Té de canela y tormentas

Té de canela y tormentas

Felicia Andros

22/08/2020

El vapor del té le toca la nariz, llenando su mundo con olor a canela. Terroso y dulce. Abraza la taza con sus frías manos, absorbiendo el calor.

Ellos están discutiendo de nuevo.

¿Por qué ella le habla con tanto miedo?

Cierra los ojos y exhala con fuerza, moviendo el humo de agua por un segundo.

Los abre y toma la teterita con la leche líquida. Vierte sobre la taza, despacio, cortos chorros.

Él aumentó el tono de voz. O eso parece. Él tiene ésta forma de hablar que no necesita realmente alzar la voz, solo la vuelve más peligrosa.

Odia cuando él usa esa voz, porque entonces las palabras de ella suenan quebradas y sin aliento.

La última vez que lo interrumpió no pudo salir a jugar por mucho tiempo, como cien años al menos, todavía renguea un poco si juega mucho. Mira la leche caer en el té de canela. Cuánto le gusta hacer eso, parece como si tuviera el poder de crear tormentas. Pequeñas nubes se forman y difuminan en el líquido marrón. A veces ellos usan su nombre cuando discuten, y piensa que quizá sí puede crear tormentas.

¿Por qué él le ordena tanto?

Ojalá alguien le respondiera sus preguntas.

Le gustan mucho las tormentas de su té, porque en vez de oscurecerse, como hace la voz de él cuando vuelve, en el té todo se aclara. Se suaviza.

Inhala con la nariz casi pegada a la cerámica. Canela. Le gusta la dulce canela. Ella siempre se lo prepara cuando está cariñosa y parece que quiere sonreír.

A veces tiene ganas de que ambos se callen. De que él se vaya de nuevo. De que ella tenga vivos los ojos.

Bebe un sorbo y el líquido cálido le ablanda el nudo en la garganta, calienta el frío en su panza. Casi puede imaginarla con su casi sonrisa y que la lleva a jugar a la plaza.

Portazo.

Él se va. Siempre se va. Ésta vez no le dio un abrazo, y se siente rara. No le gusta cuando él está presente, pero aún así quiere uno de sus abrazos.

Ella también sale de la habitación.

Agrega otra cucharada de azúcar, total nadie mira lo que está haciendo.

La cuchara tintinea contra los costados de la taza, imagina que son truenos en su tormenta mientras la casa queda en silencio.

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