El sol besaba ya los rascacielos cuando yo salía con mi canasta de sándwiches. Mi local de venta quedaba en una zona llena de abogados mediocres y judiciales corruptos, lo que quiero decir es: Ofrecía mi producto de bienestar a seres vulgares.

En el M.P.(Ministerio Publico) de vez en cuando vendía, mis clientes(Los pocos) eran singulares, ya saben, algún licenciado de poco tiempo o algún desgraciado sin pareja que le cocine o en su defecto sin pareja que lo quiera.

Luego iba dirección a la catedral, yo no era creyente pero me era agradable el sitió. Sentarse en su bancas y ver a los santos y ver los cuartos de confesión y ver las imágenes de Jesus ensangrentado y preguntarse ¿Cómo o de qué manera podría yo encontrar refugió, protección, ¡incluso consuelo! en alguien que se le reconoce, mejor dicho recuerda, por su muerte y no por su vida? No creo en ésta religión ni en ninguna pero debo admitir que me da pena que, siendo un hombre bueno, lleno de magia, tanta buena obra que hizo, solo se le recuerde por su trágica muerte.

Salir de la iglesia era salir del limbo, el ambiente es ligero y la luz cálida y afuera es pesado y cegador. A lado de la catedral había locales, pase a ofrecer. No me compraron pero la gente fue amable al rechazar.

Ya cansado de caminar y quemado de no haber vendido mucho, volvía a mi local que, no sé si llamar suerte o desgracia, también era mi casa. Vivía encerrado en mi pequeña ciudad. Me sentía como una fiera enjaulada, tenía furia y rencor hacía el mundo y todos sus habitantes, inclusive a mi mismo. No estaba satisfecho y no sabía hacía donde tirar y esa indecisa respuesta me causaba una buena sarta de angustias en el estomago.


Es otro día, otra semana, otro mes pero la misma vida.

Salí del local rumbo al M.P., quizá no sea mi lugar favorito pero hay buenas mujeres, buenas piernas decoradas con mallones apretados y tacones colgando de los pies pero hay mal humor y malos comentarios. Solo me acercaría a una de esas sirenas si estuviera sordo, así yo no perdería la cabeza escuchando su voz.

Rumbo a la catedral hay un semáforo y plantado en él, me he puesto a pensar que debería de ofrecer mis panes en la carretera, ya saben, como los «Limpiaparabrisas» o «Eldeloscigarros» o «Elseñordelasfloresychicles» lo iba a hacer pero se dice que los policías les piden comisión y si uno se niega a dar ésta supuesta comisión, lo suben a la patrulla y cobran multa(Mucho mas que la comisión). Aun sabiendo lo que me podría pasar, lo hice. Ofrecí el bocata y ellos lo tomaron, ellos tendían su mano y yo agarraba su dinero. Me quede sin munición y regresé al cuartel.


Hoy el frío me ha despertado y no tengo ganas de levantarme de la cama.

«Decide si vas a cazar o morir de hambre»

Me levanto.

Antes de ir a preparar el producto tengo que ir por materia prima, así que mi primer viaje desemboca en la panadería. Me gusta ir a comprar bolillos y teleras, es el único lugar donde rechazar el feo está bien visto. Agarro seis bolillos, seis teleras y un bizcocho. Luego jamón, queso, y frijol. Al volver a la guarida veo que ya dieron las 9:30am, ya es algo tarde pero aun así doy en el clavo. 15 minutos después ya esta listo todo.

Abro el local y espero a que den las 12 para dar el primer recorrido. La primera vuelta es la más rápida, todos están en su punto de estrés; Llegan a acabar el papeleo de anoche, el caso que dejaron a medias el día anterior o simplemente están cansados de no ir a ningún lado. ¿Cómo avanzar si siempre hacen lo mismo? ¿Si no se mueven? Yo soy un vendedor ambulante pero aun así, sé que debo moverme cuando haya oportunidad.

Al volver a mi cueva me doy cuenta que es la 1:30pm no es novedad todos los días pasa ésta hora. Sentado en el trono del local las horas pasan y pasan, lo único que puedes hacer es leer y bregar y leer y bregar. Mi lectura del mes era Tragicomedia mexicana de José Agustín; Gran libro, gran trilogía. Yo soy un iletrado si se trata de la historia de mi país, así que ésta saga me viene de perlas. Me hace querer dejar de ser un vendedor de panes para convertirme en cronista, pero lo cierto es que soy un vago, para ser un intelectualoide hace falta disciplina y disposición, y yo solo tengo la disposición. Soy de una naturaleza rebelde, de un origen bastante inestable que, en su indecisión prefiere comerse todo lo de la mesa que probar solo uno de los platos.


En mi cuarto hay repisas llenas de polvo, un librero y un escritorio. Cada uno de éstos alberga libros formados, como si fueran soldados, algunos en espera de su momento, otros que ya lo tuvieron y otros que ya quedaron en el olvido. Hoy al despertar me di cuenta que acarreo miles de cosas, arrastro trapos sucios con los cuales me cobijo, mismos que me dan pesadillas. Sueño negro, sueño negro, sueño con imagen, sueño negro, esa es la sucesión de mi dormir. De vez en vez sueño con mi madre envuelta en sábanas blancas, sueño con mi padre ahogado en sus lágrimas y yo, ajeno a eso, solo observo. No sé que quiere decir éste sueño, ni los demás que no hace falta contarlos.

Dan las 6 y salgo a mi segunda vuelta. Uno aquí, otro en ese lugar y otro en éste otro; Sencillo. Salgo hacia la iglesia y noto que el día se nublo. Estando dentro de la iglesia sentado yo con mis panes, escucho llover, será mejor que no salga hasta que pare la lluvia. Se escuchan truenos. Que dios nos ampare.

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