. “Cataclysmus”

. “Cataclysmus”

Ana Gimena

24/01/2021

El respeto y la amabilidad eran moneda corriente en nuestro vínculo. Reíamos, hablábamos, nos escuchábamos. Recuerdo que nuestras pupilas se dilataban, como intentando capturar las imágenes de esos momentos en mil fotogramas. ¡Cuánto disfrute! Tu sonrisa amplia, de oreja a oreja, y tu voz segura, hipnótica, para mí, me acompañaban por varios días, cuando ya no te veía. Nada me hacía presumir aquel sentimiento que, 15 años después, descubrí inundaba mi ser.

Un roce de manos, impensado, impetuoso, irracional. Ese arrebato avasallador, de tu parte, me sacudió cual terremoto. Cada fibra de mi cuerpo tembló con una fuerza desconocida. No te percataste de ello. Ni siquiera supiste del volcán, dentro de mí, que acababa de comenzar su fase de erupción. Fueron apenas segundos, en tiempo real, cuando un reloj alternativo activó mecanismos, totalmente desconocidos, en mi interior. Con mucha dificultad pude tragar saliva, puesto que ninguna palabra era capaz de atravesar mis cuerdas vocales y mirar la luz. Se paralizaron y se transformaron en compuertas que me devolvían un eco interno, un acertijo a descifrar.

Me abrazaste, apretaste mi cuerpo contra el tuyo, tus brazos se entrelazaron en mi espalda y con ese abrazo vertiste el combustible para que el nuevo reloj funcionara. Besaste mi frente en un gesto afectuoso, bálsamo dulcísimo que menguó el fuego en mi interior. Menos mal que lo hiciste, mi cuerpo y mi mente atravesaban un cataclismo.

Solo bastó quedar a solas para que nuestros labios se busquen. Construyeron, ellos mismos, un camino de estrellas que duró quince vueltas al Sol para, al fin, poder encontrarse. ¡Dios! Dos vidas armadas que cambiaron su Norte o, quizás, descubrieron un nuevo rumbo.

Abrimos los ojos pero nunca volvimos a cruzar miradas. Nuestros dedos, temblorosos y vacilantes, todo lo dijeron. Entendimos, con serena y taciturna tristeza, que no podíamos ni debíamos, jamás, estar cerca.

Nos pensamos… Nos sentimos… Somos lo que nunca seremos. Soy quién te arrulla en tus sueños y eres quién me besa en los míos.

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