HECHIZO ÍNTIMO
Ayer busqué un verso sorprendente
/mi chocolate del día para saborear su dulce-amargo/
En este encierro obligado, añoré
los orines de las calles cercanas, la sopailla del carro
y hasta patear la bolsa de plástico corredora
Era nostalgia del simple mundo de un año antes.
Hoy me duele todo el cuerpo
/desde la uña pequeña a los cabellos/
Es el fin de mi ciclo, derrotada la ilusión de ser eterna.
Duele más cuando no puedo ocuparme
/encerrada en un lugar y vigilada/
Por eso me escapé esta mañana, armada de valor
protegida de guantes, mascarilla y el permiso.
Fui a la gran aventura de una calle extraña
Mostraba sedimentos del diluvio.
Olía a barro, piedrecillas y frio.
Caminé por la acera entre personas tristes, preocupadas.
¡Olvidé mis propios dolores en el camino!
Ahora estoy a la espera de mi milagro diario
el verso asertivo, inteligente
capaz de regalarme sabor dulce y amargo.
Miren
entre un viento amenazante
instalé un nido para mi verso
teñí sus velos amarillos
y sellé con miel la entrada
la higuera se meció orgullosa
En mi verso todo se puso de cabeza
piaron los perros,
ladraron los gorriones
y croaron las palomas
había olor morado y los limones sabían a miel
La madrugada de hoy
la locura ululante entró a mi casa
camuflada en una ráfaga de viento
Escuché sisear su cuerpo en la alfombra
Pensaba que dormía
Yo acababa de beber un elixir de verso
y no me encontró mansa
Ha tenido que abortar su viaje
regresando con la mochila vacía
ante el Lucifer mendigo
que le encargó mi alma.
Tuve que decirle Basta,
aquí no hay desesperanza ni miedos
no cabe el desaliento, duda o desconfianza
cuando Dios me ha mostrado sus milagros.
Mi canasta tiene Certeza en abundancia
y le ofrecí para beber, un vaso de Fe dorada.
Anoche soñé un sueño alucinante
un niño me habló desde mis entrañas
como si fuese yo misma
al danzar ingrávida
en mi propio vientre
Hoy, al despertar,
dejé de buscar felicidad arañando las paredes o,
hurgando los secretos dentro del arca ajena
Descubrí que el aire ya no se va de mi mano.
No olvidaré mirar tus ojos, tocar tu mano, oler café
escribiré mis iniciales con aliento en el cristal de la ventana
Recordaré cuál ruta lleva hasta tu casa
Al morir
Comenzaré otra vida cuando sea aquí,
un mero recuerdo en esta tierra,
sólo una tumba para adornar con flores
Pulverizado esqueleto con mirada de ciego.
Hoy, enhebro palabras en el Ciruelo floreciente
palabras grandes y otras más pequeñas
agitadas al viento hablan de dolor y ausencia
pues al amor no pude aprisionarlo.
Ese, mi cómplice, al que derribó un marzo
Ayer estuvo en el aullido del viento
palomo muerto a fines del verano
empapado de lluvia, vigilante
Escuché arrullos en el techo del frente
Reviví el aroma de su abrazo
la risa fácil, el cuáquer humeante
Anoche pude estrechar su desdibujo
olía a café con aguardiente y
me abrigó del frío que se colaba en las rendijas.
Todo, todo sucediendo en el Rincón del Cielo.
Mañana será lluvia torrencial en las ventanas
Hoy atrapo versos con un clip enano
versos prohibidos
moras y frambuesas tiñen mi boca
juegos negros de una lengua ladina
En la niebla la torre acuña estas palabras
y permite el arrullo de un fantasma
enloquezco
Escribo versos, sólo escribo
como serpiente en el paraíso estéril
Mundo donde los ángeles no llegan
pesebre del sexo, hilo de la voz
Sobradas añoranzas
Estirpe de penas
Desatención del cielo
Se arma y se desarma un verso malo, extraño
con el alma abierta y cerrado el libro de sinónimos
Olvidados dejo los poemas conocidos
para no copiar imágenes repetidas
Revivo mis propias noches sudorosas
escribo sin pudor
para borrarlo luego cuando re-escriba el texto mal parido
Consciente de no ser poeta de las buenas
No espero voces que me alaben entusiastas
al igual no temo a los puñales
que se hundan en mi carne
La inspiración viene de donde no la espero
Escucho lo que dice el cristal mohoso
huelo el sonido permanente de mi propia sangre
Malabarista del planeta
a pesar de cualquier consejo
enhebro sueños holgazanes
no escribo lo correcto
Confieso lo que siento, con calma o sin tenerla
en un reparto de mendigos
donde abunda el desprestigio
Aún me atormenta el recuerdo lujurioso
de tu camisa, casi partida
puedo ver, como verdadera fruta del demonio
asomar apretada carne, regalo del destino
Es tu pecho, firme y tibio, el que acaricio
con mi roja mano de sol caliente
mientras un deseo animal
surge desde mi gastado corazón de hembra
Alegre como al despertar de un sueño rancio
arrastraré mis ojeras en esta amanecida
Vislumbro el cielo que blanquea, un resplandor alumbra
avanzo con un caminar ebrio
Lejos quedó el reloj del cielo
El recuerdo del amor que estreché en mis brazos
los vasos inútiles
Apagado el fuego, en medio del follaje
como manta olvidada
la ilusión saturada de niebla.
Antes de él, en mi mundo aparte, estaba salva
Por sus ventanas no entraba deseo ni desprecio
Le abrí el portal
Entró y salí de mi encierro
Después de un beso
de la mano su deseo caminó con el mío
Al abrir el cuaderno de mis poesías interiores
profanó con curiosidad de hombre
una y otra página indefensa,
decretando el vuelo de los ingrávidos versos
Todo lo volcaba con un beso
un bramido recóndito
brisa tibia, incitante deseo
capullos de delirio y mucha primavera
Los apagados tonos de mi esfera
se tiñeron de fuego vivo
Mi aura nunca más tuvo matices tristes
Rota la noche, un tornasol diluye mi recuerdo
Hoy olí café y como si aún fuera mi cómplice
imaginé compartir la taza de café humeante
El aroma, tan familiar de este brebaje
dúo grato
detonó dolor
por esas mañanas que no regresarían
Había muerto.
No esperé de él saltos en la cama
con los pies desnudos
tampoco sus cantos en la ducha
ni que hiciera gárgaras en el baño
pero esperaba sus amables palabras
la tibieza de sus manos
sus abrazos
Al lado este, aún está el patio de la higuera
Al lado de la torre que otea al cielo
La casa verde, el rincón alto donde juego con las palabras.
Me abrazo a la higuera
Suspiro profundo y acaricio su tronco envejecido
como si fuera el cuerpo de mi nodriza de verano.
Giro a su alrededor sin soltar el tronco
hasta sentir la compleja embriaguez de infante
Decido realizar “un acto heroico”
Dejar atrás el pasado
Una corriente fría me azota el rostro.
Largos meses del invierno se arrastran
jalando además, algunos días de la primavera
y aún estamos en cuarentena
Cierro la puerta con brusquedad
escucho astillarse un retrato cayendo al piso,
desplazado del clavo que lo sujeta a la pared norte.
El cristal se rompe, pero con todo
¿Quién puede culparme por ser solamente una mujer herida?
De todo y nada
se ocupa esta mente retozona
en las horas de cárcel
Una balada romántica
teñida de sensaciones ocultas
impertinente se cuela por mi manga
y la ahuyento
porque necesito tejer la manta blanca
para un nonato que crece en el vientre.
No es correcto, dónde se ha visto
mezclar recuerdos indecentes con lana inmaculada.
Epílogo
Se soltó del encierro una voz caliente
por una fisura estrecha del asilo de ancianos
Está suelta en el éter de Santiago
desafía a cualquiera que le corte el paso
Eso fue hace una semana
Hoy se codea con poetas muertos
y teje una manta para romper
el silencio de una lengua entumecida
Mañana no estará visible como señal brillante
sus gafas quedaran en el olvido
El aire colgará sus pensamientos
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