El beso tardío

El beso tardío

El beso tardío

¡Besos!, qué son besos sino el fluir y compartir el alma, el fundir en una sola aquello que nos une a la otra persona. Yo viajaba en el tren, en el tren de largo recorrido, ese que tanto nos tenían prohibido y que resultó ser como la manzana del diablo, todo es un renacer, renaces y renazco cada vez que te doy un beso.

Qué sería de mí, sino fuera por tus buenos ratos, aquellos que me llevan a lo más alto. El tren tiene muchas paradas, pero tú, alma gemela no te bajas en ninguna. Todo es un renacer, cada parada que te quedas conmigo es un no olvido. Cada parada que te quedas conmigo, es un volver a comenzar, comenzar lo andado, comenzar lo ya vivido. Yo solo sé que te necesito conmigo, yo solo sé que yo sin ti yo no vivo. Qué más da lo que haga, primero está lo que escriba, si todo es así yo solo digo viva.

Déjame saborear la vida de tus labios, acércate a mí y abrázame con tus brazos, dejemos que las paradas sigan su curso, al igual que el tren. Deseemos que vaya despacio, para que por las ventanas podemos ver el Sol que no nos confunde, todo es relativo hasta que me dices adiós. Yo ahora me desconsuelo llorando, saboreando con los dedos el sabor del carmín de tus labios. No sé en qué parada me tocará bajarme a mí, pero me agarro fuertemente a la butaca dónde estoy sentado. Pasa el revisor y me mira el billete, qué sorpresa es la mía cuando este resulta ser el tuyo, no el mío, te lo llevaste tú al confundirte de parada. Qué le vamos a hacer, el revisor hace la vista gorda diciéndome que me baje en la en la próxima. Qué le vamos a hacer, cuando la otra parada no es otra que mi propio despertar de mis sueños, un sueño llamado realidad en el que faltas tú, hasta en mis recuerdos. Me levanto de la cama, es viernes por fin el último día de trabajo la semana, salgo y hago una parada en el portal. Me viene un olor peculiar, como si ya lo hubiese olido, es tu perfume de amor que me tiene cohibido, puede ser real o es mentira. Yo solo sé, que yo no sería nada y eso me lleva a la locura.

No hay ser viviente que me diga que estoy equivocado, que no eres real, invoco a todo aquel y toda aquella que me lleve a conocerte realmente. Subo al tren para ir a mi trabajo, busco asiento y lo consigo, la casualidad del destino hace que la chica de al lado huela como tú, la chica de al lado es la chica de mis sueños. La miro fijamente, ella me sonríe y con ello damos el comienzo a una fuerte amistad, que no sabemos a dónde nos llevará, pero seguro que al corazón la flecha llegará.

Francisco Sánchez

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS