Y fué entonces cuando lo supe,
que con el hecho de respirar ya no bastaba,
necesitaba algo que tú me dabas,
y que el cruel destino, sin poder nosotros evitarlo, en ocasiones nos lo quitaba.
La distancia, nunca justifica el dolor que se siente cuando no estás unido a quien tú realmente quieres. Y de hecho, sientes que realmente es una parte tuya, un fragmento de tu alma que se aleja en ocasiones, pero que a través de un simple beso vuelve a unirse de nuevo contigo, completandote como persona y haciendo una vez más lo que sea, para mantenerte por siempre conectado a ella, aunque a veces duela. Llegando incluso en ocasiones, a hacer que nos mintamos diariamente a nosotros mismos, para poder estar de nuevo junto a ese ser, que sin entenderlo del todo, a través de un simple beso nos haga cuestionarnos nuestro mundo. Siendo capaces de los actos más viles, llevando a cabo acciones crueles con los demás, que por supuesto acabamos justificando, y con las que ni tan siquiera nos reconocemos, todo por estar a su lado. Haremos lo que sea, con tal de volver a ese lugar en que nos damos la necesitada dosis de amor, cariño e incluso en mi caso de obsesión, por qué no reconocerlo, disfrazada exteriormente en forma de un inocente beso.
Cuando la ví por primera vez, fué cuando lo comprendí todo, tantos años divagando esperando encontrar mi sitio, tras fracasar en todo, nunca llegué a comprender realmente el por qué. Hasta que se cruzó en mi camino, nadie supo comprenderme antes como lo hace ella, que al igual que yo, también buscaba su lugar, y por capricho del destino una mañana nos cruzamos, para unirnos para siempre. Aunque nos distanciemos, y eso que por ahí dicen que la distancia separa, yo ahora sé que eso no es cierto, puesto que en ocasiones incluso llegamos a hacerlo.
Por supuesto que duele mucho, algo que no ves ni entiendes te oprime el pecho,
pero luego al tenerla otra vez a mi lado, el dolor se pasa pronto,
cuando nos fundimos en un simple y apasionado beso.
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