Pobre Juana, sosegada en aquella esquina, no deja de balbucear en lamento.

Pobre Juana, sus lágrimas queman su rostro hasta su cuello, dejando desplomar sus brazos vacíos, que deberían estar llenos de nueva vida.

Pobre Juana, se siente vacía, su vientre ya no es nido de amor, ahora solo tiene tormento.

Pobre Juana, desea dormir y no volver a despertar, pero escucha a lo lejos otros llantos que le hacen sufrir aún más.

Pobre Juana, no puede decir nada, no tiene aliento, le han disipado la sonrisa, le han quitado las ganas de poner sus pies en el suelo.

Pobre Juana , ya no tiene anhelo se halla perdida, es un cuerpo sin vida.

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