En diciembre de 2016 —atendiendo una
invitación de nuestro hijo y su esposa—
viajamos, con mi compañera, hacia el norte de Alemania. Allí
tuvimos la oportunidad de conocer Bremen y Hamburgo; ciudades –
estado, con dos mares cercanos: el del Norte y el Báltico, los
cuales le dan a la región una gran identidad marinera. La costa es
rica en pescados; se consumen ahumados, flameados, a la llama e
incluso frescos.
Hamburgo tiene varios mercadillos, el más importante es el Mercado Histórico de Navidad celebrado en la Plaza del Ayuntamiento, son chalets de madera con productos navideños, comidas, bebidas, juegos y atracciones para los niños. Los arenques se comen en forma de rollitos crujientes con un plato típico de nombre “Labskaus”, el Codillo Asado de Cerdo es delicioso y blando. La mayoría de los platos se acompañan de patatas, cebolla, col verde o brócoli. No se queda atrás la barbacoa preparada —por el hijo— con diferente tipo de carnes, mazorca, patata… además la diversidad de tamaños, colores, olores y sabores de las salchichas.
El día sábado, acompañados por una fina lluvia, paseábamos por las calles de
Bremen —llenas de naturaleza—
cerca al río Weser que atraviesa el corazón de la ciudad. Nos
acercamos al Teatro Goetheplatz, al Ayuntamiento (Bremer Rathaus),
la Catedral de San Pedro… por el camino nos encontramos con seguidores del equipo de fútbol Werder Bremen,
iban hacia el Weserstadion, cantando y vitoreando a su equipo, la
mayoría con bufandas o camisetas, algunos comiendo y bebiendo. La alegría alemana continuaba al llegar
al mercadillo navideño, destacando el gusto por la cerveza, que se extiende por todo el país; la celebración más conocida es la Oktoberfest consumida en sus grandes jarras llamadas Humpen.
Entre
el 25 de noviembre y el 23 diciembre, las luces de Navidad llenan
de vida las calles y los puestos de madera son instalados cerca al antiguo Ayuntamiento. Una hermosa decoración y la variedad de aromas, invaden nuestros sentidos; se respira canela, almendras tostadas, pan de
jengibre, vino caliente…
¡La vista, el gusto y olfato
estaban disparados!
Era tal la cantidad de comida que se antojaban muchas cosas. Había truchas, lucios, bacalaos… entonces
me llegó el recuerdo de mi padre y su “amor” por el pescado; lo
consumía en sopas, guisado, frito, a la plancha…esa preferencia
la heredé de él y siempre he sentido un gran gusto al comerlo. Me
decidí por el Salmón que estaba dispuesto, a lado y lado de la llama, en una especie de triángulo con la punta hacia arriba, cada filete —de
gran tamaño— iba sujeto a una tabla
y del centro salía fuego atizado por carbón de madera. Lo
suelen acompañar con una salsa que tiene mostaza y lo sirven
sobre un trozo de pan con lechuga. ¡Por supuesto lo acompañé con
una cerveza!
El Salmón del Atlántico (Salmo salar) está en peligro de
extinción por la destrucción humana de sus hábitats. Con el fin
de preservar y reintroducir los peces migratorios fue designado como
“Pez del año 2019” en Alemania.
OPINIONES Y COMENTARIOS