Subió un piso por escalera y llegó a la terraza.
Desde ahí,
pudo ver algunas calles de un barrio que conoce de a poco.
Pudo notar cómo los edificios y el cablerio recortaban el cielo.

Desde ahí,
pudo ver a algunos vecinos en sus balcones.
También,
pudo notar la dimensión de todo.
Lo diminuto del ser.

A lo lejos, todo empezaba a teñirse de violeta
Y en un par de minutos,
En la fugacidad del tiempo,
cayó la noche.

Que se puedan ver bien las estrellas en la ciudad,
Dicen que es imposible.
Pensó en la última vez que vio uno así.
Recordó la noche de ese viaje a Dorrego con amigas.

Que se puedan ver bien las estrellas en la ciudad,
Dicen que es imposible.
Pero desde ahí,
Ella podrá ver un millón de cielos violetas.

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