Pobre Juana, sosegada en aquella esquina, balbuceando su lamento.

Pobre Juana, sus lágrimas queman su rostro hasta su cuello, y sus brazos, desplomados, fríos, sin amor nuevo.

Pobre Juana, se siente vacía;

su vientre ya no es nido de amor, ahora solo es tormento.

Pobre Juana, desea acabar con su sufrimiento;

a lo lejos, otros llantos le hacen sufrir aún más.

Pobre Juana, no puede decir nada, no tiene aliento;

le han borrado la sonrisa, le han quitado las ganas

de sentir sus pies en el suelo.

Pobre Juana, ya no tiene anhelo;

se halla perdida, es solo un cuerpo sin vida. 

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