De niña creía en los príncipes azules.
En la magia.
En el amor para siempre.
Las fábulas se escondían en mi pecho
como si quisieran quedarse a vivir ahí,
y yo les abría la puerta sin hacer preguntas.
Aprendí a leer a los cuatro,
a escribir a los cinco,
y desde entonces no he sabido hacer otra cosa
que inventarme el mundo con palabras.
Crecí acompañada, amada, empujada a crear,
y vaya que lo hice.
Lo sigo haciendo.
Porque descubrí, muy pronto,
que sentir también es un don.
En la adolescencia empecé a ver poesía
en los atardeceres lentos,
en los desayunos con mamá,
en los días nublados que duelen menos,
en ese olor a tierra mojada
que es como volver a casa.
Entendí que mi sensibilidad no era una carga,
sino un milagro.
Entonces dejé de escribir cuentos
y empecé a leer poesía,
a entenderla,
a acostarme en cada verso
como si pudiera esconderme en ellos.
Y un día me atreví.
Sin métrica, sin ritmo, sin saber de estructura.
Solo con un corazón que ya no cabía en mi pecho
y pedía a gritos
salir escrito.
porque el lenguaje también es una forma de sanar
Interesado por: Microrrelato, Poesía, Biografía / autobiografía / diario / géneros íntimos / cartas, literatura personal
Autores o libros favoritos: Elvira sastre: 43 maneras de soltarse el pelo
Obras independientes de Marian Carlin
Obras favoritas de Marian Carlin
Actividad reciente de Marian Carlin



