EL ÚLTIMO BESO

EL ÚLTIMO BESO

Javier Alonso

22/01/2021

EL ÚLTIMO BESO

Todavía recuerdo aquella mañana de febrero, creo que era lunes. Me pediste que me quedara a tomar unos mates y yo, como siempre, apurado, te comenté que debía viajar a Madrid para recibir un premio. Te dije también que era una buena oportunidad, que nunca había ganado nada en toda mi vida y que, por fin, alguien había reconocido mi trabajo.

Vos te dirigiste despacio hacia la cocina sosteniéndote con el bastón, mirando esa rajadura en la pared que alguna vez me pediste que arreglara.

Yo me senté en la silla de siempre, en la que da a la ventana del fondo y, desde allí, mientras chequeaba los mails y los mensajes de WhatsApp con el celular, observé de reojo como sacabas la pava del fuego y apagabas la hornalla. Te vi hacer eso durante muchos años, pero esa vez, por alguna razón que aún no podía comprender, verte hacerlo me causó una extraña pena.

Luego te sentaste a mi lado, acomodaste el bastón contra la pared y me pediste una vez más que te cuente lo del premio y que te lea el relato.

-¡Otra vez papá!; ya te lo tendrías que saber de memoria- contesté -siempre me pedís lo mismo.

Jamás perdí la costumbre de hablar al pedo. Vos, más sabio: no contestaste nada. Me quedé un rato, siempre observando el reloj del living que mamá pintó con tanto cariño. “Si ella estuviera viva diría: ¡Norberto…!” Hablamos de bueyes perdidos y discutimos un poco de religión y de política.

Me preguntaste si no me daba miedo viajar en avión y te recordé, una vez más, que no iba a ser mi primera vez por los aires: Brasil, Salta, Misiones, Mar del Plata…

Sonreíste con esa expresión de no me acuerdo, pero que, si vos lo decís, yo te creo.

Cuando nos estábamos despidiendo, me abrazaste y me dijiste que me cuide; que los españoles eran salvajes conquistadores que nos habían robado las riquezas y que las españolas…

-Papá, es un concurso de literatura. ¿No te parece exagerado?

Levantaste la mirada y tus ojos cansados me ataron un nudo en la garganta.

-No te preocupes, viejo; va a estar todo bien: ¡argentino hasta la muerte!

Te di un beso y me marché.

¡No sabes lo que daría ahora por un mate más! Cuando recibí el mensaje de mi hermana, no lo podía creer: pensé que me estaba mintiendo para que volviera. “Señor, no hay vuelo”; “Señor, no puede salir”; “Señor, tiene que esperar”; “Señor, esto es una pandemia”

Quedate tranquilo viejo, lo del premio salió bien; el cuento les encantó: no podían creer que un argentino escribiera así y no llevara por apellido Borges.

¡Qué virus de mierda! y eso que casi no salías. Vos, para no perder la costumbre, estarás pensando que todo fue parte de una conspiración capitalista para destruir al mundo.

Yo no puedo dejar de pensar en el último beso: el que fue y el que no será jamás.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS