Una luna llena. Una guerra lejana.

Dos sombras. Dos respiraciones. Dos cuerpos. Dos que escaparon.

Tres farolas rotas. Borrachos en la otra acera. Vidrios rotos contra el suelo, como casquillos usados.

Cuatro esquinas mordidas. Ladridos lejanos. Sirenas que van y vienen. El frío colándose por las costuras. La frontera cruzada.

Cinco gatos callejeros. Iguales a los de allí, iguales a los de todas partes. Sin nacionalidad. Sin pasaportes.

Seis coches cubiertos de lluvia seca. No apuntan. No disparan.

Siete cartones. Ratones invisibles corriendo alrededor. Entran y salen por los agujeros de la tierra de nadie.

Ocho monedas. Una de un euro, tres de cincuenta céntimos, cuatros de veinte. Manoseadas. Opacas, calientes en mi bolsillo. Extrañas. Extranjeras.

Nueve de la noche.

Diez besos. En tu frente, en tus ojos, donde caigan.

Once maneras de ganar más dinero. Cantando en la esquina. Rasgando la guitarra a la que todavía le quedan cuatro cuerdas. Un músico del Titanic.

Doce cosas que comprar. Sopa caliente. Macarrones con salchichas. Pan con mermelada, manzanas, vino. Cigarrillos. Cuerdas para la guitarra. Un abrigo para ti, y manoplas y un gorrito de lana. Una habitación de hostal.

Trece apretones bajo la manta. Tiritas. Te aprieto contra mi cuerpo. Tiritas. Te froto fuerte con mis manos. No es el frio lo que te hace temblar. Son las pesadillas. Son los torturadores aferrados a tu piel.

Catorce intentos de dormir. Sin soñar. Sin recordar los muertos. La casa derrumbada. Tú bajo los escombros. Sin querer salir. Ni ver. Ni andar. Ni respirar.

Quince sentidos alerta. Escapando de los fantasmas. De los demonios. De los soldados, de sus armas. Escapando.

Dieciséis estrellas visibles. Brillantes. Silenciosas.

Quince canciones para ti.

Catorce gruñidos de mi estomago.

Trece pasos que se alejan.

Doce “saldremos de ésta” a tu oído.

Once mil pulgas.

Diez de la noche.

Nueve sitios donde ir. A la costa. Al sur. A una isla en medio del Atlántico. A una cabaña en el bosque. Donde nadie nos encuentre. Donde no importe de donde venimos. De que guerra escapamos.

Ocho monedas.

Siete pitidos de una alarma. Mi cuerpo se tensa. Alerta. Solo es un coche. Calma.

Seis gardenias para ti, a tu oído. Para que olvides. Sonríes.

Cinco dedos entre tu pelo.

Cuatro respiraciones profundas que me indican que ya duermes.

Tres sombras en la otra acera. No son soldados. No nos buscan. No van armados. No nos ven.

Dos ojos atentos. Fronteras que cruzar. Al sur. A la costa. A una isla en medio del Atlántico. A una cabaña en el bosque. Donde nadie nos busque.

Una noche más en la calle.

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