dijo:

—Mañana en el café “El Reno”, a las 18 ¿te parece?

  ¡Quedé sorprendido…!

—Muy bien mañana nos vemos.

El café era bonito, con luces amarillas bajas, cada mesa tenía una vela y había mesitas arrinconadas en las divisiones del salón. Ella había elegido una de esas para esperarme. Cuando llegué nos miramos. Ella avanzó, tocó mi cara, rozó con sus labios los míos. Entonces, la tomé del pelo y nos hundimos en un profundo beso.

Sentía que iba a morir, ese aroma a menta que lo embriagaba todo ¿salía de su boca o de la mía? ¡No! éramos una sola boca y en ella se cruzaban jugando nuestros sabores. Ella sentía escalofríos y a mí me ahogaba el calor. Sentía sus pechos en mi pecho, me desbordaba. De pronto nos separamos para mirarnos a los ojos y nos reconocimos. Tomamos aire y apasionadamente volvimos a entrelazarnos en un beso interminable. Nunca me había pasado, sentir así, no quería despegarme. Ella comenzó a morderme la cara, la nariz, siguió por la frente, la besó. Luego bajó otra vez hacia mis labios. Fogosidad, esmero, exaltación. Juro que no podía respirar, el ritmo del corazón era cada vez más alto, invadió los espacios de mi cerebro y mis pensamientos se enajenaron. Su sentir era tan intenso, su roja expresión titilaba. Abrazados caímos en el sillón que rodeaba la mesa. Nuestras emociones pasaron por variados niveles de conmoción: sensualidad máxima, morir, revivir, angustia, alegría, nostalgia de ese aroma que aún llevo en mí desde aquel día.

Ella era ternura, arrebato, erotismo y mucho más, en ese encuentro puso todo lo que era, pero al final se fue sin respuesta y volvió a su casa donde su familia la esperaba.

Por mi parte quedé rebosante de amor, solo, pero con imágenes en mis pupilas, que no se apagaran mientras viva.

AZUNA

                                                           

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