Recuerdo que me dijiste varias veces que esa noche no,

que no sabias por que estabas en un hotel.

Según mi intuición estabas ahí por lo mismo que yo,

Pasar el rato, disminuir penas y estar,

que males tu tengas no se y mentiría si le dijera

que me interese, te escuchaba mientras veía

tus pechos, tu blusa roja con mangas largas y

olanes en ellas con un escote a medio pecho

era el marco perfecto para esa perfecta e ilustre

imagen que mientras escribo, recuerdo!

Mientras que tu parte de abajo adornada perfectamente

con un jean y unos tacones que jugaban con

la ilusión en tu altura, y pensar que esas prendas guardaban

la puchita más preciosa que he visto, tan perfecta como

una galleta de la fortuna, que decidí que la tenía que probarla y

te lo dije – y dijiste que no- , ¿por qué no seducirla?, pensé.

Le besaré toda su anatomía esa fue la estrategia

básica en el argot de la seducción, más al momento de que mis

labios tocaron esa piel, su sabor dulce el un aroma

a canela que rodeaba su cadera, mientra mordisqueaba sus pezones,

sus lóbulos, su cuello lo percibía. Piensa mi sorpresa y al

sentir su fuego, el impresionante dulce de el néctar

de su sexo, me hizo recordar que solo estaba ahí para ella,

que podría comandar un ejército hacia la muerte por ella y

me hizo recordar que amo mi vida, que mas podría hacer yo

que dejarme llevar al ritmo de su respiración, a su ritmo,

dejarme ir a ella.

Una noche de tan igual como todas, dormimos juntos

sin estar juntos, compartimos la cama esperando a que

se hiciera temprano por que en el centro de la ciudad las tragedias

Te fuiste, dejaste tu aroma y tus palabras fueron ni a la puerta

pudiste bajar, mas como siempre me he considerado un

culero lo tomé como un halago.

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