Perfil público

Nací en 1995, soy de la llamada generación de la información y globalización y superconsumo masivo. Mi familia muy humilde me educó con las buenas costumbres de esta Sociedad, sin embargo, el abuso, la pobreza y miseria de mi alrededor me acorralaron de preguntas. Pobre, lenta y tediosamente pasaron los peores años en mi mayor pobreza con mi familia. En estos territorios el que tiene dinero tiene opciones de aprendizaje. Desde pequeño recibí halagos por mi rendimiento escolar, y recuerdo no sentirme orgulloso de aquello, ni orgulloso de alguna cualidad personal. Creo que la nada me absorbiera desde pequeño. Los individuos somos solitarios por orden divino. Nací virtualmente condenado a un exilio interior menester de mis fuerzas ya menguadas… Entre recuerdos borrosos mi familia partió a Europa a conquistar una economía más rentable. Llegado el momento en que me tocaba a mí partir, cuando aterricé en tierras sureñas de Francia y España, la crisis inmobiliaria condenó a cientos de miles de ciudadanos a la incertidumbre. La soledad, el futuro lejano, las tardes enteras en la biblioteca, los problemas de salud… pronto, diecisiete años, desde ya no me preocupaba las necesidades de índoles materiales, económicas, sociales; el porvenir no era importante. Ya no era importante trabajar, estudiar, ni imaginarme una vida sedentaria dependiente de una labor funcional al sistema que odiaba. Imaginar una vida rutinaria me daba náuseas, así dicho sin miedo, náuseas y asco.
El primer contacto con la profesión del delito de pensar, el bachiller desobediente que solo sacó su proceso de tesis doctoral para comer gratis en la universidad, el mayor filósofo que aprecié como ejemplo para mi posterior desarrollo era Emilie Cioran y, luego con mucho cuidado un incomprensible Nietzsche. (Vagaba pensando horas enteras que opinarían ellos de mí cuando regresé del primer mundo, fracasado del sueño familiar…)
Sin lugar a dudas, yo era ambicioso. En mi necedad y angustia perpetua no me rendí. Viví expectante novato del arte de la Vida, aventurero fiel del que observa los misterios que esconden los azares del marginado.
Considero necesario acertar, que soy débil mentalmente de llevar responsabilidades como estudiar o tener una vida mas socialmente aceptable. No solo era un capricho de chico rebelde. No tuve elección por mi salud, vagar en mi mundo condenado al fracaso, la desolación y la ambición. Consideré también que no es suficiente con ser escritor, observar y pintar de flores la ciudad como un artista bohemio y crítico, enaltecer la belleza de pensar independiente de los demás. Habría que hacer algo más, algo terrible, algo único.