Nuestro último beso

Nuestro último beso

yachay

29/01/2021

Era verano, odiaba esta estación, pero al menos podía ponerme uno de los vestidos que más me gustaban. Cuerpos chorreantes de sudor rozándose unos con otros gracias a la multitud, y aquella sensación de pegajosidad era realmente lo que me molestaba. Sin embargo, eso no iba a distraerme para nada de mi objetivo: volver a verlo y sentirlo tan cerca de mi. Hoy, después de un año entero, iba a por él, nos encontrábamos muy lejos así que no podía visitarlo con frecuencia. Me sentía ansiosa, expectante, y tenía ganas de devorar el tiempo de un solo mordisco. Iba caminando por la acera hasta que me di cuenta de algo, ¡No le estaba llevando nada! No podía llegar con «nada» a nuestra cita, así que apresuré el paso cuando recordé que había una florería cerca del lugar, recuerdo perfectamente que las rosas azules siempre fueron sus favoritas, y si un chico puede llevar flores, ¿por qué yo no? Con este pensamiento y el viento meneando la parte inferior de mi vestido, llegué a la tienda. Al salir del lugar seguí mi rumbo a pie, a pesar de que estaba un poco lejos de mi destino, hay dos razones para eso: la primera es que necesito ejercicio en mi vida, y la segunda, es que ya solo tenía mi pasaje para el regreso. No era momento para pensar, recorrí la ciudad con facilidad, ya me sabía el camino de memoria. Miré mi reloj por sexta vez en la última hora y me percaté que había llegado algo temprano, así que me senté en una de las bancas que se encontraban fuera del punto de encuentro y aprecié el paisaje que tenía en frente: maravilloso, colorido y a esta hora más fresco. Había llegado el momento, mis manos empezaron a sudar por el nerviosismo, me acerqué a la entrada y un señor muy amable me recibió. Ya lo conocía por lo que me dejó pasar sin problemas, caminé y ahí estaba él, no podía verlo pero estaba segura de que lucía igual a como lo recuerdo, tan relajado, con una sonrisa adornando su rostro y sus manos en los bolsillos. Po un momento supe que estaba aquí, conmigo. Sin más, me agaché hasta quedar en canclillas, le di un beso a su tumba y le susurré: Ya estoy aquí, amor, feliz cumpleaños. Te extrañé…   

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