La primera vez que me pregunte qué deseo.

Me di cuenta por primera vez

De que no me enseñaban a ir por aquel deseo.

Noté por vez primera

Que este mundo quería copias y no sorpresas.

Y fue entonces, cuando la filosofía llegó a mí psiquis.

Fue entonces cuando la poesía recargó mis venas

Fue allí donde yo desperté.

Y donde por primera vez pude decir yo soy y seré.

Cuando y donde sentí una bofetada,

y al mismo tiempo una caricia a mí alma. Renaceré.

No era yo, y a su vez nunca dejaba de serlo.

Hoy soy yo y a la vez cambio y crezco con el paso del tiempo.

Creo hoy que, al igual que la textura de mis manos,

cambio con las estaciones del año.

Algunos climas me ponen fría, helada, rígida

y provocan que de mis ojos caigan gotas,

a veces de lluvia, otras de llanto.

Otros provocan que me mantenga cálida

con sus manos en mi cintura y mis ojos verdes

como los de una cobra, liberando gotas,

allí de transpiración.

A veces,

las hojas de los árboles en otoño se asemejan a mi pelo, quebrajado y de diversos tonos de colores.

Considero que como humano,

ser habitante de este planeta,

soy tan cíclica como la luna y amplia como la Tierra.

Puedo ser viento y aparecer en tu ventana por las noches

O también rayo de sol e iluminarte cuando estés a ciegas.

Es que muchas veces deseé ser ambas,

y cuando sucedió supe

Que podría hacer de mí lo que deseara

Desde fuerte como el acero

hasta débil como una hoja de calcar.

Todo siempre,

dependería de qué decida ver yo frente a aquel espejo.

Seudónimo: Cami Rodriguez

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