Mi primer beso

Mí primer beso. Fue un beso de novela. De esos que erizan la piel. Apenas habíamos cruzado palabras, pero fue amor a primera vista. No importa quien era. Yo sabía que era el amor de mí vida. Sus ojos brillaban y no se apartaban de los míos. Yo solo podía escucharlo sin decir palabra alguna. Es más, creo que no lo estaba escuchando en absoluto. Solo no podía dejar de mirarlo. Su voz era como una melodía para mis oídos y todo en el emanaba como una poción mágica que provocaba que me atraiga cada vez más. 

En un momento dejo de hablar y me sonrió. Yo sonreí. Acerco su mano a mí cara y acaricio con sus dedos mí piel, cerca de mí boca. Mí corazón casi se me sale del pecho. Mí respiración se agitaba cada vez más. Me estaba matando con tan solo tocarme. Se acercó de a poco hasta que pude sentir su respiración en mí boca y junto nuestros labios. Mí cuerpo ya no pudo resistir. Me entregué a la pasión, al goce sin límites del amor. Mis labios, no podía controlarlos, pero el, domaba todos mis movimientos. 

Nuestros ojos estaban cerrados y solo podíamos sentir el calor de nuestros cuerpos abrazados. Era esclava de sus fantasías. Me tenía bajo el hechizo de su espíritu domador. La fiera que alguna vez había existido en mí había desaparecido. Por ese momento y desde entonces la cordura salió de mí y el jinete que cabalgaba mis pensamientos se volvió ciego. No solo ciego, si no que me volví un alma en pena por haber presenciado semejante acto de amor y no haber vuelto a saber de él días después.