Solo necesitaba un empujón

Solo necesitaba un empujón

José Grados

03/02/2021

Son las 6.00 am, al despertar siento el frío mañanero de mi ciudad. Bajo a la primera planta, mientras desciendo las escaleras se siente el olor del cigarrillo de mi padre, quien esta en el sillón leyendo el periódico viendo como el país esta cada vez mas jodido por culpa de la corrupción. 

Sale mi madre de la cocina con la olla de la avena, me desea los buenos dias y me tira un beso. Llama a mi padre para desayunar y nos sentamos todos en la mesa, nadie dice nada. Mi padre termina su avena, se levanta de la mesa, posteriormente se acerca a mi madre y le da ese beso de despedida antes de ir a su jornada laboral de 8 horas, para luego en la tarde sentarse en el sillón y quedarse dormido viendo una película. Mi madre se queda en el hogar todo el día haciendo los quehaceres. Yo por lo tanto me alisto para ir a la escuela, para pasar 9 horas dentro de ese cubículo con personas que más adelante no sabré ni dónde fueron a parar.

Llegue a la escuela a las 7.15 am como siempre, mientras me dirijo a mi lugar veo un rostro no conocido, al solo verlo me quede boquiabierto, ese rostro forastero dirige la mirada hacia mí y se me para el corazón, inmediatamente miro al piso. Al llegar la maestra todos se ponen de pie, nos da los buenos dias y la señal para sentarnos, luego llama a la chica del rostro y nos la presenta, su nombre es Natalia. Nos saludo y nos empezó a hablar de su persona, claro no escuche nada porque me perdía en la melodía de su voz, era como si un ángel me cantara al oido. Freddy mi compañero de mesa me vio todo atontado y me pregunto si me gustaba o parecía linda, a lo que respondí que no (era mentira) y casi se lo cree, si no fuera porque me puse más rojo que un tomate.

A la hora del refrigerio yo estaba al lado de Freddy, luego observe a Natalia pasar con un grupo de chicas, posterior a eso viene una de ellas diciéndome que Natalia me estaba llamando, entonces me acerco a ella, por cada paso que doy se me acelera el corazón, al fin estoy al frente de la dueña de ese rostro forastero, inmediatamente siento un empujón atrás mío que me hace tropezar y caer sobre ella llegando a tocar esos dulces labios con los mios. Al notar lo que había hecho, me pare y salí corriendo sin paradero alguno, solo correr.

Después de ese acontecimiento, no fui una semana al colegio. Cuando mis padres lo descubrieron, me regañaron y obligaron a ir. Llegando al salón sentí que todos me miraban, y entonces supe que debía disculparme con Natalia por lo sucedido, me arme de valor y fui a hablar con ella. Le ofrecí mis disculpas a lo que me contestó que lo que me iba a decir era básicamente eso y en menos de un parpadeo tuve de nuevo esos dulces labios acariciando los mios.

 

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