A toda prisa Jan se dirige al cuarto de su madre, busca apresuradamente en el pequeño cofre de alhajas, sus manos temblorosas buscan anciosamente una cadena de oro, joya muy apreciado por su madre pero no la encuentra y piensa: !no puede ser, no está! arroja todo sobre la cama y si, allí en medio de baratijas brilla ella, recoge todo y hace lo mismo con las pertenencias de la abuela, busca su apreciado anillo guardado celosamente por el gran valor sentimental que le tiene, se lo dio su difunto esposo, lo toma y junto con la cadena las presiona y observa pues significan el boleto al viaje que va a emprender, rápidamente los deposita en el bolsillo del pantalón y sale presurosamente de la casa. No tuvo tiempo de bañarse pues se le hace tarde y está muy ansioso, no lleva mochila, ni pasaporte, ni nada pues al viaje al que va no le hacen falta, todo lo contrario es mejor no llevar nada, corre el riesgo de ser robado.
Camina a prisa por las calles polvorientas a las afueras de la ciudad , fijamente observa a lo lejos aquella casa, se apresura ya casi llega, golpea las oxidadas latas que hacen de puerta y sale el «moco» hombre de aspecto desagradable, no hay saludo solo dice: que quiere? Jan le dice: – traigo esto, le muestra las joyas, el «moco» responde -otra vez con pendejadas, necesito billetes, a lo que Jan respondió: -mire son de oro, cuanto me dá? el hombre lo piensa y las mira y dice: -ya regreso, entra y cinco minutos después sale con una bolsa que contiene trozos de papel doblado en varios pliegues, son hojas de cuadernos viejos donde sus hijos aprendieron a escribir sus primeros garabatos e hicieron sus primeros dibujos de papá y mamá, junto a dos pequeños tomados de la mano, sonriendo felices bajo un sol brillante y cerca de una casa con jardín florecido, papel que el «moco» ha usado como estuche, Jan observa y dice: no, solo esto por lo que le dí? el hombre le responde: lo toma o lo deja? y deje de traer cachivaches, traiga efectivo. A regañadientes acepta y sale, quiere viajar ya.
Se aleja mas de la ciudad y se dirige a la solitaria estación del tren, abre el portón de alambre de púas y se escurre rápidamente al interior del lugar, llega a una antigua construcción que sirvió de bodega en la época en que el tren fuera el principal medio de transporte en Colombia, busca con su mirada un rincón donde acomodarse, allí hay otros listos a emprender el viaje con el, se acurruca y busca su improvisada pipa fabricada con una tapa de botella de refresco, saca los sobres y deposita el polvo en la pipa lo mezcla con cenizas de cigarrillo les prende fuego, lo inhala y emprende su viaje sin tiquete al susto, a la paranoia, al letargo que será de tres a cuatro días pues hay suficiente. El alucinógeno instantáneamente hace efecto parece que todo se detiene y en medio de esa quietud solo se siente el viento que mueve las ramas de los árboles y su cabello, dirige su mirada al cielo a través de la desentechada construcción y en medio de las nubes vé dos ángeles que lo observan detenidamente mientras dialogan entre sí, no hay duda es de él que hablan, pero esta visión no importa es una de las pocas que tiene de este tipo, la mayoría de veces siente ser acechado por demonios o cree ver serpientes que se aproximan a morder sus pies.Nadie habla todos allí solo mueven sus desorbitados ojos de un lado a otro, temen ser descubiertos por la policía o los mal llamados grupos de limpieza social, que los extermina sin darles la oportunidad de cambiar.
Pasan días, meses de zozobra y hurtos en su casa, días desaparecido y de desesperación cuando no hay para consumir, igualmente pasa días en un centro de rehabilitación pero son en vano, vuelve a subir al tren sin rumbo, al tren de la vida como le llama a veces a su existencia. Hasta que un día cansado y solo y sin saber de donde su debilitado y delgado cuerpo saca fuerzas y dice: ! ya no más, Dios ayúdame! y es cuando toma la mejor decisión que pudo hacer, se encierra en su casa, en su cuarto, siente desesperación, deseos de consumir, llora,otra vez se desespera, no hay hambre solo ganas de ese veneno que le produce un falso bienestar, en medio de la angustia por resistir golpea con su puño las paredes, camina de un lado a otro, de nuevo se duerme, resiste otro día mas es una lucha donde su familia impotente lo observa, valientemente continúa su abstinencia.
Ya han pasado dos años y medio allí sitiado en su casa, Tiene muchos amigos pero virtuales, y al igual que la carrera que estudia, esto al menos ocupa su tiempo, poco a poco da el paso a salir de casa pero no le gusta estar rodeado de gente preguntona, al saltar del tren sin rumbo en el que iba, cayó sobre rocas y espinos de los que no salió muy bien librado, el temor y quizá la vergüenza son los nuevos retos por vencer, pero sabe que ya no es difícil,venció lo peor y allí ya no quiere regresar nunca más. Hoy el tren de la vida de Jan lleva otro rumbo. uno donde el tiquete no son joyas hurtadas de su casa, si no uno con un buen futuro por el que está dispuesto a luchar, hoy ve con claridad la luz que lo ha acompañado siempre y que está ahí recordandole que hay esperanzas y que todo va ha estar bien en este viaje por la vida.
Fin.
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