Tan solo un instante

Tan solo un instante

Siempre pensamos que los momentos de felicidad deben durar mucho tiempo porque cuando se producen se ilumina todo nuestro ser. Asi pasa con los besos, nos parecen eternos, luminosos y en algunas ocasiones divertidos. Podría describir una variedad infinita de besos; desde los más tiernos como los besos entre niños hasta los más intensos, el amor desbocado y delicioso. Pero solo os hablaré de un beso, un beso que se produjo mucho más allá de los renglones de la historia, más allá de toda realidad y mucho más allá de nuestro mundo.

Ella era hermosa, de grandes rasgos y difícil carácter, una mujer independiente que creía en forjar su propio destino. Vivía en su piso de la calle Londres donde lo más llamativo, en apariencia, era su gato blanco al que llamaba cariñosamente Gordi.

Mientras Gordi miraba por la ventana, Verónica analizaba las muestras de sus nuevas plantas. Bióloga de profesión, se había especializado en la mutación de diferentes plantas. Su mayor logro, el nacimiento de un ser creciente cuyo padre era un liquen y su madre un bulbo de lirio. Mezclando ambos núcleos el aspecto a simple vista era una malformación vegetal. A ojos de Verónica, era un mal nacido hijo de puta con grandes habilidades de su pervivencia. Había expuesto al ejemplar a condiciones fuera de un entorno insalubre para una planta. Sobrevivió a medio año sin riego, rayos solares y rayos gamma, reducción de un noventa por ciento del oxigeno en entornos controlados y temperaturas de menos cincuenta grados. Resultado de supervivencia valorado en un noventa por ciento. Un mutante con dos cojones.

Al mismo tiempo, en otro lugar, Foster trabajaba en un grupo de especialistas de la NASA tratando de llevar a Marte un grupo de vegetales lo suficientemente resistentes para sobrevivir y asentarse en tierra marciana. Objetivo crear una nueva flora sostenible que sirva en el futuro de alimento y generador de oxígeno. Pero el desánimo comenzaba a mermar las esperanzas de los científicos al no encontrar un ser capaz de evitar o asimilar la radiación espacial.

El trece de septiembre Verónica era llamada a acudir a su universidad, de la cual dependía su proyecto subvencionado. Marcos su director era el encargado de explicarla brevemente que ella y su proyecto deberían viajar a Washington para poner a prueba al mutante. Iba a ser lanzado al espacio por la propia NASA.

Verónica insistió que aún no había finalizado sus experimentos con el ejemplar y que era pronto para una exposición tan letal como aquella.

El veinte de Septiembre Verónica y Foster analizaban y preparaban a Sam, su planta mutante, para un posible último viaje al espacio infinito. Allí podría sobrevivir o perecer dependiendo de su fortaleza.

Verónica acercó su rostro a Sam, Foster miró la reacción de su compañera y salió de la habitación. Agarró aquella planta nacida de su propio ingenio y la beso. Las cosquillas de las hojas sonrosaron su rostro y su suavidad la altero tiernamente. Su amor se marcharía con aquel ser.

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