LA HISTORIA DE UN PERRO – «EL REY RABO MOCHO»

LA HISTORIA DE UN PERRO – «EL REY RABO MOCHO»

LA DAMA DE LOS PERROS Y EL REY RABO MOCHO

Sucedió en mi pueblo en época de cuarentena, allí casi todos nos conocemos, aunque tenemos amigos especiales como el vigilante de la esquina, la vendedora de dulces, el mensajero, el indigente que duerme en el pretil, el voceador de periódicos, los mototaxistas, el panadero, el taxista de la esquina, el farmaceuta y otros más, me gusta hablar con ellos son unos pensadores, filósofos naturales, nos mantienen bien informados y las noticias son actualizadas.

Para mí el personaje principal era la «Dama de los Perros», ella se ubicaba con su venta de dulces en la esquina de la farmacia, este era su trono, yo hablaba con ella a diario y le preguntaba por sus animalitos, desconocía su verdadero nombre pero la apode la «Dama de los Perros», siempre rodeada por sus leales amigos callejeros, cinco perros y un gato que se creía perro, al cual llame «gato-perro».

La «Dama de los Perros» llegaba temprano, con su voz chillona gritaba mocho, michín y otros nombres, estaba llamando a sus súbditos, los cuales aparecían y corriendo hacia ella, la rodeaban, la mordisqueaban, todos eran felices en su infelicidad, cuando no llegaban no trabajaba hasta que no los encontraba.

El «Rey Rabo Mocho», líder innato de la pandilla, negro, rosquero, atrevido, enamorador, respetado por los demás, jamás le vi perder una pelea, solo un bravo pudo arrancarle media cola, pero lo destruyo completamente apoyado por sus secuaces y «gato-perro». 

Los cinco y «gato-perro» eran animales nobles, sanos, fuertes casi invencibles.

«El Rey Rabo Mocho», en la noche andaba por las calles del pueblo haciendo toda clase de fechorías, formaban peleas alborotadoras, destrozaban las bolsas de basuras y enamoraban a todas las perritas finas, dedito parado que se atravesaban en el camino, 

El «Rey Rabo Mocho», leal y cuidador extremo de la dama, cada vez que alguien se le acercaba a comprar alguna bichucheria le mostraba los dientes agresivamente, solo se tranquilizaba cuando ella le decía quieto mocho es un cliente y muy obediente se volvía a acostar a su lado.

Al petulante «gato-perro», nunca lo vi con gatos, siempre acompañaba a «El Rey Rabo Mocho» demostrando una gran lealtad hacia sus compañeros, era muy rápido, peleaba con furia y arañaba a todo aquel que se atravesara, una vez le saco un ojo a un perro que presionaba al «Rey Rabo Mocho» por el cuello, no maullaba, tenía un lenguaje propio, era como un «ladrido-maullido» muy chistoso y sonaba bonito el escucharlo.

Esos orgullosos callejeros, se volvieron una leyenda en nuestro pueblo, solo tomaban alimentos de la «Dama de los Perros», a más nadie le recibían absolutamente nada, le poníamos algo y simplemente nos miraban y volteaban la cabeza hacia otro lado, como manifestándonos sus pensamientos y sentimientos, gracias, nosotros nos proporcionamos lo que necesitamos.

Un día busque a todos mis amigos de la cuadra, aquellos que saludaba a diario, me encontré con muchos de ellos, hable un rato con Libardo el vendedor de tinto más elegante del área, pero oh, no vi a la «Dama de los Perros», allí en el lugar donde ella se ubicaba estaba el «Rey Rabo Mocho» con sus secuaces y «gato-perro», como esperando su pronta llegada.

Le pregunte a Libardo, donde está mi amiga, porque había dejado su trono real solo.

Me dijo, caramba no te enteraste, después de que apareció el «bichito» ese, ella siguió vendiendo en su negocito, un día se sintió mal tenía fiebre alta, los muchachos de la droguería llamaron a la ambulancia, llegaron vestidos como astronautas y se la llevaron a un centro médico desconocido, en ese momento sus súbditos no estaban  a su lado.

Le guardaron su mesita, nunca más hemos sabido de ella y no tenemos ninguna noticia de su salud, los perros y el gato tienen casi dos semanas de estarla buscando, caminan desde temprano por las calles donde acostumbraba llegar, no sabemos si tenía familia siempre andaba acompañadas por esos callejeros, eran sus amigos y compañeros.

Pasaron otros días y otra vez fui a su puesto, aun no estaba, observe a los perros y a «gato-perro» silenciosos, tristes, mirando a lo lejos, habían perdido mucho peso, acostados al lado del trono de la dama, los acaricie y les dije así, tranquilos mañana regresara, aunque ni yo mismo me lo creí.

Al día siguiente observe que solo habían tres perros y «gato-perro», entonces me dijo el taxista anoche se murieron dos, los encontramos en diferentes calles como si la hubiesen buscado todo el día, hoy los enterramos, se me hizo un nudo en la garganta, una lagrima salto de mis ojos.

Un día todos vieron como «gato-perro» se dejó atropellar por un carro sin lanzar un solo «ladrido-maullido», murió de forma inmediata, otro noble que desapareció también. 

En esa espera sin tiempo fallecieron otros dos.

Solo quedo el «Rey Rabo Mocho» siempre acostado esperando a su reina, nunca dejo de observar la calle por donde ella aparecía llamándolo con sus gritos destemplados, perdía peso todos los días, estaba por acabarse una de las leyendas más famosa de nuestra calle.

El «Rey Rabo Mocho», el líder de su manada, cada día estaba más flaco, no recibía comida de nadie, los mototaxistas lo llevaron al veterinario, al rato lo vieron venir sin levantar su cabeza, se había acabado su altivez, triste, feo, renqueando, otra vez se acostó en su sitio a esperar lo no esperado.

Todo un rey quedo siendo un perro triste sucio, acobardado, le tenía miedo a todo, pero jamás perdió la esperanza del regreso de su dama.

Una tarde nublada escuchamos un ladrido fuerte, lastimero, todos corrimos hacia él, se estaba acabando, miraba hacia arriba como si observara que su «Dama» estaba llamándolo y venia a recogerlo.

Todos lo sobaban yo le tocaba su cuerpo flaco y decrepito, Libardo caminaba silencioso y se agarraba la cabeza, el último de los callejeros se iba, yo llore, llore, muchísimo, alguien grito sollozando ayúdenlo, fue el farmaceuta, el «Rey Rabo Mocho» nos miro a todos sonrió y cerro sus ojos por siempre. 

Finalizaba así una leyenda fabulosa, hermosa, de amor puro, sincero, entre unos nobles animales y su dama adorada.

Gustavo Herrera Bobb

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