EL DESPISTADO CERO
El cero mira a su izquierda:
no ve nada interesante.
¿A quién tenía por delante?
Uy, de eso ya no se acuerda.
Agarra fuerte la cuerda
para no perder el hilo,
y, ya un poco más tranquilo,
alcanza a sus compañeros.
¡Siempre por detrás, los ceros!
¡Pero siempre con estilo!
***
EL EGOCÉNTRICO UNO
Arrogante y pretencioso,
elegante y distinguido,
de toda la vida ha sido
el número más famoso.
El uno es maravilloso
porque de todo es la base.
Y por si esto no bastase
se las da de independiente:
pero, ¡qué haría sin la gente
el primero de la clase!
***
EL CONFUSO DOS
¡Qué bonita es la pareja,
cuánto afecto y cuánto amor!
¿Pero es una cosa o dos?
¡Dos! Me susurra en la oreja
la de la cuenta la vieja.
Ya empezamos con los líos
que no son tuyos ni míos.
El dos va después del uno,
y encuentro muy oportuno
que después vengan los tríos.
***
EL FECUNDO TRES
Me vienen a la cabeza
de tríos una docena:
las hijas esas de Elena,
los tigres y su tristeza,
los sombreros de la pieza
que Miguel Mihura escribió,
las gracias que el pintor dio,
los cerditos, las Marías…
¡Daría para cien poesías
lo que este número unió!
***
EL DIFÍCIL CUATRO
Y aquí ya empieza la cosa
a complicarse un poquito.
A estas alturas, lo admito,
me da por ponerme ansiosa.
¡Con lo fácil que es la prosa!
Mi página web de rimas,
que es la que usan mis primas,
me sugiere, para «cuatro»,
«teatro» o «anfiteatro».
¡Y yo amo las bambaliMas!
***
EL CALCULADOR CINCO
El cinco es como un señor
con las ideas muy claras:
por mucho que le asustaras
con un hipnotizador,
él seguiría, por su honor,
contando con tal destreza,
que hasta la propia pobreza,
y son palabras mayores,
se llenaría de unas flores
dignas de nuestra realeza.
***
EL INCLUSIVO SEIS
Querides todes: os hablo
desde este insigne planeta
que lo que es dispar respeta.
Si queréis mandar al diablo
(con perdón por el vocablo)
vuestro pasado, haceréis
bien en venir, ¡no tardéis!
En el control policial
solo preguntan, tal cual:
«¿Y vosotres, cuántes seis?»
***
EL TRABAJADOR SIETE
Había una vez un siete
que vagaba por el bosque.
«Mejor es que desenrosque
las ruedas del patinete.»
Se sentó en su taburete
y se puso a trabajar.
Bien os podría yo contar
qué es lo que pasa después,
pero no tiene interés
y a mí me cuesta rimar.
***
EL HIJO OCHO
«¡Ocho! ¡Tómate el bizcocho!
¡Ocho! ¡Tómate la leche!»
Prefiero que no sospeche
que estoy leyendo Pinocho,
porque así es Mamá Ocho,
no está nunca satisfecha.
Siempre que puede aprovecha
para decir que no escucho,
pero yo la quiero mucho.
«¿¿Que la cama no está hecha??»
***
EL VALIENTE NUEVE
El nueve está como loco
con su nueva novedad.
Parad un rato y pensad:
a lo mejor me equivoco,
pero es para darle al coco
ser el número más alto,
¡porque hasta el diez hay un salto!
Tanta carga no le asusta,
más bien diría que le gusta,
¡pues de valor no está falto!
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