Cuando me diste aquella carta mojada, viniste corriendo, sin aire, con tu sonrisa enorme. La leíste y luego la apretaste entre mis manos, me dijiste que si alguna vez dudaba, si me entraba el miedo, si sentía algún desespero y ganas de correr bien lejos, la leyera, porque lo que escribiste ahí, lo sentirías hasta...
Seguir leyendo
63
0