HAY MOTIVO, para besar siempre. Frase de una amiga del alma q.e.p.d. Había motivos ¡habíamos vivido tanto juntas! 

Hubiera muerto al despertar de nuevo,  ante tamaña hecatombe.

Ella no conoció nada igual. Demandaba besos sin parar. 

Puede que esta pandemia traiga tan solo una cosa buena: mayor conciencia sobre protección de la salud.  ¿Mas, no besar..? Sería morir. El beso prolonga la vida. 

No es ilusión,  ¡es agua para la sed!

La adversidad es, ocasión de virtud.  Conveniente siempre es que la familia y amigos,  se roce, se conviva y se frecuente. 

En contraprestación, la comunicación a través de la tecnología se desvirtúa. Nuca sustituirá el beso y el abrazo.

Abandonar la normalidad para entrar en contacto de otra manera.

Significa reconocernos y desde el conocimiento el descubrimiento.

¿Cómo nos afectará el impacto de este duro trance? 

Lluevan noticias mejor buenas que malas, la realidad ya es bastante aplastante. 
Consecuencia  de estar vivos, es el riesgo.

Ahora, más que nunca, podemos percibir lo que verdaderamente es transcendente en esta vida y lo que no.

Notable ha de ser, en estas circunstancias, la manera de ponerse en el lugar de cada uno.

El momento no distingue. 

Al unísono los lazos quedarán mas fortalecidos ante los buenos gestos, en la sencillez del día a día, ¡quede marcado en el espejo que nos miraremos al final de nuestras vidas!

Seres unidos por algo mas que la sangre.

La meditación nos ilumine en este aislamiento; según la edad de cada uno, toca enfocarnos ante este cambio. ¡Ya no es un espejismo! Sea corto el episodio. 

Y en ese instante abrir nuestras alas, cuál mariposa, posar los besos y darlos más de corazón, abrirá la flor.

Cómo dice la copla, “la española cuando besa.., a ninguna le interesa besar por frivolidad”

Ahora las acciones cobrarán mayor sentido, el respeto se acrecentará y cada gesto tomará de nuevo, lo mejor de cada uno, sellada sea la intención, en un abrazo de ternura. 

Quizá, construyamos un mundo aún mejor en valores, costumbres e ingenio. El revulsivo es de órdago. 

Pasados los tiempos del Hollywood soñado, para nuestras generaciones y las músicas del románticismo francés. Dejadas atrás las coplas españolas de desgarradoras historias de amor, que hacían estremecer a nuestras madres y abuelas.

Se nos paró el mundo de la velocidad y las prisas. 

Viven las mentes asaeteadas por un cúmulo de noticias de las que no nos podemos librarnos. ¡Hay que estar alerta! No podemos esquivar lo irremediable que nos azota como un huracán.

Y pobre del que no esté enterado. Y pobre del que tenga el impulso de besar a un amigo. Y, o abrazarlo. El grito de los demás es insufrible; eres un inconsciente, no te das ni cuenta de lo que está pasando.

Y abrigando la esperanza de que esto se esfume, agachemos la cabeza pensativos y volvamos  a la introspección en la que nos hemos vistos envueltos ya la friolera, de un año. 

¿Podremos disfrutar de un autocine de verano, al estilo AMERICA?  -El vehículo guarda intimidad-  quizás, ¡después de la contemplación de una bella idílica puesta de sol!

No nos pueden robar los besos a los que convivimos hoy en este aislamiento. Y hasta esto se da. 

¡Por piedad! Quizá, sea lo más sublime que nos quede. 

Y de ahí la diversidad. 
Aquí todo lo que nace se marchita. 

¡La historia cuenta que estuvo  el mal, e igual que viene, por suerte, se va!

Nada, es eterno. Quizás,  un beso.

Óleo sobre lienzo

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