Algunas personas con ánimo extremista son encantadoras y persuasivas, falsas a la vez. Falsas porque se ponen máscaras tan irreconocibles que parecen sus propios rostros, parecen ellos mismos. Es la estrategia más eficiente que tienen para que no se les note el estado más alto de euforia y, aún más, les sirve para que no les vean la expresión de melancolía en sus caras. Desde afuera se ven rostros planos, incluso aburridos, pero se equilibran con sus discursos llamativos, con su mezcla de simpatía, insolencia y garbo.
Interesado por: Me interesa la literatura en un sentido amplio, sin predilección de género
Autores o libros favoritos: Rimbaud, Bukowski, Uribe