Estar bajo la luna, mirar al cielo, cerrar los ojos, inhalamos profundo y soltamos el aire; que rápido se va ese suspiro que nos relaja o nos llena de recuerdos.

     El estar con tu familia en una clásica comida un domingo por la tarde, y de repente una brisa de aire fresco choca con tu rostro, que rápido pasa ese momento.

     Estar con esa persona especial, disfrutando, riendo… Esa risa que se queda en tu pensamiento que no importa si son pequeños segundos, para ti parece no tener fin. 

     El perfume, ese que tu papá usaba para ir a trabajar y que al abrazarlo tus pulmones quedaban llenos de ese delicioso aroma, un abrazo corto que si se alargaba, se le haría tarde.

     «No sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos»… Nos quejamos de que el día es demasiado corto y que tenemos una vida llena de ocupaciones, nos olvidamos de sonreír y de pasar tiempo con nuestra familia o amigos cercanos, preferimos esperar a los días festivos para estar con ellos, pero en realidad eso nos dura unos cuantos minutos porque preferimos ver nuestros celulares.

     Una llamada o mensaje puede cambiar tu vida por completo, en cuestión de segundos, de repente vez a familiares que hace tiempo no tenían comunicación, por primera vez ningún miembro de la familia tiene el celular en la mano, algunos con lágrimas en los ojos, otros lamentándose o simplemente con la mirada perdida…la persona que más hacía por tenerlos a todos reunidos lo logró, lamentablemente ya no los puede ver.

     La vida no es eterna, muchos dicen que es prestada, aprendamos a ser felices y valorar lo que tenemos, que por muy complicada que parezca en realidad es tan sencilla y fugaz como un suspiro.

 


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