El beso casto de «Un mundo feliz»

El beso casto de «Un mundo feliz»

Ese viaje fugitivo que te libró de la muerte te ha traído a este sitio. Una sociedad avanzada en la que las emociones se equilibran gracias a la ingestión de somas. Tú eres diferente. Has vivido en la tierra salvaje en la que el amor es un pacto de compromiso y solidaridad, en el que la entrega es más espiritual que carnal. Aquí te rodea la lujuria, el sexo colectivo. Una sociedad que comparte la vida privada y divide a las personas por categorías. No tienes escapatoria, el destino te ha puesto aquí y no puedes volver a tu casa. Tienes el deseo inminente de cambiar la conducta absurda de estos humanos de probeta que desconocen la pasión, el desengaño y el valor. La seguridad y el equilibrio son fundamentales aquí. Se prohíbe alterar el orden y tú lo vas a hacer. Te has dejado llevar por la pasión en las noches orgiásticas, pero en realidad lo que buscas es el amor de verdad.

Lenina es la indicada porque es diferente, la has tratado de seducir y ahora estás con ella en el barrio de los trabajadores de bajo rango. Te has esmerado en que la cita vaya bien. Quieres descubrir si ella también te ha elegido y si ha podido interpretar tus sentimientos. Te late el corazón y te tiemblan las piernas. Paseas con ella mostrándole lo mágico de una cita en un parque. Te hinchas los pulmones de un aire tan frutal como esos labios que deseas. Le pides que cierre los ojos y que imagine. Ella lo logra ver. Es capaz de imaginar esa historia de cazadores en la que uno vuelve a su aldea para alimentar a su familia. Le preguntas cómo ha pasado el día y te lo cuenta con simpleza. Ella te lo pregunta también y se va acercando lentamente hasta que se posa a unos centímetros de ti y te cubre los ojos con sus suaves palmas. Te penetra su olor natural y lo transpiras con tanta fuerza que la sientes en ti. Percibes el calor agradable que despide su respiración, sabes que de un momento a otro lo hará y te concentras para recibir al máximo esa sensación. Por fin terminará la angustia.

Te quedas inmóvil para no espantarla. Ya lo ves cerca, preparas los labios para el primer contacto y te imaginas que la humanidad surgió de un momento así. Es la explosión que dio origen al hombre. Eres Adán y ella Eva. Por fin ves las estrellas, eres el elegido. Se borra el pasado y el sabor de tu amada lo es todo. Ya puedes enfrentar cualquier peligro, ella te ha eternizado. Con ese simple contacto se ha formado un mundo privado, ya no habrá soledad y tus días quedarán atiborrados de amor y celos, de esperanza y desconsuelo, pero no te importará mientras ella esté unida a ti con esa mansedumbre. Eres feliz realmente en un mundo artificial y fatuo. Has encontrado el amor.

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