Perfil público

Nací en San Antonio, Texas una tarde de sábado, desconozco si llovía o se trataba de un común día soleado. Me hubiese gustado que fuera con lluvia, suena siempre más romántico. Un mes después de mi nacimiento mi madre regreso a México y me llevo con ella (mi padre le sigue a los pocos meses después). Crecí como cualquier otro niño mexicano en un pequeño pueblo de la región centro del país: jugando y pasando malos momentos. El arte siempre me llamó la atención. Primero era el dibujo aquello que creía era parte de mí, dibujaba muy bien (o al menos eso creía del niño). Conforme los años pasaron deje de practicar dicha disciplina y encontré un amor en el cine. No entendía del todo que era aquella parte del cine que me llamaba tanto la atención y me alentaba a algún hacerlo por mi propia cuenta. Crecí con esa confusión un largo tiempo, al final se volvió mi escape del dolor, que pasaba al ver a mi padre sumido en su alcoholismo. Los años pasaron y comprendí en la música, que aquel espectro del arte que hablaba a mi alma eran las historias. Las historias eran el engranaje oculto en el cine, música y en mis ganas de aprender siempre algo nuevo. Engranaje que me hacía sentir pleno. Hasta entonces siempre había leído por obligación; desgraciadamente la escuela suele ser un verdugo al amor a la literatura. La navaja que corta la cabeza son siempre los mismos libros que no llaman siempre a todo lector. Fue en mi temprana adolescencia que escogí una historia que me habían resumido y caí rendido en amor. Ese sentimiento con el arte primordial de componer cuentos, me mostró no solo a admirarlo sino también a crearlo. Las historias me ayudaron a pasar los malos momentos de la realidad. Hace un año (2020) mi padre superó su adicción (sigue luchando en el fondo), y yo este año me mudé a Estados Unidos. Él me mostró como el también escribía una historia a su modo, y como yo podía escribir la mía más allá del papel; es lo que me lleva a publicar mis cuentos al final.