Mi soledad despierta fascinación, pesadez y desesperación. Últimamente no puedo dormir, me despierto siempre a las cuatro, como si hubiese un maleficio o un llamado inexplicable hacia otra dimensión. Cuando abro los ojos me cuesta identificarme.

El Problema lo trae aparejado el ocio. Me pregunto y ahora ¿qué? Es como salir a escena y no poder actuar. Me olvide la letra, tengo que construir un nuevo personaje.

Un sábado de tantos, me invitaron a un cumpleaños, no conocía a nadie y me invadió el miedo, eran más jóvenes y tenía mis prejuicios. Pensé en desistir y apelar a la fantasía, desde niña estuve enamorada de la magia del cine, sin embargo, intente crear mi película. Esa noche, había luna llena, escuche, que nos afecta las emociones y nos vuelve más sensibles. Los sentidos se agudizan y las almas se inquietan. Había una brisa fresca del sur, bastante tolerable.

Me motivo que sea en una azotea, a veces no le encuentro sentido a vivir en una gran ciudad plagada de cemento y me cuelo por pequeños reductos para ver las estrellas y los rayos de sol. Retorna, cada tanto, sentirme enjaulada,desde que decidí venir a estudiar a la capital y dejar mi ciudad con cualidad de pueblo.

Llegue y me senté en un rincón, me sentí observada.Destape el vino lentamente, como si lo acariciara, necesitaba despojarme un poco y coquetear con la des inhibición.

Empecé a aflojarme y salir de mi aislamiento, hice contacto visual con un chico de alrededor de 30 años, empezamos a hablar de temas superficiales y sentí que quería seducirme como un niño combativo. Percibí que se acercaba con sigilo, como rodeando su presa. De pronto, sin darme cuenta, se sentó a mi lado y empezó a contarme de su vida en esta tierra caótica. Los cuerpos se rozaban mientras el viento nos mimaba dulcemente. Tenía un mechón que me tapaba el ojo, el intentaba soplarlo. Sentí que me arrullaba con las estrellas . Seguimos charlando y el resto se empezó a desdibujar, como un fuera de foco.

Habían pensado en ir a bailar y llego el momento de partir, simplemente me deje llevar.

Mientras el sonido atravesaba los átomos, pedí un trago y José, seguía pegado a mí, me abrí como una flor salvaje, pasionaria y permití ese juego de seducción, que hacía tiempo había perdido, creo que me cautivó con su arrebato y determinación. Baile un rato con el grupo y después, no sé cómo, me encontré contra una pared sometida al influjo de la exaltación.

Percibí soplos de vergüenza y ráfagas de reflexión persecutoria. A él no le importo, que nos miraran como dos especímenes extraños, entrelazados sin poder diferenciarse. Sentí un ardor en la boca y pude rozar las heridas que se abrían en mis labios carnosos. Censuraba mi erotismo. Recordaba la diferencia de edad y me castigaba. Creo que aun soy hija de la represión judío cristiana y cuesta quitarse esos trajes. Más allá de la lucha, confieso que estos besos me despertaron.

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