Era Sábado, de eso me acuerdo.

Las calles de Madrid estaban vacías y tras la esquina ahí se encontraba, un hombre el cual parecía ser que la suerte no era su punto fuerte. ¿Quién sabe cual sería la razón por la cual acabó ahí? Sentí la necesidad de saber como era y pasé sigilosamente intentado descubrir aquel rostro Lo vi. Vi sus rasgos. Esas facetas físicas se me quedaron grabadas en la cabeza, con esa mirada más apagada y oscura de la que había en los cementerios, esa tez tan similar a la de las cenizas que desprende el fuego y esa boca; aquella boca de luto y tristeza. Al llegar a casa la imagen de aquella persona me vino a la cabeza y no pude evitar pensar en que hubiera podido ser de él sino estaría ahí, en la calle; en esa esquina; su esquina.

Marta Coduras.

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