Mi primer segundo beso – beso de película

Mi primer segundo beso – beso de película

Rommel Soto

13/03/2021

Eva se acercaba a Ron. Sin prisa, pero con certeza y esperanza. Le miraba con ojos expectantes, mientras compartían una merienda en el Club Casa de España. Ella quería su primer beso. Tenía quince años soñando con ese momento; las emociones contenidas durante tanto tiempo borboteando a flor de labios. Ella se apoyó sobre su hombro y colocó la mano sobre el regazo de Ron. Suspiró. Recordó, lúdica, la canción de la Sirenita, Kiss the girl: It don´t take a word/Not a single word/Go on and kiss the girl#bocadillo. Él la sintió tan cerca y vulnerable que no pudo resistir la cercanía de los cuerpos. Apretó la mano de Eva y se inclinó para besarla en los labios. Fue un beso tímido, cortés, que dejó frustrada a Eva que deseaba un ósculo más apasionado. –No puede ser–rumió, mientras la frustración crecía en el corazón. –Ahora, qué somos– atinó a preguntar ella con una pizca de ansiedad en la voz. –Somos novios–respondió él, todavía digiriendo el beso que acaba de dar. -Salgamos a pasear-sugirió ella, mientras él pedía la cuenta. Pagaron y recorrieron los pasillos del club hasta llegar al árbol de azahar entre la piscina y el restaurante. Allí se sentaron mientras las primeras estrellas despuntaban en el cielo. Ron le tomó de la mano y con pericia le fue mostrando las más destacadas. – ¿Ves esas tres juntas? Es el cinturón de Orión. También se les conoce como las tres Marías. Allá, un poco más arriba está Aldebarán de Tauro–. Ella sonrió: nunca había contemplado tales imágenes en el cielo. Mirando la profundidad de la noche se cuestionaba sobre este chico y ese primer beso.

Recordó que ella le había dicho que no le interesaba la relación hace unos tres meses: pero él perseveró. La llamaba y la saludaba con cierta gracia ¡Buon giorno, principessa! Nunca faltaban temas para conversar. Ella oraba por este joven que apareció de súbito en su vida y pedía discernimiento a Dios y los ángeles del firmamento porque no buscaba un simple novio. No. Quería un esposo para toda la vida.

Amparada por las estrellas, y con el dulce olor del árbol de azahar, se decidió. No quería conformarse con un primer beso tan tímido y desabrido. Tomó las manos de Ron y se acercó nuevamente. –Esto es lo que yo esperaba– exclamó. Apretó las manos del joven y respiró breve sobre sus labios. La calidez de la juventud los envolvió. Luego se inclinó y los cubrió con un único y largo beso, recorriendo toda la boca de Ron mientras acariciaba las manos y desbordaba de la pasión que tanto tiempo había guardado en su interior. Él tembló de la emoción. Por un momento fugaz sintió cada camino vivo dentro de su cuerpo, el flujo de su sangre en las venas y el ritmo galopante de su corazón. –Nunca me habían besado de esta manera– dijo Ron. –Este es mi primer beso– exclamó ella, con la sonrisa satisfecha.

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