Buscando los límites en BMW y Yamaha.

Buscando los límites en BMW y Yamaha.

Txema Rocher

04/03/2024

Suena la alarma del móvil, son las 8 de la mañana. Estoy perezoso, me duelen las piernas y esto no es bueno para ir en moto. He quedado con Charly a las 9 h en la gasolinera cerca de mi casa. Tomo una ducha rápida y un café largo solo bien cargado.

Bajo al garaje, arranco la Yamaha, me pongo el casco y los guantes lentamente para que la moto se atempere. Salgo por la rampa camino a la gasolinera, llego justo. Ahí está mi amigo Charly esperándome con su flamante BMW.

Discutimos la ruta a seguir, nuestro objetivo es el Moncayo, una montaña embrujada con una magia especial. Hoy la montaña está nevada, lo cual tiene un plus especial porque subirla con las motos , es una liberación de adrenalina.

Iniciamos ruta, el termómetro marca 10 grados en Zaragoza. Trazamos eses en el asfalto para ir calentando los neumáticos, están fríos y no agarran bien. Velocidad de crucero 110 km/h por la autovía, pero es muy aburrida.

Casco medio abierto, para que no se empañe. Nos adelantamos uno a otro, pero siempre manteniendo la distancia.

Tomamos la primera carretera destino al Moncayo, es espectacular. La cumbre está nevada y la nieve parte desde la mitad de la montaña.

Hemos llegado al Monasterio de Veruela, donde Bequer escribió alguna de sus mejores obras. Le digo a Charly, de pararnos y tomar algo. Hace mucho frío y antes de empezar la ascensión con la BMW y Yamaha es mejor descansar y reponer fuerzas.

Después de un contundente almuerzo, iniciamos el ascenso con las motos. El primer tramo está rodeado de Carrasca para pasar posteriormente un paraje sin arbolado. De momento la pista está despejada, pero nada más empezar la zona de hayedos y robledo, la temperatura baja a 2 grados bajo cero.

Estamos rodeados de nieve, la pista donde inciden los rayos de sol, la nieve está derretida. Pero en aquellos tramos donde no, está muy peligrosa.

Charly va el primero, vemos más arriba dos motoristas que se dan la vuelta. Pero Charly no es de esos que se rinde a la primera, le gusta la adrenalina. Es de esas personas que no se rinden con las vicisitudes de la vida, me gusta ir con él. Comparto su filosofía de vida.

Las BMW y la Yamaha que llevamos son motos muy pesadas y les hemos quitado las ayudas electrónicas, para poder sentir sensaciones. Hay que conducir con mucho cuidado, no abrir mucho el gas y la trazada muy suave. Charly se le cruza la BMW y se cae dejando la moto cruzada en la pista. Paro la moto con mucho cuidado para ir a socorrerlo, pero está bien. No me deja ayudarle el mismo se levanta y pone la moto en marcha.

Es nuestra filosofía de vida, siempre adelante. Pase lo que pase siempre adelante.

Llegamos a Agramonte y nuestro objetivo es subir hasta el Santuario, buscar nuestros propios límites, pero la subida está cortada por la autoridad. Me comenta Charly» ya sabes que si no estuviera cortado habríamos subido hasta arriba, asintiéndole con la cabeza».

Siempre que voy con él libero adrenalina, siempre quiere más, un poco de riesgo y creo que todavía no hemos encontrado nuestros límites.

Tenemos que cambiar de planes, bajamos con las motos destino Tarazona. La carretera es de bajada sinuosa y tranquila donde puedes observar tu libertad y pensamiento a través del casco. Esta paz y tranquilidad no la puedo describir, solamente se puede sentirla.

Llegamos a nuestro destino, Charly entra con la moto a pies de la catedral de Tarazona «siglo XII con planta gótica clásica, fue reformulada en el siglo XVI en estilo renacentista» yo le sigo. Tomamos dos zuritos al sol, mientras observamos la catedral y comentamos cosas nuestras.

Hago fotos del entorno, catedral, río y panorámica general de Tarazona. Después de una ardua e interesante mañana ponemos regreso a casa.

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