beso de pandemia, me enamoré de una pantalla.

beso de pandemia, me enamoré de una pantalla.

Para nadie es un secreto que este año ha sido muy diferente, empezando por el simple hecho de que tenemos la obligación de usar tapabocas al salir a la calle. Todo ha cambiado, hasta la perspectiva de la vida, muchos dicen que este año fue perdido, otros dicen que fue productivo. todo nos ha cambiado, desde una simple caminata. nos damos cuenta que  la moda llegó tan lejos que hasta los tapabocas tienen diseños muy elaborados. En el momento es el instante, pero no cabe duda de que en unos años miraremos las fotos de este año como si fueran una realidad distinta. La pandemia llegó demostrándole a todo el mundo que hay muchas cosas que el ser humano no puede controlar, pero la ambición de poder hace pensar que nosotros podemos con los que sea, cuando no es así. Ni siquiera podemos controlar los sentimientos y si pensamos que podemos

Algo que no vemos, un virus mortal está haciendo peligroso hasta un beso o un abrazo. Eso tan profundo como el beso hoy en día es peligroso, es el costo de paralizar el tiempo. El tener novia, o novio, hoy en día es distinto, antes los planes típicos eran más fáciles de hacer y no se debía de estar preocupados por la cantidad de personas al rededor. En tiempos de pandemia, el amor pasa de ser una guerra a un refugio, un alivio, pero ese alivio puede ser traicionero y no lo digo por una infidelidad, me refiero a que, sin saberlo en eso tan bello, puede disfrazar el virus,  uno se pude contagiar. El amor en tiempos de pandemia, es difícil y es más complejo aun cuando se trata de la primera relación seria. En mi caso, siendo más personal, me encuentro en este reto, primera relación seria y sana en pandemia. Estaba tan nublado que ya se me había olvidado que sale el sol, ella legó demostrando que lo bueno existe, es mi sol. Con un par de bellos soles en el rostro me ha demostrado que soy eso que nunca vi en mí; también me ha enseñado que un “te amo” no es suficiente ante lo que se siente, las palabras son mínimas ante un sentimiento. El verla tan bella y perfecta me ha hecho sentir de nuevo aquel niño que hasta ahora está empezando a gustarle alguien, me ha enseñado también que una relación es suficiente para borrar las heridas que se llevan en la espalda,  se ha encargado que colocar de nuevo en su lugar cada una de las plumas que han sido cortadas de mis alas. Ella es arte, no menciono su nombre porque sería indiferente y no me parece justo que con lo que ella ha sido se vuelva otra persona más.

Noche tras noche el mensaje de buenas noches se ha vuelto una rutina, pero una ruina buena, no es monótona es algo que da vida. Ella me ha demostrado que en el camino en el que estoy empezando recibiré muchas dagas y muchos insultos, son lo normal ante alguien que se interesa solo en lo profundo, en el arte. Verla a los ojos es como ver directamente el cielo, es una sensación bellísima. En tan poco tiempo,  dos meses, ella se ha vuelto la inspiración para escribir y también quien me roba las musas, se ha vuelto mi musa, es extraño, o más que extraño es amor. Una mirada bastó para darme cuenta de que cualquier cosa pude pasar, pero lo que se siente no. El amor verdadero es algo súper irreal, o al menos así nos dan la idea de lo que es; la verdad es que el amor verdadero es aquel que se siente en el momento, no aquel que se miente, cada vez que un “te amo” se dice es como si se diera de regalo oro en una bolsa de papel, puedo decir un te amo pero siento que esa frase es corta.

Año tras año, en los múltiples rituales del treinta y uno de diciembre, a las doce de la noche, cuando todo se siente como si se estuviera estrenando tiempo, yo siempre dedicaba una uva a él tener novia, mi hermana se encargó de mostrarme que el amor es oro, deseaba que esa fruta llegara a suceder. En el momento menos preciado llegó lo que me hizo cambiar el concepto de amor. A principios de año dije una frase la cual se volvió insignia dentro mi grupo de amigos: “el amor es una mierda y no tengo suerte en esta mierda”. Hoy casi diez meses después  puedo decir que el amor es un caballo salvaje, imponente, brioso e indomable. Es algo que no se puede anticipar, lo único que se pude hacer es cuidarlo y dejarlo ser él mismo.

De esta pandemia aprendí que lo que de verdad se conservan son los recuerdos y los sentimientos, el recordarla se volvió mi sueño, y el quererla se volvió una parte de mí. El amor, no es tan contagioso como un virus mortal, y debería de serlo porque es el antídoto de todos los males, ya sean los recuerdos envenenados o un virus despiadado. Quien decide contagiarlo es quien lo siente, pero quien decide tenerlo es la otra persona, pasa igual con el tan nombrado coronavirus, uno se puede cuidar, pero él siempre va a estar ahí, en un simple descuido ataca. Hay una frase muy conocida: “el amor rima con dolor” y es cierto rima, pero también es el antónimo, el amor cura el dolor y el dolor mata el amor. Un  simple beso, una demostración de afecto, bastará para volverse el recuerdo más valioso. 

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