El corsé de las piernas

El corsé de las piernas

Antonella Pizzo

25/09/2020

  Ella no era la primera mujer que se
encontró frente aquel espejo. Nicole, recorrió con su mirada las
curvaturas de su cuerpo. No pensó que bastaba tan poco para juzgarse
y creer que ese jean no estaba hecho para su figura. Recordó a la
modelo Miranda Kerr, posando para la revista que leía todos los
Domingos. “La promesa de las pasarelas parisinas” dejó entender
la nota, que describió el cuerpo de la joven, como respuesta a la
pregunta que se venía a la mente al leer aquella frase.

  Nicole, de 26 años, se encontró
en un local de ropa con una lucha interna. Siempre se mostró en
contra de la gordofobia y de cualquier tipo de discriminación hacia
el cuerpo. Nunca pudo entender ese odio estético que la sociedad
presentaba. Como era tan fácil señalar al otro y reírse de un
cuerpo diferente. Pero ahí, aparecieron, bajo su propia mirada, todo
tipo de mensajes que contradecían con su forma de pensar. Remarcando,
por sobre todo, que no era esa chica perfecta de tapa de revista. Que
ironía.

  Asomó la cabeza, abrió solo un
poco la cortina del probador. Buscó con la mirada a la empleada que
le ofreció aquel jean como el denim más buscado por las mujeres que
llegaban a aquel local. Visualizó un cuerpo delgado plasmado en un
cartel que le sería imposible a cualquiera no ver por su tamaño.
Era la australiana de la revista dominguera con esos jeans que a
ella, no le sentaban.

  – “Espero que el jean ayude a
modelar el cuerpo.” Dijo mientras se miró desde más lejos para
ver si la distancia entre el espejo y ella era el problema.

  Es increíble la cantidad de
veces que una mujer puede probarse un pantalón frente aquel espejo
juzgador. ¿Fue la luz, el color, el talle, el corte? Pensó en aquel
cuadrado donde sintió el calor de sus inseguridades y decisiones.
¿La imagen real o ideal? no encontró diferencia.

  Se puso esa presión a una prenda
de vestir, la presión de ocultar defectos y demostrar que debajo se
esconde un buen cuerpo. La publicidad gráfica dejó entender que se
puede estar feliz con ese jean, pero iba de la mano con una extrema
delgadez que Nicole, no tenia. Eso la transporto a las décadas del
corsé. Ese cuerpo encerrado entre esas paredes que oprimían hasta
que lograban una cintura irreal. ¡Los jeans son los viejos Corsé!
Sorprendió su pensamiento. La diferencia radicó en que el uso del
jean era una auto imposición del propio individuo.

  La funcionalidad o practicidad ya
no contó como una opción. La elección se basó en lo ajustado de
la prenda para moldear la figura y ser parte de lo que socialmente se
impuso. El denim visto como amigo, que convirtió el cuerpo flácido
en uno firme y trabajado, no estaba dando resultado. Se sentó en un
banquito del probador y notó que le apretaba la cintura de tal
manera que sintió que su cuerpo se dividió en dos. ¿Cómo formar
parte de la sociedad sexualizada, si no encontró en ese par de
jeans, la felicidad que demostraba la australiana? Por ahí la
felicidad y la estética no van de la mano.

  Ya en esta instancia pensó al
jean como un monstruo creado por alguien delgado queriendo remarcarle
al mundo sus piernas largas y sus caderas angostas. Hasta se
cuestionó si hubiera sido más fácil nacer en la época del corsé.
Desabrochó el botón y ahí se encontró con la piel que se tatuó
la costura del pantalón. Las marcas impresas de un claro mensaje.
¿Sería un final trágico el tirarse en la cama para poder
abrocharlos cada vez que quiera usarlos? Pensó reiteradas veces.

  Conseguir una imagen atractiva se
notó cansador. Se resignó y aceptó la batalla que daba por
perdida. Se probó otro modelo de jeans. Ahora se gustó con sus
curvas. Cambió la mirada sobre sí misma. Se sorprendió de que
aquel pantalón cumplió su función. Se amoldo, se estiró, insinuó
y hasta sugirió. El denim como parte de la piel no estuvo tan mal.
Se vio comunicando seguridad. Aquella mujer se atrevió a ignorar
los mensajes de esa sonrisa publicitaria. Mensajes que luego,
entendió como dañinos. Aqui volvió a florecer ese pensamiento
positivo de aceptación. Se cuestionó que tan fácil era caer en
ese pozo negativo. Comprendió que todos se exponen en algun momento
a esos fantasmas que la sociedad creó hace tiempo. Pero que lo
importante, era encontrarse a si mismos y aceptarse ante cualquier
tipo mirada. Hasta la de aquel espejo.

  El Domingo siguiente, se encontró
en el balcón donde leía la revista que acostumbraba. Ahora otra
mujer figuró en la tapa. Abdomen plano, cintura pequeña, piernas
esbeltas. La miró mientras dio un bocado a la tostada que la
acompañó en esa mañana. Ahora entendió que la moda no era cruel
si se sabía cómo mirarla. Ese mundo podía mostrar un tipo de
cuerpo como el ideal, pero sintió que no era necesario seguir las
reglas. Nuevo pantalón en el placard y autoestima tranquila pensó
que pudo ser el titular, si aquella tarde que paso en el local de
ropa, fuese escrita en una nota. El jean pasó a ser un jean. Una
prenda que a lo largo de la historia tuvo diferentes papeles en la
sociedad. Que según donde se encontró le dieron un mensaje. Una
prenda que adopto los tamaños y formas que quisieron darle. Un jean
que mostro lo que el dueño quiso mostrar. Apoyó la revista y miró
hacia el reflejo del vidro de la puerta del balcón. Pensó que no
podía verse mas linda esa mañana. El cambio había hecho lo suyo.
Mente tranquila, cuerpo liberado, jeans aceptados.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS