Palomas guardadas (Obra completa) XI

Palomas guardadas (Obra completa) XI

Palomas guardadas

Obra completa XI

POEMAS

1.

Azul doce de la noche
rígido silencio y corazón entrecortado
Recodo del día giratorio
La luna que no tiene noche
medalla de la noche velando cementerios
es el alto sol de pan para los muertos
El sol más allá del infinito anillo de la tierra
corazón de remotas sangres
Larguísimo y solo día sin principio
más allá de los pájaros no tiene invierno.
Doce de la noche.
hora de mi propio testimonio
Una sola sombra es la duda de estar ciego
(¿Dónde más la veleta de sombra que
acorrala el sol al pie de mi vertical
como un trapo de musgo indica
el rumbo del río, río adelante de una
piedra?)
Alta soledad de ventisquero
campanario, ciego, levanto
la mirada sin nombre y sin certeza
como soñando un pescador desierto.
Noche desierta
Yo soy la noche esta y todas las noches
y el desierto es yo.
Donde el pájaro no ha sido
criatura, de espera y soledad sin abando-
no tiendo mi árbol
como muelles de vigilia
para barcos no partidos.
El nunca es una larga historia vacía
mi garganta es un pasillo de caña
que no aprendió su oficio
Y más acá del infinito que no tiene
más acá
digo la hora
gota de mar
eterno anillo de lluvia
Lisiado de perpetua ventana ojos adentro
tejiendo mi telaraña para suicidar mis
moscas.
Ya basta de haber sido!
historia de espejos me sucede como un rastro
Siempre, doble infinito sin ahoras.
tedio sin descanso de las horas
más allá de los números y de los
largavistas
Siempre, redondo sendero sin cuenta
donde la planta en el polvo es
espejismo y el rumbo sin descanso
tal vez es pesadilla.
Simultáneo infinito de espejos paralelos
y una sola imagen de mil nucas
para la duda del ojo.
Siempre, porque el rastro no será
tan largo como el camino.
Puedo morir de soledad al llegar al
último pie de un rastro donde el camino
ya no tiene después.
Doce de la noche
Ya ronca y vegetal la salida
Alzado el asombro de remotos insomnios
que hacen más silencio del silencio;
(ciegos toros corazón es de reloj. buche de
fuego previo que derrota el músculo)
digo las doce de la noche
Infinito, perspectiva de un camino
cuando el después es siempre
excede al peregrino
más allá del número.
Atravesar imágenes desde dos espejos
sin poder volver del sueño.

2.

Para que beba tu silencio
mi voz tenaz
con el invierno de mi garganta
voy a hacerte una ventana
Donde habite mi sombra precedida
miel adentro de tu boca de gaviota
voy a amarrar el barco de la tarde
que no logra la vela en abandono.
Yo he remado
en el fragor de la altura peregrina
una tarde
sobre tu boca compañera
logrando mi propia golondrina
para alcanzar la propia primavera
verano atrás de los aleros olvidados
Recuerdas aún la travesía?
Un diluvio obstinaba por la espalda
Y la ciénaga nocturna
que ya empujaba al cuello
fue ceniza tibia en la mañana.
Tú eras ya,
(por eso habías sido)
y todo el sueño que te sirvió de rostro
dejó el sitio a la carne en la hora aprendida
Ahora
a pesar del mundo
del rito de olvido que te intenta
desde mi hondo temor de consagrarte
a pesar de todo
iré a buscarte
aún silencio afuera
donde el mundo es, y donde tengo el miedo
para asomar espera sobre espera
hacia tu rostro bueno

3.

Para parir el canto
se me rompe la tierra en un volcán
y arrasa el silencio que yo mismo digo
Por eso tanto
el silencio es el sitio de los que no están
cuando la mano guarda el rumbo del amigo
Soy yo que crezco en el talón del llanto
último oficio por los que se van
una torre alzada por testigo
Aquí levanto
la última vez de mi corazón de pan
¿alguien quiere aún comer conmigo?
Puedo todavía el trigo santo
dar por los que se dan
Que cuando sean pan yo puedo ser de trigo.

4.

Hoy me crece agua de la garganta
Los pájaros se sacian como abejas
en mi fruta de oro
y son aún más la mañana
emerge una música de viejísimos embriones,
y hoy es más transparente.
La tristeza no obliga las palabras.
solas se acomodan
como las lacias garzas.
Ya te puedo el dulce sueño
Las palabras terminan en las cosas
ya te logro el canto sin garganta.
La savia asoma
como una flecha de cristal apaciguada.

5.

Quiero hacerte una ventana
con mi garganta
Tacha la noche con mi voz de fuego
madurará el sol ojos adentro de tu sueño
Y tu mirada se llenará de alas

6.

Aletea tu corazón despavorido

Con mi cóndor de sol hacharé tu tiniebla
desolada.
Para poner una sirena en tu vigilia
así tanto puerto tendrá
bandera en una vela.

7.

Donde mi tallo de voz florece,
si alguien sueña un jardín
se vuelve poesía mi poesía
y la arena de mi alma logra un vientre

8.

el sol se deslonja entre los árboles

9.

donde revienta
fulmíneo el relámpago.

10.

Lo que quiero decir es lo que digo

11.

porque siempre la verdad
es la última y el pasado ha
sido transitorio

12.

Mi corazón en una jaula, como un
canario quemado
o una luna de sangre,
qué pulso de campana sobresalta
el plenilunio de terror
en el pavor
de la ola
en la sien de roca
aletea la ceguera de un toro infinito,
y un sabor absurdo de presagio
se desclava desde un túnel
por volver el rostro
y descubrir último
el instante.

13.

nada nombra un rostro ni proclama una historia claudicada
sobre mi honda sepultura y mi silencio de sombras
el árido semblante reniega el estupor de un sueño
y una paloma de palabra sin palabra,
se desnuca contra el vidrio desde adentro
y pierde la flecha en la garganta.

14.

Sobre mi honda sepultura
sin lápidas testigos
se disuelve mi garganta
en un rictus de espacio
nada avisa una última actitud bajo
una cruz sin tiempo

15.

Para que llegue mi paloma a tu sagrario
abre más tu ventana sin mañana
yo puedo ser el sol más acá de tu campana

16.

A veces,
una honda tristeza de distancias
como una oración inaugurada
me llega de tu imagen,
(tal vez para que rece)
Salen
todas las flores que tramó el invierno
como un canto nuevo
Y retomo la garganta
a la vuelta del verano de las aves.
Hoy te canta
mi vertiente tanto tiempo de silencio,
porque me llega el canto desde adentro
desde tu imagen
como una honda tristeza de distancias.
Deja que te cante
con mi voz de vino con mi mano ronca
que te acerque mi palabra rota
para apurar tu primavera
más acá, mucho más que antes.
Mi palomar no espera
nunca vuelven las mismas golondrinas
dos veces de mar son una esquina
y… ¿sabes?
no me causa tristeza
Tan sólo guardarte
déjame buscar tu mano en mi bolsillo
tu mano de guitarra de un pasado rito
entonces
volveré a callarme.
Para que sepas dónde,
mi grito de sol deja una estela
y el mástil de mi lanza, ya sin vela
es el rumbo del regreso
ya sin nombre.
Alguna vez te quería, recuerdo
como un silvestre oficio de colmena
te apoyaba el andén donde mi espera.
Tal vez todavía
detrás de las palabras aún te espero.
El día
ya no lleva la cuenta de los muelles.
Por eso tú aunque no me esperes,
aunque no he partido
tienes un costado de mi melancolía
Yo no te olvido,
no, si el olvido es cenizas o es otoño o es candado
yo he guardado el verano
en un templo sin cruces
donde la hora llama, a pesar de haber sido.
Tuve
un día de sol (largos pájaros de trigo)
una tristeza que creció conmigo
como el tiempo de tus cosas
que yo nunca pude.
Igual esgrimí mi obcecación de roca
alcé el potro de mar que se desnuca
y suicidé mi rumbo contra el nunca.
para sobrevivir sobre mi propia costa
sin otro testigo que la espuma.

17.

Hoy, aquí, desde mi posta sin viajero
alzo mi albedrío infinito de desiertos.
Porque este abandono sin testigos es ya cierto
cuando dimite la vigilia donde espero

Aquí, mañana, sobre las cenizas que cada día muero
quiero levantar mi muelle que no es puerto
para ser mi propia cruz sobre mi muerto
porque el huerto se seca aunque no quiero

Para el que dude mi faz sobre mi tumba
Para el que llegue tarde a mi vertiente
La cruz será del tallo que me crece
Lavaré con la garganta la sombra que se arrumba
sobre el lugar donde nunca fue la gente.
Porque mi olvido empezará con el que rece.

18.

Hoy mi ventana es la manera de la calle.

19.

el relámpago de hueso se despeña
el cielo se resquebraja

20.

Para soñarte, amiga,
pierdo los ojos en cualquier palabra
porque eres toda sueño,
porque estás hecha de mi alma
y todas tus cosas de distancia
(porque eres toda lejanía)
desde tu rostro sin vez, tal vez como mi sueño,
me son melancolía.

21.

Porque tú eres la otra orilla de mi silencio
Porque mi silencio es una manera de tu voz
porque ya ha sido. Busco el sueño de tu rostro
compañera, ahora que la noche arrecia sin
barandas.
Busco tu mano sin vez
La paloma rescatada de tu risa
y tu cara, tal vez,
aunque no sea, y sea más allá de mi
distancia
Hoy te quiero amiga,
amiga
Hoy te quiero y muerdo tu mirada sin
principio
como el fervor de luna del galeote
que sobrevive más allá de la fatiga.
Te busco y te encuentro
porque eres más yo mismo
y vuelvo de mi pozo sin preguntas
con un poco de tus cosas casi sólo sueño,
y me basta tu sola vez, tu sola vez
la antorcha que arredra mi abandono
como el acoso feroz
de la marea solitaria
Izo tu mano
despavorido de sol
enarbolo tu cara sin recuerdo
y no importa no haber ido a buscarte
mi costado te anticipa
como una profecía acatada antes del día.
Ya leva anclas la vigilia derrotada
Echa amarras la mañana conquistada
y atestigua mi alma,
tal vez en algún sitio
tu verdad que se parece al sueño
aunque no hayas sido recogida
Tu voz inaugurada es un heraldo de olvido
mi silencio se suicida
y pregona tu nombre sin espalda
Es cierto nada titula la palabra
Pero sin haber perdido
recupero de otra nada
tu cara ausente.
Ya no más tu olvido sin recuerdo,
ya no más mi distancia
sino tu lejanía
y en el pan sin oficio que era espera
ya tu rito
tu costado cotidiano presentido,
compañera,
amiga,
cómo te quiero amiga
esta noche.

22.

Ahora que tiembla la miel de los pianos
y se desatan palomas
de una vertiente o garganta ¡Qué más da!
Que el silencio crecido del fragor de lo que
olvida
arrecia como el vino que dispersa
la tristeza madurada,
mastico tus cenizas
aunque no logro tu rostro con mi voz sin
carne
Por buscarte tal vez
o empujar la nave por tu espalda,
para no perder el rumbo de tu partida
Adiós.
poco a poco te mezclas con el alma
eres cada vez más un poco de mis dientes
y tu luna reclamada
cuando la noche tiembla.
Qué te queda sino el vigía
que guarda tus estelas
Ya no más tu nieve
ni tu sol de invierno
ni tu extravío silvestre
porque adiós
porque ya tú nunca
aunque siempre:

23.

Antes de tus ojos
, molinos de mar y remansos de música,
desde el vino
te pueden la mirada.
Yo no te quiero.
tu carne sin vez
pero si en algún lugar lejano
tal vez catedral de manzana,
aún no me sirve para el sueño
Yo me tiendo
a las naves de tu voz
cuando se alargan como la luna
y te llamo
sin muelles sin espera
sin rostro que sea el otro lado de tu
nombre
y te llamo
como callan los duraznos hacia la
mañana nueva
y giro mis dedos sin crepúsculo
y clavo el afán de mis velas
y giro mis dedos, aunque la tarde,
como el viento en el rincón del
pordiosero
por algún abandono sin partida
mucho más soledad sin llegada
ni azul espejismo o profecía,
te llamo y si logro el sueño
sin el vino
vienes
hasta que el vino pase aunque no pase.

24.

Quédate hasta que el invierno pase
la sombra larga y el sol lateral casi
vencido
la sombra una veleta sin testigo.
todo hace frío,
Quédate
el silencio puede ser también conmigo
El silencio es mi mejor palabra
para tu recuerdo amigo
Quédate mientras el mundo arrecia
mientras el fragor del mundo
golpea en nuestra
puerta
El silencio es mío
Quédate.
Yo he guardado el sol antes del frío
Los pájaros ya no están afuera.
La puerta se cierra desde adentro
Tú puedes el silencio
Mis alas tienen tu albedrío
Por eso no hay dolor de invierno
Quédate hasta que el invierno pase
o ya no pase
y cante
tu morada nueva sin silencio.
Porque todo tu sueño de caminos
haya olvidado el rumbo
dormida junto al fuego.

25.

Cuando los ojos te sean lejanía
y el fervor de las manos sea espera
volveré a existirte dondequiera
pero mucho más donde solía
Será tuyo el regreso será tuyo el día
solamente para ser cualquiera
porque el mundo zarpará ya mundo afuera
y yo seré yo sobre la imagen mía.

26.

A la hora de apostar la espera de mañana
pero mucho más
velar dulcemente el pájaro nuevo
Te digo gracias sin palabras
Porque ya tengo la espera con que lograr un puerto

27.

Sobre la tierra ronca
apago el sueño dispersando historia
quemo las manos sin memoria
como las frutas que vuelven sobre las raíces
hondas
Planto la sombra
(largo testimonio de sol sobre la tierra)
pero mucho más testigo de mí mismo
veleta
de la tarde sin gaviota

Hoy quiero
todo se vuelve mundo ojos afuera
espera sin espera
porque el mundo es también ojos adentro

Y muerdo la raíz sobre la tierra
el barro que también me es la garganta
y un álamo de sol se me desclava y canta
por volcar palomas que sean primavera

28.

Ya has sido la historia recogida
que esperaba en los días que han pasado
ahora es el camino recordado
que recuerda desde el día hasta que olvida

29.

Donde revienta la tarde como un alarido
inmóvil
rompe la sangre
Aprieto las manos
con el fervor de adobe en los horneros.
y parto.
El corazón de plenilunio
recoge la última vez y naufraga.
El día dobla, ya entero
y la vigilia, derrotada
clausura la hora que soñó para los
rostros.

30.

Creo en ti,
cuando la luna azuza el mar que
se desnuca
cuando nocturno el corazón de roca
lleva la cuenta de la ola y de la espuma.
Creo en ti,
porque aquietado el mundo
cuando las calles son andenes de sangre
detenida
me sube tu imagen como un eco profundo
de una plegaria nueva día a día
Y aferrado de tu rostro
(qué mano remota tiende el sueño)
resisto como un náufrago
el silencio que empecinan mil gargantas
Creo en ti porque a la hora del pavor
la sien que se desboca
tasca apaciguada tu perduración sin horas
como el rumor que se afana en el rincón
de un caracol
Creo, sí
creo en ti
y mucho más porque las cosas que me
son el día
tienen tu nombre sin palabras para
recordarte.
En las tardes altas
alto labriego de sangre
el ocaso te intenta
para guardarte
Hoy se pierde mi poesía rota en tu ciudad
callada.
Apenas recuperan las cosas las palabras
pero ¡Qué poco puede tu mano,
decir: tu mano!
Creo en tus manos de pan
en tus dedos sin rumbos
como las cañas dormidos
como los lentos juncos
Porque hoy la mano sola,
la mano hueca
tal vez la espalda de un camino partido,
tal vez una orilla de alguna lejanía
te tiende una espera de agonía
sobre el rastro donde nunca has sido
aunque

31.

Para poblarte de sol el áspero invierno
Para que te llegue mi guitarra derretida
te consagro las manos sin verano
como un ave de distancias.
limpio tu voz vegetal crecida en canto

32.

Por tanto tiempo de callar la primavera
me sangra el otoño vencido por la boca
esta voz vegetal que para grito es poca
vano intento de flor madera afuera.

Piano de sombras que es hueso en la madera
eterno silencio en la garganta de la roca
acerco la voz al canto que la evoca
con la tristeza de no ser porque no fuera.

33.

Donde el costado alcanza el sueño
Albedrío infinito de veces que no han sido.
Empieza tu recuerdo
tu rostro de pan, tu corazón de nido.

Como un altar sin dogma tu imagen se levanta
el rito de espera es un oficio de ausencia
de lo que llega y pasa
A espaldas de un barco que empieza la tristeza.

Tu mirada ronca de la sangre al día
travesía infinita que llega a una ventana
donde espera vencida
la diaria tarde de tu apostada lisiada.

Mi garganta es un puerto sin barcos ni sirenas
ya no empuja partidas mi tesón de savia
la paloma se queda
más acá del diluvio y de las cartas.

Por eso tú nueva cisne de altura
corazón de casa galeote sin fatiga
tienes mi voz oscura
cuando el canto sangra, y se parece a la poesía.

Yo tengo la voz hecha madera
cruz sin tumba grito de tablas
para cantarte corazón afuera
cuando la noche arrecia y el silencio llama.

El mundo se te clava y es contigo
un ojo detiene la mano regalada
y alzamos el impulso desmentido
cuando el mundo mira porque el mundo manda.

Contra el que niega mi plegaria de palo
apoyo mi silencio a manos juntas
callar es malo
si es uno mismo el que pregunta

Para creerme, esta noche levanto tu recuerdo
digo tus cosas para hacerme una tristeza
y si la puedo
abro el alma para que el canto venga

Por eso aunque no seas verso
toma el silencio que te acerco y rezo.

34.

El invierno no hace tierra
y me supura la raíz bajo la piedra
como el canto contenido de la savia
embrionaria
Porque Dios es inminente
a la hora del miedo
rezo mi racimo de cigarras levantadas.
Éste es mi cielo sin abajo.
soledad sin luna para el solo sin testigos
Busco mi propio verano
entre mis aves
y si ya se me ha volado el ocaso sin
partidas
digo adiós al barco
que partió mientras dormía
Y donde decido un ancla que
levaré desde el delirio
hago una cruz
que ya alucinará mi imagen
para completar un recuerdo
que no sirve testimonio.

35.

Desde la tierra me sube la savia
que va a tocar campanas en la flor al día
rompe mi ola con el rumbo de la caña
sobre el hambre sin sentido

Campanario de domingo sin número

36.

Cuando sea silencio pero canto
cuando sea soledad pero presencia
cuando la distancia ya no sea ausencia
tanta alegría que no ha sido llanto
por ya no ser sabrá que ha sido tanto
para volver como un presagio de inminencia
desde donde de nuevo es inocencia
lo que por ya pecado se ha tornado santo.

37.

quiero lavar mi tristeza en tu tristeza
y limpiarte la distancia de las manos

38.

cuando tu silencio azul se me rompa en
una mano
cuando sea ya el amigo de tus pájaros
y vengas a beber en mi cabeza
la duda de rezar con que se reza
arrodillaré mi fervor hermano
para que seamos amigos con las manos

39.

Hoy que el invierno te llevó las golondrinas
que el frío de tus pájaros enferma tus jardines
quiero agacharte mi verano derrotado
para mojarme las manos en tus manos secas.
Quiero hacerte mis nidos en tu fatiga ya sin
espera
el camino es largo desde la derrota
pero es mejor comenzar a partir de la tristeza.
Por eso hoy que el invierno te llevó las golondrinas
hagamos verano desde la garganta
con un grito de sol para partir el miedo
la noche es mucho más a ojos cerrados
y más si el sol es espejismo.
Levanto mi último principio
morir es siempre para empezar de
nuevo
quemo el último otoño de mis manos
si puedes calentarte con mi fuego
será una manera de esperar mañana
Por eso para parecernos a nosotros
el sueño será después de habernos aprendido
empezaremos por el día
no es posible recordar sin el olvido
y la noche deja atrás sudores.
La noche será después del día
para empezar el sueño y descansar
el día.

40.

La noche, alguna vez tu tumba de una noche sola
alguna vez tu sobresalto de infinito
tu hondo asombro azul de mariposas.
Esta noche, tu noche es mucho más allá
de mi insomnio
de tu noche sólo tengo lo que escribo
cuando nombrarte es mucho más asombro

41.

En el penúltimo instante de la tarde
última
¿beberé de un sorbo mi historia ya contada
echaré a la espalda mi vida recogida?
¿o soñaré y diré mañana con temor de
súplica
Encontrado Dios para poder
mañana?
A pesar de que el final se aprende cuando
ha sido
cuando el ojo está ciego y ya todo es espalda
en el giro que vuelve sobre el principio frío
de la frente sin después y la carne callada.

42.

Desde aquí hasta donde estás mi soledad
es cierta
y yo sólo sé mi puerto solo
cuando el silencio no te sea el otro lado
de una voz cualquiera
cuando la soledad no sea ausencia

43.

Hoy la tristeza tiene tus cosas
alto ritual de lejanía
y para callarte sin romper silencios
acomoda la poesía sobre las manos
últimas
Hito de sol para nombrar el día
tu tristeza a media asta
viene a callarse
conmigo
y tus ojos en medianoche
desbocados de sombras

44.

Donde rompe la tarde su ola de manzana
a la hora de la música
tejida con silencios
y de los pájaros latiendo entre las
hojas
tu recuerdo crece
sitio de sol azul
para poderte abeja entre
las flores sin verano
La mañana de altura y de
naranja
pierde el pulso del mar
que ha sido sangre
y te alza la quietud
que es sin sentido
cuando estás mucho más
aunque distante.

45.

Te levantas como un faro
(la soledad se adivina cuando
pasa)
lanza roja de sol
grito de hierro
para demorar el ronco silencio
de hace mucho
largo pasillo de pan y savia
peregrino
tu brazo se desboca hasta la
tierra
tu cuello de cadena
(tu espalda sin vez)
es un ventisquero camino de sombras
a la hora de tu boca sin partida
hora sin veces
tu boca lacia gaviota sin partida
como la tarde desde el silencio crece.

46.

Donde mi sueño no puede tu verdad,
tu imagen es mucho más mi alma
la tarde lisa y la mano solitaria
que tu vez y tu donde sin certeza.
Tu principio, a la mitad de tu historia
es el día
una tarde cualquiera que ya tiene
nombre con un rostro.
y sobre la torpe manera de las
cosas diarias
(un/el) remoto sabor de profecía te señala
Eso es porque o porque sí
(todo sí es un no)
el tal vez, quizás nunca preguntado
recogido de su hora sin presentimiento
Por eso las tardes como ésta te
llenan de preceptos
los pájaros el ruido voraz el mundo
el íntimo fragor que hace silencios
el viento

47.

traías el domingo entre las piernas

48.

Esta noche el mar ronco de
luna
bracea infinito como el
árbol delirante de azul
que intenta desbocado su
suicidio
ciudad siempre lejana

49.

Sin saber cómo es te pienso pájaro

50.

Siempre todo es distinto

51.

A la hora de los pinos
quietud de ancho silencio que crece de los
ruidos
me desnudo del anónimo fragor de las
ciudades

52.

El recuerdo no te guarda
aún no ha habido tiempo de guardarte.

53.

Cuando te asomes ojo atrás del mundo que te
enfrenta
camino a la espalda y veas mi huella.

54.

Yo te recuerdo azul y sin trincheras
fácil y lejana conmigo sin distancias
con el pecho frutal pleno de espera
y la mano de pan de paloma y de manzana
Yo te recuerdo simplemente como eras
con tu costumbre regalada de enderezarnos las
esquinas
y el alma volcada ojos afuera
trepando por las manos hasta comernos la
risa
Y recuerdo tu pelo, largo pájaro de silencio
donde enjuagué las manos y sudé sobre tu historia
y recuerdo tu frente donde rompía el beso
y quedó dormido un sueño que no tiene memoria.

Recuerdo tu naufragio, para tenderte la mano
y recuerdo mi zozobra asido de tu fortaleza
y recuerdo tus embriones perseguidos de verano
donde fuimos Nosotros hasta la tristeza

Todo lo recuerdo, la palabra siempre
alta
la poesía sin certeza
la ternura aprendida sobre los muelles últimos
el orden del mundo riguroso por
afuera
Todo lo recuerdo un poco mío un poco tuyo

El refugio final mientras el tiempo arrecia
y el olvido inapelable porque sí donde nos vamos
O el olvido necesario para que el mundo sea
O el olvido hacia siempre donde recordamos.

Yo recuerdo pero ya no es hora
y se me rompe la sangre y el presagio te alcanza
y para que viva aún tu palabra que has dejado sola
como una iglesia vacía te regalo el alma.

55.

Si de pronto te refugias en el silencio obstinado
y la mirada vacía es una manera hacia el
mundo
porque tu recodo no me vence yo te sigo
esperando.
Porque el día último nunca ha sido el último
y no basta una tristeza para devastar tanta alegría
yo me acerco a tu naufragio para salvarnos juntos

Te tiendo la mano para tu fatiga
alguien debe levantarte si tú no te levantas
Por eso a tantas cosas que no fueron mías

Mi incansable espera que no ha sido tanta
para alzarte al fin de la tristeza, amiga.
con el alma abierta se te acerca y canta.

56.

Yo que nunca he sido, seré sobre tu tierra
porque por tanto invierno equivocado primavera
te clavaré un grito de sol para volver espera
la larga tristeza que te encierra.
Y cuando venzas la derrota que te aberra
y la ilusión recuperada vuelva a ser la primera
crecerá la alegría donde un día fuera
y se alzará tu sangre con rumor de guerra.

Por tanta soledad que te acompaña
y tanto insomnio sin testigo en que recuerdas
toda mi voz que te resulta extraña
te ayudará al olvido que crees imposible
te servirá de antorcha para que no te pierdas
y después de la derrota te logrará invencible.

57.

Te recojo de todas las cosas que me son esta tarde
has crecido de pronto donde el olvido no pudo nombrarte
y aunque queda mañana por delante
yo te guardo y no puedo guardarte
Esta tarde es tuya ¿cuántas tardes serán tuyas
Nos vamos por tu sombra donde mañana es nunca
por eso quiero ahora que me escuchas
dejarte mi raíz que ya no tendrá lluvia
Desde otro mañana que ya no será y no tendrá
espera
Un niño dice adiós para cambiar el
rostro a medias
y porque siempre será en ti la primavera
yo te bendigo desde la tristeza.

58.

Perseguida de clausuras y trincheras.

59.

Quiero que sepas
que siempre queda mañana todavía

60.

Que el tiempo al fin es de segundos.

61.

Que nos falta todavía la primera vez

62.

La luna nos seguía como un barrilete y a veces
entre las hojas se volvía de diario

63.

La luna me seguía como un perro redondo

64.

Nos cambiamos la ropa y él sería yo, pero
igual tuvo la vergüenza de tener que ser
yo y avergonzarse porque la gente no
pregunta el nombre aunque sean ridículos.

65.

Ella. la gente cuando se llama
con un pronombre asume la importancia
épica de los que han muerto o de los que
no están cuando se los espera

66.

Gozando porque yo también lo ignoro
el antemano de tu dolor inexorable
y la estrella tiritaba a lo lejos
como un grillo.

67.

la vigencia inmutable de mí sobre mí mismo
que no suplanto a nadie

68.

Tú que vienes por los días
desde los siglos y los órdenes primeros
que en un día sustituyes infinitos
simplemente
como se dejan atrás las posibilidades sin
nombre,
tú que te traías desde siempre este verso,
(porque cada cosa tiene un desde siempre
que se vuelca en un presente)
Que venías sin saber
a desenfrenarme la ignorada primavera,
tú que recoges mi costado
sin oficios sin veces y sin venir a buscarlo
tú, que te digo tú, como el lugar de
los que están a mi lado
tú compañera, que nunca has sido conmigo
quiero que tengas mi campana
liberada esta tarde para hacerte un domingo.

69.

Es la hora de las cartas, de las sirenas en los
puertos de los barcos de las casas vacías a la
vuelta de los muelles, la historia es siempre
por delante, es la hora de buscarnos el
nunca por la frente es la hora de los púlpitos
desiertos bajo tierra. de las raíces cerradas
del silencio infinito en las campanas. Es la
hora de haberlo todo espera
Todo lo pude todo lo, que todo es sólo algunas
cosas
Y ahora nada llevo cuando nada parto
pero nada quedo.
Todo nos queda palabras. sitios donde
caber cosas que no existen.

70.

como un ciego que se abre por la noche, no lo
sabe

71.

Hoy te llamo, palomar de sombras
donde es partida mi tristeza comenzada.
Hoy te llamo. El silencio que te nombra
es un alarido de garganta postergada.

Hoy te callo desde aquí la distancia
empieza ahora
y cuando pierda ya la hora de los pinos
cuando tu vez se arranque de las horas
palomar de sombras yo ya habré partido.

No importa qué donde sea atrás del día
serás mucho más en mi recuerdo
y el mundo recogerá tu profecía
donde el mundo es cierto.

Pero te llamo igual para apurar el sueño
las palomas me crecen desde el cuello
y este rezo azul que es de silencio
me junta las manos desde adentro.

72.

Para la casa azul de tu corazón ventisquero

73.

Para llamarte
se vuelve barco mi luna de madera
y mi voz sobrevive del olvido
como las cosas que quedan
Entonces te pareces a la tarde
azul por detrás donde es distancia
y callada tristeza de presagio
cuando mueres y llamas.

74.

Se te cae por la boca el gusano de las venas

75.

Para quedarte
quiero que aprenda tu garganta mi
silencio
que tu mano haya

76.

Hoy que las venas se te caen por la boca
que serás una garza con la sangre de la
luna
mi corazón se vuelve de campana
y aunque mi tristeza se te
acerca donde
el sol te toca
levanto ya lograda, mi por fin mañana
y deshojo mis flores en tu risa una por una

77.

…Y romperá el mar en tu garganta
por una lanza de hierro un poco de sol
por un grito de sol un poco de hierro
para irte por el pan
y comerte los horneros y aprender
en las batallas el telar de la tierra.
No será tuya la locura
pero te espantarán destapados cementerios
ya no verás el otro lado de las cruces
y te reirás un poco por los gestos de los muertos

Alzarás el pan, te enrollarás sobre la
historia
que precedes.
empujarás mañana por el vientre
y en el dolor del hombre te volverás dos veces.
Yo no seré contigo, ni siquiera habré
sido para entonces
pero igual este canto que nunca tendrá
donde
se acercará a tu olvido donde tal vez recuerdes
y tal vez te haga llorar mientras te llama
un niño.

78.

Toda herida deja cicatrices

79.

Y comerte la música en las manos.

80.

el Este y el Oeste me encontraron en el día
cualquier punto es el medio de la tierra
pero yo vengo del medio del sol sobre la tierra
donde los dos hombres me encontraron
por los dos costados
yo soy raíz en talón de américa
soy un árbol crecido de la tierra
nueva
Los dos principios me buscaron en la
lluvia
largo rastro de razas a la espalda.
entre Dios y yo toda la historia congregada
en tanto yo no sea raza sobre ninguna
espalda.
Éste es mi tiempo erigida la semilla
sobre el lugar donde la tierra es toda
me empujan las guerras y el amor desde
otras vidas
y al fin yo soy un poco la historia que me
acosa.
Cuando retroceda el ancestro que me obliga y me precede
cuando pueda en el orden riguroso de las cosas
evitar el inexorable antes de las veces
seré yo desde mí mismo en un espejo
y podré por fin cerrar mi sombra
dar la mano a Dios y completar
el círculo del tiempo.

81.

Recogiendo nosotros en todas partes
he sido solo todas las tardes

82.

Tú que has vivido de espaldas hacia el nunca

83.

Hoy que un pez se muere suicidado
para consagrar países preparados
desde siempre
hoy que muere
para ser altar donde asumir
el día largo
Hoy que ya derogas la mitad del
sueño
y clausuras el presentimiento
y el presagio no te toca
hoy pierde sentido la distancia
porque estarás distante aun sin
lejanía

84.

Si quieres acusarme el silencio que medra
en mis lugares
Con el vano fragor de la noche tañida por el vino
mezquino
camino

85.

Haberme recogido la voz por las palabras.
tanto encontré sobre la tierra
tanto acorté el silencio.

86.

A ti que quieres entrar por mi garganta
y lavar tu silencio en mi silencio
erijo mi cabeza como un doble campanario
para que tus golondrinas hagan verano en mis campanas.

87.

Si tú no sabes por qué para tus noches sin luna
dejo mi lámpara en tu ventana
Por qué quiero que tengas mi canto que
tal vez no sirve
si quieres saber por qué te acerco mi
mano de barro
por qué tras el rastro del silencio mi
fervor te sigue.
Si quieres saber por qué no ha sido tanta
la agonía de la tierra
que después de morir de sed tres veces
en algún lugar se sacude el invierno
y en una flor despierta,
si quieres saber por qué lloran los
soldados cuando la muerte los acosa
por delante
y aunque tengan un fusil una sangre y un camino
se olvidan de las balas parados al lado de
un cadáver,
aprenderás a acompañar a esperar y a llorar
por un amigo.

88.

Mis pies sobre las piedras ayudaron
la tierra

hasta que se toquen mis brazos
redondos y totales como el mundo
después de haberme habitado las
hormigas

89.

destapar la lejanía que no hay distancias sino
silencios.

90.
CANTO AL CANTO

Cuando se alza la voz para poner a los dos lados
el mundo y el íntimo telar,
se tiene un embrión de canto madurado
que fluye a cuello abierto de par en par.

Hoy busco la voz para nombrar la voz sin luz
vano intento de hacer sombra con la sombra
Nadie pone una cruz en la tumba de una cruz
y nombra

91.

Nada es partido si no tiene rumbo, porque ir
implica un donde. Por eso un canto a nadie
es como un silencio.
Un pozo se guardó las estrellas antes que el
cielo se apagara.
Nada canto tus nunca.

92.

…entonces ya no me importó decir algo
que no fuese nuevo.
…ya no era vital romper sistemas o
inventar nada para poder caber un nombre
que también yo inaugurara.
Abolir costumbres.
Y la costumbre de abolirlo todo.
si es cierto que todos los usos pierden verdad
cuando el anillo encuentra su principio.
Pero desusarlo todo por temor a bajarme del
tiempo. como si repetir fuese quedar.

93.

la flor en luna
los hormigueros de la luna

94.

Yo te quiero salvaje como el mar indómito de luna

Gigante como el silencio cernido sobre
un ciego
rapaz como la abeja sobre la flor
encinta
Y quiero los caminos de pan en tu
cintura
y el silvestre olor de fruta por el pecho
para florecer yo mismo en tu
semilla
y caerme madurado, por el camino
de la fruta.

95.

Llevo siglos en el potro desbocado de la tierra
(con la luna desbocada en la marea
y la sucesiva taquicardia de las olas)
dejando atrás jardines de olorosas estrellas
En lejanos mundos habité los hormigueros
nadé por las raíces

96.

El trueno despeña su estropajo de
piedra de gatos de lata tiembla

97.

A darles de comer a las hormigas de la luna

Deja que los hombres trepen a la luna
que se peguen el sol como una araña de oro
que se les vayan despalomando las manos
poco a poco.
hasta volverse sistemáticos cangrejos
por las uñas

Deja que los hombres se entrecrucen
la sangre y el acero
Que se despeñen por el orden riguroso de los
túneles
Que levanten altares y banderas o los tumben
Y se vayan por los días sin mañana y sin
regreso
Deja que los hombres enfermos de la guerra
Deleguen su tiempo a la orfandad y el luto
Después iremos los dos juntos
a dar de comer con los muertos a la tierra.

98.

Yo soy un poco el mundo y porque el mundo
es torpe
puedo romperte un pájaro por jugarte
las manos.
Por eso para desclavarte el sol
de tus ojos de hornero
enjuago mi albedrío de montañas
en tu sencilla paz de barrilete.

99.

Escribía palabras sencillas de tus cosas fáciles
hoy, tal vez porque ya no tengo cosas
escribo palabras oscuras.

100.

Para llegarte al sueño
para clavarte mi raíz entre las manos
y hacerte un canto de silencio
con mis manos que no sirven para el
canto
para arrancarte la mañana de los
ojos
y regalarte la mañana de mis pájaros
levanto mi grito sin cerrojos
y callo.

101.

Quiéreme así: con un cariño de agua
Rotos los diques de la rienda indiferencia
Quiéreme así: con un calor de fragua
con un amor que quiera aun en el sueño y la
inconsciencia
Quiéreme leve y también profundamente
profundo por que seas tan sólo para amarme;
y quiéreme también muy levemente
para que no te hastíes y llegues a olvidarme.

Quiéreme así que te querré igualmente;
y nuestros dos cariños de agua tendrán beso en un
lago
y con calor de fragua fundirán eternamente
dos almas que se dan y que se exigen como pago

Quiéreme así con el ser desprendido
no conserves ni tu vida, como quien la
perdió;
yo mi ser de amor ya lo he perdido
ámame, entonces, como te quiero yo.

102.

El pasado aroma mis recuerdos
mis recuerdos aroman mi memoria

103.

Cuando el tortuoso pasadizo de la sangre
empecina el peregrino silbido del silencio
y como un remero sin fatiga
tu pájaro soltado a travesía
vuelve por la soledad de tantos días
como un barco ahorcado mar adentro
te parecerás un poco en eso a mí
que antes, tal vez de tu abandono
te escribo mi dolor y te lo dejo.

104.

Desde tu altura busco la sombra
visceral de tus
aljibes

105.

Un día, amor, será cierto
y el mundo se inundará de música
porque el sol amanecido será un
pájaro gigante
equivocado sobre el canto que hallaremos

juntos.

106.

Quiero en ti las catedrales
las raíces afanadas en la tierra
la lluvia innumerable sobre el techo
o la devoción telar de las abejas
Todo lo quiero en ti
cisne y buena y lejanía
pero no quiero la distancia. En cambio,
Quiero por ejemplo
ahuecarte un caracol en las entrañas
donde el mar se quedó guardado y canta.
Y quiero beberte los ojos extendidos desde
el pelo
(como un largo pájaro de sombras)
hasta las manos de ojos cerrados dulcemente.
Quiero guardarte también y que me guardes
Más acá de la distancia el sol no tiene
invierno
por eso quiero quedarme
y quiero hacerte en la cintura
el camino del beso
Nómada azul el beso peregrino
que baja desde el pecho de pan o de vino
hasta el musgo en los rincones de la herida
o la trinchera.
Todo lo quiero amor,
todo contigo
Desde el día en que ya nunca no serás
Desde el día en que siempre ha encontrado
ya el principio
Todo lo quiero ahora
ahora amor que te he aprendido
que he enjuagado mis manos en tus dedos
Y se ha limpiado la tristeza de los ojos
con la tristeza nunca más
que yo lavé en tus ojos buenos.

107.

cierro los ojos para pensar tu imagen
entre pasillos de niebla
creces
como se puebla de cantos el silencio
entonces el que crecí por dentro
cierro los ojos para existirte
como ciego, la tierra, en el ojo completo
de la sombra infinita.

108.

Desandando el día hacia el primer
crepúsculo
la boca de raíz hará un pájaro mustio
y la mano un barco renunciado el rumbo.
allí me hallarás; Quieto. el sueño
tuyo
mordiéndome los ojos por la nuca
los ojos poniendo más allá la luna.
y la carne retrasada que la tierra
empuja
cuando empieza a diluirse
en el camino de la fruta

109.

De la tarde sola,
del cielo lívido sobre las últimas casas
de la mansedumbre
con que es hermosa para otros esta tarde
me viene esta tristeza
de ver temblar al viento entre las hojas
Tanto se depone
acortando mañana
aunque siempre queda todavía
Vendrá la noche entonces
y se agremiará en los últimos rincones
y vendrá el espejismo
a vivir desde las manos
Nada demora lo innumerable
y la tristeza sólo cambia de calles
por eso el cielo lívido y los otros y las casas
y la tarde de los otros mansa
y mi tarde

110.

…Y tus ojos como dos gorriones huecos
tu pelo
largo pájaro de sombras y silencio
Todo lo recuerdo
y tu pecho roto
donde quise quedar o queda todo
La noche era nosotros
por eso
todo lo recuerdo
Y desde ti estoy solo

111.

Me voy amiga,
no te vuelvas.
mi espalda es triste pero mi frente
será llena de flores
Me voy a madurar los ojos en veranos
nuevos
a lavarme los rostros con los rostros
y abrevar las golondrinas en otras
catedrales
Emigra mi silencio pero no es destierro
me voy amiga
no te vuelvas
de sal quedará lo que ya no tendrá
tiempo
Pero para ti volveré
que no hay diluvio más largo que
mi pájaro primero
Voy a alargarme los pies sobre la tierra
a extender la sombra en las montañas
y a limpiar tu recuerdo con olvido
como si atara el sol a una ciudad oculta.
Guárdame tú
el regreso es fácil
pero la espera es ciega
hasta la vuelta alargaré una vacía pregunta
por tus días
Me voy sin despertarte
te dejo este beso que se extiende hasta
mañana cualquier día.
Porque me voy sin guerras
a agrandarme en las venas de la tierra
un poco a amarte en lo que encuentre
a contar la longitud del viento
y luego volver
volverte
a restituir lo que queda y lo que llevo
cuando vuelva por tu sábana nocturna
sin obedecer la primavera o a la lluvia
que el ave doblega razas y no muere de frío
y subiré por el silencio que me ha sido rastro.
a restañar la lejanía
y te miraré sin decirte he vuelto
porque no querré despertarte como ahora que no quiero
para decirte que me voy amiga mía.

112.

Dame la mano toda la soledad se nos parece
aquí el silencio encuentra la raíz del verso
y nos decimos con la verdad recuperada en
una noche
comiéndonos el sol para alcanzar el fuego.
dormirnos de la mano entre las guerras del
mundo
y hallarnos cada día a la vuelta del sueño.

Sobre el silencio último de la noche doblada
puedo en mi mano mirar las estrellas por un
hueco
con el vino clavado a media asta en la garganta
logro el verso con tu nombre nuevo
Aquí te espero para poblarnos juntos
para callarnos con el grito y gritar con el silencio

es la hora de mañana y aunque se cierna el mundo
se duerme con tu sueño el pájaro del beso.

113.

Hoy gotean torpes sonidos de tus ojos ahuecados
tu pelo redondo se va por otras venas
ya no tienes los mendigos
suburbiales para ser feliz con
cualquier beso
y te escapas de tus propios zaguanes
porque has sido invadida.
Recuerda
corto recuerdo pero basta para un sueño
infinito
Nos aprendíamos los miedos fácilmente
perplejos de nosotros
como del primer espejo
Recorríamos la luna
aun por las raíces
y perdíamos la cuenta del mar innumerable
sublevado
de ciego plenilunio
buscado en las raíces.
Hoy te recorren otras lunas iguales
otros pánicos enarbolan tus marinos
tus mismos viajes buscados al espanto
en un minuto.
Otras cosas de ser igual que siempre
Tú no habrás cambiado ni tanto
Es seguro que todo tiene el sabor de haber
sido siempre en ti
Soy yo que no he cambiado tampoco
y que ya no estoy igual.
También suelo irme por absurdos suicidios
que despiertan tarde las mañanas
con las cenizas y la tristeza de las batallas
sin muertos, arrugadas
en la alcohólica ronquera y en las
ruinas sin vestigios
que tienen los muertos sin batallas.

114.

Un día mi hombro será tuyo sobre el sendero de los dos
Ahora digo para siempre; pero tal vez…
algún día…
A todas partes agrego la misma tristeza
Y ya no estás
pero sobre todo no estás donde solías
Y será así amor el encuentro prefijado
tú con la miel que aprendiste en la lejanía
con la misma sonrisa
y los ojos en algún punto asustados.
y nos encontraremos en el recodo
donde es rigor callarnos para todos
y parecernos a los otros
y saber aunque no sepamos
que el recuerdo es de nosotros
aunque no lo digamos.

Algunas cosas que tenía ya no tengo.
por ejemplo me ha crecido más el pelo
y están poco más duras las puertas de los dedos.
y tú tienes caminos trazados en la cintura
y como un remoto sabor de música
de ya ser con certeza mujer para siempre
y no te lo pregunto
yo sé que me escondo todavía debajo de tus uñas
y corregiremos el recuerdo un poco
no recordábamos bien los rostros
y en seguida nos daremos cuenta de esas cosas
y a tu lado el rostro definitivo de: los otros
cambiándote las alas de la boca.
En verdad irá a tu lado un hombre bueno
aunque yo iré solo.
y aunque en verdad de todos,
el único que me reconozca sea el perro.
Y el encuentro habrá pasado.
y yo querré gritarnos a tu cara
extraña
y si te vuelves extrañada
yo no sabré qué decir por haberme equivocado.
Y este cáncer milenario aquí me alcanza
a través de laberintos de guerras y de
razas
íntima hiedra inexorable

115.

Como la leche crecida de la sábana
y tú dormida inmemorial y dulce o inofensiva.
Cuando te desangras hacia algún sitio
remoto
con otra raza de horas y lugares
y una sangre distinta que yo no conozco.

116.

Sin haber destapado los espejos.

117.

Muerto igual me daba miedo el león.
¿quién abarca la dimensión de la muerte?

118.

tal vez si fuera más alto
en vez de tanta monserga

119.
LO QUE LLEVO

En mi bolsillo llevo todas las cosas últimas
la estrella de tus uñas
y los pies que no entran en el sueño
y como un ancho pájaro muerto
la flor negra del pelo.
Me llevo desde tu vientre donde no sé qué dejo
la extensión presentida de mañana
mi sombra viajada por la historia
aún sin tiempo
y tus manos que acarician
algún perro tal vez que yo no veo.
Todo va sobre mi espalda
Igual, partir no me pesa.
la mañana se agranda por afuera
y ya es la hora
Será más corto siempre haber partido antes
Nos hemos dado tanto que dejo tanto…
Pero nada queda atrás, todo va conmigo
Aunque yo no pueda traspasar la lejanía
y lleve tan sólo el regreso
presentido.

120.

Donde hayamos sido porque ser
es siempre alguna parte y cuando.

121.

Volveré con el sol mordiéndome la nuca
y una mueca grave en la mirada última

122.

Dónde están tus ojos
qué manos naufragan en tu locura
qué silencio se calla con el tuyo
qué historia se nombra con la tuya?

Yo que no puedo responder de ti
nada más que un solo sitio de tu lejanía
invado por el derecho que tengo de olvidarte
donde no logro que pierdas el rostro
perdidas el lugar de las tuyas con otras cosas

123.

Para tu recuerdo aprendido sin
distancia
porque nunca has sido lejanía
quiero dejarte la melancolía
que te nombra en las tardes solitarias

Yo que a veces te olvido, que a veces no te nombro
sino recuerdo
porque tal vez sin recordarte
tampoco haya olvidado
Y tú que te vas por los días donde yo
no paso
aunque a veces te regale mi silencio solo.

Nada basta para ser más que tú misma
por eso él

124.

En alguna parte estás, pero tu vez no es
mía
por eso, o porque otras manos atarean la
marea de tu sangre.

125.

Cuando no tengo batallas
se vuelve redondo el camino,
y me fatigo de andar
tal vez por andar sin rumbo fijo.

126.

Hoy faltas y faltarás siempre
porque ya no estás en tus lugares amigos
y allí te buscaré
entre el silencio vertical que hallamos en los pinos
y el primer olor frutal que nos aprendimos
te buscaré por el sendero de los perros
en las calles cotidianas y en los laterales
niños
como si te hubieras muerto
ahora que ya no te pareces a ti misma
Como si alguien supiera dónde has ido,
yo mismo lo sé
pero te buscaré
allí donde estuvimos
como para recogerte de las mismas veces
donde vives todavía
y todavía te pareces
a ti misma.
Y la tristeza de los mismos perros
(tal vez otros, nunca los miré)
y los pinos más calientes
y el silencio mío
como si se hinchara de ecos
allí donde te buscaré
Donde el verano no era todavía
Donde no me parecí a mí mismo
Donde fuimos buenos.
Y no me buscarás, o tal vez algún día
que yo no sepa mío.

127.

erigir mi casa en una lanza
y la brújula del rumbo en la bandera

128.

pedir permiso con la punta de una lanza

129.

De tanto pensármelo
he gestado un cáncer.

130.

que Dios me empiece

131.

y la soberbia de que Dios me entiende

132.

Que me busquen en las cenizas de la guerra
cuando todas las banderas sean una
y Dios baje a todos los altares.
Yo estaré empujando las banderas
en el viento de esa última tarde
y ayudando a cantar a los que canten.
¿Quién seré yo sino cualquier hombre
cuando no se deja de ser ya solamente
por haber perdido el nombre?

133.

El agua es un animal
carne de música derretida y relajada
sombra de cristal de música.
que respira en el lenguaje de los muertos

134.

Tus ojos descalzos sin fondo me bebieron
el miedo
Con el miedo de un ciego, como una nuca
agremiado como la mugre en tus rincones

135.
A FULVIO CARENA

Toda la historia se convoca en el instante
Yo te he visto alzarte
crecido desde siempre
numerando
el tiempo que embistes con los ojos.
Y ésa era la hora sin número
que ya no tiene nunca.
Yo te he visto surgir
como el grito de la tierra
despeñado hacia el sol
con las manos boquiabiertas
como un testimonio de ausencia.
Y te he visto perder las manos
en las manos que te asumen
como la tierra pierde el nombre
donde la lluvia pierde el nombre.
Te he visto hacer casas de barro en
la garganta
y vaciarte (sin comienzo) de tus propios
sitios como desexistiéndote.
Te he visto beber en los ojos donde la gente
flota
en el acceso a la historia, en el remanso,
la voz que te recorre el grito poblado,
inaugurado y hachado sobre la raíz
como el último soldado en la batalla
sin sobrevivientes.

136.

un día ya no tendrás mañana.

137.

Tú eres una mujer
y crees que la historia que te espera por mañana
ya la tienes prefijada
Tú deberás pasar a buscarte por los días
como un río se busca la sombra bajo un
puente,
Y aunque tú no derivas de los astros
y no tienes otro rumbo que tus manos,
crees en verdad que tu mañana ya está
designado
o que algo te ha hecho nido en el sueño.
yo no quiero separarte,
no quiero que te pierdas el rastro
y que un día por mí no existas y ni
en ayer ni en mañana.
pero quiero que todo lo sepas dos veces.
tal vez tú ya hayas visto todo como es.
pero como no tienes certeza
si te lo preguntas, dudarás si estás o no en
lo cierto.
Y si yo te alargo los ojos por los míos,
tal vez te ciegue un poco, tal vez te
agregue el espejismo que no tienes,
pero también es posible que por cuatro
ventanas tengas cuatro soles de verdad
y diferentes.

138.

Porque te rompes de azul
y tienes tiempo como los profetas
Porque tu soledad es una vasta
liturgia de recelos.
Porque yo no tengo principio
sobre tu historia vieja
quiero doblegar tu voluntad o tu miedo
Para tener el tiempo de tu historia nueva
Y ser el dogma de tu oficio nuevo.

139.

Dónde te escondes cuando asomas
lejanías
dónde tienes todavía los juguetes
dónde tienes el recodo en que mueres cada
día
Dónde empecinas el silencio en que te dueles

Porque quiero llegarte a las raíces nuevas
y crecer junto a tu voz que se haga canto
el canto con que creces se te acerca
Allí, hasta la tristeza donde has sido tanto.

140.

Cuando puedas responderte por mañana
depuesto el sueño y enarbolado el rumbo
Podrás recoger el sueño, sobre el mundo
por trofeo de emprender una batalla.

Y habrás vencido con las manos la tormenta
derrotando el delirio doblegado a un
espejismo
de ser tú misma
incierta.

141.

Si supieras la tristeza que te esconde a veces

142.

El viento tirita sobre los árboles.

143.

Cualquiera puede ser alguien
pero ahora que tú has sido quién
se te puede parecer?

144.

Esta voz de raza que me sale
Para emprenderte el insomnio por los ojos
Es la atónita agonía del pez sobre la arena
con el viento detenido en un cerrojo

145.

Mis manos emigran

146.

El mundo se cierne como un sitio implacable
se alzará la gente para nombrarnos
con veneno
Y mientras subas como una
dulce hiedra por mi carne
mientras yo llueva sobre ti mi grito de silencio
tratarán de inculcarte hasta lograrte las espinas
para matarnos por la culpa de ser buenos

Pero nosotros no tengamos trincheras
los fusiles no se alargan más allá de los
muertos
y la gente se romperá sobre nuestra frente
porque nuestras manos emigran desde
algún invierno
A anudarse como las golondrinas
mientras dormimos
con el mundo a un costado vencido y
ajeno

Si podemos responder por mañana en un
instante
si todo el rito que te empeña logra un rostro
nuevo
sobre el fragor de las ciudades se alzará
un himno remoto
bajado hasta nosotros como a un templo
para encender la soledad que nos precede
como un sol inaugurado que nos cae por el
cuello.

Álzate conmigo, mi fervor se te acerca
morarás en mis ojos de barro y hornero
y labraré tu tierra con mis manos de palo
para hacerte un vientre bajo el suelo seco
toda la historia nos persigue por la espalda
levantemos la hora que ha llegado el tiempo.

Mi raíz empujará en los pasillos de tu sangre
como por andenes hacia nunca partirán los
rostros viejos
Y el olvido será un largo camino por delante
mientras que el mundo nos señala con el dedo
y mientras en una calle inventada por nosotros
tragándonos las manos nos vamos por un sueño

Ya ves mañana es fácil si nace de nosotros
podemos emprender otra historia con los huesos
siempre un muerto se afana mordiendo tus
talones
aunque no importa si delante no hallaremos
muertos
Puedo agregar mi insomnio a tu savia
sin rumbo
y sobre tus cenizas o tus piedras arrancar
un huerto

Por eso grito y canto o callo si es preciso
la hora es mía y el mañana es nuestro
Y haré nido en mi garganta para tus
manos de paloma
y me iré como la lluvia por tus hormigueros
a medrar por tu carne desde los pies hasta los
ojos
para crecer con tu verano por adentro.

147.

y me pareceré a tu soledad porque creceré en tu silencio

148.

un día un rostro nos repetirá dos veces
ya nunca más no te sabré

149.

Ahora que el silencio arrecia
que recorro la noche para buscarme
más acá del rumor del vino roto
la soledad me entra por los dedos.
y yo recorro la noche para buscarte
tocarte la cadena del cuello y de la espalda
mientras te pareces y recuerdas a los gatos
no he olvidado nada
aunque no había nada que olvidarme

150.

Quiero hacerte un nido largo
que te baje por los ojos a la tierra
que se enrolle y cante por la savia
de la fruta doble que te bifurca el
pecho
quiero remar en tu sangre como
un náufrago
como un centauro sobre tu corazón desbocado
para llegarte hasta la luna grande
que te subleva la marea de las venas
Y quiero que mis manos vivan en tus
vértices
Amigas de la sombra y tu silencio tanto
y quiero hundirme como un torrente
milenario que te encuentra
por tu garganta a media asta
porque es un pasillo donde madurar mañana.
Y descubrir la herida anterior de la espada
y la batalla
con la feroz ternura de los barcos que parten
a tu vientre
y empujar un campanario en tu corazón
como un molino
y haber levado anclas para siempre desde
el nunca Todo eso quiero
Y quiero además bajarte como un buzo
hasta el telar del medio
donde guardas un espejo para alguna
primavera
y subirte por el camino de la fruta
hasta caerte por el pelo que no he mordido
nunca.
y quiero trepar como las enredaderas
por tus pies de pan y de raíz sin beso
buscándote las tumbas y el verano
para nadar hasta la orilla de tu muerte
conquistada
Y quiero olvidarme cualquier cosa
y que nos baste con morder el beso
o empeñar el insomnio en tu agonía
para despertarnos más allá de todo
con el olor vegetal que nos crece por los
dedos
y las manos juntas subsistidas
en la húmeda dulzura a la batalla.

151.

donde guardas un espejo para ser dos veces.

152.

Un día, amor, será cierto
y el mundo se inundará de música
porque el sol amanecido será un pájaro
gigante
equivocado sobre el canto que hallaremos
juntos.

153.

corazón nómada

154.

quiero lavarte el rastro con olvido

155.

Quiero en ti las catedrales
las raíces afanadas en la tierra
la lluvia innumerable sobre el techo
o la devoción telar de las abejas
Todo lo quiero en ti
cisne y buena y lejanía
pero no quiero la distancia. En cambio
Quiero por ejemplo
ahuecarte un caracol en las entrañas
donde el mar se quedó guardado y canta
(y atarear el mar que se quedó
cantando
la perduración del mar)
y quiero beberte los ojos extendidos
desde el pelo
como un largo pájaro de
sombras
hasta las manos de ojos cerrados dulcemente
Quiero guardarte también y que me
guardes
más acá de la distancia el sol no tiene invierno
Por eso quiero quedarme
Y quiero hacerte el camino en la cintura
del beso nómada azul y peregrino
que desde el pecho de pan o de vino
hasta el musgo en los rincones
de la herida o las trincheras
todo lo quiero amor todo contigo
Desde el día en que ya nunca no serás
Desde el día en que siempre es el sueño
de mañana.
Todo lo quiero ahora que te he aprendido
que he enjuagado mis manos en tus
dedos
y se ha limpiado la tristeza de los ojos
con la tristeza nunca más
que yo limpié en los tuyos.

156.

y quiero hacerte en la cintura el camino del beso nómada Azul el beso peregrino
que baja desde el pecho de pan o de vino hasta el musgo en los rincones de la
herida o la trinchera. Todo lo quiero amor, todo contigo. Desde el
día en que ya nunca no serás Desde el día en que siempre ha encontrado
ya el principio. Todo lo quiero ahora ahora amor que te he aprendido
que he enjuagado mis manos en tus dedos y se ha limpiado la tristeza
de los ojos con la tristeza nunca más que yo lavé en tus ojos buenos.

157.

Tú eres una ciudad milenaria que yo encuentro
acurrucada entre las selvas y las montañas de los
hombres
las calles azules que te viajan por la tierra
no tienen nombres
y tus casas no han sido abandonadas
porque nunca han tenido alguien
adentro.
Yo soy el que corta las flores de la tierra
Y voy cortando las flores por la tierra
y te encuentro allí como un hornero caído
como una flor distinta amamantada
de silencio
con las raíces tendidas a la arena
y los ojos sin campanas en las manos.
Yo lluevo sobre la ciudad
arrecio como tanto ha sido el silencio
para lavarte la milenaria soledad
que te habitaba
yo te poblaré y a cada primavera
en las torres y en tus iglesias
madurarán mis golondrinas
venidas desde siempre
a través del verano
Y tus balcones se volcarán a la mañana
y arderán por fin de noche tus ventanas
para el viajero lejano
como el cielo nocturno de verano
sobre un lago.

158.

Yo que lluevo, lloveré
me arrastraré por tu soledad última
hilándome en el íntimo laberinto
de los hormigueros
apagaré la arena
que el sol aplasta por la tarde
y luego te abriré hacia mis cosas
como un soldado herido
que se hace amigo de tus días
Sí, como un soldado
aunque tú no conoces la guerra.
Luego de nosotros cantarán
los pájaros empezados

159.

Yo estoy encendido a la tierra
por alguna extraña raza de embriones
o de historia aquí resuelta
y me empuja alguna primavera
por el tallo sucedido hasta las flores
como un tesón interno de colmenas
enredaderas

160.

tus manos lacias
brebaje para mis manos
como una copa de guitarra o de palomas.

161.
RUMBO AL HIJO

Y nos mordíamos mar adentro
de las cuevas, la soledad visitada
sobre los vestigios
Para extinguirte la historia
y dejar atrás la gente
con una proa sucesiva
te iré lavando las entrañas
Y me acumule enredado con
la húmeda y secular espera
ajustando por adentro una guarida
sin espanto.

162.

Amo las voces de los hombres
manantial de trigo de piedra
púlpito de altura y viento
donde la tierra se eleva por los brazos
Camino de la sangre hacia la luz
árida carne
como un terreno donde los barcos
hacen sus casas.
Amo la voz
el corazón de la tierra se vuela por el
fuego
Y yo amo el volcán
y los hombres que tensan un arco en
la garganta
baja luna que pone más
allá la niebla
porque cuando el viento se pueble
de silencio
cuando se cierna el silencio crecido
en todas partes
se habrá muerto de verdad la verdad
y la tierra será sola para siempre

163.

Aquí estoy amiga crecido sobre tu
verdad
Ahora se aquieta mi fervor de lejanía
se amansa mi ciego de distancias
porque ya te tengo
porque tengo los caminos de la tierra
alargados hacia siempre en la garganta
Ya he aprendido la otra mitad del mundo
¿Qué puede pasar ahora amiga
ahora que subes por el siempre
desde un día
como si recién hoy fuese verdad toda
tu historia?
Tus pies se han herido en los dientes
del camino
No me importa dónde venciste la
lluvia
Ni tampoco cuántas veces creíste haberme
visto
Nadie es tú mejor que tú
por eso nadie puede parecerse a nosotros.
Has tachado ya sé todos los nunca
una por una fueron pobladas tus
guaridas
Toda tu tierra fue sembrada tantas
veces…
Y qué importa si al fin amiga mía
Al fin después del mundo nos
hallamos
aquí así, como nosotros
simplemente
gastados
eternamente nuevos
que siempre sucede algún camino
pero todo queda todavía
todo amor todo en nosotros
porque no importan las manos
que nos llevaron las
manos
porque no importan los sueños
que no se nos parecieron
porque no importa nada de lo que nos
precede
como una inútil manera de ser
o de esperarnos o buscarnos
hasta hoy que ya todo lo sabemos.

164.

Si somos un pedazo del camino
pasaremos como todo lo pasado
y si no somos el fin hallado
con los rostros y los nombres del destino
Si aquí nos parecemos al sueño y al vino
hoy se vuelve el sendero caminado
siempre desde ahora por pasado
lo que ha sido es desde aquí. No
ha sido sino por el fin

165.

Cuando se hayan extinguido las banderas
y vayan los hombres camino de los hombres
el odio y el amor se cambiarán los nombres
y será por fin la tierra sin fronteras
Habrán sido vencidos los pronombres
y será todo nosotros sin afueras

166.

Me desconcierta un poco la mañana
el camino inexorable por delante
la partida.

167.

¿Qué dejarte amiga mía ahora que parto
para ser más extenso que el olvido?
cruzarte la cintura tal vez por un camino
donde el beso ha errado tanto
¿cómo quedarme desde más allá contigo
cómo buscarte ahora que ya has sido y que me
alejo
si yo mismo soy en todo lo que dejo
No me olvides, no me olvides nunca
ahora que emprendo la orfandad del hijo?
…Tanto anduvimos por los días cortos…
Aunque en cada rostro del camino te descubra
Más allá de nosotros el mundo tiene todavía
por allí andaré alargando la tristeza
acortando por delante la tristeza que nos
queda
Hasta que vuelva a gritar que te he olvidado
y sea mentira.

168.

Volcanes de música
enarbolado en ristre lanza fusil
alba fundamental
agua de acero

169.
AUTORRETRATO

Tu piedra de pan
tigre de niño
camina las venas de la tierra sin venas
está haciendo caminos
o se queda como un muelle
a la espalda de los que se van
Tu tigre de pan
anda viviendo hormigas
tu niño de piedra
pone la nuca
(todo nuca el ciego redondo de la
piedra)
para mirar la lluvia
como miran el nunca
los cerrojos de los muros sin puertas.

170.

Amigo mío el diluvio se cierne
los pájaros no volverán esta vez
el barco es de otra raza
ahora nos preguntamos
cuántas cosas más que morir es morir
ahora el alba fundamental nos cava una campana.
Ahora que podemos morir
es la hora de existirnos mañana
y nada viene a vivirnos
nos muere un testigo que se cierra
y giramos afuera de un ciego
como se debate un niño que no sabe
nacer.
Pero qué atroz es saber que niños
que nacer y no saber
y que la existencia innumeral del polvo
del rostro sin imagen
del cerrojo total
muro en el muro.
Amigo mío
porque aunque no estemos
la misma espalda
porque aunque la mano sea un
muelle ciego
y el costado un país de peregrinos
aunque la frente venga buscando
espalda
nos muere el mismo testimonio vacío
por eso amigo
desde el jamás conjetural que nos acorta
desde el siempre circular que nos mantiene
el rumbo total nos acomete
(la infinitud direccional del punto)
nos descalza la nada que estamos

171.

pájaros en actitudes de silencio
murmurando ruidos infinitos como la nada.
campanas de colores

172.

Tus pies tienen flores en el camino
lámparas en la noche manos y lámpara a la hora
del ciego.
Tus pies tienen raíces en el camino tienen testimonio
y tu historia.
pasan ríos de guerra y hombres y cementerios pasan
vientos de cantos de manos calientes y ventanas
pasan púlpitos a oírte y señalarte
pasan lámparas de sombras y estrellas vacías.
Pasa.
Y yo apenas en un día sin nombre y sin número
sin la sorpresa de ser sin el asombro de somos.
en un día sin historia (como los de las cosas que buscan
encontrarse desde alguna parte
o esa eternidad desde mañana) paso con mi ventana
ante la tuya sin frenar todo lo que nos está humanos,
y apenas sabemos que nosotros que aceptamos que nos
debatimos en el naufragio cotidiano más allá o acá o
más a tiempo y mundo de un día que no existe.
Entonces aceptamos otros rostros, la distancia,
como siendo más dulce esperar para otra historia.
Porque mis pies tienen espalda y frente y semillas y
sangre y testimonio y mi historia.
Pero donde no nos encontramos, donde sabemos que
nuestra diariedad no nos hallará jamás como buscando
con ojos de lenguaje diferente y carne de una dimensión
distinta, tal vez con la única verdad que es el silencio
la profunda mano tendida en una mirada sin carne
que a veces emerge de sitios donde no estamos o de la
nuca, sabemos, que nosotros en una espera que nos hallará
más allá de todo.

173.

Paso por los días a recoger mi historia
Hoy el canto me viene de tu rostro

174.

Una hormiga lleva la misma cantidad
de muerte que un rinoceronte.
¿La cantidad de muerte es la necesidad
posterior?

175.

Cuando se alarga el tedio meticuloso
de los escaparates
Y el oficio es un paulatino y absurdo
pasadizo
tu pájaro
se levanta y muere con un turbio
grito hueco
y un ojo final definitivo.

176.

Es preferible vivir por alguien
que morir por alguien.

177.

para que canten tus ojos ven a untarlos
de mi garganta

178.

la carne de la tierra

179.

tu pelo de manos de manos de raíz
de manos en silencio, tu pelo de silencio

180.

…Mientras es mientras.

181.

La magnitud del esfuerzo
valoriza el favor

182.

Sin el miedo no existen los héroes.

183.

La bondad no es sólo una actitud hacia
nadie.

184.

Cuando pueda con la última garganta de mis manos
rayar el cielo más hondo
tierra abajo de todas las cosas.
escrutando la última sombra
el número embrional sin antes
como un ateo destapando los escondrijos
de Dios
cuando haya levantado el último sitio
y pueda decir la nada entonces
cuando todo el tiempo haya sido veces
y entonces la eternidad y el infinito
sea en absoluta quietud de un
instante.
cuando haya atestiguado
todo como la mutua realidad de
cinco sentidos y todas las cosas
si no me apago —como se desvanecen
los rostros de los sueños.
si no me detengo en el inexorable
vacío de una imaginación que ya
no me exista.
y si el tiempo en realidad ha sido veces.
¿qué me quedará para dudar o creer a
Dios?

185.

De savia vengo
a treparte la hiedra
del beso
por tus piernas de pan
despeñado como un
pájaro inicial
a beber la locura
del mar
en la luna final
que late en tu guarida
De savia vengo
a buscarme la lanza
en tus heridas
a perderme el rastro
a cada sangre
como una tierra
que parte despoblada.
De savia vengo
a cantar por tus venas
como un ciego
como la lluvia larga
por los hormigueros
De savia vengo
a lavarme las manos
en tus dedos
a remar en tu navío
desbocado
cuando atraviesas
la locura conmigo
De tristeza venidos
a secarnos el mundo
como pájaros partidos
a sonarnos el sabor
de los templos
en el barro crudo
con los ojos desnudos
de savia y viento
De savia vengo
que de savia somos
como el pájaro de
altura que nos late
para hundirme en tu
ciénaga descalza
y dejar en tu paloma
mansa
mi mano de raíz
para que cante.
Amiga grita
de los pies emerge
grito de sol de savia
De savia vengo para tejerte
el beso sin vez por tu
espera solitaria.
De savia vienes
y en el nido entre las ramas
dormirá el cansancio
de diluvio
el pájaro que vengo
de savia

186.

Hoy quiero escribir que no tengo nada que decirte
nada que no te haya dicho
nada que no te haya sentido
como el murmullo azul que deja la lluvia en las venas
de la tierra
Hoy quiero decirte palabras vacías
como regalarte pequeños templos huecos
que tú tildas con estrellas con el polen de la luna
con los ojos en el hambre original que nos envaina
garza marina.
Hoy quiero soltar mis pájaros como un racimo
de naves que campanas
Hoy todo lo quiero
regalarte mis tigres azules
estarte mi actitud salvaje
y el alga sumisa que te flote
y quiero chorrearte como el pelo
lamiéndote los hombros de manzana
mi beso está vivo
es un animal
un alga que estrella sobre tu piel en
silencio. Mis manos son dulces
cangrejos o arañas de fuego
como tú las vivas suertes
Tu piel frutal, techo con luna,
mis manos te cantan caminos
como las ratas suavemente,
Ya ves todo te lo digo hoy
todo emerge canto
para errarte la sangre como un barco
que tú eternamente
Mis palabras no se parecen a tus sensaciones
¡cómo!
Pero todo lo digo.
Hoy que quiero decirte
gritarte con las manos boquiabiertas
que he naufragado en la música
como un loco
y puedo nadar contigo
golondrinas que inventamos otra raza
en el grito transatlántico
hacia el delirio sobrehumano.

187.

Serán decapitadas tus flores
en un principio un siempre
Luego todo será extirpado
en un principio un siempre
En el alba original que nos suceda
nunca nunca
El barro temporal que ya nos fuera
se desnudará el fuego
La ceniza sin espera
como el cuerpo abandonado
último rictus del ave
que voló totalmente
A ciego abierto y tierra herida de cerrojos
el canto será todas las flores
que todo nada nunca
ni el silencio
que tú tantas veces.

188.

Para volcar tu soledad
sobre mis manos
como un dolor de sangre
desocupada
Para vaciarte las manos
de silencio
Para beberte la sonrisa
solitaria
Para enjuagar las manos
en tu pelo
y buscarme el beso en
cada surco de tu pan
amigo
carne de raíz barro de
sangre y trigo
como un tigre que te brota
entre las piernas
y la sangre de estrellas
que nos digo
amiga porque nosotros
un tal vez cualquiera
el día es una palabra
que nos falta
un grito que habitamos
con los ojos
aunque sonemos mundo
afuera
donde no fuera vigilia
lo que nos pudimos espera
Aunque la historia nos
busque por los otros
Para sernos en la
palabra
donde beben dos silencios
para medir tus hormigueros
con las manos de la
lluvia
para comerme las
raíces secas
que te soledad en el
vacío de tus grutas
para buscarnos en un
nido el buzo que me
clave
aunque mi voz
venga sonando a estrellas
aunque no sepas en mi
flor de piedra ser la abeja
aunque no sepas como
lo que digo
es ésta la primera tierra
la primera lluvia
la raíz que ocupará
hasta el nido
para que tantees por mi
voz desnuda
la garganta larga
que te escribo.

189.

sangre desfollada
deshabitada

190.

los hombros de la ola

191.

si el remoto rumor
salvaje que mana de
mis…

192.

El tal vez es un
rastro dormido
que espera

193.

Nosotros que ya
hemos seremos
como recogernos
en tiempo

194.

Un día me voy amiga
a tragarme los
días por la espalda
a recoger los rostros
de mi historia
A destaparme
mañana por
mañana.
Llégame amiga
mi frente te guarda
si me buscas
Tal vez en la lejanía
encuentre el regreso
La profecía son las
horas turbias
si te existo cava la
tierra con la garganta
abierta
nosotros llevamos el
siempre o el nunca
Un día me voy
si el dolor del silencio
que te ocupe es mi
manera de ausencia
búscate las manos
en un día y un nombre
cualquiera
Pero si se abren los campanarios
como el sol roto
como los cerrojos de los
ciegos en presagio
los días nos tendrán la
frente
aunque los días sean
otros
cualquier mañana
nos sucede
De tus manos emergen
las abejas más tibias
los cerrojos más ciegos
dan el nunca en tu
nuca

195.

Hacia el hacia

196.

Las de música
extraña.

197.

Creo en tus manos
tibias palomas de pan
en la sangre que hiedra
reptil como la espiga
Creo en tu campanario
marino
latiendo la golondrina
de travesía
Creo en tu hora
que me encuentra
en tu rastro,
tu historia recogida
creo en la profecía
que se inventa cada día
en el será que es a cada paso
creo en el tal vez.

198.

Mordiéndonos
las manos con las
manos
Pero irrumpiste
mi sangre
como la luna
desboca el mar

199.

Vamos.
la espalda
me cuesta
un hijo que me
desangro.
hembra veneno
luna de vino
que me sublevas
la savia
que me tasca las
sienes como
el mar en los
peñascos.
en los suburbios
de mis venas rompe

200.

con la risa
tocándome campanas en el vientre de la
garganta
como un
mar de oro
tañéndome
los pájaros
y las peñas
de cristal.

201.

Este grito
me sale
de tus vísceras.

202.

las vísceras
de la tierra
úteros de la tierra

203.

clamor de silencio

204.

Estrellas
latiéndome
en la piel
como la luna
mariposa quebrada
en el mar.

205.

Morderás mi grito
lanza de sol de hierro

206.

tu cuerpo es una ciudad
vacía y yo una rata
azul que te destapa las venas

207.

pájaro de caña tu mano
tu cuello pan y cadena subterránea

208.

Cuando el mundo te duela por tu risa
Cuando tu risa te duela
cuando te entre por la risa todo el dolor del mundo
como un ciego más atrás
que se lastima por los ojos
cuando te comas la pobreza de los hombres
y tu pobreza abierta como un pájaro

209.

irrumpiré como un súbito
náufrago que emerge del nunca que
te late azul en un costado
Hay un nunca para cada rostro un silencio
para cada palabra en lejanía que no tendimos
nunca
El mundo nos topa marea azul que la espalda
rostro a rostro soledad a soledad.
de los barcos remotos que te llegan
cenizas lavadas de testigos
me volcaré como un grito caliente
en el tiempo redondo (completado)
de la eternidad en el instante abierto
Yo soy la voz en el acecho de tus caracoles
yo soy la vez que te existe
que te todos los púlpitos
soy el desde total que circunscribe tu
vigilia
soy la raíz que te tierra
soy el grito que te invade
grito de oro
como el sol en un templo sin muros
romperé tu nunca
mis manos caerán en el oleaje brutal
de tu locura conquistada
todo será ocupado como la lluvia en las venas
de la tierra
como la lluvia envainada en los hormigueros y las
cuevas
hasta volcarme en el siempre regresado
como la flor atestiguada en cada abeja
como la flor del hierro como la flor del pan
hasta que mi silencio rompa en tus
piedras existidas lamiéndote la
soledad que ya tendrá mi nombre
Hembra
para que se te ponga mi sol como una
navaja de oro
Dulce yegua de pan
latido para volverme luna
azuzando tu mar dormido
cómo no comer tus ojos de plenilunio
morderte con las manos el pájaro que estrella,
calentado de savia
Siempre la lejanía ha sido después
del día por eso alguna vez preguntarás
por la hora de este canto.

210.

Para ti que tuviste la palabra corta
porque siempre seremos mucho más que el verso
este silencio
el silencio tiene todas las palabras
porque no hay ninguna que niegue todas las
otras
en todos los idiomas el silencio es el mismo

211.

Hinchados de luna nos andábamos
trepándonos la sed vertical de las paredes
en las ciudades abandonadas
Tiernas arañas de pan y savia
en las manos que nos hiedra
Topándonos garganta y espada en la sombra
gutural de la guarida iluminada.

Por el caracol de tu espiga
fui desenvainando el tigre
En tus lunas de barro amamantaba el relámpago
marinero de la savia
a campana y ola

212.

tus ojos hacían ruido el ruido del sol
a flores.

213.

Un silencio a tierra nos viene buscando los ojos

214.

En un racimo de estrellas
mi pobreza en un ojo.

215.

Tu canto sideral yace de historia embrionaria

216.

Que haber podido más que mi riqueza de pobrezas.

217.

Mi historia pasa a buscar el tiempo por mis
ahora

218.

En el relámpago relajado de mi mano
tu beso luna comulga una flor en el agua.

219.

Y ganar el derecho de mañana
con la sangre echada a andar
en una carne doble.

220.

Anoté prolijamente mi nombre horario
y número telefónico
Agregué una excusa pertinente. Algo así
como que el destino nos había deparado
un mismo colectivo.
Está visto que siempre los colectivos
cargarán gente que tal vez.

221.

Tal vez pero nunca; Pobreza de tener
historia.

222.

Era la única manera de no perder
una historia. un puente desesperado
una golondrina que tal vez tiene las alas
más cortas que el mar.

223.

Un nunca nos sale al paso en cada rostro
que ni siquiera recoge un olvido.

224.

Se me vienen clavando flores en el cuello panecido
madera de nieve
tus dientes aletean.
el remanso de los pájaros
asomados a la vena frutal.

225.

Tu vientre derretido en música
música derretida que viento azul en tu colmena.

226.

tu silencio fundamental

227.

como una canción de cuna
para un niño muerto.
donde nievan manos como hojas.

228.

tu pelo pájaro muerto — violines relajados

agua de violines relajados

229.

En tu cielo de pan
barquito de sandía
luna tu boca quietita
como las alas en la partida que van
el silencio boya
en tus ojos clausurados
y tu manito de pájaro
tiene la savia

230.

Cantan de silencio
ángeles de luna
la canción de cuna
para el niño muerto

231.

Tu pájaro de sangre — inhóspito
anguila centauro de pez y víbora

232.

tu sangre centauro de savia y luna
La música que nos viene.

233.

varado en tu abismo tu tierra boquiabierta
hago mi campamento entre tus flores, como un barco que
se traga la tierra.

234.

Y el rígido silbido de los barcos

235.

Se nos fue viniendo la espalda por la frente
Ahora todo lo llevamos largo
la nuca sonando a rostros y las manos
y los ojos sonando a sueño de lo que viene

236.

…Y el olor a música que suenas en los ojos
cómo no chorrearme los tigres por las manos
los tigres de espinas y el pan que se subleva
y la espuma de grillos que nunca me
ardió en los dedos
sangre abajo en el abismo que se come
los silencios
Pero somos de la estirpe numeral
ceguera de cualquiera en algún lugar
Alguna hora
En el horror de morir sin testimonio
impenetrables submúltiplos
nos convocamos en la colmena de
piedra rito ancestral, instinto que obligamos
y nos morimos sin testigos, arena de ciegos
por adentro, nos llegamos a los cangrejos
agreste sobre vida del cacto
que morimos a cada derrota de tendernos
de ofrecernos de abrir puertas murecidas
de sonar campanas de lenguaje incomprensible
de vestirnos con templos y esperarnos
dentro, de vivirnos oficios
de insultarnos con ritos
de llamarnos y llegar lo suficiente
para no entender la pobreza del llamado.

cómo no volcarme entonces las manos
aunque ramas secas
cómo no clavarnos el buzo aunque ciegos

237.

sonarán azul tus ojos en una actitud de vacío. campanario de silencio un rictus de espacio
todo se acumula en la última imagen. la mirada detenida o repetida para
siempre en el último rostro como en la piedra. Y el rostro deja atrás la
mirada detenida o repetida. el rostro te vacía el cántaro sin cántaro
tu cueva sin montaña tu círculo sin circunferencia.
Tu dolor de espacio me irá repitiendo. veta inagotable de infinito.
rueca de silencio y el que no te duela su espalda no habrás sido testigo
abismo caído hacia la estrella túnel infinito. hacia hacia el hacia

238.

Cuando no tengo certeza de existir
Me siento desleal por no haber sido humilde
por haber inventado palabras para sentirme solo

239.

Amiga mía
en tu rosa de sombras mis abejas ciegas
aburren su rito de redes
todo el hambre existencial se congrega en la raíz de tu
barro
levanta el labriego chorreando el canto por la boca
el polen de luna que te existe
levanta las manos, raíces
todo lo levanta con olor a canto
pero se siente triste
todo lo levanto como a un hijo muerto.
pero se siente falso.

240.

Larva terminal
me espera una puerta
qué diré mi espalda.

241.

En tu carne, donde suena a silencio sin principio todavía
un naufragio diluvial sin náufrago. haré mi abismo
entrado a veta y hambre a huerto y a colmena.
El huso rema sin fatiga y sin orilla
se cae por el barro de sangre que te acorta
allí madura el acero que me vienes
la espiga nos vive el surco de savia
en la sien afilada
sonoro silencio que nos busca de todos los
costados que
los nunca
ciego como una esquina
el perro redondo en el frío de la sombra
duele a caracol
las manos que parten, golondrinas,
siempre que las manos raíces en la sed que nos espera.

242.

agua de espiga
agua de relojes
relojes derretidos.
luna, caballo redondo
tu sangre barro de himno y savia de acero
mar, centauro de piano y viento

243.

Veta de cobre, de silencio rojo
sonrisa de sal celeste
bajo la caricia del agua que oxigena el tiempo

244.

Asumirás la sonrisa
te pondrás la gente
flotando en la piel de los ojos
El recodo tendrá un espejo en la garganta
un cerrojo te buscará la sombra
que nunca vivirá la
lámpara que buzo
tal vez la esquina
sea un túnel con el sol a dos costados
con la sonrisa puesta
asumida la gente

245.

Hemos venido la sangre larga
el tiempo se despeña en la infinitud del círculo
Hemos venido y la sangre corta
es la savia redonda por la tierra y la fruta.
Hemos venido porque el tiempo es nunca
una manera infinita de ser siempre
en la ancestral quietud de los que no han venido

246.

el fusil se hace redondo
en el cielo inalterable
como el anillo de la fruta por la raíz
y la tierra

247.

De todas las cosas que me pasas
De todas las cosas que te paso
De la mano cotidiana a cada paso
De mi recodo imprevisible

te arraso más adentro de tu espacio

248.

En la piel de tus ojos están flotando las guerras

249.

en el ancho punto que nos vive nos existe ahora
los ojos congregados asisten la estadía de la hora
como el único ya nunca inimposible

250.

llevo la luz de tu piel en mis manos que
saben a sombra

251.

Escucha esta oración de siete versos
semana de amor desde un domingo solo en que rogaba:
Dios mío si llega sabré que es ella y podré decirle tú
tiene la cara que tendrá, la que en este día,
mañana no ignoraré
Señor dame una llave para romper
el candado de mi silencio, de mi noche,
de mi tristeza circular que me anilla
como el vacío que ocupo.
Lunes de ilusión, de buscar mi sueño
en mis preguntas
de evitar mi piel por temor de despertar
martes de amor supremo de palabras
de piel de temor inmenso de convicción
tan fuerte como el amor sentido
Miércoles de pendiente, de alud
de involuntad de piedra
de escombros en los diques
de riendas mutiladas
de amor crecido de alma hinchada
y ajustada contra el abrazo de
donde cabe.
Jueves de embarazo de amor de corazón
inflado, de ruego, de amarte
más que ayer de muros superados
de martes insignificante
de miedo de mañana
Viernes de hondura de lágrimas
de miedo de tu primera palabra
de ahogo en la garganta de
mil palabras rengas de voluntad
ficticia sábado débil de los dos
gastados de los dos inmensos de Domingo
con cruces de Iglesias con los dos.

252.

Se fue secando el silencio a mis manos
fui enjuagando mis pájaros en tus templos
uncí mis cangrejos a la luna
para latirte la locura de topaje marino
ungí mis anclas de tu costado azul
Todo lo dije estrella todo lo grité sangre
pero se me fue abriendo la veta ancestral que nos persigue
y me vine muriéndote como el ave
con el ala más corta que la lejanía
Todo fue quedar, no es necesario partir para partir.
No es necesario morir para morir.
se fue abriendo la veta ancestral que me existía
y fui surgiendo la sombra
el canto sin testigos como con rumor de lago
me vino la veta original que me suspende
y algo me moría más que mi propia muerte
mis manos se alzaban a silencio
como la cruz en la tumba del último muerto
candelabros enterrados
raíces como peces fuera de la tierra.
Todo me fue dormido en una sangre

252.

I

252.

La lluvia trota
como corazonando en la sangre
del carro de las horas.
La lluvia estrella el firmamento de mi silencio
El corazón deshilacha el sendero de la sangre.
tú detienes el tiempo de la sangre
para que pueda volver a empezar.
y allí chapotean los últimos párpados.
Hay muchos pájaros derretidos en el viento
en el viento de la sangre,
no importan
hay alas que se reiteran en el pecho los pájaros.
y la savia empecinada que tropieza
los árboles de las manos vociferan su crispación
en el viento
y las raíces son manos acandadadas en mí
ya el ariete testarudo, propio corazón.
como el mar contra los muros.
barcas sueltas
musgos rotos
algas muertas
tallos hondos.
el silencio sangra
tu silencio sangra
guardas ecos de la espada
y devolverás las palabras
y yo mientras escucho
cómo el perfume
gotea de las hojas
como tus ojos
emiten un arco
iris
como un
himno arderá con el fuego
eterno que encofran las cenizas

253.

el nocturno corazón de sótanos ahora vive
en la mañana como un murciélago que despertó
paloma

254.

yo que me empujo con navajas y me llamo con sirenas
veo pasar a los que caminan hacia el horizonte

255.

oración por los que nunca rezan

dios…
alguien que rece por mí que no lo hago nunca

256.

si he rezado
después de haber gritado y dicho tanto
he logrado la voz

257.

vendrá la noche y tendrá tus ojos descalzos
acorralados de sombras contra el espanto
(una sola sombra no vencida
es la duda de estar ciego)


vendrá la noche y tendrá tus dulces batallas
los tiernos cementerios y los surcos de sangre

ésas son tus cenizas

vendrá la noche o irás
la soledad es siempre dos
y partir o quedar
qué más da

los ojos vacíos a la espalda

la soledad es una cuando empieza
¿quién la nombra si no tiene principio?
solo
quedado solo

por eso vendrá la noche
con su música vacía a clavarte espacios
en los lentos lugares

llevar la cuenta es imposible entonces
cinco veces ciega y un solo bajo dolor
cómo contar el camino
cómo nombrar las certezas?

vendrá la noche y tendrá tus hogueras
quemará tus cotidianos hechiceros
así se suicidan tus manos
honda y lúgubre raza de pájaros sin raza

donde son palomas no han sido o ya no

por eso las ventanas con cerrojo
son el dolor de un muro sin pausa

ya no son
ya no soy
y tú mueres
a noche mueres
cuando el silencio arrecia
y la distancia es un lugar infinito alrededor
y el infinito ya no tiene números
donde morir

sobre la noche echa a volar
las mariposas de tu sangre
para envenenarte con bocados de noche
hasta que haya venido del todo
como la diaria muerte nocturna
que termina en la mañana cotidiana

258.
UN AVE SOBRE EL DILUVIO

tus manos latirán
como los pájaros que esperan la raza
en el trasbordo ritual de los diluvios
pero llegará la paz al beso
y un rumbo para la libertad
que nos está buscando

ven grita conmigo
descalza como la tierra
echa a volar tu pájaro total
tu pan tu molino tu espiga
cisnes por fin
tascando las tormentas
como una nave
que late el mar
como tú amiga mía

baila baila baila
el viento se ha hecho para ti
árbol en libertad
levanta tu raíz muerde las
nubes con las manos
que yo besaré tu locura mientras tu luna
amiga
amor
te azuza el mar
que llevas dentro

259.

Yo quisiera correr por tu tristeza y
echar a volar en tus comarcas mi
grito salvaje consagrado para jugar con tus cosas
que ya no fueran tristes que ya
no fueran distantes que fueran mías,
como antes de la puerta que no
tuvo final.
Yo quiero atravesar nuestras propias
necedades, romper nuestras propias guaridas
para llegar hasta nosotros.
Por eso levanto este alarido para
que muerdas mi garganta, al otro lado
de la historia y la distancia y tengas
mi fervor de soledad que te acompaña
cuando el mundo te duele y te derrota.
Ésta es una carta para mi querida vivi
que se calla a veces y otras me despierta,
lo que no haya dicho
es un silencio que te
regalo para que lo llenes con las palabras
que prefieras

260.

Quiero hacerte un nido largo
que te baje por los ojos a la tierra
que se enrolle y cante por la savia
de la fruta doble que te bifurca el pecho.
Quiero remar en tu sangre como un náufrago
como un centauro
sobre tu corazón ya desbocado,
para llegarte hasta la luna grande
que te subleva la marea de las venas
y quiero que mis manos vivan en tus vértices
amigas de la sombra y tu silencio tanto
Y quiero hundirme como un torrente
por tu garganta a media asta
que es un pasillo largo hacia mañana
y descubrir la herida anterior de la espada
y la batalla
con la feroz ternura de los barcos
que parten a tu vientre
Y quiero bajarte como un buzo
hasta el telar del medio
donde guardas un espejo para
alguna primavera
y subirte por el camino de la fruta
hasta caerte por el pelo que no he mordido
nunca.
Y quiero trepar como las enredaderas
por tus pies de pan y de raíz sin beso
buscándote las tumbas y el verano
para nadar hasta la orilla de tu
muerte conquistada
Y quiero olvidarme cualquier cosa
y que nos baste con morder el beso
o empeñar el insomnio en tu agonía
para despertarnos más allá de todo
con el olor vegetal que nos crece por los dedos
y las manos juntas subsistidas
en la húmeda dulzura a la batalla.

261.

El mundo se cierne como un sitio implacable
se alzará la gente para nombrarnos con veneno
y mientras subas como una dulce hiedra por mi carne
mientras yo llueva sobre ti mi grito de silencio
tratarán de lograrte las espinas
para matarnos por la culpa de ser buenos.

Pero nosotros no tengamos trincheras
los fusiles no se alargan más allá de los muertos
y la gente se romperá sobre nuestra frente
porque nuestras manos emigran desde algún
invierno
A anudarse como las golondrinas mientras dormimos
con el mundo a un costado vencido y ajeno.

Si podemos responder por mañana en un instante
Si todo el rito que te empeña logra un rostro nuevo
sobre el fragor de las ciudades se alzará un
himno remoto
bajado hasta nosotros como a un templo
para encender la soledad que nos precede
como un sol inaugurado que nos cae por el cuello.

Álzate conmigo, mi fervor se te acerca
morarás en mis ojos de barro y hornero
y labraré tu tierra con mis manos de palo
para hacerte un vientre bajo el suelo seco.
Toda la historia nos persigue por la espalda
levantemos la hora que ha llegado el tiempo.
Mi raíz empujará en los pasillos de tu sangre
como por andenes hacia nunca partirán los
rostros viejos
y el olvido será un largo camino por delante
mientras que el mundo nos señala con el dedo
y mientras en una calle inventada por nosotros
tragándonos las manos nos vamos por un sueño.

Ya ves mañana es fácil si nace de nosotros
podemos emprender otra historia con los huesos.
Siempre un muerto se afana mordiendo tus talones
Aunque no importa si adelante no hallaremos muertos
Puedo agregar mi insomnio a tu savia sin rumbo
y sobre tus cenizas o tus piedras arrancar un huerto

262.
DUDAMOS

porque el mundo es cada uno de nosotros
como millones de tal vez fantasías
sincronizadas y puestas de acuerdo
como un lenguaje que más allá de los símbolos
es irrepetible
entonces no somos egocéntricos
o el punto de vista o el centinela el testimonio
en realidad la única realidad
tantas veces de las cosas

263.

tal vez alguien nos mire
con un poco de rabia de tener historia
con la impotencia de no poder ser dos veces

264.

siempre he querido saber la verdad, todas las cosas tienen una verdad. Pero no la verdad que les hace la gente. Esa otra verdad, ser donde se debía ser, Estar cuando se debía estar, Esa verdad de faltar pero estarnos aquí, de antemano, antes y para siempre aprendidos. y esperé arriesgué y nos hemos vuelto a encontrar esa verdad, eras aquí y somos y esperar hasta aquí y ahora ya no haber callado de nuevo. Era la inexorabilidad de pasar por aquí una vez para aprender el lugar, otra para buscarte

265.

Para escribirte una carta, primero pongo tu nombre en el sobre. Así ya está elegida. Así es una carta vacía; y yo la lleno como un bolsillo o un lugar cualquiera donde tener las cosas para vos.
Voy a empezar la carta.
Querida viviana:
Son las tres de la tarde y estoy solo. No siempre son las tres de la tarde; pero sí, siempre estoy solo.
Desde que tus cartas pueden sorprender la lentitud de los sábados, guardo cierto sabor de presagios como esperando una sorpresa con tu nombre.
Hay algunas cosas que bastan para sentirse solo; Saber quién no está.
La soledad y la tristeza siempre tienen nombre, si no se llaman melancolía.
Quisiera estar, pero no estoy, ser, pero no soy, más allá de mis cosas soy un sueño o un deseo. A veces quisiera ser un sueño tuyo.
Hoy yo también siento derechos de reclamar, de gritar por las cosas que son mías, porque basta haberlas tenido o quererlas, ahora, o todavía para que sean propias.
Por eso te llamo. Suelo ya no gritar. Por eso te llamo con un gesto vacío como el último gesto de un muerto que murió tendiendo la mano. Yo no me muero pero a veces pienso en los muertos.
Por eso quisiera ser un sueño o un deseo tuyo, para no estar muerto, para sacudirme el olor a esquina y a nombres vacíos, a caras sin historia y sin mañana que me son la diaria certeza de ser yo, aquí, lejanía y carta sin palabras que te alcanzo a veces.
También el mundo late a tu costado como un mar cotidiano.
Ese mundo es tu tristeza tu derrota matinal y tu verso hueco por las noches. Yo siempre quiero limpiarte a veces el rumor de las ciudades y el espanto de los ritos que te lastiman

266.

Me ha llegado una carta tuya
desde antes
desde un día en que podría haberte averiguado
Hoy es el día en que sé que podrías haber
llegado
Hoy es el día en que
creces con los instantes
de mi caída
a lo largo de tu tamaño de pozo.
Tú eres un sobre cerrado desde que
existes carta.
Aquí.
Hoy, tus ojos:
¡Querida tú!
tu boca:
esperada, llegada, tenida tú
mis manos mar y anclas
tus manos anclas y mar
tú: mar
yo: ancla quilla
En el horizonte, esta manera de
nosotros
esta forma estridente de decir
esta forma ajustada de ser.
Me he caído a las entrañas de
tu alma,
allí me quieres
encontré la bandera de mi
imagen
y un llamado que esperaba
que lo fuese a buscar
a escuchar
un candado grita su dolor
estático.
Se aprietan las voces de
tus cosas y no te entiendo
y se deforma tu imagen
simple,
complicada.,
Me abrazan los renglones de
tu abrazo.
Mañana seguiré la
estela de mis ojos
Me acantilé desde tus ojos
aludando a tus sótanos desde un balcón

y se encontraron mis dos maneras
de verte de escucharte de
hundirme
Mi conciencia está en tu alma

He despertado en tus playas duras
o como mi blandísima manera
de sentirlas.
el tú que pienso se infla de ti
Eres enorme
y eres tú
y te sospecho infinita.
Tú eres hasta donde son las cosas en que
existo en el instante último en que
estás llegando
Hasta allí eres tú,
pero hoy que lo sé desde allí eres
hasta donde llamo tú.

267.

Esgrimo tu imagen como una antorcha
con que flotar en un mar de tinieblas
hasta que llegue el alba y pueda
soplar sobre las velas.

268.

Creo que podría ser profesor
de geografía
Conozco cada río del aire quieto
cada costa cada labio
cada abismo del silencio
Mis alumnos no usarían
anteojos.
Tal vez calandrias
en las manos líquidas
tal vez mirada de mordaza
Todos lloraríamos juntos
al empezar la clase.
Hoy por ejemplo
enseñaría los desiertos atroces
con esqueletos blancos
de luminosos caminantes
Allí han establecido
sus cadáveres titilantes
algunos poetas que nacieron ciegos.
Dejaríamos para nunca
los oasis
Alguien habría inventado
la palabra teléfono
Si no fuera por esta hora
en que todo el mundo duerme.
Creo de verdad que podría
ser un mal profesor
tengo todo que decir
podría asustar a mis alumnos
Dibujar en un pizarrón de lágrimas
cordilleras de besos
cordilleras con diamantes
que se quedan atrapados
en la boca
ay los volcanes
ay la nieve y la llamarada
y la lava en soledad.
Conozco este planeta de callar
con manos de viento
con garganta tormentosa
con huracanes de cuadernos.
Les aconsejo que no se inscriban
en mi curso
Podrían hacerse adeptos
a la poesía
y en alguna última página
a un primer suicidio.

269.

Ser poeta es muy fácil
hace falta una distancia
una imagen que a veces
confundimos con la almohada
Hacen falta muchos besos
en la boca solitaria
y el silencio desnudo
acostado en nuestra cama
Es aún mucho más fácil
si se posa en la ventana
una paloma perdida
o una trémula guitarra
Se necesita una hoja
que se parezca a una sábana
y después cerrar los ojos
y arrojarlos en el alma
Y empezar a dibujar
con silencios o palabras
los caminos de los dedos
por el cuerpo que nos falta
Hay que estar enamorado
por eso hay pocos poetas
la poesía no se atrapa
con ávida red de letras
Hace falta algo de rezo
vivir con el sueño alerta
llorar al ver una rosa
y andar desnudo en la guerra
Si esto no da resultado
se compra un libro cualquiera
la poesía está en los ojos
del que pasa a recogerla

II

270.
EL CAOS DE LA VERDAD

Necesito en esta orilla del silencio, hacer señas para que me viva mañana.
Mujer mía, no quiero pesarle mi pesimismo o realismo acerca de las cosas.
He removido mucho la tierra. No es el origen pero es un antes. Quiero decirle que he encontrado muchas cosas. No se afilie a mi, tal vez desaforado punto de vista. Pero vea por mí y luego juzgue. Hemos hablado mucho.
Recuerdo haber comentado algo sobre el altruismo y el egoísmo.
Altruismo viene del latín «alter», otro. «Ismo» es abocación. Ego. Uno mismo.
Sus padres son decente, comprensible y honestamente egoístas. Son humanos.
Usted es dos cosas para ellos. Los otros. Y ellos mismos. Es decir, es parte de su egoísmo y parte de su inactivo altruismo.
Ellos actúan interesadamente en cuanto a su función en la familia que ellos son.
En cuanto a lo relacionado con el ser usted en usted misma, ya no atienden.
Ése es el altruismo. Inexistente. Ellos no contemplan su realidad individual.
Pero usted, créame, es mucho más individuo que familia. Es mujer más que niña, es más madre que hija. Claro está, cualquier juego de palabras tiene el caos de la verdad. Pero eso para los hombres.
Que se equivocan. Pero la verdad es inconmovible y no admite un caos que es de los testigos y no de los hechos.
Cabalmente sus padres me retumban en las pelotas.
He comprendido el asqueroso materialismo de su madre en pequeños detalles que se iluminaron. En una pieza oscura un espejo no se ve pero una rendija de luz lo descubre.
Hoy he revuelto en todo este caldo y encontré una llave. Eso no quiere decir que a San Pedro se le hiciera el caldo gordo —o que se ahogara (valga su jerarquía) en una olla de caldo y no en un vaso de agua. Cambié de recipiente porque Pedro es un cabezón.
Ya me había dicho San Lucas, el cajero, que San Mateo el taxista le prestó una rueda de su carro para tomar la medida de su halo de santidad. Creo que igual, le quedó ajustado.
Voy a explicarle. Su padre invirtió en una estación de servicio como negocio. Se fue a España. La estación se vendió cinco meses después. Ese dinero excede los límites de aun una ensanchada necesidad.
Roberto se queda en casa de amigos y luego se irá a vivir no sé dónde. Pero no tiene un departamento. Es decir. El lujo, que no la necesidad, es un cebo para los que van. Los que quedan no gozan del patrimonio familiar.

271.
INVENTARIO DE SOLEDAD PARA MI CULPA

No quiero acarrear estos puñales
suministrar alas heladas
ni amputar sueños.
Todos somos el derecho de todos
mientras yo festejo nuevas anclas y brújulas nuevas
tú vas por la casa recogiendo fotografías.
Yo te quería tal vez
tal vez te quiero todavía. tal vez tantas cosas todavía.
Tú estás lejos enhebrada por pasillos y trincheras
por ventanas que la mañana moja
con sábanas infinitas
y yo estibo en mi garganta este árbol de clavos
yo llevo tu muerte
en mis manos que lloran y tiemblan.
porque querían ser golondrinas.
Amiga, vieja compañera
mi amor no puede sucumbirte
pero se me escapa del alma.
Esta impotencia de redes
esta agua que se adelgaza entre los hilos
Cómo puedo morirte sin muerte?
cómo puedo vivirte sin morir?
Hay volcanes que tiran de mis ojos
como toros empecinados
hay timones que llueven sobre mi corazón
Yo te quería
Y hasta a veces me lamía sediento las heridas
y vigilaba anhelante las espuelas
de nuestras batallas.
Recuerdo nuestra cama (la última) como un barco
tal vez como una mesa sola en una casa sola
recuerdo tu espalda tus ojos distantes
tantas veces mi mirada naufragada
mis huidos cuadernos mi fulgor de ceniza
mi ronquera de rincones, recuerdo una por una
cada cosa. La geografía de mi memoria se echa a dormir en las bahías de tu cuerpo. Y yo no quiero dolerte yo no quiero las palabras del olvido esas que amordazan los antiguos poemas las que arrasan el amor con el nombre nuevo del amor.
Yo no quiero pisoteando borrar con pies desaforados aquellos caminos esenciales aquella amada piedra el árbol sospechoso el primer jardín de las distancias
Durante tanto fracasado milagro durante tanto extravío he querido quererte (Tal vez lo conseguía) he querido juntar en un retablo amanecido los pedazos indescifrables de mi alma en ruinas.
y en ese inventario de turbias demoliciones de escombros de suicidios a los que llegué tarde, tantas veces no encontraba mis pies o mi nombre o equivocaba el orden de mis dientes y ponía esa incriminada golondrina en el lugar sonoro de mi corazón. Estas páginas son siempre las sábanas del amor, las de los pies fugaces de mi boca. Y en una ráfaga de agonizadas palomas veo aquel denodado poema la letra vegetal del amor que se hinchaba veo aquella estrella hecha de beso el muelle tanto pan y algo ventana de la espera en que nos dábamos la mano para tantear al hijo que venía (y vena) por tu cuerpo con su inmóvil galope de duraznos, su naranja de terremoto sus manos que se han hecho pequeños barquitos de papel.
Perdona que no ponga si lloro mientras escribo. El canto de la muerte es en silencio. Yo sé que a veces creías que por vertederos finales y cerrojos amainaban esas cartas y esos lejanos meses de lejanía y esas fotografías ocultas que te dolían silenciosas en algún cajón donde se guarecían monstruos y venenos y nombres prohibidos. Yo sé que a veces detrás de mis desnudos antifaces sentías gemir, crujir, jadear o suspirar los tallos que se iban despertando y que contabas con genital paciencia, como las de aquellas plantas que eran casi flores, las hojas nuevas que recuperaban mis pupilas. Yo sé de mis trincheras de mis uñas de mis agónicos recodos, sé de algunas palabras que se escapaban como humedad o promesa De esas intrincadas olas del asalto sin besos de la espuma a veces solitaria, De los arcos iris que no tenían suficiente cielo y de las otras playas extáticas a veces donde entre viejas resacas íbamos reconstruyendo con ansiosos dedos y clavos de saliva el barco de nuestro primer naufragio.
Todo lo sé. Sé que las flores serán las de un desierto.
Sé que te di una paloma herida que cuando trató de volar abrió su tajo en llamas y te mojó de sombras. Te dije que vinieras y te dije que no vinieras, te regalé las llaves pero clavé la puerta. Qué puedo hacer. Cuál es el primer día del fracaso? cuál es el límite de la derrota? hasta cuándo se golpea hasta cuándo se uñas y muñones en este derrumbado túnel sin salir o morir?
No volvimos a preguntarnos por los anzuelos primeros, por aquel zarpazo de nombres que entró o entré como una inundación en la casa de nosotros, derrumbando sillas y mordiendo retratos. O mejor no volví a respondernos.
Fui de nube o peor de humo anduve escabulléndome como un fusil, con la promesa debatiéndose y la traición furtiva.
Tu dolor me duele con páginas vacías con días que no supe que iban siendo despedidas, tu dolor me sube como un candado y me muere me escupe la voz con flores de raza equivocada. Tu dolor soy delito y sacerdote del otoño. Pero hay caminos que estallan las anclas, una marea de caminos una marea alta una noche de faros ululantes y tiniebla a gritos y yo zarpo como naciendo o muriendo y te arranco de cuajo la memoria. ¿Cómo pedirte perdón, con qué palabras, con qué caricias secarte la casa solitaria con qué besos enjuagarte los besos que no quedo con qué olvido no haber sido con qué recuerdo quedarme? En mí se trama una rosa de desiertos un nudo de ebriedades sin dios ni horizonte. Tantas veces parto tantas veces apenas llego y apenas parto después de tanto apenas vuelto. Tantas veces Lautaro me ata la sombra con sus atroces juguetes y me fusila con su voz de colibríes con su voz pequeña de candentes precipicios Tantas veces Tantas y estas fotos con que me suicido de a poco. Este minucioso veneno, qué puedo hacer, cómo quedarme este espantoso equipaje de cuevas metido siempre hasta los ojos en mis cuadernos de pozos o trincheras Yo quisiera llevarte la mañana, un racimo cotidiano de canciones y esas rosas que hablaban rojamente como un pan de velas encendidas pero te llevo la ronquera de mis manos mi voz que tropieza y un espejismo de días sin bandera. Quise fundar mi memoria deponer mis lejanías, redimir mis huellas rendir mis salados recovecos Decirte un día después de tantos días que ya había vuelto, darme cuenta de tu mesa congregada y apreté los dientes y cerré los puños y contuve el aliento de mi arreciante podredumbre, pero te clavé de desertadas canciones, te crucifiqué de desmentido herrumbre con altares disfrazados con cadalsos que tenían voz de sirena. Tal vez dos muertes no sea bastante. mis pezuñas criminales devastarán cada cúpula sagrada cada almena depuesta cada arco de rosas que se te haya caído en la batalla. Y yo quedaré herido con tu espera con tus rosas de nuevo con tu traicionada primavera y yo quedo herido pero no me muero y mi herida es culpa y mi dolor tendrá sonrientes espejos cuando no quiera verme frente a frente con el cuchillo ensangrentado de luna y el poema ensangrentado de silencio, cara a cara con el crimen

Un día en nosotros fueron todos los ovarios de la tierra
telares de alba nos buscaban la lengua
carcajadas de lava levantaban nuestro aliento
desatados ríos acarreaban la primavera hasta mi cama sin cenizas.
En el pan nos encontrábamos y en la campana.
Y el aburrimiento no andaba socavando ni enmoheciendo. La rutina no lamía las cosas que sostenían el día. ¿Cómo decirte que ahora sí. Dame tu herida como una sonrisa para poner mi puñal como una rosa. Cómo puedo no terminar esta carta con aquella misma estrella. cómo besar la frente de lautaro yo cómplice de la noche polizón de la puerta, cómo martillar su mirada desnuda con mi espalda turbulenta de nuncas?
¿Cómo cambiar tu nombre por el de una hermana cómo darte de beber estos andenes cómo asestarte este puñetazo de lágrimas cómo decirte estas equivocadas brújulas. cómo pedirte que guardes los zapatos viejos de mi historia? No me voy de tus altares a otros templos. mi boca no trasborda nombres mis sueños no se visten de nuevos lenguajes. Me he quedado sin dios eso es todo. Ahora ya sé que no puedo construir a dios con sólo rezos a pesar de que nunca tuve palabras suficientes ni manos apretadas suficientes o que ahora nunca las habría tenido. Pusiste en el teléfono tu voz como una ofrenda como una mansa llamarada de campanas, yo les arranqué el domingo les amputé las alas te escupí la lengua con ronquera. Siempre el mismo labriego de flores venenosas, de cosas con las que no se puede hacer pan.
Ahora necesito quitarme la coraza ser mucho más víctima decirte que lloro, ser menos culpable estar un poco loco tener olor a sonámbulo pasearme por nevadas cornisas abrir la boca para que entre alguna herida a raudales. De par en par el silencio para tener alguna lápida que llame a los que vendrán a perdonarme. Y sin embargo no comprendo el perdón. No sé siquiera si edifico en esta página un espejo. si le escribo esta carta a mis insomnios a mi conciencia si quiero demorar la copa clandestina. La azotea que se derrama sobre las sirenas, los sueños desterrados.
No quisiera ser el turbio sacerdote, la ritual cicatriz la canción que se condensa y lava. No quisiera ser mi absolución. Quiero bayonetas ladrándome jardines ladrándome arrojándome puñados de sequía, conminatorios hermanos sin sillas para mi destierro. un inventario de soledad para mi culpa.
No soy un emigrante; prófugo de la tierra gangrena planetaria. Pero antes de irrumpirte esta carta antes de estallarte la boca, de hacharte los ojos y machacarte hasta la última ceniza quiero dejarte el mapa de mi cueva el itinerario de mi despavorido escondrijo, para que si un día amaina mi crimen en tu carne y puedes enterrar también las cruces de tu cementerio, vengas a mis costras sobrevivientes a encontrar al amigo que también fui nube que tampoco claridad que ni siquiera pañuelo.

He releído esta carta durante la que mi boca no tropezó ni acampó para secarse el sudor. Apenas alguna ventana del avión el tórax americano disminuido bajo la altura como una dentadura de piedra montañas desencadenadas, cráneo mandíbula geográfica. No podía detenerme. borbotones de lámparas envenenadas se me desmoronaban por dentro y caían al renglón amigo. Al silencio ordenado e inventariado en blanco.
Hay en los hombres la misma fatigabilidad de la tierra. A veces se cambian las semillas a veces se amamanta el polvo con sus propios hijos como las gatas que se comen la placenta. Y a veces a pesar del sudor, de las tempranas fatigas de las lluvias y las nobles semillas, la primavera sopla en la flauta terrestre pero la canción de espigas no brota. Es entonces cuando el terreno está ronco. Los cardos andan recuperándome el alma.
Con esto no digo que ninguna flor es cierta o que no podríamos poner los mismos cardos en un jarrón, sobre la mesa. Digo que la arena me intenta que la piedra me interrumpe y la aridez logra mis vetas. No quiero los nombres cotidianos del amor para nombrar su muerte. sería demasiado doloroso.
Naro, yo tengo esta enfermedad de tinta y a veces la piel de mi alma se oculta debajo de mis costras se esconde debajo de las ampollas bajo el pus enmascarado de las pústulas. Vos lo sabes. has deletreado mi boca tantas veces. No puedo emprender este lanzazo sin disfrazarlo de paloma.
Voy de carta en carta de nombre en nombre de amigo en amigo de recuerdo en recuerdo palpando a tientas el óxido y el terciopelo
Hablo a los amigos con que hablábamos lloro sobre nuestro cubrecama en mi memoria. Les sonrío a las macetas del balcón a través de la distante ventana. Estoy solo en esta culpa como un cáncer de carbón en una napa de oro. Y no sé mentir ni decir la verdad. No puedo quedarme ni partir. Lloro o sonrío le hablo al espejo, al aire, me miro la memoria al espejo me miro el crimen y el silencio al espejo Me miro la vida y el futuro al espejo, sonrío o lloro es la única imagen que recojo.
Si pudiera haberte regalado muchas más flores flamantes puñados de canciones una camisa de besos para tus hombros donde hacía pie la tarde… Recuerdo cuando a veces volvíamos de la rabia con espuma de cuchillos en la boca salpicando gritos derretidos aún y de repente la espuma era de súbita flor los gritos eran súbitamente tules que volaban y deponíamos esa especie de odio indesterrable escondiéndolo bajo la alfombra, detrás de algún párpado o entre las muelas junto al musgo del tiempo. Recuerdo cuántas veces estuve por escribir de nuevo la palabra amor y mi garganta se agachaba o se quebraba en el aire como un barrilete roto y te decía apenas una mirada esquiva, un recodo en la boca. Nunca habré sabido dónde empezaba esta carta. Tal vez en algún descuidado ademán en un borbotón de murciélagos cuando vigilábamos mariposas o atajábamos guitarras con el pecho. No lo sé, no lo sabré. la vida es un laberinto sin retroceso. La piel de la tierra era toda caminos. Tuvimos pies para éste. El destino era cualquiera y emprendimos esta memoria con lentitud de empecinados dientes. Y aquí estamos ahora
No podés mirarme a los ojos. Te llamo para que lo hagas para que precipites tu última herramienta tu último anzuelo ávido. La vida no nos permite una vuelta de pista preliminar un recorrido estudioso.
¿Cuántos errores nos quedan-amos por nacer o morir? Yo no lo sé.
Ayudémonos a alguna paz cualquiera.
Yo siento que llegamos a la cima de nuestras manos a la cúspide de nuestros almanaques aquí nuestro camino cae bifurcado. Nos queda un único cauce común la única vaina donde esconder esta ceniza, lautaro. Él es el guante que guarda nuestras manos juntas. Qué más puedo decirte? Es cuestión de decidir. Decidir quedarnos o decidir partir. Decidir durar o decidir decidir. Y yo tengo miedo de saber que ya he tomado mi rumbo que ya he echado a andar el viento que mis velas se hinchan y tiran y que el tiempo ya me da la nuca.
Quiero un último tramo de espejismos para arrancarme si es preciso las manos buscando el agua en nuestra arena. Por eso quiero que vengas para que la tal vez última vez no haya pasado inadvertida.
Caminar por un muelle como un ciego sin saberlo, es un poco lo que no habría pasado
no es justo resbalar. Debemos arrojarnos o permanecer de pie. No elijamos la cobardía del tropiezo. Ya tanto ha sido casualidad. Yo no quiero darle llaves al destino. Soy yo el jinete de mi vida. timonel y fogonero. Subámonos a la locomotora aunque sea sangrando rieles pero mereciendo el rastro que dejamos aunque sea de escombros y gangrena.

272.
ABONADOS AL PARAÍSO

Nos busco
como un hombre convertido en perro al que nadie comprende
me veo pasar y me ladro
algunas veces me ahuyenté con palos
ésta es la distancia amor pobre sabueso tirale
un hueso pero después no te hagás el desentendido
como los que dan porque les sobra y con eso ya
están abonados al paraíso.

273.
NACÍ DESCALZO PERO CON LOS VIEJOS PUESTOS

Nací descalzo pero con los viejos y los abuelos y
tatarabuelos puestos.
También vine con cara y aunque
no prevista prefijada. No obstante
algunos retoques personales como
el del labio superior derecho un poco más
«parpadoso» (de párpado) que el otro. Trofeo
de guerra de cuando aprendí a
desconfiar de mi hermano, jugando
a Superman un día más atrás
del último recuerdo
Adivino, creo entre las nubladas
transparencias del sueño que me
corrió la cama mientras yo estaba
en pleno salto desde el armario ya
recuerdo el armario que siempre tenía un
lugar para el misterio. Algún
rifle que alguien me había hecho
creer alguna vez, que fue de B. Bill.
y que yo buscaba todas las alguna
tarde de lluvia y del que sólo
conseguían embaucarme
la atención algunos sombreros
estilo cazadores de tarzan o un
juego de química aquella de los
imprevisibles inventos que nunca
pude. Yo vengo hace tal vez treinta y seis años
tres meses y dos días, Creo que era
verano porque supongo que no me
daba impresión el frío del hielo
cayendo entre el talco de la mágica
transformación de Superhombre
y a supervelocidad me (supongo) pego el
supergolpe entre las dos camas que
mi hermano corrió en el segundo
y el súper dolor de mi labio no
súper porque me quedó como un
durazno de la compota o la oreja
de Piastrellini que dice que le salió
gruesa y corta porque al padre le
faltó justo esa gota.
Por eso el brillo porque el labio.
En esa medida, fui el artífice de
mi cara y aún contribuyo
con la zafra de barritos y la
explotación de las vetas grasas
de mis atómicamente insopor-
tables forúnculos.
Nadie pregunte por mi primer
complejo, ni por el último.
Puedo contestar, por algunos.
Aunque parezca sintomático hablar de complejos
justo después de historiar —no tanto porque son
actuales (aunque mañana también ES historia)— granos
Después de aprenderlo todo,
todo lo que necesitaba para empren-
derme, me vino la soledad.
sí un día empezó. ya no sé cuándo;
son tantos los recodos doblados que
no encuentro la entrada del
túnel con sólo mirar atrás.
Todavía recuerdo cómo se me
clavaba el primer vaso de vino
se clavaba y resonaba como un
relámpago fácil por el que descubrí
mi interior. Después, siempre reconocía
esa sensación de ventana empañada
de sonidos grises de voces de lana
y todo se doblaba como a través del
aire caliente.
Y la gorda Cazorla en el asado de
Héctor y Ana. Yo ya sabía decir culo
con su correspondiente sensación
de dominio como un terrateniente
dice en un bocado de palabra
dura «estancia» (bien redondo)
o «tierra» (tan áspero) y yo que
culo, culo, culo de Cazorla
culoteniente como terrateniente.
La vida nos va llenando las palabras
como los jarros de los presos o los
soldados que hacen la cola para la ración:
Soldados de mil jarros
todos llenos de mi historia. Pero
con la guerra perdida.
Aunque tal vez ni siquiera tuve
guerra ni siquiera fui, y si las
dos cosas, tal vez no supe mis razones.

274.
NO SOY UN TESTIGO HABILITADO

No soy un testigo habilitado para saber qué cosas son
geniales y me pasan al lado de las cosas y las soy, pero no sé
contar lo que no me es dado ser relativo.

275.
EL SEÑOR DIRECTOR

Al señor director del diario la Nación
…..
Mi muy estimado señor.
(Creo que lo de señor y lo de estimado
son adjetivos con que cuentan de
antemano y anticipadamente
todos los individuos, en la conside-
ración de cada uno de los otros; lógicamente
sólo hasta los hechos; porque no
hay posibilidad de mantener una
imagen pura en la realidad, y lo de
pura viene como inconcreta
solamente imagen.)

He tenido siempre aversión a las
cartas íntimas (y a todas por qué no)
escritas con máquinas tipográficas.
La letra es algo propio, por lo menos para
obligar a los grafólogos a inventar
diferencias que nos diviertan más.
Y eso de escribir mi letra a má-
quina, porque son mis palabras
la que yo vivo como un labriego
no aceptaría sus lechugas y sus
choclos y sus arvejas ordenadas
en el surco en forma de latas de
conserva; y yo menos como si
me sacase una foto
escondido detrás de la foto
de nadie; porque eso es la letra
anonimada a máquina y qué carajo
no me voy a parapetar para
decir algo, que para eso no lo digo
además que las características de
mi letra son proporcionalmente
la fisonomía de mi voz y no
voy a pedir intérpretes ni altavoces
que se pongan mis palabras y menos
con sus caras y sus culos y sus
ganas de cagar diferentes.

Creo que para todo hay un margen
de reservas; por eso espero que se
pueda satisfacer con una respuesta
específica, la pregunta que esta carta
encierra.

A modo de publicación personal
como un aviso clasificado quisi
era que se exhibiera esta nota que
pese a tener apariencia de carta
y a estar dirigida al solo director del
diario sólo necesita del público para
cobrar vigencia.
La razón es la de presentar al
lector el segmento de un diálogo
que en realidad no tiene más y que
por lo tanto es un monólogo aunque
pretenda contar con una tácita respues-
ta o el buen humor. cavilatorio
de los hombres graves.

Al señor…

Mi muy estimado señor, (o lo
que venga al caso)
apelo (o me dirijo a usted)… apelo,… sí
Apelo a sus vastos almacenes de informa-
ción en los cuales creo que estarán ya
las palabras y los significados de la
respuesta; para poner en sus manos
la inquietud de mi pregunta.
(A esto le falta un altavoz y un patio
de escuela.)

Bajo el nombre de compre nacional
la presidencia de la Nación emitió un
decreto que funciona como ya se informa

Ésta es una pregunta de respuesta
tácita, e importa más el que sea cono-
cida como pregunta y no satisfecha
en el limitado campo de la respuesta
teórica.
Los objetos del compre sobre los que
se ejecuta el decreto, según creo,
no están comprendidos
dentro de características específicas.
Es decir no se habla de ellos de manera
que deban entenderse sólo como materiales,
por lo tanto y ésta es la pregunta,
supondríamos también como objetos
de compre los comprendidos en lo
Intelectual y Artístico.

Al señor presidente de la
Nación.
En conocimiento de su excelentísima
persona ponemos la inquietud
que nos aflige respecto del
destino argentino que
tienen los artistas nacionales.
Desconocemos el caso de
otros, y pedimos perdón por esta
particularización, pero nuestra
urgencia se refiere a la de los
Artistas literarios Argentinos, y
a este punto nos referiremos.
Sin volver a hacer mención
al decreto, que esperamos
quede incluido en
los elementos de consideración,
alegamos al derecho que tienen
artistas argentinos a desempeñar-
se en la infinitud de la Secretaría de Cultura
sin ignorar que la valía de cada uno
debe ser el patrón de medida
para ello; creemos que la secretaría es
Argentina y Argentino es su beneficiario
y el dinero con que no se pagan sus
escritores.
Y pese a cierta conocida objeción
sobre que «el documento nacional de identidad no
da derecho a ser publicado por la S. de C.» exigimos
el reconocimiento sobre la
naturaleza de los argentinos
que no tiene nada que envidiar
a la de otros.
En este punto, y pese a que no
necesite este
argumento de prueba alguna,
ponemos en los considerandos
el nombre de un artista que
a nadie o pocos se le ha ocurrido
contar dentro de los orgullos
Nacionales. El señor Ernesto
Hollmann. que aparte de
Houssay, Maradona y otros boxeadores
…y carlos gardel hicieron cono
cer la nacionalidad de todos
nosotros, luego de gozar
de un prestigio internacional
y de la consideración del
público y Editores de todo el
mundo aun sobre sus colegas
que frente a él y a sus condi-
ciones, fracasaron ante su
propio público. Sigue en su país
por delicadas razones de resignación
y además del agravio que implica la igno-
rancia sobre su persona por
parte de las autoridades del
ministerio, debe tolerar las calumnian-
tes e irreales razones que algunos
de los directivos de la Cultura usan
como escudo de su interesada
indiferencia para con este creador.
(Se ha mentido) fue escuchado

Dejamos que usted y los lectores
del diario juzguen si el agravio
no se extiende hasta el último
argentino. Se ha mentido.
Se ha dicho «cerraré la editorial
antes que Hollmann
publique».
…..

276.
EL SEÑOR PRESIDENTE

…Pero soy responsable de mi
gente. la interpreto
la siento, le elijo las verdades —le habilito una
(imagen)— que las imaginen. Luego la culpo o les
doy las gracias.

277.
EL CÁNCER QUE ME INVADE

Escribo con una lapicera cuadrada así, y negra así, con la perillita blanca, así; tengo un saco. Tengo puesto el saco que tengo que nada más que éste. No tanto como el camaleón, pero cada día le crece un color.
Vine a buscar a Ali. Está dando examen. Afuera, Buenos Aires se arrastra con un ruido turbio.
Levingston, yo le dije. Chau. Chau.
Hace diez minutos que estoy aquí. Entré, pregunté si aquí era aquí. Sí. Me senté. Me levanté y salí y me sentí Chango Rodríguez por no haberme afeitado. Y crucé Avda. La Plata y compré una birome azul así, y octogonal así, y me puse a escribir y vino Ali y cómo te va y qué suerte y me regaló esta birome y vamos a ir a tomar un café y cómo te quiero.

El taller empezó a trabajar. Basta que empiecen para darte cuenta que empezaron y que por lo tanto estaban.
Estuve en el Secretaría de Cultura. Préstamo (sí, préstamo) en marcha. Ojalá.
Mi impotencia de siempre…
¿¡Cómo alcanzar tu alma con palabras!? Tiziana amiga.
Había una vez (esto es un cuento) dos amigos que tenían que separarse. Quedaron en encontrarse veinte años después, en cierto lugar.
Fin.
A raíz de este cuento pienso: cualquiera de los dos viejos que se preparase para cumplir la cita, pensaría: ¿Irá? ¿Vivirá todavía? Si vive, ¿habrá algo que le impida ir y en este momento quiere pero no puede avisarme? Y tantas cosas más. ¡Hoy es así! ¿Dónde estás amor mío? ¿Dónde te pierdo o te gano cada día? (Olvida durante esta carta que nos hemos enseñado el coraje.) Puedo confiar durante tantas dudas… Y sin embargo… Tú me pides la verdad. A veces me creo libre, es decir pienso. Te diluyes como una canción que oyera de lejos. Entonces me entristece que dejen de cantar. Pero más me aterra poder haberme quedado sordo. Tiziana mía. Si el amor cambia la cara yo no te quiero. Si oscurece la voz o entorpece las manos, si hace ruido a luz en la risa, si nos hace pozos en los ojos donde las estrellas juegan al cuarto oscuro (y pierden todas a la vez), entonces, no te quiero.
Si el amor es tristeza, si es debilidad, si es impotencia, ni siquiera te conozco. Pero si es fe, si es alegría, si es fuerza, si es un alarido de sangre esperando sin dolor la primavera, entonces, amor mío, ¿qué otro silencio que el de la palabra amor para callarme?
No tengo tus días. No sé dónde lates, dónde mueres y revientas cada cosa, dónde lo iluminas todo, dónde salpicas el olor de tu «luna», dónde te comes el lugar. Estoy a la orilla de tu silencio y espero.
Estoy aprendiendo a sentir las cosas que antes sólo pensaba. Lo primero que hay que agradecer es que alguien merezca nuestra gratitud.
Otro cuento: Había una vez un titiritero y manejaba un muñeco que en la obra hacía de titiritero y manejaba un muñeco que en la obra manejaba el titiritero… Este cuento es infinito y no pasa nada en él, pero si no es así, se acaba donde los científicos tienen razón, en eso de que el átomo es lo más chico y menos no hay. Dios no vende tan al por menor. No menos de un átomo.
Bueno, el asunto es que otro cuento en el que el muñeco se rebelara y tirase de los hilos y manejase al titiritero… Tengo un horóscopo fulero, pero voy a doblegar estos astros de mierda que ya me están cansando con sus disposiciones en vigencia. Pero no voy a hacer huelga. Ya llevo la ventaja del optimismo. No es que quiero demostrarte lo del optimismo, pero imaginate un soldado que se entera en plena batalla que le quedan dos horas de vida porque tiene cáncer. Quien no tiene qué perder no puede en el riesgo ser considerado valiente —¿qué riesgo?—
Cáncer, qué lindo signo. Suelen ser poetas o putas. ¡Cómo me gustas! Aquí a la distancia sos cada vez más parecida a mi imaginación.
Duda: ¿Te llegarán las cartas?
Mañana es viernes, es decir, hoy ya es viernes, madrugada del viernes. Voy a estar en lo de Daniel, que como ya te contará Susu, habló con el suegro sobre el Noviazgo.
NO TE MATERIALICES. Igual, es imposible, aunque sí que pierdas de vista el frente. Eso nos pasa a todos, sólo que nada más en los otros exigimos constancia. Sigo amando tu libertad, porque me entra viento y tiempo por tus ojos.

Viernes (mediodía).
Cama de mi viejo y ruido a tenedores y más allá autos roncos y bocinas.
Yo sé que no estás bien; que aparte de tu precaria salud, te estás abocando a cálculos de guita. Yo sé que tu idealismo puede sustentar montañas o hacerlas crecer con sólo un puñado de cosas.
En cada cosa hay un mundo para vos y en cada mundo un tiempo que puede cambiarte. Todo lo reflejas. Podés mover el mar con sólo respirar, y cualquier luz que te comas puede convertirte en algo fantástico.
Por eso, muchas veces, arranco cartas a tus ojos, para que no se empeñe tu fantasía. Quiero decir que no quiero valer distancias y cartas; prefiero estar que faltar; comprenderte que hablar. Ya te he dicho muchas veces que todo lo que vivimos en circunstancias especiales, cambia naturalmente su naturaleza. Naturalmente, porque no es un artificio cualquier circunstancia especial. Pero, no obstante ser la verdad, cualquier ocasión particular en que vivas es como un espejo curvo. Nada es como es, a pesar de ser así.
He descubierto cuál es el punto del miedo en que nos encontramos.
No dudamos de lo que nos pasa, pero dudamos de nosotros. Porque es tan tal vez lo que nos espera mañana, que nos sentimos como un alga flotando en las olas.
¿Nos hemos olvidado de nadar?
Peor sería haber olvidado que sabemos nadar.
Miedo, qué palabra ridícula para nombrar la vida.
Flotamos, y hablamos de salir a flote.
Has logrado un milagro. Yo otro.
¿¡Qué esperamos entonces para reconocer que somos poderosos!?

Nada es cierto antes de su ocasión.
Para los que están dentro y no tienen la fe suficiente; para los que están fuera.
Tu madre está fuera. Llegará (llegará) un día en que no pueda dudarlo, ni siquiera en nombre de toda la tozudez del mundo; entonces sí, el novio de la nena.
Ahora, una luz, fija, hace ruido a temblar, como el infernal ruido de las estrellas.
Alguien hace Aaaaaaaaaachyzp.
Estoy en el consultorio del doctor De Luca. Yo también me voy a ahogar después de Aaaaaaaaa etc., y voy a hacer chyzp. (Después toseré o escupiré, lo más seguro.) Espero que no llegue nadie mientras estoy dentro, para no ser imprecisa y anónimamente Alguien.
Recibí una carta tuya.
A esta hora sabes tantas cosas que me pides en la carta que me llega…
Lo dicho, ME VOY.
No sé si te envié una en la que te hablaba de la astucia de Ainara. Le conté a Ali. No obstante, me fastidió una cosa (digo no obstante, porque mal que mal, si yo acepto y «calo» su intención, toda su infantería me sirve en vez de combatirme): toda mujer sabe cuándo, sobre todo tratándose de ciertas otras, éstas gozan de buen aspecto. Tu foto me gusta. En un momento fuiste así y basta. Sos vos. Fea o linda y al carajo. Pero ella usa de un ardid generoso pero destructivo. ¡Tomá y cagate! Ahora que no la vas a ver, ¡desmantelá la imagen con esta foto!
Tal vez voy lejos. Ella tiene un gran complejo. Más lejos aún. Cree en subterfugios para reemplazar sus carencias. Me pasó ahora; no es mala.
Se apoya, como cualquiera, en las circunstancias fuertes de los otros para imantarse.
En síntesis, me pasó un dedo (tal cual) por una salpicadura (ya dije, yo no lloro porque soy hombre y los hombres no lloran y el sol y qué tristeza cómo lloré!) y me dijo esas cosas que se dicen cuando uno es todo sencillamente, porque mucha curiosidad y mucho hermano y éste qué carajo se cree que le fana la mina a Osvaldo, pero al fin de cuentas, por qué ser tan imaginativos. Después de todo nada es cierto antes de sus ocasiones, y somos en este caso, de afuera, y, más, faltos de pruebas, y estás como el culo en tu foto pero Dios mío qué culo, ¡cómo me volvería supositorio…!
Llegó atada de la madre, toda de negro y muy escritorcita una hija que vino con su madre al consultorio y buenas tardes y la madre se aleja para no fumar encima de su hija que aunque toda su parentela, lo más seguro es que diga a los cincuenta años, yo quería ser conferenciante. O yo, porque soy los otros de ella y ella es los otros de yo y de cualquiera que yo no sea yo y ella ella. No te la describo porque no la miré. (Cuánta razón Piero, cuánta razón, «somos la gente, somos el mundo».)
Todo esto es un detalle, me pediste detalles.
Voy a robar. Este doctor tiene un remedio que inventó hace cincuenta años. Nadie conoce la fórmula. Tengo un frasco en un bolsillo. Voy a aprovechar que es sordo y se da vuelta y le robaré su líquido mágico. Ni los genios se salvan de la vejez, porque si no, es peor, se mueren jóvenes.
Hay detalles inútiles, como decirte que hay detalles inútiles (que no te cuento).

Es la noche de esta carta, del día de esta carta. Hoy te mandé otra (lunes 6, 12 de la mañana).
En casa del médico no robé.
En la carta anterior comentaba dificultades.
Borrón y cuenta nueva. Viento en popa.
No me falles mierdita de mi viditayquesiquesí. Borom bombom. Estuve en casa de mi amigo casado con mi amiga casada con mi amigo casa… bueno, y sí Agustín qué suerte que te podés ir y no le des bola y te felicito por no habérselas dado, ni a nosotros, porque cuando uno está decidi… Estoy decidido. ¡Cállense! Callarse también en mi memoria.
¡Cállese el mundo! Ni siquiera respirar. ¡Basta mar! No hagan ruido las arañas con sus telares. Vos tanita cantá la rueca. Yo te oigo. La distancia es distancia no por la lejanía, sino por las cosas del medio que nos separan.
Me voy a dormir. Picoteá este beso. ¡Cuánta caca de mariscos!
Creo que mis licencias por carta tienen un significado preciso, que yo no sabría dilucidar. Me arriesgaría por afirmar que, dada mi experiencia para con vos, evitar idolizar imágenes.
La tuya porque por ejemplo las estatuas no hacen caca (a pesar de que las dimensiones incluyen un contenido de ese tipo); la mía por sacarles la corbata a mis atildadas palabras y ¡qué mierda si soy un reo de mierda!
Hasta luego. (Qué harás tanita linda qué harás…)
Me estoy por bañar.
Ayer no hablé ni fui a lo de Alisu. Hoy hablaré.
Se mejoró el panorama del préstamo, pero no hablé con Aerolíneas porque hubo cambios en la administración. Hoy iré. No sé si «disertaré» en La Plata porque he vuelto a la ronquera y el médico ayer se opuso a que hablara o hiciera cualquier uso, por leve que fuera.
¿Recordás aquellos dolores de la espalda? Desaparecieron. Pero no recuperé la fuerza de antes. La pérdida, cosa rara, se tradujo en un incremento de la seguridad física. Con menos fuerza me siento más fuerte.
Supongo que en este tipo de circunstancias uno recupera los tics nerviosos. Hace tiempo, cuando estudiaba hurgaba con los dedos en la frente. Me acostumbré y luego evolucionó un tic y me arrancaba los pelos uno por uno, sin darme cuenta y solía hacer pozos. Ahora al escribirte, recobré el tic y dadas las condiciones anteriores, porque después de mis primeras sesiones siempre tuve la frente como un cepillo, tengo el bocho como un alfiletero.
Perdoname a veces mi boludez. La hipocondría de Virgo de siempre. Necesito transmitirte la joda, en joda, para ser en vos algo más que distancia.
Ya te he dicho que estoy contento. En nuestro humano alcance, nos sentimos débiles y fatigados. En el otro, no sé cuál pero superior, nos agrada la sensación de lucha.
Tengo una razón para luchar. Soy una razón.
La lucha empieza en algo. Tú.
Sea cual fuere la evolución, siempre se gana. En historia, estudiamos la vida de los derrotados también.
No hay derrota que no sea gloriosa, y además no hay mal que por bien no venga.
No haga apreciaciones erróneas con lo que diré.
Por ejemplo. Voy a verte; si sale mal, me decidí en nombre de algo que fracasó, a un viaje que era necesario para salir adelante con la literatura. ¿Ves?
Mi posición es ésta, sin embargo. Voy a verte, va bien; publico, va bien; voy a buscarte. Etc. (Levingstación.) Levitación.
Vuelo un poco. ¿Acaso no voy a ir en avión? Al agua pato. Hasta lueguito.

Esta carta está pasada en limpio, ¿se da cuenta del destiempo? Porque esto también estaba escrito en sucio.
Estoy en un colectivo de la línea 118 con un denso gusto a gente en todos mis receptáculos.
El mundo está lleno de cagones. «Cuidate», «sos muy joven todavía». «Analizá bien», «es demasiado». «¿Europa?, ¿pero vos creés que es como ir al centro?»
«¿Y si te va mal?», «¿qué garantías tenés?»
La literatura es un antro de fracasados sabelotodo. La vida también. Los fracasos ajenos, es imposible que me sirvan de experiencia. Sólo me importan como información. Tengo derecho y estoy obligado a fracasar mis propios fracasos, y no a eludir dificultades en nombre de la envidia de los boludos que piensan «si yo hubiera», que en el fondo envidian la ocasión de los que tienen menos de 30. Tengo la suerte de ser irresponsable, tal vez. Pero la rutina todavía no me ha logrado la cobardía. ¡Qué carajo! Ya el solo hecho de no tener ni una palabra de aliento (al par de hacerme sentir incorruptiblemente superhombre) me demuestra la envidia. Largué siete facultades por escribir. ¿Qué riesgo puede significar ir a Europa? Para la verdad, ¿cuentan los medios o los resultados? ¿Sabés Tana qué dicen estos boludos? Pretenden que lo que yo hago mejor es sólo producto de la juventud. Y si fuera, ¿no es lógico aprovecharla?
Empezando tarde, se termina después, dicen. Pero no tanto después como después se empezó. Es decir, si se empieza a los 22 y se termina a los 50, empezando a los 30, ¿llegás a los 58?… yo creo que fané. Además, carajísimos estúpidos, si se me ha dado hasta el derecho del pecado mortal y el suicidio, para qué mierda me quieren frenar con miedos que sólo ellos sienten.
Gorda (voy en subte ahora), faltan veinte minutos para saber cuánto es difícil conseguir una beca o un préstamo de la Secretaría Nacional de Cultura.
Pasado Mañana doy la oposición. Como sea voy a ir. A pesar de todos los horóscopos que asombraré y el destino que no va a tener más remedio que ser como yo lo sea.
Tengo 5 mil pesos. Soy rico. Esta tarde me quedarán 500. Seré más rico porque habrá menos guita que me ocupe la tacañería.
Siempre somos la misma cantidad.
Inflamos el físico, se desinfla el bocho.
Inflamos la guita y la avaricia, se desinflan los otros dos.
Prefiero ser como vaya siendo, y eso no tiene, te aseguro, nada de conformismo.
Mi hermano (esto es otra cosa) salió segundo en la primera serie de la carrera y luego se le rompió el auto.
Estoy entrando al edificio de la Secretaría de Cultura. Para ser algo (ascensor) hay que empezar por parecerlo. Pecho arriba. ¡Suerte!; que me esté yendo bien los veinte minutos siguientes. Chau.

Pasillo, asiento, esperar señorita Susana Estrella. Es posible un préstamo de 250.000 pesos a devolver en 2 años con un interés del 8 % sobre saldos.
Mierda (porque la consecución lleva un mes).
Buenas gambas, no creo que sea S. Estrella, se me hace vieja y con cara de película de A. Hitchcock.
Linda. Veré, pero de acuerdo con el ojo, no esperaré un mes.
Mire, el miércoles la editorial. Salvo tongo, me va (a ir) bien. (Mezcle las cuatro últimas palabras, es un lindo jueguito.)
Si me va bien, deberé volver en un tiempo límite. Caca para el préstamo porque un mes es oro. Si me voy en barco, vuelvo en él. Si en el barco me pagan, albur, tiro. Si no, debo llevar algún mango o ir con la certeza de laburar. Me faltan varios recursos por profundizar. La Oficina Laboral Española. Esperar el barco que sí me pague. Pedir guita prestada o sacarme la grande o por último arriesgarme al coraje absoluto de no llevar guita. Cuando nací no pregunté tanto como ahora para ir a Europa. La vuelta es fácil. 7 mil pesos. En una empresa (en caso de no buscar el barco) aeronaval portuguesa a pagar mensualmente.
Ah, también falta buscarle la vuelta a la Embajada Italiana.
Sea como sea.
A partir del miércoles busco barcos. Si alguno me lleva, allá voy sin un mango. Cuántos prudentes que yo diría asustados envidiosos.
Cuántos envidiosos que nunca confundiría con prudentes…
Como verá, ésta pretende ser una carta sencillamente informativa.

Dame la mano. Dame los ojos, voy a ponerte la vida. Dame un lugar para clavarte el coraje, si no tienes nada de eso. Dame la sonrisa vacía para calentarte los dientes con palabras vivas.
Déjame lavarme los ciegos con la savia de tu luna.

278.
VIAJE AL FONDO DEL MAR

CAPÍTULO UNO: Viaje al fondo del mar

Querida Gache: estoy embolado. Me ha subido la mostaza y debajo se respira mal. Hace unas dos horas abrí la puerta y en dos segundos ya había pasado la sorpresa al plano de la noción. Ahora, ya vejeces todas las novedades que nos hemos hecho repetir catorce veces más o menos (excepto intimidades), volvemos al tedio cotidiano de vivir debajo (no sé de qué), como una posibilidad de sacar la cabeza de vez en cuando.
He estado ocupado con la editorial. Algunas cuestiones de normativa (así lo llaman ellos). Pero lo que más me distrajo de escribirte fue un plan que no me satisfizo de ir a París. El mismo de hace meses, que ahora resurgía. La editora que me lo proponía (la misma de antes), para mí ya no estaba detrás de la máscara. Es decir, era algo más que un nombre. Es decir (también), era algo menos que mi imaginación. No me gustan las transfugadas. No voy.
El viernes alguien festeja haberse casado años ha. Yo escribo. Algún día habré escrito. La verdad no es manifestación. Por eso me sofoca quedarme en las palabras, las actitudes, los símbolos, lo concreto, lo visible, lo. Te quiero mucho.
Tengo miedo (creo) de ser intrascendente, por eso me muestro espiritualizado. Es una actitud. Una manifestación. (Mierda.) Falso de mierda. Por eso me delato miedoso, como si decir miedo fuera en verdad ser, ser responsable.
Ésta no es una pastilla anti-contentiva. Es una carta de yo. Bastante irregular (yo), porque mi mutabilidad y demás yerbas.
Algún día los besos, algún otro las flores en un velorio más acá o más allá muertos todos desde siempre (mejor inanimados) [porque nunca hemos estado vivos y por eso no podemos morir]. Como decir en un jardín: no cante, no fume, no ría, no cague, ¡llore!, éste es el velorio de una piedra.
Pienso en la gente que se casa; me enerva el alpedismo de la costumbre, de los mil (…y bueno) que nos señalan un itinerario cotidiano y vulgar, humano al fin.
Y algún pelotudo tira bombas por allí diciendo sandeces como: ideal, nacionalismo, etarra. Menos decir pobre tipo, ciego drogado de raza, ya con el ruido a no sé qué, tal vez a un silencio inhabitable metido en la sangre, como la sangre en el agua donde se lava de los ojos, las esquinas y los tangos y las viejas cursis y las lámparas viscosas de los taxis cobrando; algún asesinado a la orilla de un río, una madrugada cualquiera. Cuando todo calla, aun el muerto. De haber sido asesinado (abierto) por los hombres que se amontonan contra el tiempo como a la puerta de un hormiguero azuzado donde las hormigas que aprendieron a pensar aprenden a matar para salvarse. (Salvarse de no salvarse.)
Esto podría terminar en un suicidio. No. Es el acceso al buen humor. Después me cago de risa de todo, como entendiendo.
Y se ha de aceptar. Somos obedientes algas como el mar subalterno y la luna súbdita y la tierra regular como un anillo y…
¿Y la última luna? ¿La que domina todas las mareas? Es una pregunta falsa. Allí falla el mecanismo humano. Ningún robot debe saber suicidarse. Ninguno debe comprender que existen talleres. Y peor ingenieros. Ninguno debe arribar al miedo de ser la imaginación. Entonces Dios. Tal vez un loco cualquiera que alucina; hasta un primo que un día escribe cartas y dice que hasta pronto y que besos y que hoy tiene miedo de ser la ilusión de un ciego.

CAPÍTULO DOS: Surf and ski acuáticos en cualquier playa
Algún día, creo, dejaré de pensar que soy inteligente y me dedicaré al vulgarismo de ser al fin un río de millones de apenas gotas. Algún día seré una gota. Espero no caer sobre un asado o un charco de miada (léase con I).
Se ríen, el perro se rasca, Paulina ase (hace) ruido a gallina ronca con las ollas. Bocinas, carrasperas, escapes libres bien impostados, el Fiat de al lado engolado como una gárgara, olores. Alguna hora del día. Rolfi.
Rolfi, es claro, soy el testimonio; el punto de vista, soy las cosas. Me son. ¡Qué integrado! SONÁMBULO.
Ayer u hoy acabé los timbos. Hace siglos hoy transcurrí demasiado. Como haber ido y vuelto en un instante, a todo, a la historia, al nunca, y seguir como si nada.
Mañana leo en una biblioteca del centro, pasado me comeré las uñas.
Me van a grabar (estéreo) [un amigo], mi ego concurre.
Tengo ganas de verlos en la fiesta. De decirte que.

CAPÍTULO TRES: Con mucha vergüenza de haberme caído del patín o la tabla y ser rescatado del fondo del mar con mucho ruido a sal y a vértice. (No musical.)

Último como un vértice. Hací (así) empezaría algo que se tratara del mundo interior.
Pocas veces me descalzo la garganta y camino y me raspo y me pincho sin sandalias, sin palabras, sin recodos ni anteojos que me salven de la franqueza. (………………………………)
Me saqué los zapatos pero me los pongo aquí otra vez antes de emprender la arena caliente.

(los)

TE extraño

Rolfi

(Esta carta fue confidencial.)

279.
QUERIDA GRACIELA

Mi querida Graciela, ya han empezado las cláusulas (estoy escribiendo en el colectivo, «explicativo de los borrones»).
Desde ahora la consigna es nunca, porque así es el imperativo de tus cosas.
Yo estoy más acá de mi propia tristeza con tu imagen al hombro del recuerdo errante, callada vocación de destierro acatada a la distancia y la luna de los otros. Mi mar late de propio corazón, como los sapos, pero no tiene plenilunio que desbloquee rebeldías porque el corazón es un galeote nómada, y es mejor si inventa solo el rito de nadar tanteando tumbas, pero tascando la fatiga y el y el vigor de ser su propio barco.
Un día eras de ritos silvestres. Los ojos de gorriones extendidos hacia el infinito de los túneles.
Y toda tu catedral de oro con el sol del mediodía multiplicado de ecos en tus ámbitos sin misa.
Después el mundo, la mano, la trinchera, la esquina ciega y el paso perseguido de navajas.
El plenilunio regalado, una manera más de hacerte profecías.
Pero el miedo estaba en los zaguanes y la luna era de pan y cal y tu corazón buche de savia en un punto de mediodía batallado, depuso la canción de hornero, el simple barro y el himno de presagio y mediodía que se comen los dulces asesinos (porque los niños nunca son desnudos).
Y allí no más esa tarde, derrotada, depuestas tus trincheras sin guerra y tus muertos sin sangre adherida a fervores sin canciones porque el miedo te impidió los héroes.
Yo soy un rasgo de silencio cobardía vertical sin asesino, pero me digo, me nombro y canto y sé el propio tallo de mis sombras, devoción crecida de las piedras como el submarino tesón que alza las hiedras con la obscena infalibilidad del cáncer.
Tu tú largo árbol azul, pasión de abejas sin la prostitución de las plazas a propósito, el mundo es un lento veneno que logrará tus mecanismos asestándote la ferocidad de balcones y engranajes.
Mueres, mueres, mueres, como las cosas que inauguran una nueva vida y pasan por el día sin alzar los hitos ni inaugurar las cruces.

280.
QUERIDA GRACIELA

Dos cosas no serán en esta carta. Una, escribirte al final lo que vos misma dejaste en aquel papel, una noche que todavía importa aunque diga cualquiera; la otra cosa que no será es hablar de alguna carta que no te ha llegado y tal vez no te llegue.
Todos tenemos un tiempo. Ésta es la primera vez que te hablo del tuyo. Tal vez un día vos me hables del mío. En realidad no importa. Ahora me hago a la espera como un labriego que a la orilla de la tierra echa a andar un tiempo frutal.
Un día te tragué los ojos; ahora te los vivo como la tierra convocada en la semilla.
Por eso te hablo de tu tiempo, de los ojos; porque yo tengo un pedazo de tu tiempo y de tus ojos. En realidad todos tenemos los ojos y el tiempo de todos. Encontrarse es poner un costado en un costado. Por eso aunque tengamos el tiempo y los ojos de todos, no todos han sido por nosotros.
Aquí te alargo una hora para ser en los dos, nosotros que sí hemos pasado por nosotros.
En el escritorio de mi padre tengo un montón de cuadernos y papeles entre los que está tu letra.
Esta carta ya ha terminado.
No puedo cumplir (por ahora) ni con el formulismo de intercambiar lo escrito una noche, ni con el de pedir perdón. Por eso me limito a desearte suerte en los exámenes y tratar de volver a las cosas que no nos sobren.

Un gran beso.
Hasta mañana.
Tal vez te mande esta carta.

281.
GOLPEÉ TODO LO QUE PUDE

Te he despreciado tal vez como si sólo pudieras ser apariencias y no obstante golpeé todo lo que pude para saltarte la pintura, para hacer un lugar en tu coraza y poder mirar el frío y el miedo que abuzan por adentro. Entonces me encontré. Como si tu segunda defensa fuera pintarte de espejo debajo de tu primera apariencia. Me encontré y me sentí solo rodeado del miedo de haber entrado imprudentemente, en el que comprendía era mi último minuto, mi último sitio, como alguien que comprende en un salón de espejos que lo acaban de matar.
Cuánto tiempo, tal vez la eternidad, para presenciar la propia muerte.

282.
¿Y QUÉ ESTAMOS DISPUESTOS A DECIR?

Y qué estamos dispuestos a decir, sino nuestros propios parapetos. Hacer un caracol de grito y escondernos. Topos en nuestra propia garganta indescifrable. Y las cosas siguen en pie, fantasmas impalpables, como asir las ideas con palabras.
Y las cosas siguen en pie, mientras haya alguien que las piense.
(El pensamiento es una manera de existir que no se repite.)
Pero decimos diariamente como haciendo camino hacia nosotros que nunca termina.

283.
SIEMPRE EL SILENCIO

El silencio es un sitio para cualquier palabra. Allí esperamos siempre.

284.
TODO ES NUNCA PARA NOSOTROS

Cada día te digo adiós, cada día me despido de algo tuyo, cada cosa nueva es un nunca para nosotros.
A veces no sé si contribuir a las ocasiones es imprudencia o no hacerlo es cobardía.
Abrir un ciego cuando todo lo visible es espantoso, en un rostro bajo la mano fundamental como una red o un buzo.
A veces se naufraga, se pierden los hitos, los árboles que numeran el camino, alguna cosa cualquiera que sea otra y nos pueda un rumbo. A veces se ciego todo como la nada.

285.
TRANSPARENTE

Qué más da si llego o si parto, si soy o me imagina. ¿Qué es una línea a partir de nada? ¿Qué importaba entonces saciar mi vez en dos? Me sentí transparente como una hache.

286.
TUMBAS EN MARCHA

Voy tildándome la historia con rostros
como un camino donde clavo cruces
pero qué lado del espejo soy verdad
qué historia he muerto o vivo en los dos
infinitos que separa una tumba.
¿de qué lado del tiempo soy verdad?
Y tu olor en francés y tus telas francesas
y tu mentira en francés y tu pobreza sin patria.
En un púlpito de tu sangre me existe un espejo vacío
¿qué palabras vive un silencio como una sombra que no se ha cerrado nunca? Allí respira mi fuego
gato derretido de agua roja. buscándote la veta en el cerrojo savial que te vive. Todas las cosas son clausura de un nunca que se cierra la primera vez. De tu garganta me asume la eternidad de un caracol. Sonar en tus catacumbas como la última palabra hace la sombra eterna del silencio. Hasta que te hinches como un templo de oro
en canto con mi grito de sol.
Voy viviéndote el pie, pájaro de pan y caña
como la hiedra en la raíz hasta el hornero.

*

Y qué decir, cómo emprender este primer silencio que desmantelaré, que colonizaré, que invadiré y poblaré poco a poco como algún día tu sangre, una larga ciudad, sonando al doble rostro de nosotros.
Entonces ya me lavo todas las sombras arrojo el inútil peso de lo adjetivo para clavarte el embrión savial, la verdad sin actitud, sin manera sin vez y sin historia.
Esta verdad que no cambia, este inmutable absoluto en el intiempo de lo eterno. este infinito. Por eso echo al agua la sobrecarga de todos mis símbolos, mis fetiches mis dogmas mis ramas sin después mis rumbos oblicuos mi número lateral mi costado numeral, mi orden mi todo y este que, este lo esta única realidad incomparable sobrelleva mi costumbre de haberme inventado ciego.

*

caigo las palabras como barcos
con los fetiches de mis templos que viajo
pero el punto de partida no nos da
y yo apenas sé que nos
como presintiendo qué decir y digo
sólo es alguien en alguna parte.
pero tal vez. todo tal vez
barcos transparentes a mis manos
y tantos rezos como éste y tantos solos
y en ese caso sólo el mar
que no podernos testigos
porque cada uno sólo nos la locura porque ¿qué otra cosa?

*

Impotencia de ser poeta con palabras
enseñarle a imaginar a un ciego
ciegos todos, mutuamente todos
acomodando signos sin.

Yo dije que mi cara no tenía importancia, que es sólo un rótulo para que me reconozcan, también por los ojos.

no hay nada mejor que otra cosa,
sólo preferimos o es más útil.

como una hiedra,
pongo mi raíz en una vez
y parto con mis brazos hacia el
infinito del nunca.
Algún nunca sé que desde nunca

287.
HE LATIDO EN TODOS LOS ACECHOS

Reí hablá sé franco jugate deponé actitudes fijas y sin espontaneidad y salí de vos cuantas veces sea posible, que si bien es cierto que tanto va el cántaro… que (al final la seca):… rompe; cuando se rompa el cántaro habrás dejado un sendero tan marcado y aprendido que en vez de necesitar de llevarte el agua a tu casa para lavarte a la sombra, solo, sin saber si te queda o no mugre en alguna parte, vas a ir a la fuente y meterte en ella, integrarte, participar de la gente, en la gente, y no a la vuelta de ella y sus veces, en tu hermetismo, como masturbándote.

Ya no queda nada por decir.
pero todo lo que de alguna manera repita ahora
será un barco reconocible,
pero hay un rumbo nuevo.

Quisiera decirte,
entonces pienso que toda mi actitud de palabras es el rictus de un árbol
que solamente hermoso o raro o árbol
y que tal vez grita su clamor de árbol

Ya no hay tiempo de haberlos
sangre muerta, rota
solucionado.

288.
¿NO TE PÁ?

Querida Gache,

se me ha ocurrido pensar que nunca insistí mucho en hacerte comprender que te necesitaba. Tal vez yo nunca lo noté tanto como ahora. Te necesito inmediatamente y para siempre, urgentemente y lentamente. Quisiera poder hacer cosas buenas para vos. Me gustaría ser un héroe o un gran Poeta o un tipo muy pintón o etc., pero sin ser esas inclinaciones auténticas, es, más que nada, la impresión que me produce la intención de complacerte.
Yo te quiero mucho. No sé si podría quererte más. Si así fuese me gustaría quererte mucho, muchísimo más.
Por supuesto que para hacerlo y sentirlo me basta con lo que es, que, no te imaginás cuánto.
A veces se quiere tanto que llega a hacer cosquillas o a doler. ¿No te pá?

289.
UN AHORA OBSESIVAMENTE SIEMPRE

¡Tantas veces! Y siempre importa una, aunque hayan sido tantas veces.
La única certeza cada día es un ahora obsesivamente siempre, porque ya perdí la cuenta sobre los calendarios.
Pisándome el tiempo, buscar la paz o huir de la ciudad sin encontrar nada.
El mundo inexorable es siempre un sitio implacable. El mundo siempre es dónde. Hasta allí, en ese último banco del lago donde puedo parecerme a los niños que me pasan por alto, o puedo ser monstruosamente extraño, remoto, diferente.
Hasta allí el acecho inevitable.

290.
HE VENIDO A DECIRTE QUE ME VOY

Las razones del amor son siempre explicables.
¿Cuáles son las del olvido?
Si me disecaran el aliento hasta
el último nervio, si me desmantelaran
piedra a piedra la mirada
como un edificio hasta no dejar una
sombra, si emprendieran el recuento
de mi alma con las más minuciosas
tijeras el diagnóstico sería: amor
El veredicto sería la vida.
Tú tienes otra página que escribir tal vez más solitaria. Pero quizá encuentres más sonrisas en tus lágrimas de las que en la garganta esperas. A lo mejor un día te levantas con un anzuelo de luz, por la mañana, y vas a abrirle la puerta a un camino fecundo que te llama e invitas a entrar a la primavera y abres la boca turbia de los roperos prohibidos y echas a volar puñados de música por el aire de la casa y abres las ventanas para que salgan huyendo las incrustadas soledades.
Me voy como el que huye de un incendio. No quisiera despertarme lejos y preguntarme por el desastre sin saber responderme y tener que huir de mi huida durante el largo camino de la cobardía.
Quiero dejar una jornada con pies de honestidad. Quiero una travesía sin estelas como heridas una partida sin dolor irremediable por la espalda.
Las lágrimas son inminentes. Lo hemos dicho tantas veces. Pero por este arduo recorrido tus pies se han hecho árbol y los míos agua. Vos te quedas y te moran pájaros yo me voy y me habitan a veces unos cielos reflejados. Las piedras de la ruta acomodaron nuestra identidad irrevocablemente. Irrevocablemente alas, ya no me quedan anclas, el viento del otoño me desgarra los mástiles del corazón mis venas se hinchan con demora, hay horizontes en mis ojos que emigraron hace mucho.
La vida no tiene perdón para la vida.
Mi alma zarpó a una nube hace ya tanta partida. Ahora me toca a mí que me quedé demorado a acomodar algunas cosas que lloraban o llorábamos demasiado.
No nos juntamos para vivir, sino para amarnos. El amor era la vida. A veces partimos de la vida para recuperarlo pero ya el tiempo nos pide la cuenta de nuestras cosechas. Hay horizontes verdes en mis sueños.
Pongo tu foto sobre esta página mientras escribo, así es más decírtelo, más vivo, más serlo, y esta carta no se vuelve uno más de los tantos mohos que nos derrocan, un poco más del inconfesado armamento de la traición.
Quise oponerme a la sequía a veces con obstinación de cacto. Mis espinas te picaron. Me volví lagarto y repté por tus días con silenciosa muchedumbre de vacío, entonces me pisaste porque no me veías, me intenté alacrán para asustar tu pie y tuve miedo de serlo demasiado, sólo me quedaban los pájaros y quise volar para adornar con algo de poesía nuestro páramo desértico y no hice más que levantar el vuelo para inventar un rumbo de rosa y vi a lo lejos (en esos lejos que nos pasan a veces tan cerca) un jardín incalculable de flores que yo no conocía. Entonces supe que siempre había sido ave y recordé ese jardín que venía buscándome inmascarablemente por entre brotes y altares y tránsito de despedidas.
He venido a decirte que me voy, que me he ido que tal vez nunca he estado aquí. Nada de eso es verdad. No existimos hasta que no encontramos el espejo. El que fui te quería. El que soy no te ha querido nunca. Por lo tanto debo haber venido a decirte que estoy muerto que Rolfi ha muerto que se transformó en pájaro carpintero y se metió dentro de un tronco y nadie puede ahora adivinar cuál de todas las flores del árbol soy. Para qué contarte que hay una abeja que salió del corazón del oro que sabe mi flor y viene a veces a encerrarse conmigo?
Cada vez estoy menos triste, me cuesta pero creo que es inapelable, que estoy obligado a vivir rotundamente, que las anclas que pesan más que el barco tienen algo de suicidio. Sé que fundé mi zozobra en la isla de otro navegante. Buscando leña y fruta para abastecernos encontré la mía, había un paisaje que reconoció mis ojos, huellas que llamaron y saludaron a mis pies. Vengo a dejarte la fruta y la leña.
Allá lejos me estoy esperando a comer me estoy esperando a vivir a besar a ser a crecer. Encontré la tierra de mis raíces. Nunca sabía por qué era estas abejas; allí las dejé, había tantos pétalos. Y ese hondo zumbido en mis ojos como el de los caracoles… ahora sé de dónde traía la canción.
Debo pedirte perdón por la tormenta que me arrinconó en tus costas, por haber encallado en tus dientes por haberme quedado a pernoctar en tu isla, por no ser en fin ni un buen piloto navegante ni un buen carpintero para arreglar el casco roto de mi embarcación. Ahora me voy, dejo un poco de devastación en tus selvas estragos de hachas en tus troncos, me llevo en mi estructura un poco de tu madera he calafateado mi buque con la saliva y la sangre de tus plantas y después de agotar tus racimos me voy dejando los pecíolos desnudos.
He venido a que me digas que soy un hijo de puta. Ya lo sé.

291.
LOS INCOMPRENSIBLES GRITOS DE SOLO A SOLO

Ah! Jaron, qué inexplorable miedo de no saber cómo ni con qué ser amigo. De repente encontrar otro principio, una puerta donde ser nuevos de nuevo, con el miedo inicial a la mitad del camino.
De ir hacia nosotros nos quedaron gestos en las palabras, palabras que medían el mismo sentimiento, como casas que aprendimos a vivir juntos. Un día, de regreso (pero no de regreso del nunca), podríamos encontrarnos los dos en una puerta, los dos regresados al mismo tiempo a la casa de una palabra que nos soledad mucho tiempo. Y no preguntaríamos por las espaldas ni por los caminos ni los rostros recogidos en el exilio. Sólo retomaríamos un día que quedamos esperándonos, reconociéndolo todo como las golondrinas que vuelven al mismo campanario. No te entiendo, pero aunque pudiera, ¿qué conseguiría? Si en verdad, no se está más cerca por saber la medida de la lejanía. Sí, tal vez sirviera de algo, tal vez sería como tener el rumbo de volver, como saber por dónde el regreso. Pero a veces, se vuelve sin camino. De los más abismados espantos nos despertamos de mañana.
Y qué importa si cartas oscuras o laberintos de palabras o palabras claras pero vacías. Qué importa lo confuso del haberse ido, los incomprensibles gritos de solo a solo, si la claridad importa sólo en volver.
Amigo, no siempre estamos, pero nadie diría de nuestra casa que ni siquiera vive o un huérfano o un asesino que entran de noche por alguna ventana para calentarse el frío.

292.
SIEMPRE JUNTOS

…Y allí estábamos, innumerablemente indivisibles como el humo.

293.
INFINITOS COMO LA NADA

Tus pies tienen flores en el camino, lámparas en la noche, manos y lámpara a la hora del ciego.
Tus pies tienen raíces en el camino, tienen testimonio y tu historia.
Pasan ríos de guerra y hombres y cementerios, pasan vientos de cantos, de manos calientes y ventanas, pasan púlpitos a oírte y señalarte.
Pasan lámparas de sombras y estrellas vacías.
Pasa.
Y yo apenas en un día sin nombre y sin número, sin la sorpresa de ser, sin el asombro de somos, en un día sin historia o deseternidad (como los de las cosas que buscan encontrarse desde alguna parte o desde mañana) paso con mi ventana ante la tuya sin frenar todo lo que nos está humanos, y apenas sabemos que nosotros, que aceptamos, que nos debatimos en el naufragio cotidiano más allá o acá o más a tiempo y mundo de un día que no existe.
Entonces aceptamos otros rostros, la distancia, como siendo más dulce esperar para otra historia.
Porque mis pies tienen espalda y frente y semillas y sangre y testimonio y mi historia.
Pero donde no nos encontramos, donde sabemos que nuestra diariedad no nos hallará jamás, como buscando con ojos de lenguaje diferente y carne de una dimensión distinta, tal vez con la única verdad que es el silencio, la profunda mano tendida en una mirada sin carne que a veces emerge de sitios donde no estamos o de la nuca, sabemos que nosotros, en una espera que nos hallará más allá de todo.

_________________

294.

No quiero acarrear estos puñales
suministrar alas heladas
ni amputar sueños.
Todos somos el derecho de todos
mientras yo festejo nuevas anclas y brújulas nuevas
tú vas por la casa recogiendo fotografías.
Yo te quería tal vez
tal vez te quiero todavía
tal vez tantas cosas todavía.
Tú estás lejos enhebrada por pasillos y trincheras
por ventanas que la mañana moja
con sábanas infinitas
y yo estibo en mi garganta este árbol de clavos
yo llevo tu muerte
en mis manos que lloran y tiemblan
porque querían ser golondrinas.
Amiga
vieja compañera
mi amor no puede sucumbirte
pero se me escapa del alma.
Esta impotencia de redes
esta agua que se adelgaza entre los hilos
Cómo puedo morirte sin muerte?
cómo puedo vivirte sin morir?
Hay volcanes que tiran de mis ojos
como toros empecinados
hay timones que llueven sobre mi corazón.
Yo te quería.
Y hasta a veces me lamía sediento las heridas
y vigilaba anhelante las espuelas
de nuestras batallas.
Recuerdo nuestra cama
la última
como un barco
tal vez como una mesa sola en una casa sola
recuerdo tu espalda
tus ojos distantes
tantas veces mi mirada naufragada
mis huidos cuadernos
mi fulgor de ceniza
mi ronquera de rincones
recuerdo una por una
cada cosa.
La geografía de mi memoria
se echa a dormir en las bahías de tu cuerpo.
Y yo no quiero dolerte
yo no quiero las palabras del olvido
esas que amordazan los antiguos poemas
las que arrasan el amor con el nombre nuevo del amor.
Yo no quiero pisoteando borrar con pies desaforados
aquellos caminos esenciales
aquella amada piedra
el árbol sospechoso
el primer jardín de las distancias.
Durante tanto fracasado milagro
durante tanto extravío he querido quererte
tal vez lo conseguía
he querido juntar en un retablo amanecido
los pedazos indescifrables de mi alma en ruinas.
Y en ese inventario de turbias demoliciones
de escombros de suicidios a los que llegué tarde
tantas veces no encontraba mis pies o mi nombre
o equivocaba el orden de mis dientes
y ponía esa incriminada golondrina
en el lugar sonoro de mi corazón.
Estas páginas son siempre las sábanas del amor
las de los pies fugaces de mi boca.
Y en una ráfaga de agonizadas palomas
veo aquel denodado poema
la letra vegetal del amor que se hinchaba
veo aquella estrella hecha de beso
el muelle tanto pan y algo ventana de la espera
en que nos dábamos la mano para tantear al hijo
que venía
y vena
por tu cuerpo
con su inmóvil galope de duraznos
su naranja de terremoto
sus manos que se han hecho pequeños barquitos de papel.
Perdona que no ponga si lloro mientras escribo.
El canto de la muerte es en silencio.
Yo sé que a veces creías que por vertederos finales
y cerrojos
amainaban esas cartas y esos lejanos meses de lejanía
y esas fotografías ocultas que te dolían silenciosas
en algún cajón
donde se guarecían monstruos
y venenos
y nombres prohibidos.
Yo sé que a veces detrás de mis desnudos antifaces
sentías gemir
crujir
jadear
o suspirar los tallos que se iban despertando
y que contabas con genital paciencia
como las de aquellas plantas que eran casi flores
las hojas nuevas que recuperaban mis pupilas.
Yo sé de mis trincheras
de mis uñas
de mis agónicos recodos
sé de algunas palabras
que se escapaban como humedad o promesa
de esas intrincadas olas del asalto sin besos
de la espuma a veces solitaria
de los arcos iris que no tenían suficiente cielo
y de las otras playas extáticas a veces
donde entre viejas resacas íbamos reconstruyendo
con ansiosos dedos y clavos de saliva
el barco de nuestro primer naufragio.
Todo lo sé.
Sé que las flores serán las de un desierto.
Sé que te di una paloma herida que cuando trató de volar
abrió su tajo en llamas y te mojó de sombras.
Te dije que vinieras y te dije que no vinieras
te regalé las llaves pero clavé la puerta.
Qué puedo hacer.
Cuál es el primer día del fracaso?
cuál es el límite de la derrota?
hasta cuándo se golpea
hasta cuándo se uñas y muñones
en este derrumbado túnel
sin salir o morir?
No volvimos a preguntarnos por los anzuelos primeros
por aquel zarpazo de nombres que entró o entré
como una inundación en la casa de nosotros
derrumbando sillas y mordiendo retratos.
O mejor no volví a respondernos.
Fui de nube o peor de humo
anduve escabulléndome como un fusil
con la promesa debatiéndose y la traición furtiva.
Tu dolor me duele con páginas vacías
con días que no supe que iban siendo despedidas
tu dolor me sube como un candado y me muere
me escupe la voz con flores de raza equivocada.
Tu dolor soy delito y sacerdote del otoño.
Pero hay caminos que estallan las anclas
una marea de caminos
una marea alta
una noche de faros ululantes y tiniebla a gritos
y yo zarpo como naciendo o muriendo
y te arranco de cuajo la memoria.
¿Cómo pedirte perdón
con qué palabras
con qué caricias secarte la casa solitaria
con qué besos enjuagarte los besos que no quedo
con qué olvido no haber sido
con qué recuerdo quedarme?
En mí se trama una rosa de desiertos
un nudo de ebriedades sin Dios ni horizonte.
Tantas veces parto
tantas veces apenas llego y apenas parto
después de tanto apenas vuelto.
Tantas veces mi hijo me ata la sombra
con sus atroces juguetes
y me fusila con su voz de colibríes
con su voz pequeña de candentes precipicios.
Tantas veces.
Tantas y estas fotos con que me suicido de a poco.
Este minucioso veneno
qué puedo hacer
cómo quedarme este espantoso equipaje de cuevas
metido siempre hasta los ojos
en mis cuadernos de pozos o trincheras.
Yo quisiera llevarte la mañana
un racimo cotidiano de canciones
y esas rosas que hablaban rojamente
como un pan de velas encendidas
pero te llevo la ronquera de mis manos
mi voz que tropieza
y un espejismo de días sin bandera.
Quise fundar mi memoria
deponer mis lejanías
redimir mis huellas
rendir mis salados recovecos
decirte un día
después de tantos días
que ya había vuelto
darme cuenta de tu mesa congregada
y apreté los dientes y cerré los puños
y contuve el aliento de mi arreciante podredumbre
pero te clavé de desertadas canciones
te crucifiqué de desmentido herrumbre
con altares disfrazados
con cadalsos que tenían voz de sirena.
Tal vez dos muertes no sea bastante
mis pezuñas criminales devastarán cada cúpula sagrada
cada almena depuesta
cada arco de rosas que se te haya caído en la batalla.
Y yo quedaré herido con tu espera
con tus rosas de nuevo
con tu traicionada primavera.
Y yo quedo herido pero no me muero
y mi herida es culpa
y mi dolor tendrá sonrientes espejos
cuando no quiera verme frente a frente
con el cuchillo ensangrentado de luna
y el poema ensangrentado de silencio
cara a cara con el crimen.

Un día en nosotros fueron todos los ovarios de la tierra
telares de alba nos buscaban la lengua
carcajadas de lava levantaban nuestro aliento
desatados ríos acarreaban
la primavera hasta mi cama sin cenizas.
En el pan nos encontrábamos y en la campana
y el aburrimiento no andaba socavando ni enmoheciendo.
La rutina no lamía las cosas que sostenían el día.
¿Cómo decirte que ahora sí.
Dame tu herida como una sonrisa
para poner mi puñal como una rosa.
Cómo puedo no terminar esta carta
con aquella misma estrella
cómo besar la frente de nuestro hijo
yo cómplice de la noche
polizón de la puerta.
Cómo martillar su mirada desnuda
con mi espalda turbulenta de nuncas?
¿Cómo cambiar tu nombre por el de una hermana
cómo darte de beber estos andenes
cómo asestarte este puñetazo de lágrimas
cómo decirte estas equivocadas brújulas
cómo pedirte que guardes
los zapatos viejos de mi historia?
No me voy de tus altares a otros templos
mi boca no trasborda nombres
mis sueños no se visten de nuevos lenguajes.
Me he quedado sin Dios
eso es todo.
Ahora ya sé que no puedo construir a Dios con sólo rezos
a pesar de que nunca tuve palabras suficientes
ni manos apretadas suficientes
o que ahora nunca las habría tenido.
Pusiste en el teléfono tu voz
como una ofrenda
como una mansa llamarada de campanas.
Yo les arranqué el domingo
les amputé las alas
te escupí la lengua con ronquera.
Siempre el mismo labriego de flores venenosas
de cosas con las que no se puede hacer pan.
Ahora necesito quitarme la coraza
ser mucho más víctima
decirte que lloro
ser menos culpable
estar un poco loco
tener olor a sonámbulo
pasearme por nevadas cornisas
abrir la boca para que entre
alguna herida a raudales.
De par en par el silencio
para tener alguna lápida
que llame a los que vendrán a perdonarme.
Y sin embargo no comprendo el perdón.
No sé siquiera si edifico en esta página
un espejo
si le escribo esta carta a mis insomnios
a mi conciencia
si quiero demorar la copa clandestina
la azotea que se derrama sobre las sirenas
los sueños desterrados.
No quisiera ser el turbio sacerdote
la ritual cicatriz
la canción que se condensa y lava.
No quisiera ser mi absolución.
Quiero bayonetas ladrándome
jardines ladrándome
arrojándome puñados de sequía
conminatorios hermanos
sin sillas para mi destierro
un inventario de soledad para mi culpa.
No soy un emigrante
prófugo de la tierra
gangrena planetaria.
Pero antes de irrumpirte esta carta
antes de estallarte la boca
de hacharte los ojos
y machacarte hasta la última ceniza
quiero dejarte el mapa de mi cueva
el itinerario de mi despavorido escondrijo
para que si un día
amaina mi crimen en tu carne
y puedes enterrar también
las cruces de tu cementerio
vengas a mis costras sobrevivientes
a encontrar al amigo que también fui
nube
que tampoco claridad
que ni siquiera pañuelo.

He releído esta carta durante la que mi boca
no tropezó
ni acampó para secarse el sudor.
Apenas alguna ventana del avión
el tórax americano
disminuido bajo la altura
como una dentadura de piedra.
Montañas desencadenadas
cráneo
mandíbula geográfica.
No podía detenerme
borbotones de lámparas envenenadas
se me desmoronaban por dentro
y caían al renglón amigo
al silencio ordenado
e inventariado en blanco.
Hay en los hombres la misma
fatigabilidad de la tierra.
A veces se cambian las semillas
a veces se amamanta el polvo
con sus propios hijos
como las gatas que se comen la placenta.
Y a veces a pesar del sudor
de las tempranas fatigas de las lluvias
y las nobles semillas
la primavera sopla en la flauta terrestre
pero la canción de espigas no brota.
Es entonces cuando el terreno está ronco.
Los cardos andan recuperándome el alma.
Con esto no digo
que ninguna flor es cierta
o que no podríamos poner
los mismos cardos
en un jarrón
sobre la mesa.
Digo que la arena me intenta
que la piedra me interrumpe
y la aridez logra mis vetas.
No quiero los nombres
cotidianos del amor
para nombrar su muerte.
Sería demasiado doloroso.
Amiga
yo tengo esta enfermedad de tinta
y a veces la piel de mi alma
se oculta debajo de mis costras
se esconde en el agua de las ampollas
bajo el pus enmascarado de las pústulas.
Tú lo sabes
has deletreado mi boca tantas veces.
No puedo emprender este lanzazo
sin disfrazarlo de paloma.
Voy de carta en carta
de nombre en nombre
de amigo en amigo
de recuerdo en recuerdo
palpando a tientas
el óxido y el terciopelo.
Hablo a los amigos con que hablábamos
lloro sobre nuestro cubrecama en mi memoria.
Les sonrío a las macetas del balcón
a través de la distante ventana.
Estoy solo en esta culpa
como un cáncer de carbón en una napa de oro.
Y no sé mentir ni decir la verdad.
No puedo quedarme ni partir.
Lloro o sonrío
le hablo al espejo
al aire
me miro la memoria al espejo
me miro el crimen y el silencio al espejo
me miro la vida y el futuro al espejo
sonrío o lloro
es la única imagen que recojo.
Si pudiera haberte regalado muchas más flores
flamantes puñados de canciones
una camisa de besos para tus hombros
donde hacía pie la tarde…
Recuerdo cuántas veces volvíamos de la rabia
con espuma de cuchillos en la boca
salpicando gritos derretidos aún
y de repente la espuma era de súbita flor
los gritos eran súbitamente tules que volaban
y deponíamos esa especie de odio indesterrable
escondiéndolo bajo la alfombra
detrás de algún párpado
o entre las muelas junto al musgo del tiempo.
Recuerdo cuántas veces
estuve por escribir de nuevo
la palabra amor
y mi garganta se agachaba
o se quebraba en el aire
como un barrilete roto
y te decía apenas una mirada esquiva
un recodo en la boca.
Nunca habré sabido dónde empezaba esta carta.
Tal vez en algún descuidado ademán
en un borbotón de murciélagos
cuando vigilábamos mariposas o atajábamos
guitarras con el pecho.
No lo sé
no lo sabré.
La vida es un laberinto sin retroceso.
La piel de la tierra era toda caminos.
Tuvimos pies para éste.
El destino era cualquiera
y emprendimos esta memoria
con lentitud de empecinados dientes.
Y aquí estamos ahora.
No puedes mirarme a los ojos.
Te llamo para que lo hagas
para que precipites tu última herramienta
tu último anzuelo ávido.
La vida no nos permite
una vuelta de pista preliminar
un recorrido estudioso.
¿Cuántos errores nos quedan-amos
por nacer o morir?
Yo no lo sé.
Ayudémonos a alguna paz cualquiera.
Yo siento que llegamos
a la cima de nuestras manos
a la cúspide de nuestros almanaques.
Aquí nuestro camino cae bifurcado.
Nos queda un único cauce común
la única vaina donde esconder esta ceniza
nuestro hijo.
Él es el guante que guarda
nuestras manos juntas.
Qué más puedo decirte?
Es cuestión de decidir.
Decidir quedarnos o decidir partir.
Decidir durar o decidir decidir.
Y yo tengo miedo de saber
que ya he tomado mi rumbo
que ya he echado a andar el viento
que mis velas se hinchan y tiran
y que el tiempo ya me da la nuca.
Quiero un último tramo de espejismos
para arrancarme si es preciso las manos
buscando el agua en nuestra arena.
Por eso quiero que vengas
para que la tal vez última vez
no haya pasado inadvertida.
Caminar por un muelle como un ciego sin saberlo
es un poco lo que no habría pasado
no es justo resbalar.
Debemos arrojarnos o permanecer de pie.
No elijamos la cobardía del tropiezo.
Ya tanto ha sido casualidad.
Yo no quiero darle llaves al destino.
Soy yo el jinete de mi vida
timonel y fogonero.
Subámonos a la locomotora aunque sea sangrando rieles
pero mereciendo el rastro que dejamos
aunque sea de escombros y gangrena.

295.

He puesto sobre la mesa sus fotografías
no pude acomodar su ausencia
porque hace ya muchos poemas
se disipó con ciertas cosas
Mi ropa está aún en la maleta
He escondido tu retrato en un cajón oscuro
porque no quiero mirarme la memoria
con esta mirada nueva
He dejado el tiempo sobre la mesa
pero se fue a la calle
con la noche a cuestas.
Yo estoy con la tristeza puesta
desnudo sobre la cama
un poco sábana el cuaderno
y esta fría sábana extranjera
A veces me asalta tu nombre
como una actitud de supervivencia
pero me muerdo los labios
y escondo en el cajón la lengua
Todo lo demás lo escondo aquí
quiero que sepas.
Ella mira desde mi alma desierta
yo no la miro
yo no la miro a ella
Le he pedido perdón en una carta
Le dije los caminos y también la tristeza
Le dije que las cosas se me escapan
que huyen a veces al poema
y que algunas otras se refugian
mucho más allá de mi cabeza
Le dije que no te he conocido
Le dije que nadie y me mordí las venas
Le dije que me crecen los zapatos
que a veces me entristecen cosas viejas.
Ella no dijo nada estaba inmóvil
en el aire ausente de la pieza
la carta aún no la he cerrado
para que mi corazón la lea.
La he escrito para mí, para mis culpas
para que me indulte aún la primavera
para que vuelva hasta mi insomnio
en los feroces días de la condena.
Mi sentencia es la vida
no hay nada que quede más afuera
Miro otra vez su retrato es siempre el mismo
ella me mira yo no la miro a ella
La tristeza es a veces infinita
del olvido ya perdí la cuenta
el alma vuela se evapora
y se asienta en cada cosa y queda
Ahora ya termino esta paloma
es la hora de ti, es cuando llegas
y atracas tu perfume inmenso
entrando como el alba por la puerta
el recuerdo es una flor nocturna, se abre
mi alma se evapora y vuela
tu imagen la tripula amiga
tu nombre la ilumina compañera
Toda mi historia duerme dolorida
Toda mi historia canta y se despierta
por la ventana entra tu canto amigo
y el silencio huye por la puerta.
He venido con los besos a la página
con los dedos untados de tu ausencia
tu cara pleniluna mi recuerdo
tu vida me está haciendo poeta.
Tengo que hablarla por teléfono
(Tengo que hablarla por teléfono)
Tengo que contarte algunas otras cosas:
tengo una foto mucho más pequeña
que me mira y me hunde ya lo sabes
que me asesta su pálida inocencia
Voy a buscar tu foto ahora, ya la tengo
es esa donde tú me besas
o te beso yo o nos besamos
y el aire hace el amor con la tristeza
(el aire hace el amor con la tristeza)
Ya las tengo todas casi juntas
pero aún no las puedo poner cerca
Él me anuda a su mirada inmóvil
mi alma consiente a su mirada inmensa
Ella me mira yo no la he mirado
Tú que me besas
Yo que creo que comprendes ahora esta tristeza
Ella me mira yo no la he mirado
Tú que me besas
Comprendes ahora esta tristeza?
Ahora debo decirte francamente
que miro su retrato para hacer que vuelva
como una resaca todo lo pasado
Sabrás entonces, si después de ésta
no recibes otras cartas encendidas
que he dado aquellas cosas por perdidas
en el fondo de las fotos y que ella
me sigue mirando y yo también la miro
y que tus fotos quedarán sobre la mesa
cuando esté partiendo cuando me haya ido
por un olvido que tal vez recuerda.

296.

A veces te pienso
dormida
(porque siempre te pienso cosas fáciles)
en una playa cualquiera
lacia como un pájaro
tu boca de gaviota como un puerto vacío
y yo llego
(en los sueños hago lo que quiero)
pienso que tus ojos cerrados se parecen
a redondas flores de silencio
y te los beso
o busco no sé qué polen
en mi ciega sed de zángano
y no te despiertas
y juego entonces
como enjuagándome las manos del mundo
en tu pelo ronco de arena
y te miro la boca
como una gaviota frutal
tu boca lacia en la mansedumbre del
silencio.
Cuando hayas leído esto
sabrás que ni siquiera en sueños
bajo a beberte la sonrisa.

297.

Amo tus dedos de mimbre que he visto
latir como palomas
y tu silencio sin principio
al que no pude asestar una palabra.
Amaré tus cosas (ya lo sé)
una por una mientras sean,
y amaré tal vez, el quizás odio
con que te nombre a lo mejor mi abandono de mañana.
Te amaré como cumpliendo una lejana
profecía,
te amaré y sabré ese desde siempre
con que se esperan sin saber las
cosas que serían
Amo tus mil quizás con que supongo
tus cosas,
y tu tiempo a la espalda que me duele
porque ahora sé que era una espera
que ignoraba.
Amo tu vida azul que no me has
dicho
la piel de tu voz nunca tocada
y esta duda de todo que te vuelve incierta
Amo tus ojos de luna quemada
y de ombligo y remanso o caracol ausente
Amo el lanzazo o la ternura de tu
dedo que apacigua
tu pelo de tormentas y de olas amansadas.
Y esa dócil entrega en que mis mejores
palabras se hacen tuyas y esta
primera manera de hachar como
un náufrago un muro de silencio.
Amo este rito de mirarte a la distancia
y tu tal vez lateral sospecha de miradas.
Amo el estruendo de silencio
en que te callas
y esta aún lejanía que te acerca y te
hace sueño.

298.

Para tus uñas como olas detenidas
para tus párpados de sepulcro y uva rota
para tus rincones que no descifra el sueño
para tus encías de sandía y tu seno
de miga
para tus dedos de caña y de guitarra
para tu silencio después de tu palabra,
para todas tus maneras que yo ignoro
para las cosas más simples con que eres
para tu olor madurado y tu ensimismamiento
para ellos tengo un sueño, una
palabra y una costumbre que no
empieza

299.

Arrasaré tus territorios de silencio
con teas de alaridos
y amansaré tu hermetismo huraño y temeroso
como inventando contigo algún lenguaje
primero
y esperaré sentado ante tu tierra
como un labriego
Lavaré de sombras tus recodos
y responderé con tu verdad mi incertidumbre,
y ahuyentaré el pájaro de miedo que te
habita para que, niña, llores o
retoces instintiva
Acurrucaré una palabra tierna en tus
zaguanes
enjuagaré una mano en tu pelo
silente
Amamantaré tu silencio que yo mismo
clausuré, y callaré con él,
porque habré arrostrado tu manera y arredrado
tu hermetismo,
y todo será mi país,
como una isla conquistada.
Al pie de tu sangre vertida,
erigiré los momentos de principios,
y ante mi sudor llorado,
blandiré mi tesón que será fervor y devoción
mañana.
Aprenderé a Dios en ti que lo descubres en mis
cosas,
y seremos mutuamente tú,
en un nosotros completado.
Luego diremos el amor y el tiempo,
clavaremos estacas
y las proas desenterrarán las oquedades del
hambre,
gritaremos en las bocas de las catacumbas
y anticiparemos historias.
Tildaremos planisferios,
el beso sedentario aprenderá la ruta
del salvaje y místico calvario
El viento o río blanco se enredará
en las cúpulas de ventisqueros.
Se enrollará como una bandera de la
espera o un primer heraldo del otoño claudicado
correrá un barco de víspera
por la sonora vena,
y la vigilia tendrá un rostro imaginario contra un
puerto.

300.

A veces un viento de soledad me pasa
entre las manos.
y recoge de mis oquedades
esa larga espera y sueño
de aunque sea hacer buches
con las hebras de la brisa.
Es una manera de vejez.
Todo ha quedado
y el polvo
tiene en las cosas olvidadas
la extensión del más acá
después de una última vez.
¡Si las últimas veces se supieran
de verdad
dimitiendo sueños
y cerrando eternamente ventanas
de vigilia!…
Pero es una como todas,
con una espera infinita
que no espera.
Ya nada llegará.
El viento ha muerto
y las manos como hélices
de molinos acalambrados
están tendidas
, árboles mutilados
con rictus dolorosos y de asombro
en las ramas detenidas.
El mar ha bajado
aquí sobre mi arena
de playa con recuerdos que parecen
fantasía
los barcos secos
—que nunca echaron anclas
de renuncia y paz
pero que no auscultarán ya el
pulso de las olas—
los barcos muertos,
las manos
de tanto olvido
que casi ignoran los senderos
de la piel
las manos untadas de silencio y
delirio
que ya no podrán acariciar
que tienen para la caricia
la carraspera hostil
del pan viejo y la madera
y que sin embargo
revolotearán otras frentes
austeras como las vasijas
y aprendidas como la ternura
que mienten
los que ya no pero que deben
amar todavía.

301.

El acoso de mi imagen
te propaga en los
lugares infinitos que te ahuecan
hacia el sueño
un murciélago de sombra
te descifra los suburbios del
miedo.
Donde el paso fatigado claudica
la persecución del infinito
comienza la duda de tus márgenes
y más allá el eco te responde
como un pájaro de diluvios
que averigua tus orillas.

En tus recintos con palomas resumidas
el grito va a buscar sus alas en el
eco
recoge las viejas alas y canta.
Eres sonora de silencio como un templo
y en ti hace casa y puerto mi
palabra.
Un día apoyaré el fuego en la leña
de tus manos.
y la sangre que se alarga y medra
en tus laberintos
tiritará con palomas de campana

De tus dedos de caña humeará
el olor del pasto
como un incienso bueno
y el pelo silvestre
tendrá nudos de agua

Los caracoles de tu oreja
tragarán tormentas
porque desde ellos
tocarás mi alma.
Seremos poco a poco
entre los dos nosotros

y dejaremos el rastro de las veces
que nos morderá la espalda.
Hasta que un día un hijo
de miedo te ensanche el
pensamiento,
y yo apague

(para culminar un
rito)
un dogma de fogata,
y me arranque
el pasado de la
espalda,
y te deje con cenizas en
las manos.
y campanas sin domingos
en las venas.

302.

Desmantelo tus altares
estatua por estatua.
vez por vez

vuelvo un solo antes arbitrario
la historia renegada
Y dejo tu imagen
como sólo un hueco
donde pensar un rostro
nuevo
Pero la noche
recupera
tu rostro de exilio
que merodea
en mi recuerdo sin destierro

303.

Antes de morderte el pelo con las
manos,
lavaré un pájaro de miedo
entre tus dedos.
y acostumbraré
mi silencio a tu silencio
para que baste tu paz
para mi enmimismamiento

304.

Cuando seas apóstata del mundo y yo sea la verdad
cuando desde el pie del alma yo te crezca como un himno
y te desnudes del pagano rito de fingir ante los otros
cuando me hables con la voz descalza y con los ojos limpios
Cuando tras la espera sin barcos seas capaz de buscarme
abolida la mentira de callar con mil palabras
cuando un imperativo presentido te pregone en la sangre
un índice divino: es la persona esperada.

Entonces amada mía arrasaré tu coraza
mutilaré tus candados y venceré cerrojos
y amansaré con ternura tu marea desbocada
para clavarte mi rostro al otro lado de los ojos.

Y arrodillaré mi voz a tu silencio azul como una estaca
para que amarres tus primeras palabras como barcos
y amordazaremos el mundo que nos gritará por las ventanas
para aprender a callarnos con las manos

Y tus manos de pan y tus manos de gaviota
y las mías roncas de remar en tu mutismo
mitigarán tanta espera clausurada y rota
con esa mansa ternura que nos hará uno mismo

Ámame entonces con devoción de abeja
encenderé mil velas en tu sótano que es templo
y enjuagaré en tu pelo mis manos, para amarte
como quiero que me ames; en silencio.

305.

Cuando el mundo evacua los tímpanos de mis dedos,
y la piel de mis ojos queda tendida
sin búsqueda ni encuentro
ni tampoco soledad o exilio de silencio
se abren las glándulas secretas
del místico y profundo pensamiento
y con callada devoción de abeja
apoyo mi fervor en la imagen que te pienso.

Basta en ese instante tu nombre para el rezo
y mi apretada paz para el oficio nuevo.
Sobra para el infinito mi recuerdo incierto
La duda que te agrega algún rictus o algún gesto.
Y falta tu verdad y tu lugar que es templo
para llenar el vacío a mi costado hueco.
y falta tu certeza para comprobar la imagen
y una sola cercanía para clausurarnos dos silencios

Por eso cuando bajo al sótano del sueño
y acomodo tus cosas sobre lo que quiero
y aún falta un principio para enumerar el tiempo
y eres sólo una vez y muchas de recuerdo
tal vez entonces sube al púlpito secreto
la bandera de tu rostro que es la cruz de mi templo
y se expande por la sangre (como la primavera a un huerto)
todo esto tuyo que me levanta y crezco

Y ése es todo mi encontrado misterio
creer haber hallado el rostro de un presentimiento
morder con las manos las ramas del silencio
y alzarme con un grito callado que es un credo
y nombrarte llorarte o cantarte con la luz al cuello
y tal vez haberte perdido desde siempre sin saberlo
porque ésa es parte de tu quizás presentimiento.

306.

Para que me nombren tus palabras
ordenaré mis cosas sobre tus idiomas
y cuando quieras pensar tendrás mis cosas
como el único lenguaje que te canta

307.

Este odio insensato que te arrasa
este necio derrocar que te apostata
la imagen con un sordo silencio que te
reemplaza.

308.

Para la calma celeste que te aquieta
tengo el rezo ensimismado que es recuerdo
y a la luna desbocada en tu marea
la caricia que te amansa desde el pelo.

Para el ojo que amamantan lejanías
llevo el rostro que penetra hasta la imagen
y a la melancolía que el tiempo resucita
la palabra nueva que te ahonde y te
socave.

309.

Quiero amarte con piedad infinita de vigilia
masticando el fervor a las imágenes
para desnudar ovarios en el néctar
y erigir telares de tu nombre.

310.

A la última garza de tus manos,
la guardaré a pesar del tiempo que te atrapa
para que en las tardes melancólicas como ésta
te alcance mi recuerdo con devoción lejana.

Al místico sosiego que te esparce
la íntima miel que te apacigua
lo podré como intentando un rito
cuando tu honda perduración me sea guarida.

Y a la silvestre inquietud que te desboca
cuando la savia de la vida te recorre,
la perderé porque serán tus días nuevos
mientras mi mente te detiene contra un cofre

Y quedarás como las cosas viejas
un poco porque fuiste un día
y más porque todo te es un canto
cuando te rescata de las tardes mi
melancolía.

311.

Si tú no sabes por qué para tus noches sin luna
dejo mi lámpara en tu ventana
Por qué quiero que tengas mi canto que
tal vez no sirve
si quieres saber por qué te acerco mi
mano de barro
por qué tras el rastro del silencio mi
fervor te sigue.
Si quieres saber por qué no ha sido tanta
la agonía de la tierra
que después de morir de sed tres veces
en algún lugar se sacude el invierno
y en una flor despierta,
si quieres saber por qué lloran los
soldados cuando la muerte los acosa
por delante
y aunque tengan un fusil una sangre y un camino
se olvidan de las balas parados al lado de
un cadáver,
aprenderás a acompañar a esperar y a llorar
por un amigo.

312.

El buzo que puede el coral de tu rostro
cuando ya todo es noche
y el rastro hace un recodo espalda atrás
se ha vuelto ciego sueño a sueño
y tu imagen destituida
ya no tiene carne para tu nombre
Todo lo inunda la soledad
Tú, un viejo faro
un mástil con un ancla perpetua
para un puerto sin velas
ni esperanza terminada con sirenas
Tú,
también tienes una lápida de espuma
y un poco mi rezo cotidiano
por lo que no alcanzo
que tiene algo de mi mano.
El galeote derrotado dimite y cuando la luna
echa amarras y leva anclas el sueño
piedra por piedra
recobro ojos adentro tu ciudad en ruinas
Sólo tu voz,
alguna sirena aprendida y conservada
alucina tu verdad desmantelada
cuando el insomnio acosa
y el espejismo te intenta y no te logra.
Yo quise, talón atrás,
desclavarte la luna de una ventana
bebiendo tu sonrisa sin vez y sin campana
pero mis manos de palabras
se desnucaron al viento
tal vez porque una ciega paloma
no pudo hallar el rumbo.
Ahora,
ya sin tu espina tal vez,
sin tu jardín,
te acerco mi labriego extraviado
para recuperar los pájaros que le crecen a tu sueño
cuando el cielo florece
y la luna te lava la tristeza

con palabras sin garganta.

313.

la noche, esgrimo mi grito vacío
un candado sin adentro
un sitio sin espacio.
tu actitud de intiempo me
desmiente
y detrás de la clausura de los templos
renegados,
¡qué importa si la verdad es un
pasillo que pierde el número
y ya el ciego irremediable que
seguirá buscando…
buscará…

314.

Amiga yo no tengo recuerdo
mi tiempo acaba en tu distancia
allí donde se nos instala el silencio
para después cambiarlo por palabras.

Amiga yo no tengo distancia
vivir es siempre aquí en un tiempo
y el tiempo es todo lo que pasa

315.

Ahora se abre mi garganta
por ella vengo quedando todo el tiempo
aunque el tiempo es lo que pasa
y nosotros nada más que eso.

Quiero que sepas que mañana
recogerás tus manos de otros dedos
se irá poblando con campanas
de renegado altar de tu silencio

Y más allá mucho más de eso
porque vinieron también de la distancia
quedarán temblando en mi silencio
sin testigo. dormidas mis palabras.

Más allá de nunca más allá de siempre
todo el tiempo que nos asistimos
la historia vacía que nos quede
nos vendrá en los ojos del olvido.

316.

Hasta aquí hemos sido todo el tiempo
Más allá de nosotros. mañana
trae rostros nuevos

317.

Ahora descalzo como un grito
se levanta mi olvido sin cerrojos
para que no llegue en los ojos del olvido
lo que aún no nos llega por los ojos.

Quererte es fácil como el hambre
es una nueva manera de las cosas
es el hábito de sernos desde antes
que se abre en un instante sin ahora.

Yo soy menos que todas las palabras
Por eso amiga yo no tengo
mi recuerdo en la inhóspita distancia
tengo distancia en el recuerdo

Y a pesar de quererte como quiero
y a pesar de quererte con palabras
existo mucho más de lo que quedo
que es siempre mucho más lo que se calla

318.

Yo no digo adiós, espero
Nosotros queda aquí conmigo
éste es el sitio de encontrarnos
Me quedo a alumbrarte tu regreso
Pero eso sí amor, hay dos caminos
hay uno de volver y otro que vamos
y los dos son uno solo, hacia el olvido
y hacia el día de recuperarnos.

319.

En la soledad, racimos de palomas
templaban contra la mañana.
Yo soy donde te duele haber
partido,
pero tengo tu imagen, el refugio
más hermoso donde guardar
los ojos de adentro. Los de la
cara, ya puedo rasparlos
sobre los días; los del alma,
crecen contigo. Como el silencio
con las palabras. ¿Lo que hicimos
ahora? Cada gesto que hacemos
nos vive por dentro. Pero en los
ojos estamos solos, distintos,
incomprensibles como la relatividad
de las palabras.
Cada cosa que digo me deja un
vacío, como si no lo volcara todo.
(Sí, está bien, qué pobre sería si sólo
palabras.) En cada cosa que digo se me sube
el alma a la boca del silencio.

320.

Todo te quiero

En ti todo lo quiero

He llegado hasta ti
para descubrirme el amor
para saber que es una
mano de silencio
que sólo responde a la verdad
como una raíz que sólo
crece en cierta tierra

Es tan hermoso quererte.
Quiero quererte.
Quisiera poner un sobre alrededor de los
días y mandarte mi vida en un canto
«Dejemos la poesía para»… ahora sólo
hacemos eso.

321.

Esta carta me acerco.
Busca entre las cosas más simples
en cualquier momento y elige una.
Entonces tómala como si fuera mi boca
enjuágala en tus manos como si
fueran mis manos roncas y torpes
Yo estoy contigo
en este silencio que ya me llega al cuello
mi costado busca tu soledad para encontrarte.

322.

Y mi beso aprenderá a amanecer y a ponerse
en el labio horizontal de tu cuerpo como el sol.
tu latido marino
mi boca te atrapará como el grito seco y vacío
te atrapará en la ferocidad de la luna
en la taquicardia del mar
el mar
y tu corazón campanario
aleteando en la agonía de la locura
y tu íntimo bocado de mis lanzas.

323.

Está bien, soy un animal
un animal como el mar o como un sueño
o como el silencio que siempre queda
girándote detrás de los ojos.
Soy animal como tus manos
y pretendo clavarte las mías de raíz
como una lámpara.
Sí, soy el animal
hermoso e implacable en la ferocidad
de las estrellas
y ya me ha sangrado la boca
de raspar en el silencio
como en un huevo infinitamente duro
mucho más que mi instinto de
nacer
o peor mucho peor
como un muerto equivocado
que despierta.
Como un animal que soy tengo
algo de pájaro
la lejanía.
que siempre es lo que está más
allá de nuestro tiempo.
tendrá mis horas.
Por eso digo que mis ojos se pondrán
en tu cabeza
como la luna
inimposible y brutal
hasta tu mansedumbre de acatarme
con la ferocidad del mar.

324.

Un día me iré
y quedarás lamiendo mi sombra
como una gata ciega
Nada habrás olvidado
pero tampoco responderás
de nosotros
Te parecerá atroz haber subido a mi costado
atrozmente dulce como el suicidio que
obtenemos.
Recordarás que te decía reina
cuando me enjuagaba los pies en tu
pelo
mientras me pedías perdón por ti
como una esclava
todo lo recordarás.
cuando te lamía los vértices como un
—gato ciego lamiendo tu sombra—
como el mar que respira contra el
muelle.
Un día me iré
y el genital imperio de los astros
que te hice sombra
te quedará en tu orgullo
como de hembra
orgullosa por el soldado muerto

325.

Dame la mano
Dame los ojos
voy a ponerte la vida
Dame un lugar para clavarte el coraje
si no tienes nada de eso.
Dame la sonrisa vacía
para calentarte los dientes con palabras vivas
Déjame lavarme los ciegos con la savia de tu
luna

326.

En el pelo de musgo
te ataré mi canto de lluvia
como un río
En el pelo de musgo y vino
como un río enjugado por los hombres
de la guerra
mi canto será viento de sangre
Y cantará por siglos el caracol de vientre
mi garganta es una rama
que no tiene invierno
y tus ojos viajarán el silencio
y las manos panecidas

327.

Ojos atrás de los hombres
el mundo existe.
(ojos afuera existe
sin medida.
Allí tú eres verdad a veces
como Dios cuando me alcanza el miedo
Por eso somos enormes
en la garganta súbita del sueño
Y ahora te regalo el tiempo,
alguna hora vacía
O como una colmena de piedra
donde las trincheras hacen miel
de sangre

328.

Es hora de voz, de savia
de tierra abierta en el grito de fuego
de las alas y el infinito de los ciegos
y la sangre irrumpiendo en los candados
como en rabia
es hora de lanza de sol grito de acero y rayo
de trincheras maduradas en colmenas
de barro de sangre en la garganta de las venas
de flor y pájaro emergido en canto
Aquí soy
las flores son palabras del canto de la tierra
un oficio me descubre la colmena
y mi campana se vuelca
de sol.
Designado un pan se ha abierto un templo
qué más da si tus manos de palomas de luna
qué más da los ojos la garganta, alguna cosa tuya
Ya está erigida la verdad del ciego.

329.

Los hombres flotan en los ojos de los hombres
como peceras respectivamente
como peceras como espejos
conjugando el los otros
desde una ventana entre yo y el
mundo
y soy el mundo tantas veces
en las ventanas de cada hombre en
vive
y todos somos yo y todos, los otros.

330.

Serás detenida
como la savia
en el invierno último
Y yo que me voy hacia el nunca
seré detenido también
como una flor a media rama
largo último invierno
la primavera desde ayer siempre tendrá
nunca
Y qué habrá detenido la flor de
rama adentro?
como un naufragio previo
como un mañana ciego

331.

estaba encerrado en las paredes de mí mismo
ya en la lengua hecho saliva el sabor de la ceguera
sin saber desde dónde se fue la última luz ya olvidada
y soñé que alguien entraba y me despertaste con la puerta

se aturdieron mis manos al tocarte
y tu voz me encandiló y me asusté de creer en tu existencia
y tuve miedo de ser muda baldosa en el oído de tus pasos
o que estuviera en mí la impotencia de una campana sin mano en su cadena.

Por eso me gusta desnudarte poco a poco de las sombras
y comprobar mi despertar no soñado
y el cadáver de tu ausencia.

332.

Un día echaré mis ciegos salvajes
a hacer tribus
de hormigas
de gigantes o de horneros
a viajarte los siglos del vientre
cíclope
a saberte la música por los ojos rotos
en el sabor de espadas que te invada
mientras la tierra se puebla con la
lluvia
por la garganta que alargan las hormigas.
Ah
tus montañas vegetadas
qué infinito albedrío beberte en las
venas de la tierra
Sólo el agua te puede
como tú me puedes garganta
un día lloveré sobre ti
como irrumpen los diluvios que te invaden
a romper la miel sobre las piedras
de luna
bebiéndote ya toda la tierra
toda la soledad
toda la sombra
todo el silencio
guardado tantos siglos guardado
tantos viajeros y tantas dulzuras
tantos muriendo
y tantos ciegos sin candados al fin

333.

Aquí estoy (es decir aquí soy)
ciego una vez más
el naufragio es por detrás
por eso no podría saber nadar nunca.
La gente me trepa
(como una isla vertical cuando el mar
ha sido completo).
La gente me trepa
como hormigas ciegas
y desde mí saltan al vacío
(allí tal vez hacen tribus de
tumbas, y los niños juegan
debajo de la tierra).
Siempre es ahora.
siempre es aquí
Pero ahora, aquí no soy el de siempre
como muriendo.
Cómo puedo parecerme a mí,
si muero por primera vez.
Alta marea de sombras,
la tierra convocada en las raíces
Relámpago de acceso al viento.
Y mi tierra? y mis raíces.
El viento me pasa por nunca
como moviendo unas hojas que no soy.
Igual un día me hundiré,
pez de la tierra
como un topo de sangre buscando
la colmena de la tierra.
Quién podrá vivir en mi destiempo
ni los locos,
ni los desterrados de la hora.
sé que las manos se juntan algunas
veces, o en la larga vez de sepultura
¡Qué soledad morir a una muerte
diferente
el único muerto de mi muerte despoblada!
Ése es el temor que he tenido de hombre
presentía que la muerte era un poco soledad.
y ahora este destiempo,
este intiempo
en que la gente me trepa
y ni siquiera me intenta algún lenguaje.
Yo soy inesperado
(siempre existe alguna voz)
mi voz es inesperada
Pero se me trepa,
sólo soy un aquí, ni siquiera un
ahora, un dolor una culpa,
¡qué va una razón!

334.

A todos los hombres del mundo
a los sordos
y también a los sordos del espíritu,
a los mudos
y a los mudos del alma
a los ciegos
(a los muertos) a los ciegos del alma
(no olvido que los muertos sólo son
ciegos del cuerpo totalmente).
A todos los hombres que me vengan,
que me sean,
Que seamos
que nos vivamos y nos muramos
mutuamente
a todos los hombres del mundo
a los poetas y a los borrachos
a los novelistas
y a los locos
a los científicos
y a los mecánicos
y a los desahuciados
a los hambrientos
y a los que no tienen el placer de tener
hambre
a los que mueren de hambre
a los que odian
a los que no les alcanza el dolor
hasta el odio
y a los que les sobró el valor para
salvar a Dios
a los que les faltó la serenidad e inventaron el cielo en las trincheras
A los que llevaron el pan en el bolsillo
y a los que dieron frutas de pan donde
el alma
a los hombres que ángeles
a los hombres que hombres
y a los hombres que… hombres,
a todos los hombres del mundo
a los que celebraban en alcohol el niño
buscando la ceguera suficiente
a los que dijeron lo mismo que yo
a los que tuvieron mejores palabras
A todos los hombres… «¡qué manera absurda
de decir a cada uno!»
quiero ponerles mi garganta de una
vez por todos,
que hasta aquí han hablado
por mi voz hacia afuera o hacia
adentro.
Y lo quiero hacer
para que seamos lo mismo en ese
instante, de recorrernos el tiempo
sin haber rendido a la vigencia de los
rostros la verdad
que es mucho más cuando no tiene palabras
Si en vez de enviar palabras vacías
pudiera echar a vuelo
campanadas sin campana
como darnos las manos desde
siempre
desde hombres…
que hombres…

335.

Porque cuando miro el mundo como si fuese
un párpado
nada veo si no te he visto
quiero verte pues estoy ciego de ti,
quiero mis cerrados ojos abrirlos.

336.

Mi convicción de tu presencia tiene
el seudónimo de: tus manos.

337.

todo el secreto de mi silencio
con mi pluma, soñando con un
luego en que me dieras a leer una
carta de amor

338.

mis horizontes comprimidos
los renglones de una prisión

339.

Entraré en ti hasta el exterminio
las hordas de mi sangre
te confinarán en tus propios rincones
mataré tus rebaños para dar
de comer a mis soldados
De todos los palacios que me sobren
haré lugares para mis caballos
violaré tus cementerios
y te obligaré nuevos Dioses
te comeré las manos y lo que
sobre engordará mis perros
y no me traicionarás ni con veneno en
mi vino
ni cuando duerma la embriaguez
de las orgías.
Afilarás mis espadas y mis lanzas
y curarás con tu polen las heridas
que los tuyos hayan clavado en mis
soldados.
Y luego, manso como un rey
te diré que te he amado mucho.

340.

entiendo tu miedo y tu
Algo nos asusta al empezar
a ser trascendentes para alguien

No todas las cosas vuelven a su
origen, tal vez sí en lo absoluto,
pero no siempre en el tiempo.
me basta pensar en mi madre
por eso es aquí, esto no es para
sino por vos,. qué tiene que ver eso
del origen, tiene, porque si bien
digo que antes y eso implica bastante
«antes para llegar a hoy» y eso
implica antes pero fundamen-
talmente hoy, y hoy que es un
ahora, un desde y un hasta digo
ahora tú, hasta que tú y desde
nosotros, y éste es el origen de
vos en mí y de que todas las cosas
sean por vos y para siempre

entiendo tu miedo y tu
orgullo. Ni siquiera te lo pregun-
to. Cuento con ellos como
conmigo. Y sobre eso de preguntar
te diré algo que siento sobre las
cosas y sus palabras. Hay algunas
que son retóricas, otras viven más
en el silencio y en el vivir las palabras
más abajo de la piel de las palabras
mismas. Otras son dulces.
Brutal y ferozmente dulces como
te putita o te quiero
o mujer mientras morderte
la boca y muelle muelle
muelle y agua muelle agua
y el mar como un gato cabecean-
do y te quiero y entiendo
tu miedo y envainarme en
vos como un topo ciego redondos
de tan enteros iluminados
con la dulzura de los locos y la
ferocidad de la dulzura. niños
viejos y leones tocándose con
los ojos los astros que nos entran
por el tiempo y como ves todas
las palabras perdidas porque
vale más vivirnos que pensarnos
y hasta equivocarnos que saber.

341.

Dime, a ver
acaso nuestras distancias no son todas mentales?
—en la misma agua quedaron flotando
mezclándose infinitamente como la sombra en los
ciegos
los pequeños náufragos de nuestra transpiración.
Hemos estornudado en la misma calle
y en infinitesimales hojas
quedamos anudándonos en la tierra
como todas las hojas del otoño.
Y ahora aquí
hablamos del amor y de la
inimposible lejanía
sólo porque soy cobarde
y no te violo
y no aprendemos entonces
el amor por el principio.

342.

(Perdóname,
yo sé que tengo derecho de gritarte
sé que soy superior a ti porque soy hombre
y si te retobás te cago a palos
pero ponete mis besos como una bufanda
y pisame la lengua
y si querés meteme las tetas
en los ojos que yo te voy a seguir diciendo que
te quiero.)

343.

Nos tanteábamos como ciegos recelosos
Los tibios países de trapo y de durazno
y las manos avisaban nuestros
territorios
como tildando el lugar donde éramos

344.

Voy a buscarte
donde puedo mirarte varias
veces en el mismo instante
Donde puedo contemplarte horas
sin que tu momento se inquiete
en la corriente de esas horas
y me estucho en mis recuerdos
e ignoro qué luz visita mis
ojos abiertos
en qué frío me desvisto de mi
desnudez sin fuegos y sin hielo
mientras soy un trago de
mi propia hambre
y en el estómago de la
mente me disuelvo
y reconstruyo mi antes gastado o
cambiado
o me agrego a mí en un día ese día
imposible de ser
y visito mis ojos visitados por ti
Allí te eres como fuiste.
tu imagen se enganchó
como el musgo en las piedras
y te caíste de las horas,
o yo fui goteando migas
de donde puedes estar en mí
para tenerte en uno solo, en
todos tus minutos.
Tus imágenes son quietas y
duras.
Las horas pasaron como las olas
y tu presente y mi conciencia
de ti viajaron en pos de la siempre hora
nueva, como el agua recorrida
por la onda,
Y voy eligiendo entre las
gotas de tu rastro revisando
pie por pie hasta llegar
al beso que aún no se secó
a la puerta que se impone
como yéndome a buscar al
fondo de mi enmimismamiento
o que a mi súbita estación en
mí durante el momento
que será pasado está sin principio,
por la que te has ido
como todos los días y desde
la que empiezo solo y me alegro
de nuestra realidad
Y me vuelvo a hundir a bucear
las imágenes que viven en los
juntos.
y empiezo a extrañarte,
e intento traerte y meto
las manos en el agua
y el agua me dé la respuesta
de su carne vacía de ti
que te desordenas en ella como
las cosas a través de las llamas
y no puedo atraparte
y mis manos son jaulas de leones
y puedes irte como un gorrión
cansada de tu curiosidad
y dejarme con mi impotencia
de caja para encerrar la luz
fantástica entre mis dedos de piedra
con mi impotencia de caja
para vaciarme del vacío de ti
que me llena como la oscuri-
dad de una caja cerrada.

345.

Tengo en la ternura la ferocidad de la lluvia
voy a navegarte
soy tu capitán
y me tengo en las manos
para untarte mi sombra caliente
mar mío
capitán en tu estrella de sangre
apenas te he visto mirarme
y ya te digo mujer porque hasta conmigo.

346.

Gracias por ser
y no yo
a través de ti
sino tu verdad testificable
Gracias por descansarme los ojos
con un silencio
entre tanto estruendo de fealdad

347.

Mi necesidad de ti es
tan grande como tu
existencia por eso
serías suficiente sólo
si pudieras esconderte
en mi conciencia
y dejar la ropa de tu
cuerpo en mis sentidos

348.

Una palabra es como un animal azul
que se mueve dentro de tu vientre
como una isla o una estrella en la noche oceánica
un sitio
donde hay silencio de silencio
o el silencio tiene luna
o la puerta del silencio una ventana
Tal vez un día se mueva este animal azul
que echo a vivir debajo de tus ojos,
tal vez se mueva como pareciéndose
a algo,
como encontrando los rostros de los nombres
este animal azul, que tiene un nombre,
tal vez algún día se te vuelque por los
ojos
buscando una mano original
para llenarse al final
como una campana completada
que llama a oficio
aquí te dejo este animal
esta infinita palabra
que sólo existe a soledad
pero que la gente se busca hasta la
mentira.
…amor…
qué animal absurdo
cuando no se delira
Detrás de tus ojos
hay un hornero de manos azules
para los pájaros huérfanos.
amor, este animal es un pájaro sin
raza
que va a buscarse las alas en los hombres
cada uno tiene un ala
para darle el nombre
cuando se mueva azul en las entrañas.
A veces vuela con un ala sola,
pero se vuelve ciego y torpe
o con dos alas diferentes que lo rompen
hasta que al fin nos viene por la boca
y se te mueve en el vientre del hornero
haciendo nido en las manos azules.
Éste es mi animal, amor, te lo dejo
para que eche raíces, hasta que me
busques.

349.

No quiero acarrear estos puñales
suministrar alas heladas
ni amputar sueños.
Todos somos el derecho de todos
mientras yo festejo nuevas anclas y brújulas nuevas
tú vas por la casa recogiendo fotografías.
Yo te quería tal vez
tal vez te quiero todavía
tal vez tantas cosas todavía.
Tú estás lejos enhebrada por pasillos y trincheras
por ventanas que la mañana moja
con sábanas infinitas
y yo estibo en mi garganta este árbol de clavos
yo llevo tu muerte
en mis manos que lloran y tiemblan
porque querían ser golondrinas.
Amiga
vieja compañera
mi amor no puede sucumbirte
pero se me escapa del alma.
Esta impotencia de redes
esta agua que se adelgaza entre los hilos
Cómo puedo morirte sin muerte?
cómo puedo vivirte sin morir?
Hay volcanes que tiran de mis ojos
como toros empecinados
hay timones que llueven sobre mi corazón.
Yo te quería.
Y hasta a veces me lamía sediento las heridas
y vigilaba anhelante las espuelas
de nuestras batallas.
Recuerdo nuestra cama
la última
como un barco
tal vez como una mesa sola en una casa sola
recuerdo tu espalda
tus ojos distantes
tantas veces mi mirada naufragada
mis huidos cuadernos
mi fulgor de ceniza
mi ronquera de rincones
recuerdo una por una
cada cosa.
La geografía de mi memoria
se echa a dormir en las bahías de tu cuerpo.
Y yo no quiero dolerte
yo no quiero las palabras del olvido
esas que amordazan los antiguos poemas
las que arrasan el amor con el nombre nuevo del amor.
Yo no quiero pisoteando borrar con pies desaforados
aquellos caminos esenciales
aquella amada piedra
el árbol sospechoso
el primer jardín de las distancias.
Durante tanto fracasado milagro
durante tanto extravío he querido quererte
tal vez lo conseguía
he querido juntar en un retablo amanecido
los pedazos indescifrables de mi alma en ruinas.
Y en ese inventario de turbias demoliciones
de escombros de suicidios a los que llegué tarde
tantas veces no encontraba mis pies o mi nombre
o equivocaba el orden de mis dientes
y ponía esa incriminada golondrina
en el lugar sonoro de mi corazón.
Estas páginas son siempre las sábanas del amor
las de los pies fugaces de mi boca.
Y en una ráfaga de agonizadas palomas
veo aquel denodado poema
la letra vegetal del amor que se hinchaba
veo aquella estrella hecha de beso
el muelle tanto pan y algo ventana de la espera
en que nos dábamos la mano para tantear al hijo
que venía
y vena
por tu cuerpo
con su inmóvil galope de duraznos
su naranja de terremoto
sus manos que se han hecho pequeños barquitos de papel.
Perdona que no ponga si lloro mientras escribo.
El canto de la muerte es en silencio.
Yo sé que a veces creías que por vertederos finales
y cerrojos
amainaban esas cartas y esos lejanos meses de lejanía
y esas fotografías ocultas que te dolían silenciosas
en algún cajón
donde se guarecían monstruos
y venenos
y nombres prohibidos.
Yo sé que a veces detrás de mis desnudos antifaces
sentías gemir
crujir
jadear
o suspirar los tallos que se iban despertando
y que contabas con genital paciencia
como las de aquellas plantas que eran casi flores
las hojas nuevas que recuperaban mis pupilas.
Yo sé de mis trincheras
de mis uñas
de mis agónicos recodos
sé de algunas palabras
que se escapaban como humedad o promesa
de esas intrincadas olas del asalto sin besos
de la espuma a veces solitaria
de los arcos iris que no tenían suficiente cielo
y de las otras playas extáticas a veces
donde entre viejas resacas íbamos reconstruyendo
con ansiosos dedos y clavos de saliva
el barco de nuestro primer naufragio.
Todo lo sé.
Sé que las flores serán las de un desierto.
Sé que te di una paloma herida que cuando trató de volar
abrió su tajo en llamas y te mojó de sombras.
Te dije que vinieras y te dije que no vinieras
te regalé las llaves pero clavé la puerta.
Qué puedo hacer.
Cuál es el primer día del fracaso?
cuál es el límite de la derrota?
hasta cuándo se golpea
hasta cuándo se uñas y muñones
en este derrumbado túnel
sin salir o morir?
No volvimos a preguntarnos por los anzuelos primeros
por aquel zarpazo de nombres que entró o entré
como una inundación en la casa de nosotros
derrumbando sillas y mordiendo retratos.
O mejor no volví a respondernos.
Fui de nube o peor de humo
anduve escabulléndome como un fusil
con la promesa debatiéndose y la traición furtiva.
Tu dolor me duele con páginas vacías
con días que no supe que iban siendo despedidas
tu dolor me sube como un candado y me muere
me escupe la voz con flores de raza equivocada.
Tu dolor soy delito y sacerdote del otoño.
Pero hay caminos que estallan las anclas
una marea de caminos
una marea alta
una noche de faros ululantes y tiniebla a gritos
y yo zarpo como naciendo o muriendo
y te arranco de cuajo la memoria.
¿Cómo pedirte perdón
con qué palabras
con qué caricias secarte la casa solitaria
con qué besos enjuagarte los besos que no quedo
con qué olvido no haber sido
con qué recuerdo quedarme?
En mí se trama una rosa de desiertos
un nudo de ebriedades sin Dios ni horizonte.
Tantas veces parto
tantas veces apenas llego y apenas parto
después de tanto apenas vuelto.
Tantas veces mi hijo me ata la sombra
con sus atroces juguetes
y me fusila con su voz de colibríes
con su voz pequeña de candentes precipicios.
Tantas veces.
Tantas y estas fotos con que me suicido de a poco.
Este minucioso veneno
qué puedo hacer
cómo quedarme este espantoso equipaje de cuevas
metido siempre hasta los ojos
en mis cuadernos de pozos o trincheras.
Yo quisiera llevarte la mañana
un racimo cotidiano de canciones
y esas rosas que hablaban rojamente
como un pan de velas encendidas
pero te llevo la ronquera de mis manos
mi voz que tropieza
y un espejismo de días sin bandera.
Quise fundar mi memoria
deponer mis lejanías
redimir mis huellas
rendir mis salados recovecos
decirte un día
después de tantos días
que ya había vuelto
darme cuenta de tu mesa congregada
y apreté los dientes y cerré los puños
y contuve el aliento de mi arreciante podredumbre
pero te clavé de desertadas canciones
te crucifiqué de desmentido herrumbre
con altares disfrazados
con cadalsos que tenían voz de sirena.
Tal vez dos muertes no sea bastante
mis pezuñas criminales devastarán cada cúpula sagrada
cada almena depuesta
cada arco de rosas que se te haya caído en la batalla.
Y yo quedaré herido con tu espera
con tus rosas de nuevo
con tu traicionada primavera.
Y yo quedo herido pero no me muero
y mi herida es culpa
y mi dolor tendrá sonrientes espejos
cuando no quiera verme frente a frente
con el cuchillo ensangrentado de luna
y el poema ensangrentado de silencio
cara a cara con el crimen.

Un día en nosotros fueron todos los ovarios de la tierra
telares de alba nos buscaban la lengua
carcajadas de lava levantaban nuestro aliento
desatados ríos acarreaban
la primavera hasta mi cama sin cenizas.
En el pan nos encontrábamos y en la campana
y el aburrimiento no andaba socavando ni enmoheciendo.
La rutina no lamía las cosas que sostenían el día.
¿Cómo decirte que ahora sí.
Dame tu herida como una sonrisa
para poner mi puñal como una rosa.
Cómo puedo no terminar esta carta
con aquella misma estrella
cómo besar la frente de nuestro hijo
yo cómplice de la noche
polizón de la puerta.
Cómo martillar su mirada desnuda
con mi espalda turbulenta de nuncas?
¿Cómo cambiar tu nombre por el de una hermana
cómo darte de beber estos andenes
cómo asestarte este puñetazo de lágrimas
cómo decirte estas equivocadas brújulas
cómo pedirte que guardes
los zapatos viejos de mi historia?
No me voy de tus altares a otros templos
mi boca no trasborda nombres
mis sueños no se visten de nuevos lenguajes.
Me he quedado sin Dios
eso es todo.
Ahora ya sé que no puedo construir a Dios con sólo rezos
a pesar de que nunca tuve palabras suficientes
ni manos apretadas suficientes
o que ahora nunca las habría tenido.
Pusiste en el teléfono tu voz
como una ofrenda
como una mansa llamarada de campanas.
Yo les arranqué el domingo
les amputé las alas
te escupí la lengua con ronquera.
Siempre el mismo labriego de flores venenosas
de cosas con las que no se puede hacer pan.
Ahora necesito quitarme la coraza
ser mucho más víctima
decirte que lloro
ser menos culpable
estar un poco loco
tener olor a sonámbulo
pasearme por nevadas cornisas
abrir la boca para que entre
alguna herida a raudales.
De par en par el silencio
para tener alguna lápida
que llame a los que vendrán a perdonarme.
Y sin embargo no comprendo el perdón.
No sé siquiera si edifico en esta página
un espejo
si le escribo esta carta a mis insomnios
a mi conciencia
si quiero demorar la copa clandestina
la azotea que se derrama sobre las sirenas
los sueños desterrados.
No quisiera ser el turbio sacerdote
la ritual cicatriz
la canción que se condensa y lava.
No quisiera ser mi absolución.
Quiero bayonetas ladrándome
jardines ladrándome
arrojándome puñados de sequía
conminatorios hermanos
sin sillas para mi destierro
un inventario de soledad para mi culpa.
No soy un emigrante
prófugo de la tierra
gangrena planetaria.
Pero antes de irrumpirte esta carta
antes de estallarte la boca
de hacharte los ojos
y machacarte hasta la última ceniza
quiero dejarte el mapa de mi cueva
el itinerario de mi despavorido escondrijo
para que si un día
amaina mi crimen en tu carne
y puedes enterrar también
las cruces de tu cementerio
vengas a mis costras sobrevivientes
a encontrar al amigo que también fui
nube
que tampoco claridad
que ni siquiera pañuelo.

He releído esta carta durante la que mi boca
no tropezó
ni acampó para secarse el sudor.
Apenas alguna ventana del avión
el tórax americano
disminuido bajo la altura
como una dentadura de piedra.
Montañas desencadenadas
cráneo
mandíbula geográfica.
No podía detenerme
borbotones de lámparas envenenadas
se me desmoronaban por dentro
y caían al renglón amigo
al silencio ordenado
e inventariado en blanco.
Hay en los hombres la misma
fatigabilidad de la tierra.
A veces se cambian las semillas
a veces se amamanta el polvo
con sus propios hijos
como las gatas que se comen la placenta.
Y a veces a pesar del sudor
de las tempranas fatigas de las lluvias
y las nobles semillas
la primavera sopla en la flauta terrestre
pero la canción de espigas no brota.
Es entonces cuando el terreno está ronco.
Los cardos andan recuperándome el alma.
Con esto no digo
que ninguna flor es cierta
o que no podríamos poner
los mismos cardos
en un jarrón
sobre la mesa.
Digo que la arena me intenta
que la piedra me interrumpe
y la aridez logra mis vetas.
No quiero los nombres
cotidianos del amor
para nombrar su muerte.
Sería demasiado doloroso.
Amiga
yo tengo esta enfermedad de tinta
y a veces la piel de mi alma
se oculta debajo de mis costras
se esconde en el agua de las ampollas
bajo el pus enmascarado de las pústulas.
Tú lo sabes
has deletreado mi boca tantas veces.
No puedo emprender este lanzazo
sin disfrazarlo de paloma.
Voy de carta en carta
de nombre en nombre
de amigo en amigo
de recuerdo en recuerdo
palpando a tientas
el óxido y el terciopelo.
Hablo a los amigos con que hablábamos
lloro sobre nuestro cubrecama en mi memoria.
Les sonrío a las macetas del balcón
a través de la distante ventana.
Estoy solo en esta culpa
como un cáncer de carbón en una napa de oro.
Y no sé mentir ni decir la verdad.
No puedo quedarme ni partir.
Lloro o sonrío
le hablo al espejo
al aire
me miro la memoria al espejo
me miro el crimen y el silencio al espejo
me miro la vida y el futuro al espejo
sonrío o lloro
es la única imagen que recojo.
Si pudiera haberte regalado muchas más flores
flamantes puñados de canciones
una camisa de besos para tus hombros
donde hacía pie la tarde…
Recuerdo cuántas veces volvíamos de la rabia
con espuma de cuchillos en la boca
salpicando gritos derretidos aún
y de repente la espuma era de súbita flor
los gritos eran súbitamente tules que volaban
y deponíamos esa especie de odio indesterrable
escondiéndolo bajo la alfombra
detrás de algún párpado
o entre las muelas junto al musgo del tiempo.
Recuerdo cuántas veces
estuve por escribir de nuevo
la palabra amor
y mi garganta se agachaba
o se quebraba en el aire
como un barrilete roto
y te decía apenas una mirada esquiva
un recodo en la boca.
Nunca habré sabido dónde empezaba esta carta.
Tal vez en algún descuidado ademán
en un borbotón de murciélagos
cuando vigilábamos mariposas o atajábamos
guitarras con el pecho.
No lo sé
no lo sabré.
La vida es un laberinto sin retroceso.
La piel de la tierra era toda caminos.
Tuvimos pies para éste.
El destino era cualquiera
y emprendimos esta memoria
con lentitud de empecinados dientes.
Y aquí estamos ahora.
No puedes mirarme a los ojos.
Te llamo para que lo hagas
para que precipites tu última herramienta
tu último anzuelo ávido.
La vida no nos permite
una vuelta de pista preliminar
un recorrido estudioso.
¿Cuántos errores nos quedan-amos
por nacer o morir?
Yo no lo sé.
Ayudémonos a alguna paz cualquiera.
Yo siento que llegamos
a la cima de nuestras manos
a la cúspide de nuestros almanaques.
Aquí nuestro camino cae bifurcado.
Nos queda un único cauce común
la única vaina donde esconder esta ceniza
nuestro hijo.
Él es el guante que guarda
nuestras manos juntas.
Qué más puedo decirte?
Es cuestión de decidir.
Decidir quedarnos o decidir partir.
Decidir durar o decidir decidir.
Y yo tengo miedo de saber
que ya he tomado mi rumbo
que ya he echado a andar el viento
que mis velas se hinchan y tiran
y que el tiempo ya me da la nuca.
Quiero un último tramo de espejismos
para arrancarme si es preciso las manos
buscando el agua en nuestra arena.
Por eso quiero que vengas
para que la tal vez última vez
no haya pasado inadvertida.
Caminar por un muelle como un ciego sin saberlo
es un poco lo que no habría pasado
no es justo resbalar.
Debemos arrojarnos o permanecer de pie.
No elijamos la cobardía del tropiezo.
Ya tanto ha sido casualidad.
Yo no quiero darle llaves al destino.
Soy yo el jinete de mi vida
timonel y fogonero.
Subámonos a la locomotora aunque sea sangrando rieles
pero mereciendo el rastro que dejamos
aunque sea de escombros y gangrena.

350.

Pienso en ti y te acerco a tus
instantes.
Te ignoro y sé sólo cómo fuiste
ignoro cómo eres pero sé cómo te sé
y sé cómo quisiera que fueras
y cómo voy queriendo que seas como eres.

Creo en ti, porque guardo un rastro que
sangraste
sobre mí
porque tuve la noche
y ya no es mía
porque te has acumulado en mis abrazos
antes despoblados
porque he vaciado el vacío de tu abrazo
más hondo que tus brazos
porque ya no te espero
porque ya no vendrás
y no estoy triste
y no estoy solo
y no solamente no estoy solo
sino que me escuchas
y tienes lo que quiero que tú quieres
y quiero lo que sé que tengo

351.

Me gustan tus ojos que se juntan en
las cosas que pasan a buscar,
simples, cotidianos,
pero ariscos y feroces como molinos de
tormentas.
Me gustan tus ojos que giran,
que devoran sombras
y que mastican el silencio con que te
miro.
Me gustan tus ojos
porque son hermosos,
aunque tal vez sean sencillos y buenos
pero vulgares;
entonces me gustan tus ojos porque
son tuyos.

352.

Un día enjuagaré mis dedos en tu pelo
lavándome del mundo
para que mi amor te llegue sin palabras
callado y desnudo.

Y apoyaré al otro lado de tus ojos
mis ojos tuyos
y acercaré a tu voz descalza mi silencio
para callarnos juntos.

Y mi sangre pregonará tu beso
como un himno profundo
y en el vientre de tu mano guardaré la mía
como a un hijo tuyo.

Y ese día amor ahuyentaré tus sombras
para limpiar tus muros
y arrodillaré mi boca a tus lugares
para cantarte mudo.

Y me tragará inaugurando oficios
tu vértice oscuro
y morderás el lanzazo que te crucifica
como un hondo buzo.

353.

Siempre es lo mismo, aquí estoy
el ahora y el aquí los llevo puestos
y son el sitio y la vez donde yo soy
la realidad mutable es todo el resto
como un camino desigual por el que voy
ahora el yo mismo, yo lo gesto
el tiempo me traspone yo le doy
el presente como decir es esto.

como un río que pasa por un puente
pero yo soy puente que paso por un río
yo viajo a la par de los relojes. soy testigo
peregrino inexorable del presente
porque todo es desde mí. No todo es mío.
pero todo es porque es conmigo.

354.

Día a día te voy dejando mi flor de luna
En las ramas del viento
mi voz brota como un pájaro de sol
Y yo cargo mis naves una a una
para echar mi canto
hecho de palomas mensajeras
rotas para siempre las amarras
al silencio.
A veces,
cuando meto la cabeza en un pozo
de silencio
cuando estoy ausente
(como la mirada de las estatuas
como la mirada atrasada de esos
hombres)
Tú vienes a beberme la poesía
como una abeja
para tejer la miel que te desborda
cuando estoy ausente
y el canto no te deja mi flor de luna.

355.

Me da miedo el olvido compañera
pero igual he emprendido tu distancia
la frente me lava el dolor de la espalda
y quiero irme aunque de verdad no
quiera
todo te lo he dicho si me quedan
palabras
quiero que te alcancen de esta manera
que aún tiene tu nombre lo que queda
mientras el olvido es el recuerdo que no
pasa
yo no te quería, amor, ¿aún lo recuerdas?
nosotros era un día que soñabas

No me duele, de verdad, tu lejanía
Yo me duelo en el veneno de haber sido
Yo mismo me duelo por haber partido
cuando aún un poco te tenía

En la fe que sobre todo me agiganta
ya perdida no te daba por perdida
el olvido es un camino sin medida
sólo el amor es lo que se levanta

356.

Todo ha sido ya hasta la distancia
(Yo sé que la certeza de las cosas
sólo existe cuando las cosas pasan)
Pero aquí la lejanía nos devora
y sin que haya pasado es como si pasara
el tiempo es una medida absurda
cuando un instante basta para el nunca

357.

Qué absurda esta tristeza de olvidarte
para qué irme si en verdad no quiero
pero igual me voy o mejor, vuelvo
aunque mi forma de olvido es recordarte

358.

bajo el invierno ya
el corazón a media asta del cuello
la mirada rota
y el rumbo sin rumbo
el olvido va.
yo no he sido abandonado
en verdad
no queda nada por atrás
nada he dejado
lo que me asombra
es sentirme triste
con una tristeza que te nombra
aunque no existe.

359.

A veces
largas esperas a la orilla del silencio
echado un anzuelo al alma
para buscar las palabras como peces
desato la vigilia del pescador al verso
y me vuelvo con las redes sin palabras.
Qué más puedo decirte
ahora que ya todo te lo he dicho
haberlo dicho todo
no quiere decir las palabras que te existen
quiere decir sembrar palabras como nidos
como árboles sin viento y sin otoño
donde el alma tiempo afuera vive.
Todo lo he escrito
como un huerto que hizo altar sobre tu suelo
mi voz no se acaba con tus cosas
mi garganta es más extensa que lo dicho
Pero aquí a tu verdad erijo un templo
y tu verdad es cierta.

Ahora
porque sobre tus flores el sol no tiene
invierno
para que vivan tus insomnios lentos
te dejo los horneros de mi palabra rota
Vuelvo a decir amor, nada reniego
tampoco que el otoño es verdad fuera
del verso

Yo no te olvido
mi palabra de piedra no te olvida
el alma hace una casa y deja un
ermitaño
sobre el verso largo que te he escrito
más allá se cierra la poesía
como un huerto que se va por otro árbol.
¿Qué quieres que te diga
Ahora que ya todo lo he cantado?

360.

Te dirán que la tierra me hizo cauce
que el mundo se hizo en mí en forma de
guerra
que partí en un barco azul hacia la tarde
cerrando alrededor las cuatro puertas.

Te dirán dondequiera que me busques
que no estoy ni estaré que ya no existo
Te dirán dondequiera que preguntes
aunque sepan de mí, que no me han visto.

Porque ya ha sido la hora del olvido
ya se cierran los rumbos de esta historia
Yo sigo aún sin lugares el camino
Y tú no puedes venirte por mi sombra

Y ya no podremos nunca preguntarnos
si el recuerdo nos busca algunas veces
si volvimos la cabeza al separarnos
si corriste en vano a detenerme.
Y ya no sabrás sobre qué insomnio
el verso te abandona como un barco
en alta mar de la tristeza cambia el rostro
y ya no haces ara en el altar del canto.

Y te dirán ya lo verás cuando me sigas
Que pasé por allí rumbo hacia el nunca
que me fui desnudando las espinas
sin dejar ni un rastro ni una tumba.

Porque en verdad me seguirás un
día
cuando veas, tarde la verdad desnuda.

361.

Cuando el hombre no te sea suficiente
cuando busques más allá del día
cuando sepas que existir no es el presente
cuando sea mucho más lo que sería
Volverás la cabeza tristemente
para buscarme en la senda ya vacía
que tanto habrás sido por la gente
sin hallarte como yo solía
entonces con el rumbo roto
errarás sin verdad por las heridas
andando los países más remotos
porque yo cavé tu sangre hasta encontrarte
y aunque te abras la garganta sin medida
ya nadie de verdad podrá buscarte.

362.

Yo que supe la medida del perdón
por todo lo que pude perdonarte.
Mordí desnuda tu verdad sin Dios
y recorrí tu mentira interminable.

Yo te tendí mi tristeza regalada
sin que arredraran mi fervor tus cementerios
yo doblé mil recodos en tu garganta
y quise lavarte el alma con el tiempo
Yo te acerqué mi olvido dulcemente
todo puede ser dos, diez mil veces
Tanto dije tu historia mejor por otras
gentes
tanto hablé tanto canté por
comprenderte
Tu garganta se dobla sin altares
en verdad mentir no es inhumano
sólo quise redimirte ¿sabes?
con la mejor manera de mi mano
Yo que no tengo derecho a perdonarte
ni a pensarte lo bueno ni lo malo.

363.

Creo de verdad que la verdad
es cierta
cuando se la mira hacia atrás
porque el principio
es cierto recién por el final

364.

Hoy me vive tu pelo
lento violín de sombra
largo pájaro quemado de trigo
donde la poesía hace nidos
de alondra

365.

Amiga, mi querida amiga
esta distancia que no tiene raíces
y que en verdad tiene raíces en nosotros
nos está buscando mucho mejor en el
sueño.
No somos buenos, pero tú eres buena
y yo soy bueno
por eso mi mano cava ahora en el silencio
como el último pájaro o el primero
Ya estamos idos. Pero yo vuelvo
la cabeza a cada vuelta del sendero
Es un poco el miedo y otro poco la soledad
Tengo miedo de que seas el último puerto
y descubrirlo del otro lado del tiempo
En realidad, la tristeza se parece a todas
aunque nadie sea como tú.
Esta tristeza, tu tristeza
el último vestigio que te queda.
Yo te escribo para contarte
el primer sabor de lejanía
Nada me duele por mañana.
Todo me duele en ti
como perder una ventana que me busca
que no voy a vivir
Yo que nunca he pedido paso
que he golpeado con la frente en el
miedo de los otros
Yo que soy tu mentira en otra gente
yo que soy tu secreto sin guarida
me rompo
creciendo ya por otras manos
Tendrás olvido y cantaré
por haberte sufrido y olvidado
y luego diré que nunca
porque diré amiga, amiga mía
en otra carta como esta que ya no te
busque
Y en verdad amiga, amiga querida
(y ahora lloro)
me da pena tener que olvidarte
para buscar mi costado mejor en otra
parte
porque tanto puedo perdonarte
y tanto te perdono
y lo pudimos ser mejor que en cualquier
parte
y mejor y más que en cualquier otro
y ya no somos
amiga y me voy por olvidarte
Ésta es la carta del olvido
una nave
que un día tú me regalaste
es la última sangre
que te escribo.
hasta olvidarte

366.

Aquí te soy el rastro la distancia
el tiempo recorrido y el silencio
donde mis palabras son más por no determinadas.

367.

Cuando depongas tu libertad
libremente
poniéndole un rostro al sueño
o mejor volcando el sueño
sobre un rostro
cuando tus alas basten siempre
en un costado consagrado

si yo que tengo derecho a tu
nobleza,
no he sido nombrado
pero tampoco te perdono
te daré mucho mejor la mano
para ser distintos el nosotros
por amigos, amiga, por hermanos.

368.

Te cultivaré
como una abeja que cultiva
las abejas

369.

Aquí estamos
agregados a la vida con importancia asesina
Diariamente nos damos gracias por todas
las cosas
hasta por el innumerable principio
de creernos.
De la realidad
sólo nos faltan los hechos
el tiempo
así es que todo es nosotros.
Yo.
Por eso debemos andar.
Estar es seguir
aquí es siempre
La absoluta quietud
de que todo avance
pero nada pierda relación.
Dios.
Aquí estamos
el destino es mañana
aunque todo es antes.

370.

Todo te accede
te existe
como el perfume como la música
como la tristeza
Nada te cuesta
todo lo vives
ordenas las palabras como el agua
Y yo tenía número para cada
estrella de la lluvia.
Por eso aprendí de ti
aprendí amar y ser
Por eso ya nada se busca el testimonio
sino la vida.
Déjame iluminarte
entrar en ti
fácil como la tarde
y vivir en la sangre de tu alma
como el hijo que me esperas.

371.

Me hace frío la ciudad
en cada una de tus palabras calientes que llevo
florecida la piel
El silencio rompe como un mar
y apenas puedo subsistir la arena
Mujer
Todas las furias que guardamos
La ternura que aprendimos a descubrirnos
detrás de nuestros gestos feroces
Las manos
las manos que recogimos
de la sombra
y de nuestras ternuras atroces
como los gatos.
Los gatos de la noche
me hace silencio la ciudad
los hombres
los caminos que sólo van
yo como un camino
porque siempre hoy

372.
CERO

Poca importancia concedo al origen y significado real de las palabras, teniendo por real el contenido comunicativo en el que todos se ponen de acuerdo. Creo que cada palabra, sea cual fuere su significado acepcional, es vivida por cada individuo de manera diferente, llevando así una carga vital y una resonancia afectiva que le da connotaciones diferentes, de acuerdo con el individuo. Es como un mismo espejo que para cada hombre tiene un rostro diferente, y no es una actitud del espejo, como tampoco, la palabra, que en sí y en su relación significativa son inconmovibles, sino que es una respuesta resultante del contenido recepcional del testigo y el signo que despierta sus
propios ecos. Según creo, serían muchos los caminos para llegar, contándose entre
ellos, también un colorido sonoro del que resultarían percepciones propias y diferenciales de cada individuo.

373.

Esta cálida manera de suplicio te agiganta
el infinito del silencio cotidiano te propaga
y recoges mi costado como un lugar para tu
rostro
y ya es tuyo el diario afán de pensarte
que te hospeda.

Ya el tiempo que anticipa el sueño te prepara
con el solo principio
la devoción de soñarte te acomoda veces
y el hábito de tocarte con la caricia que
no te alcanza
aprende en tu imagen tu piel no comprobada.

Tú que inundas mis horas
con embriaguez cansina
que llenas de melancolía de siesta
las horas y los lugares donde mi paz solía
que enturbias el sueño indiferente
(y ya tengo rostro para la cara vacía
que soñaba)
tal vez con infinitas miradas que no encuentran
con ojos amamantados de luna
y ahuecados de pregunta
Tú que pasaste a recoger mi costado
que con presentido imperativo
de razas y destinos
te acomodas sin buscarlo
sobre el tú que te esperaba y ya te
nombra,
tú que pasas a buscar
en una vez un hábito de largas historias
y no necesitas los días para la
costumbre del rito que te adora
porque tienes sin esfuerzo
la dimensión de mi hueco lateral y de
mi mano
y la palabra que arredre mi silencio
y el rostro que aseste a mis tinieblas
una lámpara,
tú que ya te alzas como un faro
y que nombras el ara de mi alma
eres en mí la dimensión de mis vacíos
lentos y lejanos
y en las horas la vez que te da nombre
y rostro y te consagra desde siempre.

374.

Cuando se agobie y sude mi lengua, pero cante
cuando no pueda mi mano una palabra, pero
escriba
cuando no haya ya cosas que nombre mi lenguaje
pero aun sin sendero mi afán de caminante siga,

cuando ya vencida la vela de mi voluntad de puerto,
caiga
pero mordiendo el viento con las manos diga todavía
y con un tesón que sobreviva la agonía me levante,
y me arranque los harapos de las lágrimas y ría,

cuando abdiquen el nervio y el músculo vencido
y yo arroje mi cadáver que me es muerte, y viva
cuando limpie la sombra de mis ojos que me ciega
y esgrima otro velamen que en la tormenta no dimita

cuando ante mi propia tumba postergada
ofrezca mi rezo mi fervor y mi
rodilla
y me pida ayuda como un náufrago y me salve
entonces, esta vida porque sí, me será vida.

375.

si mi mano es fuerte cuando pueda el oro
usaré los dientes
y si mi boca puede fortaleza con mentiras
clausuraré mi mente
porque el mundo es una borrasca para mi barco
de timonel impotente.

376.

A tu imagen le he hablado muchas veces
como rezando lejos.
a veces hinco mi voluntad a tu rostro
y pienso.
Ésa es toda tu manera de presencia
ausente.
tu rostro empieza un sueño
sin presente.

377.

Sobre el mapa de tu arena caliente
voy cayendo peregrino y me levanto y sigo,
y dejo un rastro de historia
y una estela de sangre
porque copiaré mis pasos
en las veces nuevas que serán como ésta.
Yo que me seguiré a mí mismo
voy tildándote el sendero que es calvario
amamantando mi derrota que subsiste
en el cactus dormido que enarbolan las tumbas de
tus médanos.
Te digo el dogma de la palabra que
no tiene cosa; y tú entiendes que te amo
porque le asesto a la leña preparada
en tus guaridas el grito de mi antorcha
que te desata el eco llamarada.
Y tú vas con un labriego interno que
cultiva en un telar que es misa
con la abeja al medio que te crece y vive

378.

Hoy he intentado sin poderla, la poesía perdida.
y ahora digo que te canta, pero es silencio
que te evoca y calla
Por eso vive tu hora sida
en la imagen que te recuerda y te comprueba en
tus veces.
Tú eres tú porque te pareces a mi alma.
y ésa es toda la poesía que te habla.
¿Es verdad que no te importa
que no te revolotee sobre las sombras
la paloma mensajera que es palabra
o que haga un hornero de barro o de miel
la abeja que yo enseño a volar en mi alma?
No encuentro la poesía, es cierto.
tal vez no sea mía; pero esta catedral de silencio
esta manera de todas las palabras,
esta casa vacía o esta mano tendida
es una manera de grito que te calla.
Por eso toma mi poesía transparente
esta bandera que es fe sin colores y sin patria
y agrega a una página en blanco, con mi nombre
las palabras que quieras escuchadas.

379.

Te ahonda un mito de abismo y
laberinto
el tal vez es un recodo en que la duda
espera

(eres en principio; nueve veces de
sangre, postergadas)

mi mano agreste, en la guarida
del acecho te imagina.

Llenaste un espacio porque tienes
algo de mi silencio (y después de ti)
te pareces a ti todas tus veces

¡Qué importan otros rostros de
la espera
si el tuyo era el final de la
vigilia!
Eran posible una mañana una
lluvia, una tristeza
ojos sonoros o calientes
Era posible una mano de junco
y una voz de ciruelas
un posible infinito y un quizás
clausurado
y ya tiene la imagen que no era
recuerdo
tus dedos de damasco y tu voz de
madera.

380.

El tiempo es un camino cualquiera
cambiaremos de camino y el aquí será
un ahora.
la vez primera tiene más allá
un instante y un lugar para los dos.
Allí empezará el recuerdo
comenzaré a poder perderte
pero más que todo a recordar y perder
la cuenta de las veces.
Los días serán hacia después los tuyos.
el tiempo nuestro nos tocará la espalda
como un rastro diario que será la historia
Y nos aprenderemos con el silencio
y con las manos
y olvidaremos cómo era la ignorancia
de nosotros
porque seremos contiguos del antes que olvi-
damos.

381.

Quiero gritar silencio porque no tengo
qué decir
entonces repaso las cosas cotidianas
con la mano cansada de los ojos
habituales
Todo converge en la nuca de mis ojos
La ventana mi mano las cosas en mi
mano, mi sombra mi silencio
Tal vez este silencio sea una manera
de las voces viejas

382.

Por esa soledad previa de todos que me abdica
porque una vez es tu principio
y una tácita presencia te prolonga;
por esa mano que reemplaza el hueco en una mano
y el pescador de la mirada que socava
y sabe desde antes que sea la palabra
por esa compañía en un instante
y esa hermandad sin germen ni cadera
por esa devoción de nombrarte con silencio
cuando eres esa soledad con que me ahueco;
por esa simple mitigación de siglos
con un solo segundo de restituir presencias
te nombra el tú que titula mi costado
y mi mano de amigo es la disposición que espera.

383.

Contigo visité mis días destapando asombros
le agregamos al tiempo los lugares
existiendo los acontecimientos
Y allá en la sombra final que nos juntábamos reducíamos a silencio el parapeto.
Todos los miedos nos guardaron.
y no tuvimos una segunda estrella
con que saber hacia dónde.
Contigo poblé el nosotros como una
ciudad vacía en espera.
Allí nos asumía el barro la historia de
testigos.

384.

toca la nada con la punta de los ojos
como un ciego y me regreso sin
haber partido soy siempre la mitad
del camino cualquier parte de un
sitio que no tiene lugares
algo me naufraga me destina al silencio

385.

A veces vuelvo sobre mi propia sombra para
haberme sido. Todo lo estoy entonces
Redondo total testigo.

386.

Un número es cierto
pero podría decir cualquiera y sería
igual,
porque no sé cuánto
sé que mucho y eso es todo.

387.

La ciudad se refriega contra mis
ventanas

388.

Qué puedo decirte de mañana
si aún te faltan tantas
mujeres para ser.

389.

Diariamente mi duda pregunta a la otra
orilla de los ojos
por tu rostro como un solo tal vez indescifrado

390.

Tú, que tienes paz para estar triste

391.

Perduraré en ti para que tildes con mi
nombre
las horas que fueron mis veces.
porque debo quedarte
como el eco del mar en los caracoles.

392.

vulnerable en
un talón o una mollera

393.

el cáliz de tus manos.
pausado.

394.

La felpa del sueño me entibiece.

395.

Tu voz de felpa me enturbia a veces
como un aliento a una ventana

396.

Una música turbia y seca que me raspa.

397.

Diezmar las sombras.

398.

La tristeza se instala en la nuca de mi
alma y se hincha
como el incienso que se expande.

399.

Bastan dos veces para tildar el tiempo
comenzar que es ya recuerdo
inaugurar pasado y abrir olvido
compararte con tu imagen
y soñar mañanas.

400.

Ahora tengo tu rostro para ordenar tu nombre
tengo el rumbo fijo de tus ojos hace mucho
pero basta para mirarte a los ojos.
Ya puedo recoger tu sueño sin equivocarte
y decir tú y decir los otros.

401.

Porque eres más bajo mi frente, como un secreto de
tumba.
¡Qué importan las veces de tu casi carne!…
si amo más mi alma

402.

Quiero fracasar mis propios
fracasos
ser vencido mis propias
derrotas
De la experiencia de los demás
estoy avisado.

403.

Hoy que ya mañana

404.

Como a las cosas que se evaden de la inercia de largas
lejanías volveré a hallarte
porque ha sido tu principio
ahora ya puedo decirte entre el fragor
del mundo y buscar tu rostro
rescatado del tal vez y el nunca

405.

Un pájaro de historia resucita
y se sacude el polvo que lo cubre.
la hormiga labriega grita su cansancio.
He de saber que vivo.

406.
EL SILENCIO Y NOSOTROS

Las hormigas de mi boca te han marcado
por la espalda las venas de la tierra
han bajado a la sombra final buzos de sombra
para tragarse el silencio que te vive los vértices
de tu colmena más honda
Ya todo te lo viví como el silencio, ala total
sin testimonio. Y sin embargo, aquí
me quedo como el labrador adherido a tus
tardes para seguir empecinando la savia
de la tierra madurar en una flor.
Nos ha entrado el silencio como a las casas
de los que han muerto lejos
En los nuestros erigidos se agrega la distancia
de otros tantos rostros. Y no nos dolemos
sin embargo que un árbol nunca ha sido
lejanías y nos quedamos, con las raíces
clavadas en nosotros, como estamos
buscándote el otoño en el verano

407.

La noche queda doliendo.
Te cansabas de comerte los
prados del cielo
como un potro azul de silencio
alargándose la sombra de vacío
por el viento
volveremos a nosotros dormido
sin sal de la locura
como el pescador que olvida el
hada que le subió de las redes

408.

Ya vienen las botas tapando
en los hormigueros los ojos de los
hombres que fueron testigos
la tierra es hombres secos
manos vueltas al beso inicial
tiempos y sitios distintos que ya
son lo mismo
Pero este regreso no es haber
tenido partidas
Ya vienen las botas de la profecía
sobre los hombres que ya no son
las cenizas
Suenan sirenas extrañas en los
puertos vacíos
lloran algunos niños de historia atrasada
algunos ojos enormes comprenden y aceptan
al final de un camino que eso era el desvío
y mientras van desmantelando palabras
como las golondrinas de la última primavera
cierran como templos de Dioses desmentidos
uno por uno los extraños niños
y como el agua de la lluvia última
cerradas en el número infinito
todas las semillas que ya nunca frutas
emprenden la nada por los mil abismos
de los hormigueros que caen al nunca.

Una rama se quiebra bajo un pie desnudo
el primer acecho donde se abre un ciego
pregunta en la sed y en el hambre primeros
qué es esto a lo que empieza ya a llamarle mundo
Y sin saber que ya, es decir mañana
sin saber que estar es haber llegado
descubre sus manos al tomar la
rama
y se queda absorto contemplando el
barro.
Destapando miedos la primera
sombra
la noche primera todo dolorido
se vuelve redondo para achicar
el frío.
regresando al barro como buscando
abrigo
Huyó tanto ese día se hizo tanto a su carne
que reconoce los ojos por la mañana y se abre
se toca los pies, es el primer niño
es el primer miedo se toca se toca
se alza como un pino se tropieza y cae
le duelen los pies se toca, no sabe
toma algunas plumas, toma algunas
hojas
son suaves, las pisa y ya no se cae.

Una rama se quiebra bajo algunas hojas
reconoce un punto, un sonido extraño que
no está en el aire
levanta la rama que pisó. como antes.
reconoce antes reconoce ahora
los pies no le duelen, se mira las botas
ya no mira el barro sigue hacia delante

409.

Porque soy como todos, un aquí y un ahora,
una muerte posible y un recuerdo
de veces
una esperanza abierta y más que todo
siempre
un yo que dice de los otros y que ignora.

Alguna vez he sido el tú de un labio
y lo que a alguien le faltaba para ser
nosotros
que fue conmigo, tal vez por eso soy un
antes de los
otros
y un después que mentirá a la espera
hasta ser pasado.

¿Qué más soy? tengo cosas mejores
silencios que son menos pecado que mentiras
mentiras que son menos peores que odios
y que iras
y tengo más que todo muchas cosas peores
no obstante soy también lo que me es
un amor hacia mí mismo que llaman
egoísmo
y un a veces amor hacia los otros que es
lo mismo
según me vuelva amado de los
que yo amé.

Ése es todo el ser que soy, un alguien

un testigo de historia o un pedazo de
ella
una manera de poder morir. Mi vida
es ésta.
Después
Una tumba sin nombre y sin mártires.

410.

Tú;
porque no necesitas nuestra historia para nuestra
costumbre
porque el hábito contigo
es mutuidad de espera
y paz de solo conservada.

Tú;
porque llegas y lo tomas todo,
como si fueras el fin de una vigilia
(basta un solo llegar para dos abandonados)
Tú; porque
nadie puede negar tus palomares
a mis alas descansadas.
¿acaso no es tuyo desde siempre (porque
ibas a llegar)

Porque en ti acaba una espera; tú.

Tú y tú, porque ya estás conmigo
y subo a mi corazón y desato el oleaje de un campanario
para rezar, para llorar, para gritar
y nada te doy ni tomas, sino que todo es tuyo.
el día, el domingo,
y la sangre retoza, niña y de día
luego de tanta ansiedad
de auscultar horizontes
Tú, porque
en tu primera vez habrá desde antes
ya un rito cotidiano,
tú porque diaria compañera ya,
recoges el musgo de sombra que me
crece por la
noche,
y enciendes una lámpara de palabras al
silencio,
que no es el mismo, tibio
en que nos callamos (pero no callamos) aprendidos y apretados tantas horas.
Tú porque pusiste tu nombre a mi poesía
como haciendo una casa en un territorio de
abandono.

411.

En estrechos zaguanes se acantila una
doctrina
echar redes a un huerto con afán labriego
y soñar con esperanza de pescador poeta

412.

A veces en tus ojos florecen palomas
y sangras la savia que te sube desde el alma
tienes tristeza de andenes finales
y fervor de labriego para llorar.

Un íntimo himno se te escapa por los párpados.

413.

La única vida definitiva es el pasado.

*

Cada vez falta menos, y no sé
para qué.

*

Ellos llegan y permanecen
en el sabor de la tierra
en los silencios mezclados en el aire.

*

Qué pesadísimo tedio el tiempo sin acontecimientos, que se arrastra como una víbora en agonía.

*

Confío en mí, en que si el mundo
volviera a ser mundo,
los diamantes volverían a ser
diamantes y el oro oro

Al nacer no pregunté

tanto como ahora para

ir a Europa

*

todo lo puta madre, que es la vida
los pájaros hacen pie en el viento.

*

Hasta aquí hemos sido todo el tiempo
Más allá de nosotros. mañana
trae rostros nuevos

*

como la piel de una palabra
guardo en el remanso del silencio
sobre tu lengua
garganta
abismo

*

Hacemos gestos de estatuas y por
dentro nos comen las hormigas.

*

Este ruido a gente me despierta los
tímpanos hasta el fastidio.
Esta gente que este ruido, como
cantos rodados que no oí nunca.

*

¿Cómo criticar en presente a la gente,
sin comprenderla en pasado.

*

No nos preocupe recordar el pasado que tenemos
un presente que recordar en el futuro.

*

El espacio es una condición
de las cosas, si las quito todas
¿qué me queda?
Todo es la suma de los detalles.

*

Creo que no puede ser denigrante
nada que se haga por razones
nobles.

*

Los suburbios del silencio tu sombra
madura de las flores que sonríe la noche.

*

Mujer, nada guardé bajo el silencio de la tierra
no hice cruces en tus cementerios.
Volveré a buscarme
Me encontrarás una mañana
oyendo tus hormigueros

*

Del barro de tus manos y mis palabras
creció este alarido de silencio que se nos clava
ahora.

*

la luna pone arriba la altura
la luna como un reloj vacío
un reloj ciego.

*

entrar por un reloj al infinito

*

el silencio vocifera como el hueco
clamor de una iglesia vacía

*

Flotamos, y hablamos de salir a flote.

*

Encontré un lugar donde mirar el tiempo y me
quedé ciego.

*

Hoy te salió la luna en tu vientre
y los grillos de tu sangre
silbaron luces de sombra caliente.

*

Ponte estas palabras como te las vivo
Eres un templo
Después de buscártelo en.

*

Una gaviota que planea. un instante
una gaviota que planea muere. Una
gaviota muerta que parece que
planea pero que está muerta.
Así es la sonrisa ahora que te has
ido. Con las puntas de las alas vencidas

*

formalizar informalmente

*

Ahora una luz, fija hace ruido a
temblar, como el infernal ruido de
las estrellas.

*

No dudamos de lo que nos pasa, pero dudamos
de nosotros. Porque es tan tal
vez lo que nos espera mañana, que
nos sentimos como un alga flotando
en las olas.

*

Cuánto te has ido.

*

El número de enemigos es la medida del heroísmo.

*

No encontraba nada
que escribirte
y se me ocurrió esto.

*

El silencio es más extenso que
todas las palabras
por eso callarme
aunque mi silencio sea
igual al de cualquiera
no todos son de las mismas
palabras.
Y hasta aquí no he hecho
más que decir palabras

*

la sonrisa mineral de las
estrellas.

*

acomodando signos sin

*

Érase una vez en el oeste
Al este del paraíso
paraíso perdido

*

«fama y guita = valores: gente».

*

NO TE MATERIALICES.

*

¿Cuántos prudentes que yo diría
asustados envidiosos?
Cuántos envidiosos que nunca confundiría
con prudentes…

*

Seré más rico
porque habrá menos guita que me
ocupe la tacañería.

*

Siempre somos la misma cantidad.

*

Inflamar el físico, se desinfla el bocho.
Inflamos la guita y la avaricia se
desinflan los otros dos.

*

Como verá, ésta pretende ser una
carta sencillamente informativa.

*

Tengo la suerte de ser irresponsable
tal vez. Pero la rutina todavía no
me ha logrado la cobardía.
Ya el solo hecho de no tener ni una palabra de aliento
(al par de hacerme sentir incorruptiblemente
superhombre) me demuestra la envidia

*

Esta carta está pasada en limpio ¿se da cuenta
del destiempo? Porque esto también, estaba escrito
en sucio.

*

Entre los últimos gritos en el puerto, como
un niño perdido empezará a sonar
el silencio

*

Tú entiendes
esto; el tiempo y la
vida son un río y la orilla.

*

No tengo derecho de luchar por mañana
si mañana es un tiempo que te incumbe.
Es decir no tengo derecho de forzarte.
Pero también es cierto que de las cosas
sólo se tiene la certeza de que han sido.
Entonces es cierto también que si lo
bueno y lo malo de los hechos está
en ellos mismos, tenemos
que llegar a su tiempo para saberlo.

*

Nos movemos
en el tiempo y creo que muchas veces es la
medida misma de las cosas.
Pero para la evolución de algunas,
si bien cuenta, no es el tiempo
el que tiene la última palabra.
Depende de la energía y la capacidad
que tengan las cosas para realizarse.
En este caso, la medida
de las cosas es mi propia vida.

*

Creo en la gente. Con fe y honestidad
la verdad madura las esencias.
Pero según sean las personas, que
generalmente son las circunstancias
más cabales que nos pasan,
obviando la infalible ley de que todo
nos ocurra humanamente, las
ocasiones se dan más o menos
espontáneas y caudalosamente.
Aunque ya no puedo evitarlo,
quisiera haber sido más
sencilla y directamente claro,
por lo menos para una verdad
tan simple e infinita como
la mujer amada misma.

*

Ya es hora de pasar a cosas más
fáciles y directas, a la vez que impregnadas
de plenitud, así que vaya este anchísimo
abrazo.

*

Más allá de las palabras, también las
palabras pero en medio un silencio
lleno de cosas que sólo es nuestro.

*

Creo en la vida.

*

Vivir es la verdad.

414.

Cuando se logra la medida de las imposibilidades es la magnitud del milagro. No mediando nada, por lo menos, visiblemente, divino, el milagro sería mi fuerza. No quiero nada más allá de mí. Soy suficiente para mí y la gente que me pasa y a la gente que yo le paso, tenemos la humana modestia o inmodestia de medir con nosotros nuestros méritos, por otra parte iguales a los de cualquiera. Sé lo que quiero, sé cómo lo quiero. Por eso rechacé tantas veces lo que quiero. Porque venía de otra forma que la que yo puedo por mí mismo. No necesito escribir las cosas para cerciorarme de mí mismo. Ni siquiera escribir que no necesito escribir. Ni siquiera que ni siquiera.

415.
CARTA A MÍ

Jorge, pocas veces nos hablamos.
Nos pasamos de largo murmurando de todo, como si nosotros no existiéramos en nuestra medida la infinitud del todo.
Jorge, algún segundo fuimos amigos. ¿Te acordás? Tantas veces mataste con tus manos los mosquitos para que no me picaran. Tantas veces escondiste la última medialuna para que yo no me quedara con hambre. Tanto me querías…
Pero… ¿¡te acordás o no, carajo!?
¡¡¡Jorge!!! Jorge, por favor, no dejes que la gente se vierta los ojos para afuera.
Tantas veces fuiste altruista conmigo a riesgo de parecer injusto.
¡Acordate! Está bien que te pongas de novio, pero los amigos no se olvidan.

416.

Dado algo que en su constitución se comprenda a sí mismo reducido a un término menor lograremos una sucesión infinita. Ya que en la expresión reducida estará inducida una segunda reducción a un tercer término del mismo objeto que a su vez comprenderá un cuarto que a su vez. Etc.

417.

En un silencio de azul
como grillos de nieve tiritan las estrellas

*

de pez enojecido

*

Un día mi grito te irá al soy

*

El viento pasa su humo de cristal
como un gato de música vacía

*

Tus ojos de hornero y atrás
Tu ojo empececido
me viaja las horas por las horas

*

El buzo va buscándote la sombra para
beberte el canto sumergido

*

Ah la gaviota de sangre
los dientes de luna

*

cada hombre tiene una soledad para cada uno de los hombres.

418.

Creo de verdad que la verdad
es cierta
cuando se la mira hacia atrás
porque el principio
es cierto recién por el final

419.

La fe que nos viene después de habernos desconfiado nos vive mucho más.

420.

Vale más vivirnos que pensarnos y hasta equivocarnos que saber.

421.

Hoy he vuelto a olvidar algo. Una carta de Sagrario está en un libro de Vinicius de Moraes. Me hace acordar a un huevo frío que en algún lado… También me olvidé de eso.
Cuando se ha olvidado tanto que ya no queda tiempo, se grita.
Esto es un grito: ¡¡¡No te vayas!!!
Siempre parte algo que no se alcanza. Se grita para pedir: ¡Espérenme! Tal vez el por favor no suena muy claro (tal vez porque se corre).
No tenés barco Jaron. Pero puede partir el tiempo. La espera entonces ya no me sería vigilia. Entonces faltaría yo también en la medida de un llamado. Pero el llamado parte también y el muelle es un sitio de soledad; entonces sí ya no se tiene otro grito que el del último silencio.
Jaron amigo. Jaron mano. Jaron silencio. Jaron bueno. Jaron Jaron.
Todo está de una manera.
Y el silencio que música vacía, y la sombra que dolor occipital de rastro.
Y la nuca que soledad de los que quedan.
Y los otros que se mueren, penetrados del odio que no les pertenece. Y todo que algo. Y vos que Jaron. Vos que todo lo que vos, como la única manera de que seas, como la sola forma de que faltar sea ser irremplazable. Jaron que se nos van los días, y qué lástima, ¡y qué importa!, si estamos siempre juntos.
Querido Jaron, cualquier día en cualquier parte (todos los días, donde sea).

422.

Ven a vivirme, la soledad me amortaja
con manos deshabitadas.

423.

Y la noche mordiendo, encepando
ferozmente las sienes desesperadas
de la noche enloquecida

424.

Soñé que me forraba un abrazo
y me desperté enmangando las fauces
de mi soledad

425.

Un relámpago de hiedra
Mi alma ha concluido
Fajado el corazón de un puño de angustia
Arranco de ti una paloma que parpadea y tirita
que agoniza y sangra de savia, desesperada de
ecos en sus alas, de alas en su corazón
Ésa es la patria
de mis sueños
Se han resumido allí.

426.
LA MUJER

Yo sé que estas cartas sólo te las habré escrito. Que tal vez nunca las ataré a la sinceridad, al viento, a una estampilla. Sé también que es muy posible que nunca te deje este cuaderno para que lo abras. No sé cuál es el miedo. Tal vez el de que te pierdas dentro de él como en un templo interminable por misteriosas lámparas y catacumbas de desconocidos lenguajes. Y sin embargo yo soy este cuaderno. Este cuaderno soy yo.
Como amigos que fuimos tantas veces sin palabras, quisiera contarte lo que me asalta y me ilumina, lo que me vive y me prolonga, lo que me explota y lejanía. Pero no puedo. Debo no poder, porque éste es el inventario de una partida. ¿Cómo pedirte que enciendas tu sonrisa, que compartas alegre la ebriedad de mi alegría? Yo me voy aquí, tú permaneces en esas cosas que fueron una vez un poco mías. Como un ratón escondido saltará de algún ropero alguna zapatilla, en algún momento encontrarás mi gastado cepillo de dientes, algún enronquecido poema, un billete de avión o de tranvía. Tú deberás lavar las copas de la fiesta, vaciar los ceniceros y ahuyentar por la ventana el día. Tú no podrás respirar, hasta yo me siento solo en esta despedida, en la casa blanca de mirada marítima, en la casa nuestra sonora y vacía.
Naro, a veces los gusanos se vuelven mariposas, hay ciertas hormigas que vuelan en la primavera, y hay mil cosas hormigas, mil cosas voladoras. Tal vez somos retrasadas golondrinas,
rosas de pasada u hojas migratorias.
Yo no lo sé, me estoy cayendo de este árbol,
me voy por las encías de la tierra
con rumbo de otoño, la fecundidad es mi paso.
Me arrastran lejanas primaveras
con riendas de besos
pero yo no me arrastro,
mi partida es dolorosa pero tiene algo de vuelo.
Nuestras ramas ya no me sostienen,
me ha tocado el otoño,
a ti te toca el invierno.
Yo caigo a pudrirme con la lluvia
y tú te quedas a secarte con el viento.
Es triste, ya lo sé, todo era triste,
antes que inventáramos la espuma,
la palabra, el verso que lo dice.
Es triste, yo no quisiera irme,
pero mi corazón me estoy volviendo puma
y hay algo muy urgente que me embiste,
me existe, me levanta, me caminos.
Yo no tengo razones, tengo polen,
algo que en los ojos se desviste,
un poco de melancolía, algo de hastío,
un instinto natal por otros donde.
Yo no quisiera pero quiero irme,
ella se llama con un claro nombre,
como el agua que trota por las piedras
y tiene mirada de galope.
Quisiera contarte cada verso,
cada guitarra temblorosa, en celo,
quisiera contarte cómo es ella,
pero no puedo, de verdad no puedo.
Se me cae la voz hecha ceniza
y el alma me huye como un tajo.
Yo la quiero, yo también te quería
con un poco de paz y de trabajo.
Yo también estoy solo en esta carta,
se me acercan las manos de mi hijo,
se me posan, me besan y me matan,
yo estoy solo en esto que te escribo,
yo estoy náufrago en el alta mar de mis recuerdos,
yo estoy solo en la casa solitaria.
De noche, algunas veces, entre besos,
entre húmedas palabras como savia
y ahora en esta pieza en el cuaderno
recuento cada poro del silencio,
cada grumo del sonido en nuestra cama,
cada célula de amor y cementerio.
Voy como un lento gusano por los muros
midiendo la totalidad de mi partida.
A veces me detengo en algún cuadro,
en las lentas herramientas de tu vida,
en los rincones hundidos, más oscuros,
en una simple cuchara en tu cocina.
Me detengo en cada cosa y hasta a veces
me faltan alas definitivas,
pero debo partir, me está llamando
un instinto de vivir o de nacerme.
Como un tren me espera aquel pasillo,
me fusila la puerta y los zapatos
saben que no tiene regreso ese camino
y tiemblan en silencio, por debajo.
Tal vez no es ahora la partida,
tal vez a cada cosa ya me he ido
sin saber que me ganaba la ceniza.
Tal vez ni estas páginas que he escrito
forman parte de nuestra despedida.

427.
EL DIVORCIO

No quiero acarrear estos puñales
suministrar alas heladas
ni amputar sueños.
Todos somos el derecho de todos
mientras yo festejo nuevas anclas y brújulas nuevas
tú vas por la casa recogiendo fotografías.
Yo te quería tal vez
tal vez te quiero todavía, tal vez tantas cosas todavía.
Tú estás lejos enhebrada por pasillos y trincheras
por ventanas que la mañana moja
con sábanas infinitas
y yo estibo en mi garganta este árbol de clavos
yo llevo tu muerte
en mis manos que lloran y tiemblan
porque querían ser golondrinas.
Amiga, vieja compañera
mi amor no puede sucumbirte
pero se me escapa del alma.
Esta impotencia de redes
este agua que se adelgaza entre los hilos.
Cómo puedo morirte sin muerte?
cómo puedo vivirte sin morir?
Hay volcanes que tiran de mis ojos
como toros empecinados
hay timones que llueven sobre mi corazón.
Hay rincones que arrecian sobre mi corazón
tú arreciabas mi corazón.
Yo te quería.
Y hasta a veces me lamía sediento las heridas.
Y vigilaba anhelante las espuelas
de nuestras batallas.
Recuerdo nuestra cama (la última) como un barco
tal vez como una mesa sola en una casa sola
recuerdo tu espalda tus ojos distantes
tantas veces mi mirada naufragada
mis huidos cuadernos mi fulgor de ceniza
mi ronquera de rincones, recuerdo una por una
cada cosa. La geografía de mi memoria se echa
a dormir en las bahías de tu cuerpo. Y yo no quiero
dolerte yo no quiero las palabras del olvido esas
que amordazan los antiguos poemas las que arrasan
el amor con el nombre nuevo del amor.
Yo no quiero pisoteando borrar con pies desaforados
aquellos caminos esenciales aquella amada piedra
el árbol sospechoso el primer jardín de las distancias.
Durante tanto fracasado milagro durante tanto
extravío he querido quererte (tal vez lo conseguía)
he querido juntar en un retablo amanecido los
pedazos indescifrables de mi alma en ruinas.
Y en ese inventario de turbias demoliciones de
escombros de suicidios a los que llegué tarde, tantas
veces no encontraba mis pies o mi nombre o
equivocaba el orden de mis dientes y ponía esa
incriminada golondrina en el lugar sonoro de mi
corazón. Estas páginas son siempre las sábanas del
amor, las de los pies fugaces de mi boca. Y en una
ráfaga de agonizadas palomas veo aquel denodado
poema la letra vegetal del amor que se hinchaba
veo aquella estrella hecha de beso el muelle
tanto pan y algo ventana de la espera en que
nos dábamos la mano para tantear al hijo
que venía (y vena) por tu cuerpo con su inmóvil galope
de duraznos, su naranja de terremoto sus
manos que se han hecho pequeños barquitos de
papel. Perdona que no ponga si lloro mientras escribo.
El canto de la muerte es en silencio. Yo sé que
a veces creías que por vertederos finales y cerrojos
amainaban esas cartas y esos lejanos meses de
lejanía y esas fotografías ocultas que te dolían silenciosas
en algún cajón donde se guarecían monstruos y
venenos y nombres prohibidos. Yo sé que a veces detrás de mis desnudos
antifaces sentías gemir, crujir, jadear
o suspirar los tallos que se iban despertando
y que contabas con genital paciencia, como las de aquellas
plantas que eran casi flores, las hojas nuevas
que recuperaban mis pupilas. Yo sé de mis trincheras
de mis uñas de mis agónicos recodos, sé de algunas
palabras que se escapaban como humedad o promesa.
De esas intrincadas olas del asalto sin besos
de la espuma a veces solitaria. De los arcos iris
que no tenían suficiente cielo y de las otras playas
extáticas a veces donde entre viejas resacas
íbamos reconstruyendo con ansiosos dedos y clavos de
saliva el barco de nuestro primer naufragio.
Todo lo sé. Sé que las flores serán las de un desierto.
Sé que te di una paloma herida que cuando trató
de volar abrió su tajo en llamas y te mojó de
sombras. Te dije que vinieras y te dije que no
vinieras, te regalé las llaves pero clavé la puerta.
Qué puedo hacer. Cuál es el primer día del fracaso?
cuál es el límite de la derrota? hasta cuándo
se golpea hasta cuándo se uñas y muñones
en este derrumbado túnel sin salir o morir?
No volvimos a preguntarnos por los anzuelos
primeros, por aquel zarpazo de nombres que
entró o entré como una inundación en la casa
de nosotros, derrumbando sillas y mordiendo
retratos. O mejor no volví a respondernos.
Fui de nube o peor de humo anduve escabulléndome
como un fusil, con la promesa debatiéndose y la
traición furtiva.
Tu dolor me duele con páginas vacías con días
que no supe que iban siendo despedidas, tu dolor
me sube como un candado y me muere me escupe
la voz con flores de raza equivocada. Tu dolor soy
delito y sacerdote del otoño. Pero hay caminos
que estallan las anclas, una marea de caminos
una marea alta una noche de faros ululantes
y tinieblas a gritos y yo zarpo como naciendo o muriendo
y te arranco de cuajo la memoria. ¿Cómo pedirte
perdón, con qué palabras, con qué caricias secarte la
casa solitaria con qué besos enjuagarte los besos
que no quedo con qué olvido no haber sido
con qué recuerdo quedarme? En mí se trama una
rosa de desiertos un nudo de ebriedades sin Dios
ni horizonte. Tantas veces parto tantas veces
apenas llego y apenas parto después de tanto
apenas vuelto. Tantas veces Lautaro me ata
la sombra con sus atroces juguetes y me fusila
con su voz de colibríes con su voz pequeña de
candentes precipicios. Tantas veces. Tantas y estas
fotos con que me suicido de a poco. Este
minucioso veneno, qué puedo hacer, cómo quedarme
este espantoso equipaje de cuevas metido
siempre hasta los ojos en mis cuadernos de pozos o trincheras.
Yo quisiera llevarte la mañana, un racimo
cotidiano de canciones y esas rosas que hablaban
rojamente como un pan de velas encendidas
pero te llevo la ronquera de mis manos
mi voz que tropieza y un espejismo de días
sin bandera. Quise fundar mi memoria
deponer mis lejanías, redimir mis huellas
rendir mis salados recovecos. Decirte un día
después de tantos días que ya había vuelto, darme
cuenta de tu mesa congregada y apreté los
dientes y cerré los puños y contuve el aliento de
mi arreciante podredumbre, pero te clavé de
desertadas canciones, te crucifiqué de desmentido
herrumbre con altares disfrazados con cadalsos
que tenían voz de sirena. Tal vez dos muertes no
sea bastante mis pezuñas criminales devastarán
cada cúpula sagrada cada almena depuesta cada
arco de rosas que se te haya caído en la batalla. Y yo
quedaré herido con tu espera con tus rosas de nuevo con
tu traicionada primavera y yo quedo herido pero no
me muero y mi herida es culpa y mi dolor tendrá sonrientes
espejos cuando no quiera verme frente a frente
con el cuchillo ensangrentado de luna y el poema
ensangrentado de silencio, cara a cara con el crimen.

Un día en nosotros fueron todos los ovarios de la tierra
telares de alba nos buscaban la lengua
carcajadas de lava levantaban nuestro aliento
desatados ríos acarreaban la primavera hasta mi
cama sin cenizas.
En el pan nos encontrábamos y en la campana.
Y el aburrimiento no andaba socavando ni
enmoheciendo. La rutina no lamía las cosas que sostenían
el día. ¿Cómo decirte que ahora sí? Dame tu herida
como una sonrisa para poner mi puñal como
una rosa. ¿Cómo puedo no terminar esta carta con
aquella misma estrella, cómo besar la frente de Lautaro
yo cómplice de la noche polizón de la puerta, cómo
martillar su mirada desnuda con mi espalda
turbulenta de nuncas?
¿Cómo cambiar tu nombre por el de una hermana
cómo darte de beber estos andenes cómo asestarte
este puñetazo de lágrimas cómo decirte estas
equivocadas brújulas cómo pedirte que guardes los zapatos
viejos de mi historia? No me voy de tus altares
a otros templos, mi boca no trasborda nombres
mis sueños no se visten de nuevos lenguajes.
Me he quedado sin Dios eso es todo. Ahora ya sé
que no puedo construir a Dios con sólo rezos a pesar
de que nunca tuve palabras suficientes ni
manos apretadas suficientes o que ahora nunca
las habría tenido. Pusiste en el teléfono tu voz
como una ofrenda como una mansa llamarada de
campanas, yo les arranqué el domingo les amputé
las alas te escupí la lengua con ronquera. Siempre
el mismo labriego de flores venenosas, de cosas
con las que no se puede hacer pan.
Ahora necesito quitarme la coraza ser mucho
más víctima decirte que lloro, ser menos culpable
estar un poco loco tener olor a sonámbulo
pasearme por nevadas cornisas abrir la boca para
que entre alguna herida a raudales. De par en par
el silencio para tener alguna lápida que llame a
los que vendrán a perdonarme. Y sin embargo no comprendo
el perdón. No sé siquiera si edifico en esta página
un espejo, si le escribo esta carta a mis insomnios a mi conciencia
si quiero demorar la copa clandestina. La azotea
que se derrama sobre las sirenas, los sueños desterrados.
No quisiera ser el turbio sacerdote, la ritual
cicatriz la canción que se condensa
y lava. No quisiera ser mi absolución. Quiero
bayonetas ladrándome jardines ladrándome arrojándome
puñados de sequía, conminatorios hermanos
sin sillas para mi destierro un inventario de soledad para mi culpa.
No soy un emigrante; prófugo de la tierra
gangrena planetaria. Pero antes de irrumpirte
esta carta, antes de estallarte la boca, de hacharte los
ojos y machacarte hasta la última ceniza quiero dejarte el
mapa de mi cueva el itinerario
de mi despavorido escondrijo, para que si un día
amaina mi crimen en tu carne y puedes enterrar también
las cruces de tu cementerio, vengas a mis costras
sobrevivientes a encontrar al amigo que también
fui nube que tampoco claridad que ni siquiera pañuelo.

He releído esta carta durante la que mi boca no tropezó
ni acampó para secarse el sudor. Apenas alguna
ventana del avión el tórax americano disminuido
bajo la altura como una dentadura de piedra
montañas desencadenadas, cráneo, mandíbula geográfica.
No podía detenerme, borbotones de lámparas
envenenadas se me desmoronaban por dentro
y caían al renglón amigo. Al silencio ordenado
e inventariado en blanco.
Hay en los hombres la misma
fatigabilidad de la tierra. A veces
se cambian las semillas a veces se
amamanta el polvo con sus propios
hijos como las gatas que se comen la placenta.
Y a veces a pesar del sudor, de las
tempranas fatigas de las lluvias y
las nobles semillas, la primavera
sopla en la flauta terrestre pero la
canción de espigas no brota. Es entonces
cuando el terreno está ronco. Los cardos
andan recuperándome el alma.
Con esto no digo que ninguna flor
es cierta o que no podríamos poner
los mismos cardos en un jarrón, sobre la
mesa. Digo que la arena me intenta
que la piedra me interrumpe y la aridez
logra mis vetas. No quiero los
nombres cotidianos del amor para nombrar
su muerte. Sería demasiado
doloroso. Naro, yo tengo esta enfermedad
de tinta y a veces la piel de
mi alma se oculta debajo de mis
costras se esconde en el agua de las
ampollas bajo el pus enmascarado de
las pústulas. Tú lo sabes, has deletreado
mi boca tantas veces. No puedo emprender
este lanzazo sin disfrazarlo de paloma.
Voy de carta en carta de nombre en nombre
de amigo en amigo de recuerdo en recuerdo
palpando a tientas el óxido y el terciopelo.
Hablo a los amigos con que hablábamos
lloro sobre nuestro cubrecama en mi memoria. Les sonrío
a las macetas del balcón a través de la distante
ventana. Estoy solo en esta culpa como un
cáncer de carbón en una napa de
oro. Y no sé mentir ni decir la verdad. No
puedo quedarme ni partir. Lloro o sonrío
le hablo al espejo, al aire, me miro la memoria
al espejo me miro el crimen y el silencio al espejo
me miro la vida y el futuro al espejo, sonrío
o lloro es la única imagen que recojo.
Si pudiera haberte regalado muchas más flores
flamantes puñados de canciones una camisa
de besos para tus hombros donde hacía pie la
tarde… Recuerdo cuando a veces volvíamos
de la rabia con espuma de cuchillos en la
boca salpicando gritos derretidos aún y
de repente la espuma era de súbita flor
los gritos eran súbitamente tules que volaban
y deponíamos esa especie de odio indesterrable
escondiéndolo bajo la alfombra, detrás de algún
párpado o entre las muelas junto al musgo
del tiempo. Recuerdo cuántas veces estuve
por escribir de nuevo la palabra amor
y mi garganta se agachaba o se quebraba
en el aire como un barrilete roto y te decía
apenas una mirada esquiva, un recodo en
la boca. Nunca habré sabido dónde empezaba
esta carta. Tal vez en algún descuidado
ademán en un borbotón de murciélagos
cuando vigilábamos mariposas o atajábamos
guitarras con el pecho. No lo sé, no lo sabré.
La vida es un laberinto sin retroceso. La piel
de la tierra era toda caminos. Tuvimos
pies para éste. El destino era cualquiera
y emprendimos esta memoria con lentitud
de empecinados dientes. Y aquí estamos ahora.
No puedes mirarme a los ojos. Te llamo para
que lo hagas para que precipites tu última herramienta
tu último anzuelo ávido. La vida no
nos permite una vuelta de pista preliminar
un recorrido estudioso. Cuántos errores nos
quedan (amos) por nacer o morir. Yo no lo sé.
Ayudémonos a alguna paz cualquiera.
Yo siento que llegamos a la cima de nuestras
manos a la cúspide de nuestros almanaques
aquí nuestro camino cae bifurcado. Nos
queda un único cauce
común la única vaina donde esconder esta
ceniza, Lautaro. Él es el guante que guarda
nuestras manos juntas. Qué más puedo
decirte? Es cuestión de decidir. Decidir
quedarnos o decidir partir. Decidir durar
o decidir decidir. Y yo tengo miedo de saber
que ya he tomado mi rumbo que ya he echado
a andar el viento que mis velas se hinchan
y tiran y que el tiempo ya me da la nuca.
Quiero un último tramo de espejismos
para arrancarme si es preciso las manos
buscando el agua en nuestra arena. Por eso
quiero que vengas para que la tal vez última
vez no haya pasado inadvertida.
Caminar por un muelle como un ciego
sin saberlo es un poco lo que no habría pasado
no es justo resbalar. Debemos arrojarnos o
permanecer de pie. No elijamos la cobardía
del tropiezo. Ya tanto ha sido casualidad.
Yo no quiero darle llaves al destino. Soy
yo el jinete de mi vida timonel y fogonero.
Subámonos a la locomotora aunque sea
sangrando rieles pero mereciendo el rastro
que dejamos aunque sea de escombros y
gangrena.

428.
LA HERMANA

Querida Kel. Estoy acorralado en una página, extraviado en un sueño sin salida, sumergido en un ciego envenenado o en un Dios borracho que aprieta las mandíbulas.
Te mando esta paloma confidencial porque quiero saber que estás sabiendo. No sé dónde ni cuándo, apenas casi, pero sabiendo. Vos habrás sido el único testigo, la única anticipación, algo de ese viejo rito de ser antes la foto que el momento de la foto, como un motín de manos apretadas contra este diluvio de kilómetros. Sólo puedo confabular con vos, por eso te derramo estos espejos.

Hace poco, el 16 de noviembre, salí de Casuarinas. Quiero leerme decir todo esto. No tenía ganas de salir. Alguna gota cansada se resbalaba por las suelas de mis zapatos. Los relojes arreciaban sobre mi cabeza. En el avión le escribí a Ainara (te transcribiré la carta). Empezaba un último tramo de espasmódica nostalgia. Yo me estaba yendo un poco famélico de veredas y aventuras de trasnochados encuentros con alguien que siempre es más uno mismo que otra cosa. La primera noche salí y troté por ahí sin resultados dignos de donjuán. En la editorial había algunas miradas accesibles de las que yo huía con tesón cremoso. Pero las salidas… No era la primera vez. Desde aquella telenovela mexicana pasaron muchas cosas, divertidas, tristes, ansiosas… finalmente efímeras. Ainara estaba a salvo en un bolsillo de un pantalón que siempre dejaba en el ropero. Desde Patricia, entre Naro y yo las cosas se cambiaron de zapatos, de corbata y a veces hasta de antifaz, pero éramos los mismos. A ella le bastaba, o era lo que esperaba o conocía. Yo a veces me aburría, no siempre; a veces me enojaba, no siempre; a veces sentía lástima, algo más que no siempre, y pocas veces una especie de aviso, una señal, algo que volvía o se regeneraba.
No sé de verdad si los aviones, si los recuerdos y los sedimentos de no sé tampoco qué cosas en algún desfondado sueño. No sé nada. El caso es que había una brújula girando desesperadamente. Te escribo para saber que un poco no he mentido. Y la verdad es ésta, que lo he hecho copiosamente. Y la verdad aún más es ésta: Solciré. No importa quién, cuándo, cómo. Yo.
El problema es éste; hasta cuándo se tantea tratando de reconstruir en la oscuridad? ¿Cuál es el final de la incerteza? ¿Cuándo será cierto que no es cierto? ¿Cuándo se está absuelto del contenido de la verdad, siempre que la verdad, en sí, no sea un crimen?
Kelly, muchas veces te cuento secretos por la noche mirando los techos de todas estas ninguna parte en estos hoteles que son siempre el mismo. Hoy quiero que no seas yo mismo; quiero decírtelo. A veces la lástima o la compasión, la incerteza o la gratitud por un chorro de años me hace tenerles miedo a las retrocedidas palabras. Creo que esto no debería repetirse constantemente. Creo que no la quiero más. Antes dudaba de haberla querido alguna vez. Eso quedará enterrado entre mi sombra desordenada de hace ocho años y la desteñida memoria. Creo que algo la quise. Cómo no. Ella dijo una vez que yo la había usado. Tal vez. Tal vez mucho más que tal vez. Hoy, a veces me oigo hablar con los amigos y (es triste decirlo) me parezco a cierta polvorienta canción de Palito Ortega. Aquella del sabor a nada.
A veces la vigencia de las emociones que saltan como un arco que se suelta, se vuelve indulgente con nosotros y nos permite vivir de cosas lentas, casi suaves y un poco solitarias. Recuerdo unos candelabros donde enredo o enredaba los ojos con descuido durante tanta paloma volcándose lejos, en otra parte, donde no somos. Todas esas historias vacías que la nuestra propia es muerte.
A veces una cierta tranquilidad te indulta tantos abortados gritos, tanta lava de besos que se caen por las sienes de un sueño. Pero cuando conoces a alguien y se te mueven los zapatos en los pies como queriendo irse, cuando conoces una quinta o décima persona por primera vez y ésa sí es la primera, cuando no te reconocés en los espejos y llenás cuadernos con burbujas y te animás a ciertas desvergüenzas y te descalzas el temor de las palabras prohibidas y decís beso y amor y te animás de repente a las monstruosas verdades, entonces te parece que la mayor de las culpas es el suicidio y que no vale esperar a los sesenta para ya no tener treinta y que sea de verdad demasiado tarde.
Éste es el problema. Estos días no caben en una sola carta. Hay demasiadas cosas, colgajos de enmohecidas canciones harapos de lámparas que arrastro apagando rumbos a cada paso funerario. Y esos otros de jugar a ser ardilla de correr por el aire con la boca y transitar con páginas la noche buscando la palabra exacta el homenaje el pedestal la rosa.
Ya sé que todo andaba mejor y de repente cayeron almanaques al galope.
La única vida definitiva es el pasado. pero de qué sirve quedarse sospechando cicatrices en los pies, llagas aquietadas y ciertos roncos consuelos sin saltar sin decidirse a haber nacido sin perder de un solo trago el último tren del suicidio que todos traemos puesto.
Kelly sólo quería empezar a decirlo porque me parece que voy a poner una bomba de espinas y no quiero salpicar muy lejos. Por favor no mastiques techos amargos, esos de los insomnios. No te preocupes. Qué carajo digo? Y Lautaro me mira desde las fotos con sus ojos de sonido fosforescente. Pero qué puedo hacer? Empiezan las justificaciones = Yo desparramaría una gratitud opaca o más bien odiaría a gritos si a una cierta edad, de repente hubiera sido siempre la culpa de las anclas involuntarias de papá o mamá. Pero no sé de haberlo sido. Qué sé yo. Los chicos pueden entender o tal vez hay cosas más difíciles de entender aún.
Lo que más me demora es la fragilidad, quizá, de Ainara, no me gusta romper, pero una operación a tiempo duele menos que una vida de ataques al hígado. Ojalá que ojalá!, que todo sea bien, que sea cierto alguna vez que no hay mal que por bien no venga. Ainara no sabe de Solciré. Ése es mi hachazo subrepticio que quisiera no dar. Porque tal vez es un escudo. Yo no lo creo pero no tengo derecho a no dudarlo. No quisiera mezclar una cosa con otra, quiero saltar con los dos pies en el aire, no uno en el muelle y otro en el barco. Cerrar una puerta y si después veo la otra todavía, dormir una noche a la intemperie y soñar que entro a la mañana. No quiero acarrear culpas para nadie. Entrar en el jardín con los pies contaminados. Todo el mundo tiene derecho a no ser causas tenebrosas. Yo la quiero a Solciré. Cómo puedo recordarme mañana? Pobre Ainara, yo no sé siquiera si me quiere o simplemente no quiere cambiarse de zapatos. Tener nuevos callos, qué sé yo. Yo le he dicho un poco de mis hollines, de mis turbios renglones de apagada memoria, de mi pus en marcha pero no hay palabras suficientemente pañuelos, estas cosas se hacen siempre mal, porque son malas. Te mando también una carta que le escribí a Ainara para que puedas sopesar los rincones oscuros de mi aliento. Esa carta la leeré con ella bajo el quincho o qué sé yo dónde, en cualquier caso debe conocerla. Ya no hay inocencia suficiente para mentiras piadosas. A pesar que me reservo una.
Le he pedido a Naro que vaya a Casuarinas, al principio reculó al teléfono cuando me oyó tan distante. Ahora ya ha decidido ir. Si en casa, sin necesidad de atender a otra cosa que al sol y a la gente, entre todas las cosas mágicas, la navidad y la mayor medida de esta especie de delito, mi decisión no retrocede, será una consolidación definitiva. Tal vez se me coagule una mariposa en la boca, de todos modos el primer tal vez no nos pertenecía. Vaya a saber quién tuvo la culpa de la primera inocencia.
Hablaremos copiosamente en Casuarinas. Ahora te dejo con un beso enorme, con un abrazo como el del día que te casaste con una flor esculpida con los dientes.

Te quiero.

Rolfi

429.
LA AMANTE

¡Incendio! Está la calle atestada de peligro.
Hombres disfrazados de hormiga hormiguean
como burbujas incalculablemente.
Arrastran venas raudas, largas flautas donde se apura el agua como un urgente animal.
Nadie mira a nadie. Nadie recuerda nada.
El fuego embiste como un toro derretido.
Olas, lenguas, banderas, túnicas y bramido.
Las hormigas le clavan su aguijón chisporroteante. Las heridas del fuego son húmedas y vaporosas.
Yo estoy en esta esquina y no me pregunto por los señores asustados, por los amantes que se derriten en los calcinados colchones, por los cuadernos como éste que se van por la ceniza, por el carbón de los miedos y los besos con rumbo de humareda.
Ni siquiera pienso que podríamos haber estado allí, jugando a siempre, tú y yo, en un mañana cualquiera.
No.
No hay incendios para nosotros. No habrá mangueras escupiendo; gritos de socorro, reventadas ventanas. Habremos tal vez una inundación de mariposas, un caos de flautas incandescentes, un diluvio de palomas luminosas.
No me importa que se quemen estas casas. No hay tiempo más allá de nuestros ojos. No hay muerte ni dolor ni urgencia.
Toda la tierra nos asiste como un planeta que concentra su circulación, su pulsación de palomas subterráneas en la primera raíz de su naturaleza. Están dejando que el fuego se queme.
Ya le han sacado los ojos. Le han clavado una inminencia de agua. Ese mar vertical ya se desploma.
Cerca de mí hay dos señores en pijama que no se parecen en nada a nosotros.
No saben que han sido condenados a cuaderno perpetuo.
Me voy antes que me salpiquen con rincones.

430.
LA AMANTE

Nunca te he contado que cuando yo no había elegido todavía mis pájaros, vivía en una casa con rostro verde. Allí fui feliz. Vivía en el amor sin conocer su nombre, y en mis sueños aún no había puertos.
Pero un día entró un pájaro ciego, con mirada de azufre. Creo que yo tenía la sonrisa como la tuya, como un castillo de marfil. El pájaro voló esparciendo miedo, salpicando sombras. Luego nunca pude olvidar la palabra pecado. Alguien arrancó las rejas de la casa, profanaron las flores, usurparon raíces a la primavera, echaron escombros al río que ciñe aún el terreno y la cintura del verano no tuvo nunca más guitarras.
No he vuelto a ver la colmena estelar, la noche de Casuarinas con mil luciérnagas ancladas.
Esas hojas que arrancamos juntos para palpar el olor del eucalipto, la savia en voz alta de la hiedra, me recuerdan el olor de mi memoria virgen sin ronquera aún, como los pies de un niño. Y desde que empecé a dejar de rezar, a perder de vista el miedo y mucho más la esperanza, desde que mi vida se volvió un largo suicidio minucioso, no había vuelto a anticiparme al nombre del amor. A sorprenderme enamorado. A encontrármelo dentro sin haberlo hecho pasar.
Qué me pasa con vos Solciré?

431.
LA AMANTE

Pequeña mía, camoatí de melodías no inventadas, cueva de flautas pastoras del oro
Quiero hablarte a veces
sin decirte nada. Pasear
de tu nombre por la atmósfera, volar de tu mano por la música, acampar en una mariposa y clavarme una manzana para tener un corazón.
Tal vez en las olas del tiempo, tal vez con las prestadas sandalias del destino, tal vez porque sí, porque dios, porque caminos; yo no sé por qué pero nos encontramos.
Ahora me parece que saliste de una profecía, que a través de muertes y mañana vine buscándote y que ya mi brújula puede echarse a dormir como un fiel perro de caza. Tu voz es la medida exacta de mi oído, tu cuerpo es el barco de todas mis tormentas, tus ojos tienen enterrados talismanes, tu pelo es el país natal de mis caricias.
Tú me indultas lo más arduo de ser hombre = ya no me pregunto por los irrespondibles dioses. De repente comprendo que vivir era una búsqueda y puedo dormir calentado por el fuego donde se queman mis gastadas herramientas de caminante.
Me he preguntado muchas veces por qué tejo estas redes, qué quiero pescar con mi poesía. Era tu alma, un pez originario. Pero las redes cayeron de tus ojos y estaban tejidas con hebras de vuelo de golondrina. Y no eran redes de atrapar, eran como manos de secar el sudor de las bestias atrapadas, toallas de sueño para los que nacen enterrados.
Me contaste que te amamantaste de lámparas, que pacía en los espejos de tu cuello sus raíces de luz la madrugada.
Me contaste que a veces te vertías por las ramas amargas de la noche y volvías hecha de rotura y extravío.
Me dijiste que tenías cementerios en la boca y algunas cruces en la piel y en las palabras.
Me contaste de dioses de diamante que bajaban con los ojos por el aire y me enseñaste a jugar a ser un dios de ésos.
Y cuando te tocaba yo tañía el universo.
Me contaste tantas cosas, por ejemplo que la boca no era herida ni dolía, que ése era el sagrario de las profecías, que todo lo que hacía era de besos.
Me enseñaste a jugar a los naufragios. Yo tenía alguna sal en mi madera. Pero tú eras mares diferentes y me devorabas y me devolvías.

432.
LA AMANTE

Mientras la cabellera mojada de la canción
resbala por la piel de mis bronquios
como un látigo enamorado
Miro los barcos debajo de esta altura
como cisnes o adormecidos camalotes
El cuerpo turbulento de américa
golpea mi ventana, ruge su desnudez
de hileras y casas
la ancha vagina de su puerto.
Allí fue, allí pasó mi escondida historia
mi desenvainado destino mi rastro que me buscaba
los pies por esas calles que eran las que a veces
mi memoria vacía no conseguía inventar.
El llanto es un sonido nupcial que hay en mis ojos como una casa hinchada de silencio. No puedo llorar, muerdo mis sueños como viejas uñas. No nos tocarán campanas. No nos correspondía otro milagro que el dolor luminoso de sentirse vivo a cada muerte que nacimos con las raíces ensangrentadas Voy esparciendo cadáveres, cementerios de sonrisas mi rastro es el inventario denodado de un profético veneno. He llegado hasta ti con pies de muerte con paso de fogata con mirada de turbio martillazo he llegado como un capitán de suicidios postergados a tasar la exacta medida de mis dientes a saber el número total de mis delitos. Ése es mi homenaje para ti. He llegado de sangre con corazón sangriento ileso de mí pero lentamente herido, llegué con pie de llamarada. Pero de repente habías sido, y estabas ante mi tiempo como una isla hospitalaria como el profetizado altar. Y en ti era una cara toda mi mochila de rostros, toda mi sedienta exhausta cantimplora de nadies. Todos mis olvidos te recordaban. Te parecías a las cosas más simples, al pan y al agua a las sábanas y a los amaneceres con llamadas y a las calandrias indescifrables entre misteriosas ramas a algunas cosas sucias como uñas entregadas y a todas las cosas limpias. En ti no había otro delito que la vida otro pecado que no haber sido todavía eterna. Te vi y es verdad que me encontraba. Una manada de ventanas me golpeó la espalda, de mis ojos volaban como hojas secas todas las fotografías y todas las cartas. Yo ya venía de ninguna parte. Cómo poder recomenzar este camino hay demasiadas flores no puedo detenerme ni mirar atrás, todos los pasos a mi espalda siguen conmigo.

433.
LA AMANTE

Basta ya de edificar columnas
me voy a lanzar en avalancha. Mi querida
Sol. Esta aula es un útero negro y un poco el paladar sangriento del infierno. Aquí se puede morir azotado de burbujas. Pero no hay ningún modo de nacer en este sitio
Como te imaginarás aquí no viven palomas
esos pequeños planetas de harina que yo venero para dibujar tu cuerpo. Por supuesto no hay tampoco extraviadas golondrinas retazos de emigrados veranos, ateridas de soledad en este jardín de turbios aplausos.
Me he zambullido en esta página como un fugitivo entre la maleza quiero enterrarme bajo el aire un poco como Casuarinas bajo su cielo marrón-ocupado.
No quiero estos nadies con historia que giran entre las butacas. No sé los nombres de ninguno. Odio este sitio lentamente. Cada cosa está sucia de distancia. Éste es el sitio de mi primer abandono. Ésta es nuestra primera lejanía. Por eso execro cada célula de espacio, cada átomo de soledad.
A veces me parece triste que no sepas qué zapatos tengo puestos, qué camisa, qué recuerdo, qué exacta postergación, qué número soy de la demora de mi muerte.
Yo me estoy poniendo color de araña. ¿No es triste de verdad? De todos modos estoy desnudo bajo la ropa igual que estamos juntos dentro mío.
Hay algo más que he comprendido, es algo que se podría dibujar con anatomía de balanza. Imaginate si creyera en Dios y le pidiera que todo salga bien. Imaginate que Ainara hiciera algo proporcional.
A que no te podés imaginar el desastre administrativo de las Oficinas Celestes?
Es mejor que no creamos. Dios nos agradecerá sus vacaciones.

434.
LA MUJER

Naro me estás doliendo mucho
te portaste bien conmigo
hicimos muchas cosas juntos
fuimos también un poco amigos
Vivimos en la misma casa
seguimos en el mismo hijo
yo no sé de verdad lo que me pasa
a mis pies están llamando los caminos

435.
LA MUJER

Las razones del amor son siempre explicables.
¿Cuáles son las del olvido?
Si me disecaran el aliento hasta
el último nervio, si me desmantelaran
piedra a piedra la mirada
como un edificio hasta no dejar una
sombra, si emprendieran el recuento
de mi alma con las más minuciosas
tijeras el diagnóstico sería: amor
El veredicto sería la vida.
Tú tienes otra página que escribir tal vez más solitaria. Pero quizá encuentres más sonrisas en tus lágrimas de las que en la garganta esperas. A lo mejor un día te levantas con un anzuelo de luz, por la mañana, y vas a abrirle la puerta a un camino fecundo que te llama e invitas a entrar a la primavera y abres la boca turbia de los roperos prohibidos y echas a volar puñados de música por el aire de la casa y abres las ventanas para que salgan huyendo las incrustadas soledades.
Me voy como el que huye de un incendio. No quisiera despertarme lejos y preguntarme por el desastre sin saber responderme y tener que huir de mi huida durante el largo camino de la cobardía.
Quiero dejar una jornada con pies de honestidad. Quiero una travesía sin estelas como heridas, una partida sin dolor irremediable por la espalda.
Las lágrimas son inminentes. Lo hemos dicho tantas veces. Pero por este arduo recorrido tus pies se han hecho árbol y los míos agua. Tú te quedas y te moran pájaros, yo me voy y me habitan a veces unos cielos reflejados. Las piedras de la ruta acomodaron nuestra identidad irrevocablemente. Irrevocablemente alas, ya no me quedan anclas, el viento del otoño me desgarra los mástiles del corazón, mis venas se hinchan con demora, hay horizontes en mis ojos que emigraron hace mucho.
La vida no tiene perdón para la vida.
Mi alma zarpó a una nube hace ya tanta partida. Ahora me toca a mí que me quedé demorado a acomodar algunas cosas que lloraban o llorábamos demasiado.
No nos juntamos para vivir, sino para amarnos. El amor era la vida. A veces partimos de la vida para recuperarlo pero ya el tiempo nos pide la cuenta de nuestras cosechas. Hay horizontes verdes en mis sueños.
Pongo tu foto sobre esta página mientras escribo, así es más decírtelo, más vivo, más serlo, y esta carta no se vuelve uno más de los tantos mohos que nos derrocan, un poco más del inconfesado armamento de la traición.
Quise oponerme a la sequía a veces con obstinación de cacto. Mis espinas te picaron. Me volví lagarto y repté por tus días con silenciosa muchedumbre de vacío, entonces me pisaste porque no me veías, me intenté alacrán para asustar tu pie y tuve miedo de serlo demasiado, sólo me quedaban los pájaros y quise volar para adornar con algo de poesía nuestro páramo desértico y no hice más que levantar el vuelo para inventar un rumbo de rosa y vi a lo lejos (en esos lejos que nos pasan a veces tan cerca) un jardín incalculable de flores que yo no conocía. Entonces supe que siempre había sido ave y recordé ese jardín que venía buscándome inmascarablemente por entre brotes y altares y tránsito de despedidas.
He venido a decirte que me voy, que me he ido, que tal vez nunca he estado aquí. Nada de eso es verdad. No existimos hasta que no encontramos el espejo. El que fui te quería. El que soy no te ha querido nunca. Por lo tanto debo haber venido a decirte que estoy muerto, que Rolfi ha muerto, que se transformó en pájaro carpintero y se metió dentro de un tronco y nadie puede ahora adivinar cuál de todas las flores del árbol soy. Para qué contarte que hay una abeja que salió del corazón del oro que sabe mi flor y viene a veces a encerrarse conmigo?
Cada vez estoy menos triste, me cuesta pero creo que es inapelable, que estoy obligado a vivir rotundamente, que las anclas que pesan más que el barco tienen algo de suicidio. Sé que fundé mi zozobra en la isla de otro navegante. Buscando leña y fruta para abastecernos encontré la mía, había un paisaje que reconoció mis ojos, huellas que llamaron y saludaron a mis pies. Vengo a dejarte la fruta y la leña.
Allá lejos me estoy esperando a comer, me estoy esperando a vivir, a besar, a ser, a crecer. Encontré la tierra de mis raíces. Nunca sabía por qué era estas abejas; allí las dejé, había tantos pétalos. Y ese hondo zumbido en mis ojos como el de los caracoles… ahora sé de dónde traía la canción.
Debo pedirte perdón por la tormenta que me arrinconó en tus costas, por haber encallado en tus dientes, por haberme quedado a pernoctar en tu isla, por no ser en fin ni un buen piloto navegante ni un buen carpintero para arreglar el casco roto de mi embarcación. Ahora me voy, dejo un poco de devastación en tus selvas, estragos de hachas en tus troncos, me llevo en mi estructura un poco de tu madera, he calafateado mi buque con la saliva y la sangre de tus plantas y después de agotar tus racimos me voy dejando los pecíolos desnudos.
He venido a que me digas que soy un hijo de puta. Ya lo sé.

436.
LA MUJER

Naro aire,

Tal vez en una feria de cosas alegres hay racimos de globos, manadas de colores que capitanean la sonrisa de los niños. Tal vez en alguna parte hay payasos graciosos. Yo no puedo aceptarlo. Cuando veo una langosta de irisadas alas como una esmeralda voladora mi alma se ilumina con las costas de un mañana de promesas. Estoy empezando a comprender a algunos borrachos.
Estoy tan contento de esta tristeza que sería capaz de bailar por fuera del espejo y estar vestido de luto en la imagen dentro de él.
Pero no puedo decírtelo. Debo empezar la verdad por su sombra: por la mentira. A fuerza de tratar de parecer, de buscar actitudes estoy extraviándome en mis bronquios y ya no sé cuál es la salida. Quisiera poder compartir esta alegría con vos, ya te lo he dicho, creo; pero voy y vuelvo en un vaivén interminable como un péndulo sin decidir cuál es el dolor menos doloroso.
Imagino que cuando se desocupa una casa todo el mundo se pone triste por los días que ya no serán allí, en vez de sentirse feliz por los que fueron. Estoy casi seguro de que esto será más o menos lo que nos pasará. Yo te deberé años eternos en vez de pagarnos mutuamente un saldo de los siete que habremos compartido.

437.
LA AMANTE

Recuperé la voz. Ya no tengo olor a ceniceros astronómicos, ya no sueno a coagulación de luz lunar, a detención, a ola demorada, a rota espuela lunar en un mar emancipado. Pero sobre todo, lo más sonar, lo más aliento, lo más torre, lo más andanada de campanas, bayonetas de flores, lo más miel al acecho, es que puedo olvidarme y venir a tu nombre, venir a esta ceremonia del amor a poner en pie mi sangre, a desenvainar relámpagos, a desterrar tinieblas, a derrotar diamantes, a tomarme una copa de delirios y acarrear tus amapolas, los naranjales insondables de tu pelo, hasta los atracaderos finales de mi boca.
Hoy leí en el diario del infierno que la onza de amor no se cotiza, que el gramo de guerra está en alza y que hay bancarrota de jardines en los hemisferios de la noche. Por eso decidí emplearme en una relojería, para clavarle una cifra equivocada al reloj genital del desgaste e infartar el tiempo, romper las manijas de su puto y hediondo corazón.
What the hell! Si todavía lo necesito como a un remero, galeote intransferible, para que me lleve hasta el encuentro, para que me desembarque en tu beso y me naufrague en el mediodía de la eternidad. Luego lo mato como a un buey, por la espalda, desde el pasado, para quedarme eternamente dentro tuyo, separados y juntos, aurícula y ventrículo, como un reloj de arena. Ése será mi único suicidio de hoy en adelante. Me mato mi pasado. Clavo mi zapato en una nube para que llueva despavorido sobre la vagina boquiabierta de los volcanes, que son mis amigos, mis perros custodios. Ellos se lo van a comer y lo escupirán por el otro lado de la tierra fecalmente acero de hacer cerraduras y ametralladoras.

438.
EL SUEGRO

Querido Negro,

No sé si te escribo ésta para
mandártela o para saber qué es lo que digo
para dejarme salir. Volcarme.
Tal vez leerla te deje congelado
en una estatua de sal. Te sorprenderás y no.
Pero no quiero dolerte. Recuerdo aún aquellas
horas tristes de Casuarinas algún día entre septiembre y octubre en que se nos puso raída la mirada. Por aquel
banco que daba hacia la terraza, hacia la mañana
hacia quién sabe cuándo, por aquella paternidad
volcánica, ese abrazo desollado, quiero cumplir una
promesa. Me diste un número postal. Ése ya no lo
tengo. Casuarinas será lo mismo.
Es verdad que yo puedo acomodar estos renglones
como quiera. Pero intentaré no engañarme,
caer a borbotones como el orden de la nieve se desordena por los ríos.

439.
LA AMANTE

He puesto sobre la mesa sus fotografías
no pude acomodar su ausencia
porque hace ya muchos poemas
se disipó con ciertas cosas
Mi ropa está aún en la maleta
He escondido tu retrato en un cajón oscuro
porque no quiero mirarme la memoria
con esta mirada nueva
He dejado el tiempo sobre la mesa
pero se fue a la calle
con la noche a cuestas.
Yo estoy con la tristeza puesta
desnudo sobre la cama
un poco sábana el cuaderno
y esta fría sábana extranjera
A veces me asalta tu nombre
como una actitud de supervivencia
pero me muerdo los labios
y escondo en el cajón la lengua
Todo lo demás lo escondo aquí
quiero que sepas.
Ella mira desde mi alma desierta
yo no la miro
yo no la miro a ella
Le he pedido perdón en una carta
Le dije los caminos y también la tristeza
Le dije que las cosas se me escapan
que huyen a veces al poema
y que algunas otras se refugian
mucho más allá de mi cabeza
Le dije que no te he conocido
Le dije que nadie y me mordí las venas
Le dije que me crecen los zapatos
que a veces me entristecen cosas viejas.
Ella no dijo nada estaba inmóvil
en el aire ausente de la pieza
la carta aún no la he cerrado
para que mi corazón la lea.
La he escrito para mí, para mis culpas
para que me indulte aún la primavera
para que vuelva hasta mi insomnio
en los feroces días de la condena.
Mi sentencia es la vida
no hay nada que quede más afuera
Miro otra vez su retrato es siempre el mismo
ella me mira yo no la miro a ella
La tristeza es a veces infinita
del olvido ya perdí la cuenta
el alma vuela se evapora
y se asienta en cada cosa y queda
Ahora ya termino esta paloma
es la hora de ti, es cuando llegas
y atracas tu perfume inmenso
entrando como el alba por la puerta
el recuerdo es una flor nocturna, se abre
mi alma se evapora y vuela
tu imagen la tripula amiga
tu nombre la ilumina compañera
Toda mi historia duerme dolorida
Toda mi historia canta y se despierta
por la ventana entra tu canto amigo
y el silencio huye por la puerta.
He venido con los besos a la página
con los dedos untados de tu ausencia
tu cara pleniluna mi recuerdo
tu vida me está haciendo poeta.
Tengo que hablarla por teléfono
(Tengo que hablarla por teléfono)
Tengo que contarte algunas otras cosas:
tengo una foto mucho más pequeña
que me mira y me hunde ya lo sabes
que me asesta su pálida inocencia
Voy a buscar tu foto ahora, ya la tengo
es esa donde tú me besas
o te beso yo o nos besamos
y el aire hace el amor con la tristeza
(el aire hace el amor con la tristeza)
Ya las tengo todas casi juntas
pero aún no las puedo poner cerca
Él me anuda a su mirada inmóvil
mi alma consiente a su mirada inmensa
Ella me mira yo no la he mirado
Tú que me besas
Yo que creo que comprendes ahora esta tristeza
Ella me mira yo no la he mirado
Tú que me besas
Comprendes ahora esta tristeza?
Ahora debo decirte francamente
que miro su retrato para hacer que vuelva
como una resaca todo lo pasado
Sabrás entonces, si después de ésta
no recibes otras cartas encendidas
que he dado aquellas cosas por perdidas
en el fondo de las fotos y que ella
me sigue mirando y yo también la miro
y que tus fotos quedarán sobre la mesa
cuando esté partiendo cuando me haya ido
por un olvido que tal vez recuerda.

440.
EL HIJO

Para contarte esta historia hijo mío
tendría que esperar que te cuelgue
la mirada
que llevaras algunos olvidos
algunas puertas cerradas en el alma

No puedo imaginarme tu cabeza
tu mano que tendría algo de mapa
tu estatura tu voz un poco llena
de las cosas que llevaras clavadas.

Elegiríamos un árbol una piedra
sería tal vez una mañana
nos sentaríamos como dos cosas viejas
dejando que el silencio nos hablara.

Tiraríamos pedradas sin destino
hablaríamos de las nubes o del viento
—esas nubes sí las imagino—
yo olvidaría hablarte de estos versos.

¿Cómo decirte que llevamos algo roto
que el amor a veces se disipa
que se secan las manos y los ojos
que todo lo invade la ceniza?

Cómo habría de explicarte cada noche
cada foto cada muerte de memoria
explicarte que me fui sin donde
a cambiarme de zapatos y de historia

Cómo explicarte que mi corazón hizo agua
que le entró la noche hasta el hastío
Tiraría tal vez otras pedradas
Miraría a los ojos al vacío.

Y después te lo diría todo
de una sola llave de una sola agua
te abriría mi corazón de lodo
y te daría a beber todas mis lámparas.

Te diría su nombre de casi catarata
te contaría sus ojos de panales
y usaría palabras no estrenadas
para contarte su alma de trigales.

Yo no sé dónde está ese árbol protegiendo
el primer día de nuestras raíces
el momento de mirarnos a un espejo
sin buscar ni frases ni matices.

Ese día tal vez un poco ronco
te pediría inaugurar ciertos olvidos:
Cambiar el nombre obligatorio
del padre por el de un amigo.

Ahora ya zarpo de esta historia
para no anticiparme a mi memoria
y a mis pasos, antes del camino.

441.
NAVE PARA TODOS LOS DILUVIOS

Como un desaforado labriego
enterré mis palas en los surcos
de este cuaderno.
He ido despejando el cardo
peinando la tierra
la encía fecunda
la cabellera vacía
soplando en la fragua del delirio
hasta hacer saltar la espiga.
Éste es mi pan
mi harina enamorada
mi sudor de anhelos que te buscan
mujer ecuatorial
templo definitivo
altar de la fertilidad
A veces el silencio
a veces ciertas fotos viejas
arqueológicos naufragios
como sarmientos
mordían el arado infatigable
de mi lengua.
Esta siembra insucumbible
no teme la agresión de la pezuña
pueden invadirla los dientes del olvido
puede intentarla el fuego y el rumbo
lóbrego del pus
no hay silencio para el verso escrito
si ha pasado por tus ojos
por la siega de tu mente
por la molienda vigilante de tu alma.
Yo no quiero tener nombre de poeta
prefiero llamarme jardinero
pastor de rosas
timonel de savia
No hay en estas húmedas colinas
de papel, una sola piedra de aridez,
El sumergido mineral es todo de campanas.
No hay un solo fusil bajo la tierra
porque éste es mi prado de amor
mi arsenal de palomas
para tus ojos y tu sonrisa.
Ahora bien, mi pequeño horizonte
Amiga de mis horas lejanas
Es posible que los cuervos
del tiempo, los gusanos
tenebrosos que a veces
tenemos en el subsuelo de nuestra
memoria, pasen
a dimitirnos, a esparcirnos, a disipar
la semilla a barrernos con uñas
de huracán enfurecido.
Es posible que se desaten de
lejanas cumbres, desde destejida
nieve de recuerdos, algunos rostros
que traemos puestos, y que el agua
turbia del hastío alague nuestros
campos de besos y de veneración
trasnochada. Por ésas y por todas
las otras muertes posibles que
podrían sumergirnos yo quiero
dejar un dolmen eterno
para todas las expediciones
para todos los testimonios
para obligar los astros perezosos;
y ese monumento indemolible
lleva nuestros nombres y el del amor
en este cuaderno que es una
nave para todos los diluvios.
Así, tal vez para siempre
el talón de la atmósfera
será una lámpara custodia
para que no se nos echen encima
las escobas de la nada y nos sumerjan.

442.
YO NO LOS HABÍA VISTO NUNCA

Yo no los había visto nunca, se me acercaron afables, ahora comprendo y digo afables, con un gesto que significaba eso, luego supe que era un gesto. (Ahora ya hace tiempo que he aprendido a saber qué significan.) Nunca me pregunté mi propio significado.
Entonces me tocaron, se atarearon con sus manos sobre mi piel repitiendo mecánicamente gestos iguales. Yo no sabía sentir, pero después del primero empecé a reconocer que había sido el primero y me hice amigo de los signos; fue mi primera idea del orden y supe que cuando las cosas son empiezan por ser primeras.
Y estuvimos siglos asumiéndonos empujados por tanta soledad. Entonces solíamos durante larguísimos inviernos dedicarnos a ser con la manera de uno solo de tantos gestos que después aprendimos o inventamos. Generalmente coincidíamos en la sensación interna y hacíamos muecas parecidas para remedar alguna cosa. Entonces ya fue la memoria y mecánicamente anudamos un signo a otro y nos empezamos a volver torpes y a esconder entre dos algún signo que no queríamos dejar ver. Ahora lo comprendo: ellos habrían dicho somos los amigos. Y también aprendieron el tiempo porque yo o cualquier cosa les pusimos antes el antes y después el después, y aprendimos cuándo.
Aunque yo digo un siglo de espera y en verdad dejé pasar creo muchos años o muchos días en que no sabía pensar después y no sabía contar. Entonces ya teníamos un signo cada uno como identificados, asimilados a nuestro propio significado.
Ahora comprendo, por eso dije eso de las cosas, y pienso que es necesario lo primero de algo opuesto para saber que algo termina y a veces como las otras veces (las que siguen) dan idea de la primera es menester que algo deje de ser o pasar para que uno sepa que pasaba. (Entonces todavía pensaba que ser era pasar, aunque no sabía que lo que era podría llegar a pasar.)
Comprendí que tantas aprensiones habían sido el temor de lo otro y cuando aprendí a durar y contar, aunque un siglo podía ser más o menos que un día, empecé a tener el miedo de cuanto temía todavía y la ansiedad de cuanto faltaba.
Ahora comprendo, ellos habían dicho somos los amigos, y antes de ellos yo no sabía que yo solo, y ahora después de ellos ya sabía que yo solo, por eso de las veces de las cosas, y ahora sí me sentía solo, y no le puse signo a eso porque no tenía a quién hacerle la mueca.

Si ellos miraban desde afuera, tal vez yo no sabría nunca cuándo porque cada vez que quería sorprenderlos tal vez se escondían. Porque a lo mejor ellos no son ni visibles ni audibles y son otras cosas, y tal vez me están induciendo sus lenguajes en sentidos que ellos ignoran que yo no tengo, porque creen que simplemente no les entiendo.

Entonces me di cuenta que había sido antes y después de la segunda tuve la idea del primero, alguien que sabía afuera mío me estaba tocando, enseñándome la piel que había sido mi duda, ese temor de tantas cosas, como un lejano, remoto pero inicial hábito de que yo me acomodara de alguna manera a cada toque distinto. Ahora pienso y tengo miedo de que no hubiera sido así, como si pudiera estar equivocado o debiera empezar de nuevo y ya no fuera tanta la suerte de reconocer una cosa en la otra. Porque en verdad yo no tenía más que los signos que me hacía en la piel (ahora sé y digo la piel), pero no sabía a qué se parecía, no sabía (ahora sé qué es eso de comparar) con qué debía compararlo, porque soy… y todavía no lo entiendo del todo a eso de que soy ciego. Siempre les pregunto cómo son ellos que no son ciegos, pero no entiendo lo que me dicen porque me vuelve a faltar el punto de comparación. En realidad no sé si alguna vez podré entender eso de que soy ciego.

443.
VIAJE POR EL REZO

Si tuviera
podríamos cambiar de religión
meternos en un barril lleno de aceite
aprender el lenguaje de las flores
saber cómo se llora en marte.
No sé cómo se fundan
las cosas importantes como ésa.
Y hay tantas otras cosas más
que ignoro
No sé cómo se evita emborracharse
cómo sueñan el amor los sacerdotes
por qué se suicidan
los insectos.
(Ahora me doy cuenta
de que la naturaleza no estaba
preparada para los
inexpugnables faroles)
No tengo religión
pero quisiera cambiar de algo
de verdad podríamos hacerlo
¿Quién inventa las cosas importantes
Quién anda instituyendo los profetas
Quién decidió las alas del gusano?
¿y el instinto de beso en los sonidos?
No es que quiera
cambiarme las desconocidas raíces
Es que contigo podría hacer un viaje
por el polen, arrojarme a un cielo
subalterno por la boca de un sapo
enamorado. Remontarme por el aire
con mis párpados por únicas alas.
Derrotar todos los dogmas de la
arquitectura universal.
Podríamos invitar a un ateo
imaginario a fusilarnos con burbujas
de sonido hasta dejarnos huecos
como una llama.
O hacer un viaje por el rezo. Para
eso sería necesario que nos escondiéramos
en un molino apretando los dientes
para no gritar cuando la piedra nos
enreda con la harina. Nuestras
manos juntas serán el mismo grano
después tal vez nos harían pan
lingote cereal, ladrillo, altar
del hambre y con forma de
luna un poco amapolada
en alguna suburbana iglesia
nos repartirían. Tal vez nos
tocará esa vieja, la que reza
casi con afán. Descenderemos
por su esófago (sabremos
casi algo de los hormigueros)
y veremos el corazón de la fe
el pabilo que sostiene historias
el pedestal de tantas guerras.
Después, un poco como los feligreses
saldremos del recinto sagrado
y nos dirigiremos a los andenes
suburbiales empujados por
la corriente de la derrota.
Allí habrá un túnel mucho
más oscuro.
La salida será lo más difícil.
Creo que prefiero no cambiar de
religión, quedarme con mis palomas
y mis trasnoches de páginas.

444.
LAS HABITACIONES DEL INSOMNIO

Por fin sonó el teléfono. Un escalofrío me llenó de arena. Cuánto puede asombrarme lo que termina con una espera.
Qué ajena sentí la inquietud o no del que llamaba.
¿Qué era el otro lado de un teléfono?
Y tres veces la chicharra. Un ritmo interior separó mucho la cuarta. Sentí la eternidad, la última campanada. Y ya no sonó la chicharra. ¿Era ésa la consigna que estaba esperando? ¿Uno que se dio cuenta que equivocó el número al tercer timbrazo, o Graciela que se volvía al rincón de su café para ordenar el mientras de mi colectivo? Pensé en que dudaría ella también de haberse equivocado. Hay timbres parecidos. ¿Y si no había sido mi número, y yo aquí, otra vez con el corazón estirado equivocando rumbos en qué sé yo qué venas, con el saco en la mano como un idiota?
Había sido ella. ¿Quién si no a esa hora, y por qué equivocarse justo con mi casa y por qué tres timbrazos? Salí, con el saco en la mano todavía.
Tuve miedo de contar más ritmos en el ascensor, como si se me pasara el momento de evitar el infinito en un cuadrado tan verde con una fecha rayada a moneda y un lugar sin espejo, que necesité en ese momento. Siete pisos. Fácilmente un segundo pudo ser más largo que un día. Tantos segundos en ese día corto que también pudieron ser más largos que un día.
¿Y si Graciela estaba llamando, sin saber de poder ser dudada con un equivocado a las 12 y tres timbres iguales?
Creo que los locos empiezan perdiendo el ritmo. Las habitaciones del insomnio tienen paredes móviles que están acercándose constantemente y nunca llegan.
La calle se me aplastó contra la piel distraída. Me recortó los contornos con esa exactitud con que el frío limita los miembros que pudieron parecer infinitos.
La noche caminaba a mi costado. Ahora el ritmo era mío. Aunque había otros. Aunque hubiera otros.
Estaba parada afuera soportando el edificio que se le apoyaba en la espalda. La quería con esa sensación a gusto rojo y salada.
Adentro de la confitería, qué me importaban las gentes que no existían, no esperaban teléfonos ni la querían con sensaciones ni la veían soportando edificios.

Yo no manejaba las luces de las ventanas prendidas. Las recogía así, mías en un primer u octavo piso, la noche era así, y ninguna tuvo las luces en el mismo orden, o yo no lo vi.
Graciela compartía la noche a mi costado. Era dulce verla sufrir. Sí, sufría. Pobrecita, me comía su imagen como acurrucando un cachorro con frío.
Era múltiple, tenía raíces clavadas por adentro, y no entendía nunca que me gustaba besarla entre las piernas o chuparle los pies o morderle el pelo.

El saloncito era cuadrado, color crema, con guardas, cuadros, sillones, revistas y una mesa debajo de las revistas. La imagen era más Graciela. Yo miré cosa por cosa y la imagen siguió siendo más Graciela. Luego desaparecieron las guardas, las revistas, el color crema, la llave de la luz o el lugar del enchufe. Nunca me voy a acordar, era un lugar, una sala de espera, amontonadas un montón de cosas para ser sala de espera. La imagen era Graciela. Espera. Graciela. Me miré los zapatos. Todavía a veces me miro los zapatos, sin buscar nada.
No conté cuántas baldosas miraba ni miré el dibujo. Ya no llevé la cuenta de ritmos. Todo era un mazacote espeso de cuadros y enchufes y silencio entre Graciela y Graciela.
Otra vez el doctor. Corregí la primera imagen. Era más pelado que cuando entré y otras cosas más. Era ése y mi imagen que pierde facciones en seguida era igual pero toda distinta.
Salimos en el ascensor viejo, repetía por dentro tres días el antibiótico, no se esfuerce y ya sabe…
Otra vez los sótanos y las cosas.
Eso debería ser el mundo interior, digo yo.
No había pensado que ya no me preocupaba de los tres timbrazos del teléfono.
El tapado de ella era rojo, siempre me sorprendían las cosas, eran un poquito diferente a lo que yo las había aprendido. Esos botones también y siempre me doy cuenta.
Ahí terminaba el papel, no me disgustó del todo.

445.
ALFARERO SIDERAL

Quisiera cada gesto innumerable de las
moscas
cada mínimo amor de este planeta
cada polen de arroz
cada hormiguero
cada lluvia que se enguanta por la tierra
cada rayo de luna en el océano
cada faro derretido bajo el agua
la hondura total de las insondables cuevas
cada beso fugaz de cada boca
cada constelación de saliva que destella
cada arruga dactilar
en las piedras colosales de las cordilleras
cada rayo cayendo cada brasa
cada escama de ceniza cada huella
el número total del desarrollo
la molienda de las olas, cada ala
cada cosa en fin para ponerla
desnuda e infinita como harina
en tu cuerpo y tu alma y en tus piernas
en tu memoria hasta el éxtasis que huye
y se agazapa
a cada gramo cada instante de tu vida
para que sepas el completo abecedario
de planetas de sal y de rugidos
de gemidos de galope y de colmena
con que junto a tu nombre catarata
construyo el del amor como alfarero
sideral en esta pieza.

446.
EL ESCUDO

Y le puse los anteojos (pensé que una sola de mis cosas puede ser más yo que cualquiera que no se me parezca en nada). Tenían un poco de esa esperada sorpresa de las cosas que son por primera vez. Ya al ratito, cuando tuve tiempo para hacer la imagen y poder recordarlo o retenerlo a ojos cerrados, sentí la costumbre de verlo con mis anteojos.
Entonces le di mi camisa (ellos me habían visto de lejos) y mi corbata, no iban a sospechar, después de todo de cerca y más claramente, era igual la misma que ellos no habrían detallado desde lejos. Y después el saco y se peinó como yo (se despeinó con cierto orden similar al de mi desorden).
Y marchó con su pantalón parecido que al fin de cuenta qué más daba.
Cuando no se está seguro de nada una sola cosa diferente comparte el anonimato de la lejanía; eran colores casi parecidos.
Otra vez pensé: «Una similitud total pero al fin diferente es más equívoca que un evidente cambio donde algo se conserva».
Y allí iba y ellos podían dudar que él era yo porque aunque no me conocían podían pensar que esa ropa era simplemente parecida a la del «tipo».
Pero es que era la misma, pero ellos delante de sus propias narices podían dudarlo porque nunca tuvieron la certeza, no tenían punto de vista de comparación.
Entonces pensé que si él se daba cuenta llegaría a tener miedo porque él no era yo pero nadie sabía que yo era y quién podía sospechar que alguien no es alguien si no sabe quién es ninguno de los dos.
Pero igual, él podía tener miedo, porque en verdad no era yo, y si tenía miedo iba a fallar, todo se iba a ir a la mierda. Y era la primera vez que íbamos a fracasar.
Después de todo, no había razón para que fuera él yo en vez de ser yo mismo yo, entonces corrí, y lo alcancé a tiempo y se quedó mirándome cómo yo era él como yo era yo, con mis anteojos y mi pelo que siempre había sido mío y mi saco y mi corbata, y ellos me vieron llegar y me miraron con los ojos que ponen los que uno no sabe qué están pensando, y sentí que comparaban con sus imágenes y que ponían a prueba mi saco y mi pelo y que acercaban al muchacho de ayer, de la escena que habían recordado, y le miraban los botones y los pelos de la barba y la trama del género, pero había un solo elemento y ellos lo sabían, porque en realidad lo único cierto era mi presencia con todos sus comos a la vista, pero la imagen de sus memorias no tenía certeza y yo lo sabía y uno me miraba y me creí descubierto, y recordé que de lejos, cuando yo había sido otro, no había tenido tanto miedo, y pensé que la segunda vez ya era necesario parecerme a mí y no al que debí parecerme la primera vez, entonces me di cuenta que tenía la mano derecha atareada con el botón de abajo del saco, y que me atoraba para pensar, y pensé que si me mataban yo nunca podría solucionar mi descuido, y que estaba a la deriva de cualquier cosa que yo no contase, entonces corrí, giré y corrí y me subí al auto y no me importó la cara de él, que no entendía, y abrí la guantera y saqué el 32 y tiré cinco veces y entonces los vi, sobre la otra esquina, cuatro o cinco, porque los montones nunca tienen número, y comprendí que cuatro o cinco camisas y cuatro o cinco pantalones pueden ser azules o no ser y ser, porque yo no los analizo, pero que el escudo de la chomba sí es en cualquier parte ese mismo escudo, y vi que se reían, sentí que me había confundido, como tuve miedo que ellos se hubieran confundido, ellos que no habían sido ellos, que todavía estaban quietos, demorados sobre la sorpresa de ser una tarde cualquiera un poco de su asesinato, y entonces vi que eran cuatro porque había uno al medio que era distinto y ellos se reían y me lo mostraban, y yo me sentí él, sentí que nos parecíamos más que nunca, como un espejo al revés, porque estaban muertos ellos, pero también él, ya, se estaba cayendo con el tiro en la espalda, y me quedé solo, el auto tenía todavía la radio prendida y la puerta que aquel cagón había dejado abierta y yo corrí durante un largo cansancio y cuando llegué a casa me miré en un espejo, me toqué la cara, los anteojos, el pelo que era siempre distinto y siempre igual, como el mar, como esas cosas que uno no tiene la certeza fija de cómo han sido, porque siempre es un difuso más o menos, y cuando uno las ve se conforma con pensar: como siempre, igual que como ellos podían confundirme, igual que como ellos no me habían visto bien y después me veían bien y no sabían hacia antes si era o no era así, igual como yo no los había visto bien y no había sabido que también ellos podían no ser ellos, y no sabía cómo habían sido y pensé que como eran, y por eso estaban tirados allí, con su para siempre todavía con su sorpresa infinita, ellos que al fin de cuentas no habían sabido nada. Entonces sentí que se amontonaban, que mil caras podían no importar, porque todas a la vez, y que alguien gritaba es éste y vi al del escudo que sabía calcular mejor el miedo que yo o que no pensaba que alguien podía darse cuenta que era él, que él era él, y lo vi al cagón que sí tenía miedo, que todavía tenía el miedo de haber sido, y se amontonaron y quedaron atrás del rastro que dejaba la sirena como habían quedado ellos fijos, quedados, atrás.

_________________
Nos cambiamos la ropa y él sería yo, pero igual tuvo la vergüenza de tener que ser yo y avergonzarse porque la gente no pregunta el nombre aunque sean ridículos.

Ella, la gente, cuando se llama con un pronombre asume la importancia épica de los que han muerto o de los que no están cuando se los espera.

447.
ILUMINACIÓN VACÍA

Desmantelando naranjas
demoliendo pianos
triturando caracoles
como a fetos de flautas
voy y vengo entre pies
e iluminación vacía
besando la íntima piel de algún espejo
con reflejos de lenguajes diferentes
De esta peregrinación por el aire
de esta torre de saliva
se pueden decir tantas cosas
tiene tantos nombres la soledad

Y el tuyo, el más atroz

448.
DE LA BALA DE MI FUSILAMIENTO

Mi silencio hace un ruido infernal.
Sobre todo cuando intento abrirme para descubrir ese incierto grito que tal vez me falta un testigo para existir.
Entonces lo vislumbro entre el muraje portentoso de mis huesos desperezando los goznes de su obesa flotación. Como el vacío. Es el silencio mismo. Vibrando como la nada tiene un verbo distinto de existir. Y no la numeral intransigencia del concepto. Viene de huecos remotos que hago en la carne del silencio primero. Es decir.
Es como estar en sombras completamente (nadie se salva del terror que infunde la idea de no abrirse nunca más, descubrir que era la primera imbatible imagen inimaginable, de estar ciego).
Entonces como en latidos, como grillos sin cambiar de color, o de incolor, es decir sin número, pero vivo, vibran como luciérnagas. Desaparecen. Lucharé todo el intiempo, hasta que retengo una, es decir me detengo. Me acorto hasta la inexistencia del instante y la luz fugaz tiene un tiempo infinito. Es como un hueco en el silencio primero. Allí me instalo. Es el silencio segundo. Como el número 2 (cualquier número del infinito). Es un lugar en un pasillo donde moverme no tiene realidad de cambio. Es decir, es un túnel en el instante. La eternidad.
Es decir, allí puedo decir aquí. Pero si me traslado más allá sigue siendo aquí, es decir allí y no he cambiado de lugar y sí. Es decir, ya rompí mi primera sujeción, el tiempo.
De la bala de mi fusilamiento. Tal vez en esta eternidad que se parece a tantas seguía escuchando el ruido que aún no había cambiado de instante.
Tanta es la urgencia o la obediencia de entenderlo todo que la humanidad, mi rígido montón de cosas que soy hombre comprende. En ese silencio inconmensurable que puedo abrir entre cualquiera de dos sitios del ruido de la explosión de los fusiles, tal vez eso es el alma, encuentro el insignificado absoluto, tal vez la nada y huyo a un verbo distinto por una puerta que me parece reconocer.

449.
SUEÑOS DE DEMENTE

Te llamé por teléfono.
era el silencio en punto de tu ausencia
en mi pieza sin tiempo
Te llamé con insistencia
la llamada se extendía por el aire
la llamada sin respuesta
como un grito agonizante
inundaba el vacío callado de tu casa
y sonaba tristemente a nadie
Colgué. hice otra llamada
la misma cruenta voz que se partía
la misma temblorosa campanada
Me pareció que tenía algo de risa
recorrí en mi memoria todo el ámbito
un silencio sonoro que dolía
Volví a cortar. Estoy pensando
Ahora en los venarios corredores, en la puerta
en los discos quietos y callados.
en la paz tranquila de la mesa
en el pasillo ahortal que se derrama
y que pasa delante de tu pieza
Al pasar me fijo en la ventana
Tu mundo de misterios escondidos
y me siento de recuerdos en tu cama
Se me sube a los ojos el vacío
se encarama tenaz a mi garganta
me siento encerrado en el delirio
Ahora pienso y se me anega el alma
que tal vez cuando te llame nuevamente
me responderá el silencio de tu casa
Y mañana y después al día siguiente
y también después de una semana
y otra más y después ya para siempre
Hasta que yo sepa de verdad qué pasa
: que sólo existes en mis sueños de demente.

450.
MUERTO PARA SIEMPRE

La luna nos seguía como un barrilete y a veces
entre las hojas se volvía de diario.

El día que murió el abuelo.

La luna me seguía como un perro redondo.

Si esto fuera una novela, supongo, no pasaría nada especial. Pero yo no soy una novela, y eso de pasar por cosas simples me vuelve maduro, me duele y me vuelve trascendente para mi rectilíneo argumento.
Tener y ya no, dos maneras distintas de una misma cosa, y eso es tal vez mi importancia, estar y no, o mejor dicho haber empezado la tristeza, inaugurar ritos lúgubres y extraños sabores.
El día que murió el abuelo muchas cosas no se movieron más. Era el primer día de un siempre que nadie advirtió ni quiso romper ni nada.
Nadie lograba penetrar la infinitud del nunca más allá de los augurios. Algo ya estaba decidido.
Es cierto que si lo que desaparece no hubo asumido el absoluto sentido del todo en sus días (como pasa con todo), no resulta tan extraño que la gente se acomode en las nuevas costumbres, que vaya aboliendo tristezas, lacrando círculos de historia resuelta y recogida ya y que después de delimitar la extensión final de las vidas de los muertos no perduren adoptando una actitud de nunca que ya no nombra nada.
El día que se murió el abuelo terminaron cosas, siguieron cosas y empezaron cosas. Pero el abuelo se había muerto para siempre, un día solo siempre, prolongado o arrastrado.
Solía presentarse cierto sabor de presagio, desafiando la lógica. A veces podía.

451.
LA NOCHE QUE NOS DESENVAINAMOS

No he lavado la ropa que tenía
la noche que nos desenvainamos
y desnudos como la miel que cae
de los higos maduros a la siesta,
nos anudamos acuáticamente
como dos lagos o dos gotas de agua
que se juntan innumerablemente.
No voy a lavar esa camisa.

452.
¿ACASO NO SOY UN HOMBRE PARA OTRO IDIOTA QUE SEA COMO YO?

Me miraba a mí mismo como comprobando esa coraza de hombría que me había crecido, tal vez encallecida la mirada y el falso andar indiferente.
Gesticulaba sabiendo que yo estaba fuera mirándome, y buscaba el gesto de la rotunda espontaneidad que tiene la personalidad del héroe que me hace pensar cualquier novela.
(Siempre he pensado que las novelas no son ni malas ni buenas, sino en tanto descubran un afán de ser que la auténtica personalidad nuestra no logra.
¿Quién no se entusiasma con un Corín, o con una de Pistoleros o Guerra o una de A. Christie?
Todos se identifican con un módulo de exagerado virtuosismo que el autor, como un primer lector, como uno de nosotros mismos, piensa en voz alta; luego, los que no tienen suficiente imaginación como para soñar sin barandas, apoyan su inseguridad o su ceguera en una novela que les ayuda a crearse en el ideal. Los que no tienen imaginación, ésos ni siquiera ven normales a los héroes y no leen, y dicen que son imposibles y se ríen. ¿Acaso los grandes no lo son por hacer cosas grandes, y los protagonistas de historias no son grandes, y nuestros muñecos de sueño no son héroes?)
Yo seguía tratando de verme héroe, grande, fuerte, hombre.
Tal vez para perder el miedo y sentirme seguro.
No, nadie me persigue ni me puede encontrar; tal vez pudiera sentirme tranquilo en caso de saber que nunca hasta el último día hallaría un agresor, pero ¿y la seguridad?, ¿y esta cara de estúpido, que a lo mejor es hermosa, pero yo me la siento de imbécil y creo que los justos y hombres que me miran se van a reír primero y a enojar después?
¿Acaso yo no soy un hombre para algún idiota que sea como yo? Si dos ladrones llegan con aire de dueños a robar un coche, ¿no es cierto que uno, por una fracción de tiempo, se verá desarmado sin saber al otro un ladrón y huirá creyéndolo el dueño; o tal vez huyen los dos?
Por más cara de fuerte que ponga, me sé un alfeñique y eso basta para ser vulnerable.
Acaso es lógico pensar que el posible billete falsificado que ronda las cajas es el que me dieron de vuelto, y es razonable por eso no ir a comer por miedo de que sea cierto; y si lo pienso así, ¿por qué no protesto o reviso el vuelto cuando me lo dan?
Si he de pensar ridiculeces y casualidades, ¿por qué no me sale un sueño de lotería o de Raquel Welch a los 20 o de presidencia de la Nación?

Los ojos son imparciales, el cerebro es imparcial. Tengo un físico privilegiado pero me da miedo la pileta y el juicio de los que me miran. Empezando, ¿alguien me mira; si me miran, alguien de los que me miran me juzga?
Tal vez no sea miedo, pero es ese equivocado afán de suficiencia que no es más que un complejo de inferioridad.
Hay gordos que lo más panchos (tal vez sea una ficticia tranquilidad) se sientan sin evitar los rollos, no se ocupan de atragantar los músculos con mis poses ridículas que ya por habituales me parecen normales.

453.
ESTOY ESCRIBIENDO TU NOMBRE

En esta noche aquí en esta ciudad
hoy, cualquier día un cualquier nunca
en esta ninguna parte rescatada
yo: este nadie de cosas y almanaques
de resecadas rosas y poemas volados
aquí en esta ciudad yo ahora
estoy escribiendo tu nombre
con dedos de niebla
roto contra el aire encallado
en la noche triste y sola de esta ciudad
donde hay tantos que tal vez recogen
su memoria, su alma, su tristeza
para llevársela luego a algún poema oscuro
en una ciudad cualquiera, solos.

454.
LA PASIÓN DE LA CALLE GÜEMES

Creo que tenía razón.
Perdóneme.
Ya no la molesto más.
Me voy…
¿Sabe qué voy a hacer al entrar en la pieza?
Voy a inaugurar otra soledad.
Porque ahora voy a empezar a estar solo de nuevo.
Aunque lo estuve siempre, porque iba a seguirlo estando a pesar de todo…
«¿Por qué te quedás callada?» (Marcos.)
¿Por qué lloras?
Todo el mundo sufre.
Fijate…
Mi mujer va a tener otro chico.
¿Y la guita?
Yo me pelo el lomo.
«Sí, claro… todo el mundo sufre. Pero a mí…» (Marcela.)
Me clavaron una mentira.
Y yo ayudé… pero a nadie… claro.
Y ahora…
¿Quién le lleva el apunte a mi soledad de verdad?
Ese hijo de puta tenía razón.
Cuando uno está un poco menos solo se siente más desamparado.
Y un chico de un año. Vos no sabés qué sola te pone cuando podés helarte en mil piezas.
Recorriendo horas viejas. Que no le vas a encontrar un padre y no le vas a adivinar el verdadero.
Después de todo, es cierto.
Dudar entre dos es lo mismo que no saber nada.

¿Ya estás?
Sí… Bueno…
¿Ya te vas?
Y… sí, ¿sabés? La casa, los chicos…
Tomá.
No. Dejá, dejá.
Después de todo, no soy de piedra y me entretuviste un rato el silencio.

Tomá.
No…
Bueno, está bien… Gracias.

Esperá. Decime.
¿Es linda tu mujer?
¿Podría haber sido como yo?…

Escuchá, Ernesto.
«Marcela Ramos, cohabitante de una exigua pieza de la pensión ‘Güemes’, de la calle homónima 748, se arrojó a la calle desde un sexto piso, en la mañana de hoy. Su muerte fue instantánea.
«La Sociedad Maternal de Huérfanos Murguía tramita encargarse de su hijo de un año, que no tiene otro familiar conocido. […] …era… es… ma…»

¿Ves? Estas putas…
Son todas lo mismo.
Empiezan con el noviecito…

Esperá…
Voy a atender.
¿Quién es?

¿Quién era?
Otra vez esos pedigüeños.
Menos mal que una tiene carácter, que si no…

455.
LAS ANCLAS DE TODO MI DESTINO

I

Que estas puertas de llegar
sean las de partir
si no encuentras tu vida
en mi sendero,
si tu memoria me renuncia
si tu amor
se descalza de mi nombre.

II

Tú mujer,
tú amiga, luz,
tripulación total de mis espigas,
tesoro en llamas en la boca
de la madrugada
tienes las llaves y el timón de mi vida,
las anclas de todo mi destino.
Eso te lo doy. Como una mano,
como una manzana.
Pero no debes tropezar
con mis pies.
No te sientas encerrada
en mi libertad
que te regalo.
Quiero ser tu camino
no tu calvario.

456.
TE ACORRALARÉ HASTA MATARTE

Te acorralaré hasta matarte había dicho y yo había corrido y ahora estaba echado en un hoyo después de que hubiera errado varias balas. Cuando recién me había echado hizo un silencio de minutos que él tampoco resistió y luego gritó que me mataría cuando me viera asomar. Entonces pensé que el infinito estaba en mis manos.
Así pasé muchos años, me acostumbré (al principio se me laceraban los dedos) a cavar la tierra con las manos. El hoyo era pequeño y de sólo mi propia altura de profundidad.
No tenía certezas por después y aprendí que sólo cuando las cosas ocurren, se sabe si serán o no.
Pensé que había sido un sueño.
Tan real que no podía ahora en la vigilia delimitar la realidad de la fantasía.
Pensé que en el mismo sueño habría soñado que luego me quedaba dormido.
Ahora no sabía si había despertado del sueño del sueño y me faltaba despertar otra vez.
Si había soñado, todas las imágenes habían sido tal cual la realidad. No tenían ni siquiera un cuadro diferente (esas cosas que en los sitios de los sueños uno nunca observa).
Yo lo habría escuchado gritar que allí se quedaría esperando hasta que yo saliera, para matarme.
Era la misma voz de él.
El sueño tal vez habría sido demasiado perfecto.
Ahora yo tenía tantas dudas para siempre, porque hasta que no me despertara por segunda vez, si estaba soñando un sueño todavía, no comprobaría si habría o no de despertarme de algo. Claro está, a lo mejor me restregaba algo y en algún lenguaje extraño comentaba que había soñado que existí en forma de una cosa que vivía en un lugar como éste y que había soñado con una duda desesperante. Pero no tenía ninguna certeza.
Y no sabía si él estaba en realidad afuera o si acababa de estrenar el delirio que nunca pudieron explicar los locos.

457.
CLARIDAD HECHA PAN

Está visto
Está sabido que
Está sido que yo
Está vivido que yo nunca
Hubiera sido uno
de esos solemnes o terribles señores
con anteojos y joroba.
De esos que se mueven por
sus bibliotecas con la familiaridad
de un pez solo en su escueta pecera.
A veces creo que tienen algo de
dromedario, que guardan litros
de páginas en la joroba de la espalda
y las de los dedos. Los infaltables juanetes.
Porque casi todos tienen cabeza
pequeña, tal vez para tener los ojos
más juntos, —la nariz no es importante—
nunca se muerden la boca; y las orejas
a veces son alas deterioradas, grandes
como paraguas, a veces un poco chamuscadas
y otras veces se les caen por el mismo
camino de la calva.
No sé si hay alguno que se coma
las uñas, ancestros de roedor no les faltan.
Algunos chupan de la pipa con invertida
frustración de flautistas y oyen una
inédita música con los catacúmbicos bronquios.
(espero que no hayan leído nunca
la palabra catacúmbicos) ¡Qué volutas
de abortadas melodías!
Asunto corbatas = me abstengo;
casi todos la tienen sucia y otros la dejan
para marcar una página remota, donde
el torturado trapo convive
con las migas de un irrecuperable
sandwich. (quién sabe cuánta
sombra ha recorrido).
No! definitivamente,
porque yo no dejo migas
ni tengo orejas migratorias
porque sólo me como las uñas
cuando espero en las estaciones ferroviarias;
porque no sé nadar como el
alegórico pez
ni soporto el olor satánico de los
libros añejos,
porque entre una flauta y una
pipa prefiero una guitarra
y mucho más soplar en la caña
innumerable de tu aliento
y porque no uso tiradores,
(olvidemos la boca que yo también
me muerdo cuando quiero
imaginarte)
porque mi única joroba es un
dolor de caminos
y no recuerdo cuánto leo, sino tus
cartas,
por todo eso y un montón de otras
razones, no soy uno
de esos solemnes o terribles señores.
Además, si lo fuera,
cómo hubiera hecho para darme
cuenta cuando pasabas y tenías
la boca encinta de palomas.
No! definitivamente no lo soy.
Y si lo fuera
me cortaría las manos y la boca
y trituraría mis dientes
y después me escondería
con esa sucia corbata confundido
entre las migas
por haberte amado
y profanado con derrota y otoño
tu cuerpo de claridad
hecha pan.

458.
DEMASIADO MUERTO

La siesta latía en un viejo reloj despertador. Era la hora densa y opaca de la tarde amarilla y caliente. Un calor opaco y fétido se espesaba sobre el campo.
El aire estaba desmayado, inerte como un mar impalpable, que se hubiera depositado sin poder olear.
Apenas había unos flecos de viento que arrastraban unos harapos calientes.
Imperceptiblemente pestañeaban las hojas del paraíso, y un aleteo más hirviente aplaudía en la cima de los plátanos.
La efervescencia del mosquerío se freía sobre las bostas y los huesos frescos del asado.
Una mariposa desteñida parpadeaba epiléptica sobre el pasto.
Alguna que otra abeja hacía su misa sobre el alfiletero de un cardo y otras siseaban la efe de su vuelo afelpudado y monótono.
(Un grito se me agarrotó en la garganta.)
El reloj se quedó dormido en las tres y veinte.
Serían ya las siete.
La tarde retumbaba de un ocaso turbio que se diluía como los pergaminos.
Las nubes, alargadas, eran humos de despedidas que empezaban soledades; perecían amortajadas sobre estelas que las dejaban atrás.
Los árboles mutilados parecían acalambrados en gestos epilépticos.
Había un pavor tácito en la hora.
El viento se enhebraba en los campanarios de la iglesia, y empujaba los molinos del oleaje de los árboles.

Ese día, pensé, podría empezar una novela. (No supe contestarme cómo terminaría.)
Las novelas siempre empiezan con cosas importantes.

Un grito endurecido y agrio rajó la quietud. Pensé en un relámpago. Luego de un instante el grito había sido de mi madre.
El espanto de la tarde se ahuecó en mi estómago y una lluvia me gateó por la columna vertebral.
Nunca me gustó el esqueleto de los árboles retorcidos como las manos de un muerto.
Eran candelabros del horror.
El grito de mi madre me había dado la espalda y dejó suspendido el silencio más intenso y cóncavo que antes, como la vigilia de los que presienten su propio asesinato un instante antes de morir.
Las imágenes y las preguntas se adelantaron al segundo. Esperé otro grito, deletreé la arenilla de mi escalofrío que me dejaba un rastro. Ni me había movido y otro grito más desteñido y roto como una sábana rasgada o un hachazo. Y tuve la noción del segundo y luego cuando lo estábamos velando me pareció como haberlo presentido en ese momento, y el miedo o el deseo de no querer saberlo para retrasar una certeza.
Sí, creo que lo había visto como una piedad y rezo tardío que quise adelantar al momento.
Papá estaba allí inmenso y de madera con la transparencia de los bordes en las velas, que le volvían mármol los dedos.
Los ojos cicatrizados como la boca.
Estaba muy muerto. Demasiado muerto.
Era la primera vez que se moría papá. Y yo ya estaba acostumbrado a verlo como a esos árboles que no me han gustado nunca, así, parado en el último instante como el reloj a las tres y veinte, acalambrado todo y frío como los vidrios de la ventana en el invierno.
Mamá había llorado mucho desde ese grito por la tarde.
Todos habíamos llorado, menos papá.
Pensé que siempre que alguien se moría los demás se quedan con ese vacío que es más que todo recuerdo como única manera de presencia.
Pensé que siempre los muertos que acaban de nacer a la muerte dejan esa duda de mañana en los que quieren suponer el futuro, y sólo logran llorar como a carcajadas.
Es muy lógico que papá no vaya a estar más con nosotros. ¡Si está muerto! Y es lógico que se muriera. ¿Por qué ahora? Porque siempre sería ¿por qué ahora?, en cualquier momento.
La noche tiritaba de grillos y descascaraba el chisporroteo de las ranas. La luna era un túnel de sombras blancas y las estrellas pestañeaban con pulso de reloj.
Había grillos en todas partes. El cielo mismo estaba lleno de grillos, mi espalda como el camino de mi escalofrío, que era un puñado de grillos, que era la lluvia de las noches desveladas en las chapas del techo, que era el chorro de arena de los relojes antiguos.
Mamá tenía grillos en los ojos. Y las velas que le sacaban la lengua a las sombras que arredraban.
Papá no tenía grillos. Estaba clausurado y más papá que nunca.
Yo me comía las uñas, y veía tiritar la sombra del cajón sobre el suelo que emitía la llama temblona de las velas.
Un día ya no sabré que hoy miré las velas, no sabré estas velas y supondré algunas, y habré olvidado el gusto acartonado y trapiento de la boca seca, y sólo recordaré que papá murió un día.
Y sabré que olvidé mucho.

459.
MARES ANUDADOS

Quisiera que fueras sucia alguna vez
con el olor bullicioso de los rinocerontes
que en ti habitaran
duendes diminutos
una constelación de piojos
labriegos y mineros de tu pelo
y de tu piel
ellos me podrían contar de su amor planetario
de los hormigueros luminosos
de las madrigueras amadas
donde mi lengua no puede envainarse
y pasa a veces como un glaciar quemante
como un mar al galope.
Ellos me podrían decir las diminutas rosas
las quebradas los terribles
cañones de tus huellas dactilares
los aljibes insondables de tus poros
ellos conocerían los remotos senderos
las vertientes los guijarros
las olas enterradas de tu pecho
tus pezones como cúpulas sagradas
sagrados como templos
todos los jardines
cada cementerio.
ellos acamparían bajo el trébol
fresco
el que crece en la desembocadura
de tu cuerpo continental
ellos ordenarían
tras nuestras enamoradas batallas
los húmedos minerales de la savia tibia
las herramientas exhaustas del amor.
Quisiera recorrerte
como una lagartija
esconderme bajo cada piedra
mirarnos a los dos
crepitando como mares anudados
y ser a veces mar
y a veces caracol.

460.
ESTABAS MUERTO

Los pétalos de hielo se agremiaban en la espalda blanca. Era el día hondo. Un viento escuálido se escurría entre los dedos de los árboles. El fuego se contoneaba
como un gallo sobre la leña. Las flores esparcían su canto de otro mundo como campanas de mariposas. Con el turbio dolor de los peces arrancados. Un silencio a templo, a isla sola, sin acecho; un silencio entero. Me mezclé como un náufrago.
Por un momento olvidé que habías muerto.

461.
VELAS PARA AGRANDAR LA OSCURIDAD

He apagado todas las lejanías
he decidido que estás aquí conmigo
detrás de alguna puerta,
lavándote la cara
amasando un trago de ventanas en un
papel, o bebiendo un chorro de mariposas
en alguno de tus libros amarillos.
He decidido que la soledad no nos cabe
Somos demasiado para los enjutos territorios
de la nada.
Y si alguien no lo cree puede leer
en los legajos de la primavera sobre nuestro
encuentro desde los parietales de la tierra
de nuestra insobornable brújula de equinoccios
Sí! Estás comprando el pan para nuestro desayuno
Un par de velas para agrandar la oscuridad
ese esmalte multicolor para pintarnos camelias
en los brazos y hacer el amor como las enredaderas.
No encuentro la nota que me escribiste
mientras dormía
Te habrás olvidado de dejarla.
No importa, sé que la has escrito y que
decías que volvías en seguida, que no
querías despertarme.
Ahora me voy a meter al baño
voy a demorar un poco para darte
tiempo de volver e irte otra vez.
Me gusta tu forma de estar
tu presencia vacía, llena de sospechas
tu ausencia habitada,
tus constantes salidas.
Ah! espero que no olvides traerme
el bloc de cartas y los sobres.
No puedo estar sin escribirte cada día.

462.
UN AHORA OBSESIVAMENTE SIEMPRE

¡Tantas veces! Y siempre importa una, aunque hayan sido tantas veces.
La única certeza cada día es un ahora obsesivamente siempre, porque ya perdí la cuenta sobre los calendarios.
Pisándome el tiempo, buscar la paz o huir de la ciudad sin encontrar nada.
El mundo inexorable es siempre un sitio implacable. El mundo siempre es dónde. Hasta allí, en ese último banco del lago donde puedo parecerme a los niños que me pasan por alto, o puedo ser monstruosamente extraño, remoto, diferente.
Hasta allí el acecho inevitable.

463.
ADULTERIO

No te quiero más le he dicho
y una andanada de dedos aullantes
me han empujado contra la pared
oscura de los mínimos delitos
Pero si hubiera decidido hacer
de mi vida otro instrumento de culto
pavoroso, ir a la guerra tal vez,
hacerme sacerdote empasillado en
conventos insondables, dedicarme a la
sonrisa, sacarle fotografías a la muerte
profesionalizarme en un espejismo
cualquiera, entonces tal vez
escogerían mi nombre entre palabras lustrosas
y desde el héroe al santo desde el mártir
al mentiroso acomodarían mi pedestal de nácar.
Pero el amor es mi bandera mi altar
mi alquimia mi pincel. Por eso soy un
delincuente.

464.
AZULMENTE ROJO

Allí estaba, con el adjetivo en los ojos, sus piecitos tan manos, sus piecitos los de ella, porque también podrían ser los de él y él el asesino de tu padre o algo así, pero los de ella, ¿te das cuenta?, los pies en que era Buenos Aires cuando todas las cosas, porque solía apagar los cigarrillos, ¿te acordás?, con la punta y a vos te gustaba porque era como lo hacía el tano del taller pero como ella, ¿te acordás?, cómo no te vas a acordar, como ella, sí, cómo no te vas a acordar si se lo estabas mirando cuando descubriste que tenía sangre como cuando en el colegio se te cayó la gota de tinta en el piso porque te estaba gritando la maestra, sangre como la gota de tinta azulmente roja como cualquier cosa es cualquier otra y ese remanso como aquel pedo que te alzaste en la Navidad en lo de los tíos y todo se enrollaba, la sangre, la tinta, la gota de maestra y el pus apagando el vino y ya después del primer error nada es corregible, cómo no te vas a acordar, sí que te acordás, ¿pero matarla?, eso sí que no, yo no me acuerdo de cuándo la maté, no señor.

465.
ORDEN DE PALOMAS

Entre acordes esparcidos por
el aire, vuelan, giran locamente
algunas palomas suburbanas
Me parece tan justo que estén
navegando en el cielo de esta
mañana que no imagino
dónde viven por la noche.
De la iglesia abierta emanan
ráfagas de música
el aceite melodioso del órgano.
los árboles enjuagan en la música
sus crispadas cabelleras.
yo camino plaza abajo.
Quién sabe si alguien se pregunta
qué hago pasando por aquí,
quién soy, de qué huyo,
en qué colchón de quién sabe
qué historia voy a revolcarme.
No, hay demasiadas alas en
el mediodía. Yo y cada cual
somos parte de la casualidad
O de un aglomerado manojo
de indescifrables voluntades.
¿Quién indaga un profetizado
orden de las palomas,
el justo cántico que se derrama
los dedos del organista
el culpable arrodillado
el pisoteado cigarrillo del asesino
nocturno?
No nadie se pregunta por mí.
A quién le importa saber adónde voy.
Y, después de todo,
¿adónde voy?
Tal vez ni siquiera estoy pasando por aquí
Ni siquiera aquí. Ni.

466.
EN UNA ESCALERA DEL SUBTE

La voz era turbia, empañada, como si fuera con hache. Los ojos indescifrables. Y las manos roncas.
Entonces supe que la vida puede variar en un segundo.
Y seguí adelante con cualquiera de las otras vidas, comprando el derecho de olvidar preguntas que perdurarán vacías o mentidas, con dos monedas que me absolvían de ser indiferente.

Pensé que la vida nunca es incoherente, que la esperanza no hace caminos, sino que es sólo la posibilidad de que la realidad sea diferente. Pensé que nada era dos veces o igual dos veces.
Todos los días arranca un subte y mil posibilidades quedan atrás, se postergan o cualquier otra cosa, pero ya no, aun cuando siempre todavía y el mañana sea más largo que ayer que siempre tiene número.
Pero igual me afligía la idea. La vida puede ser otra cosa en un segundo. Pero cada segundo es la vida, que no fue tantas otras cosas. Y cada uno ignora que yo no lo maté porque no estuve loco, o que no cualquier cosa, porque no o por cualquier otra razón, o tal vez no lo ignora pero soy parte de una duda que no resolverá jamás. Porque quién cuenta las posibilidades que no fueron probables. Entonces supe que puedo ser un asesino, o que el día 23 tal vez esté en una sala internado de apendicitis, o que la intrascendencia de mis almuerzos sea un rastro monótono, o que podría casarme con la rubia del asiento de atrás o haber nacido caballo o decir dentro de diez años quién se iba a imaginar que fuera a ser Presidente; yo que un día que andaba asombrado de todo, creo que escribí una cosa parecida; yo, yo diaria sorpresa.
Ineludible ahora y aquí.
Yo soy el siempre y a veces no me sorprendo, y otras caigo en la cuenta de la casualidad.

467.
SER POETA ES MUY FÁCIL

Ser poeta es muy fácil
hace falta una distancia
una imagen que a veces
confundimos con la almohada
Hacen falta muchos besos
en la boca solitaria
y el silencio desnudo
acostado en nuestra cama
Es aún mucho más fácil
si se posa en la ventana
una paloma perdida
o una trémula guitarra
Se necesita una hoja
que se parezca a una sábana
y después cerrar los ojos
y arrojarlos en el alma
Y empezar a dibujar
con silencios o palabras
los caminos de los dedos
por el cuerpo que nos falta
Hay que estar enamorado
por eso hay pocos poetas
la poesía no se atrapa
con ávida red de letras
Hace falta algo de rezo
vivir con el sueño alerta
llorar al ver una rosa
y andar desnudo en la guerra
Si esto no da resultado
se compra un libro cualquiera
la poesía está en los ojos
del que pasa a recogerla

468.
EL PÁJARO MAGNÍFICO DEL BESO

I

Jaron, escribirte una carta es fácil. Tu nombre es un caballo (tu imagen es un caballo ensillado con un nombre) para ponerme en la garganta desvencijada y arrastrarla como a un carro viejo haciendo ruido a herrumbre de silencio.

II
EL PÁJARO MAGNÍFICO

Querido Jaron. Pienso a veces por qué cambiando el nombre esta carta a cualquiera podría entenderse como para una mujer, o de una mujer. No es regla, pero cuando entra en juego el mecanismo de todos los «heteros» (el único que conozco es el sexual), se es capaz, somos, mucho más capaces de nosotros mismos. Entonces la sinceridad.
Ése es el lugar. Si ser es ser verdad, o soy sincero y lo muestro pocas veces, o soy mentiroso. (No es lo mismo.)
Con vos siento que de todo me saco los obligatorios zapatos, como animándome a parecer como soy y poder conformarme después con ser como parezco.
Entonces es allí donde yo y nadie más (dando por francos a todos) le veo cierta actitud extraña a la carta.
Se me enderezan los túneles. Se ve del otro lado.

III
PÁJARO FUNDAMENTAL

Creo que porque se nos da y lo necesitamos, siempre hay alguien que nos sirva de espejo. Cambiar de espejo es no tener la certeza de medirnos siempre con los mismos números, y es peligroso. Al final de cuentas somos de testigos, y no tener uno constante es perder contacto con nosotros mismos.
Pocas veces te dije que te quiero, lisa y llanamente; en realidad es como se quiere. Sin metáforas ni escondrijos para esconder la cara (la que sea), que nos cuesta enfrentar y dar.

IV
MANIFESTADO

Hoy, yo andaba con mi carro de lujo, y me enteré que hace tiempo habían inventado algo así como el automóvil y el avión y el cohete que, qué ridículos, vuelan y se mueven solos. Los vi. Los vi y ahora los creo. Por eso mi carro está lleno de herrumbre.
Tal vez por eso una carta con tu caballo, una carta con motor como ésta, sea la primera en que te pueda decir que te quiero, con las únicas palabras que corresponden.
…Y pueda desde muy adentro firmar rolfi, con minúscula, como una flor seca a Cristo el veinticuatro con jardines.

V
EN EL ESPEJISMO DE QUE TENGO OÍDOS

Hoy he vuelto a olvidar algo. Una carta de Graciela está en un libro de Vinicius de Moraes. Me hace acordar a un huevo frío que en algún lado… También me olvidé de eso.
Cuando se ha olvidado tanto que ya no queda tiempo, se grita.
Esto es un grito: ¡¡¡No te vayas!!!
Siempre parte algo que no se alcanza. Se grita para pedir: ¡¡¡Espérenme!!! Tal vez el por favor no suena muy claro (tal vez porque se corre).
No tenés barco, Jaron. Pero puede partir el tiempo. La espera entonces ya no me sería vigilia. Entonces faltaría yo también en la medida de un llamado. Pero el llamado parte también, y el muelle es un sitio de soledad. Entonces sí, ya no se tiene otro grito que el del último silencio.
Jaron amigo. Jaron mano. Jaron silencio. Jaron bueno. Jaron Jaron.
Todo está de una manera. Y el silencio que música vacía. Y la sombra que dolor occipital de rastro. Y la nuca que soledad de los que quedan. Y los otros que se mueren, penetrados del odio que no les pertenece. Y todo que algo.
Y vos que Jaron. Vos que todo lo que vos. Como la única manera de que seas. Como la sola forma de que faltar sea ser irreemplazable.
Jaron, que se nos van los días. ¡Y qué lástima! ¡Y qué importa! Si estamos siempre juntos.
Querido Jaron, cualquier día en cualquier parte (todos los días, donde sea).

VI
ÉSTA ES UNA NAVE AL SILENCIO

Si fuera tan macho no tendría
vergüenza de besarte en la boca.

Me avergüenza la vergüenza. Chau, hasta no sé cuándo.

469.
ME GUSTA VERTE PASAR

Me gusta verte pasar
decidiendo el espacio con tu cuerpo
derramando nadas que no eres
hiriendo a muerte al tiempo
con tu sonrisa inagotable
Me gusta verte pasar
decididamente no hay nada
que me guste más
Ver tu pelo a chorros que lame
el espacio. Verte
elegir la silla donde te vas a sentar
o buscar un libro cualquiera.
y no es por ninguna de estas razones
que me gusta verte pasar
Es sólo que me gusta verte
saber que estás viva
contenerte con mis ojos lanzados
insaciablemente hacia ti.

470.
BABIECA

Me da mucha lástima.
Siempre anda con la misma corbata y bien afeitado. Es armonioso, pero me aburre. A veces me parece que lo ayudo a todo desde adentro, como si quisiera adjudicarle la manera perfecta.
Creo que sus adjetivos son mi lástima. Él nunca me ha pedido por favor.
El año pasado yo tenía una novia rubia. Siempre me preguntaba como si fuera más grande que yo: ¿qué tal las cosas, babieca? Esa tal vez manera mía, me es ya nombre.
Todas las noches cuando me acuerdo de él me llamo de esa manera.
En verdad, me daba rabia. Ya no me da.
No lo he vuelto a ver, sino en sueños.
La última vez que lo vi me hizo una cara fea, como si me quisiera matar.
Tal vez de alguna manera, me llamó por dentro. Yo no lo oí.
Yo he leído sólo dos veces el diario. Una vez no me acuerdo para qué. La otra, porque estaba el nombre de él y su foto.
También estaba el mío, y en más grande decía «su hermano», y había una foto mía en que, la verdad, tenía cara de eso que me daba rabia ser y él me decía.
Arriba de los dos, en el diario decía: «Fratricidio».
Dicen que lo maté.
Yo sólo le pegué con un palo, hasta que no gritó más.
Me gustaba que gritara, como cuando jugábamos.

471.
MUJER ANTE CUALQUIER INVASIÓN

A veces, de tu vientre caen jaurías
de renunciados aerolitos
por venas de derrota
y desocupación
Es el otoño, tu éxodo de sangre
es cuando la seda vuelve a la tierra
y el gusano se hace mariposa
es la hora en que tu vientre terrestre
mastica la hojarasca humedecida,
con rumbo de nube
con instinto eterno de clorofila.
Amo tu menstruación, la lava
de tu vientre volcánico
los encendidos despojos de enterradas
atmósferas, tu galáctica savia
desmoronada, nieve herida
desatada cúpula.
Amo esa camisa de fuego
que tus íntimas ramas se desvisten
amo tu ejército de hijos
cayendo postergados
con algo de vencida hiedra
con campanada de ceniza
con escombros de paloma.
Amo ese innumerable cadáver
que te desorbita y duele
ese turbio deshielo de pan cenagoso
ese río de alas rotas
ese derrocado follaje de veranos sumergidos
esa dimitida cabellera mineral
ese dolor de destitución
que te tirita y te proclama
huerto de todas las rosas
mujer ante cualquier invasión
morada de la primavera.

472.
SILENCIO NEGRO

Me descalcé el mundo me cegué los dedos
me desnudé el mundo
cerré cinco ventanas en muro
ciego por ciego
ya sabía silencio
ya sabía negro
por eso silencio negro
por eso todo silencio
y la vigilia en un punto
en silencio de silencio

No estoy habituado al gesto de los colores y me ensordece el estruendo de las formas como un coro fantástico y duro.
Me llaman la atención y el miedo las cosas blancas tan chatas.
Me acechan detrás grillos multicolores, amarillos trozos de silbido han salpicado los contornos.
Algún amigo me describió en una carta todo esto y no consigo dar a cada cosa su nombre.
Cada cosa cambia de lugar y gesticula y describe su música. Se parece al movimiento.
Algo viene hacia mí.
Cierro los ojos asustado.
Y me aterrorizo del negro silencio tras mis ventanas.
Voy a abrir los ojos…
Pero ya no sé.
Voy a abrir los ojos y muevo las manos o digo:
«Ya no sé, ya no sé abrir los ojos».
¡Oh! ¡Ay qué miedo de pensarlo!
¿Habrán muerto los tímpanos de mis ojos? ¿Es que ya los tengo abiertos?
Algo venía hacia mí. Ya estará por llegar.
Y los grillos que me acechaban se han vuelto arena.
¿Qué estará por tocarme?
¡Qué miedo de sorprenderme!
Qué profunda monotonía este silencio negro. ¡Quiero abrir los ojos!
Hace siglos que olvidé los silbidos y los grillos y la música. He perdido las formas y los colores.
Caigo al humo. Me moja una rara presencia.
Ahora comprendo. Recuperaré las cosas:
Estoy despertando. ¡Qué pesadilla!
Pero no puedo abrir los ojos.
La sábana… llena… como migas. Está arrugada. Me arde la espalda…
Algo de eso recuerdo.
¡No puedo, no puedo abrir los ojos!
¡Madre! ¡Mamá! No puedo abrir los ojos.
¡Mamá! ¡Mamá!
¡Mamá!
—¿Pero qué querés? Son las 5. Dormite.
¡Mamá! ¡Prendé la luz que está muy oscuro!
—Si está prendida.
¡Ayudame a abrir los ojos, quiero abrir los ojos!
Pero,
si los tenés abiertos.

473.
ESTAS VENTANAS ATROCES

Estas ventanas, amor
con el múltiple beso de la lluvia
mordiéndolas con desesperada impotencia
amor, esta mañana
se enhebra por mis venas
como el olor de los árboles
nos habitaba a veces
cuando caminábamos por tu vereda.
Quisiera contarte
cada cosa que toco
cada desolación que mis ojos van creciendo
pero no tengo versos suficientes
ni suficientes palomas en mis versos
y esta lluvia que late
con diseminado corazón el techo…
Es entonces ésta la soledad?
esa que se demora en los espejos
esa que hincha el silencio
en los desmantelados muros
de los destituidos templos?
Estoy solo y no
pero estoy solo
llevo tantos destierros en la boca
y mi verso te busca amor
entre las cosas amor que me aniquilan
y a veces te toca, amor, te toca
te besa te ama te moja
y a veces me muere
como una paloma, aquella
en medio del océano infartada.
y esta luz y este aire
que me manipulan
Es la hora
amor de estas ventanas atroces
de esta mañana sin palomas
sólo barcos
con sirenas lejanas
y esas otras
amor, esas otras que nos nombran.
Cómo es tu mañana?
aquella de doradas piernas
un poco demorada
entre las demoradas sábanas del alba.
Cómo van los pasos de tus ojos
por esos pasillos venales
y las fotografías
en los muros que yo no miraba
pero que ahora reconocería?
Cómo son los silencios que me nombran?
y las palabras que me olvidan
cuáles son las manos
que acarician el plumaje del aire
que ya no me reconoce
La muerte es la única distancia
sin partida.
Y por nombrar cosas idiotas
la guitarra del aire
sin dedos
o tal vez mi corazón
que tañe
y este cuaderno amor
que me sostiene
como tu nombre
como un escudo
pedestal terrestre de mi boca
y la ventana donde
rebota
la lluvia que también está sola.

474.
CUANDO LOS VEO A LOS DOS JUNTOS

Julio es un flor de tipo.
Practica karate, tiene diecisiete años.
Va muy a menudo a casa.
No es muy buen mozo pero, al parecer, según dicen, tiene su pinta.
Tiene la nariz un poco halcónica y es algo rojo, pero a veces me gusta mirarlo.
Yo no soy invertido, al contrario, me gustaría ser Julio.
Es más chico que yo, pero más alto. Es más flaco, es muchas cosas más que yo.
Además, Julio se me vuelve Julio cuando los veo a los dos juntos.
Los dos están en el colegio. Él en quinto, ella en tercero.
Yo terminé hace mucho. Pero él me va a alcanzar. Me sigue con la velocidad de sus pasos. Yo estoy parado.
A veces cuando viene a casa, si está con ella, se sientan al lado sin mirarse. Ella es de él. Se nota. No sé por qué, pero se nota.
No tienen nada urgente, pero son inexorablemente «ellos».
Ella le es.
Él hace muchas cosas por ella.
Me gustaría ser Julio.
Poder hacer con ella las cosas que yo no sé que hacen y que siempre me pregunto, entre súbdito y celoso.
Yo a ella la quiero. Tal vez por eso me gustaría ser Julio. Quizá lo envidie.
Aunque yo la veo más a menudo. Pero eso sí, de lejos.
Con frialdad, casi familiar.
Él tiene sus mejores cosas.
Yo otras, cotidianas algunas, y otras que son Julio mismo.
Siempre me habla de él.
Siempre me dice: «Aconsejame vos; después de todo, sos mi hermano, ¿no?»

475.
EL AMOR

No hay
una sola quebradura en mis ojos
una sola ruptura del aire
no hay un solo momento en mi día
que interrumpa la catedral pujante
de mi memoria levantada
No hay un tajo en el silencio
por donde no se escapen ráfagas de canto
buscándote tu cabeza lejana, continente de mujer y de niña
No hay una palabra donde no capulle tu
nombre
una habitación donde yo entro
que no se ilumine de tiniebla viva
de silencio palpitante
de distancia encinta.
El amor viene (vienes) conmigo
como un arco iris para mi cabeza
como un halo de luciérnagas para mi
sonrisa.
Ya te he dicho todo (ya toda mi boca)
pero mi voz no quiere reposo
quiere trompetas calladas
y silencios que gritan
el sonido de las islas solas
el sonido del incendio en una isla
todo para construirle casas a tus ojos
chozas de saliva
trincheras a tu boca nocturna
donde encontrarse en sueños con la mía.
El amor va conmigo
es mi bastón, mi linterna incansable
y mi guarida.

476.
EL JUGUETE DEL DELIRIO

Y volvió a gritar: «¡Han matado el agua, el agua está muerta!»
Y su voz, como una rama seca, desde toda la casa convergió sobre su garganta, cuajó sobre su grito como si hubiese terminado una espera de siglos.
Y levantó entre sus manos el trapo de agua inerte, como un muñeco muerto.
La sangre le hizo un relámpago y los ojos quedaron detenidos como relojes últimos.

Eran las seis. En su mano también eran las seis. Pero (nadie lo sabía) ella era ya para siempre las cuatro y doce minutos.
La tarde se desteñía sobre los azulejos, ronca, a través de la ventana esmerilada.
Lloraba, como lloran las niñas cuando lloran.
Seguían golpeando a la puerta. Desde hacía rato reconocía ese atroz empecinamiento sobre su místico silencio.
Golpeaban como siempre que se encerraba.
Y ella lloraba. Y las voces de afuera abrí, abrí te digo, ¡vamos!
Y el trajín afuera y el tiempo atareado sobre los relojes, los relojes apelables. El tiempo inapelable sobre los relojes cortos.
Gritaron mucho tiempo más y luego vino el carajo lleno de vino como siempre y los puños estallados sobre el encierro y más allá sobre el miedo acorralado más atrás de la muñeca, del agua y de las manos, que quedaron afuera del refugio donde acudía siempre despavorida.
El agua, el agua, han matado el agua.
Y abrí, mocosa… ¡Como siempre!
Carajo, el agua, las voces se amontonaban.
Dos transparencias superpuestas.
¿Quiénes son más ingenuos, los locos o los brutos? ¿Los locos irresponsables o los brutos irresponsables?
Y la hallaron, porque abrieron al fin como siempre, allí, bajo el lavatorio, resumida contra el rincón y el agua, que se la adhería, amigable y anónima de las lágrimas, mezclados.
Toda mojada, mirá, como siempre, y esa muñeca de mierda, alzá.
Y la mirada vacía, los ojos dejados solos, y la fuga o el destierro o el juguete del delirio, remoto país atrás de la sonrisa sin gobierno y la carne mecánica.
¡Y…! ¡Como siempre…! ¡A la…!
Esas tardes viscosas, el olor a cebolla.

477.
ABECEDARIOS DE SILENCIO

Voy a tratar de ser amigo mío

voy a tratar de preguntarme cosas
me voy a regalar un montón de termómetros
un kilo de balanzas
un litro de espejos
todos los barómetros que sean necesarios
un alambique si hace falta
y voy a romper ese reloj insobornable.
Y me quedaré conmigo a pasar la noche
el día la semana
el año el siglo,
la eternidad completa
sumergiendo instrumentos
analizando piedras
tomándole la fiebre a mi sonrisa
leyendo abecedarios de silencio
hasta responderme
hasta saber quién soy.

478.
EL MAL DE TODOS

A Eugenio O’Neill

Cuán perfecto el incomparable refugio del profesor, escrupulosamente clásico. No ha agregado un solo libro durante años.
¿Qué edad tenía yo cuando vine aquí por primera vez? Seis. Con mi padre. Mi padre…
Olor a yodo en los frescos pasillos, aquel verano caluroso. Me acerqué. Su voz se había alejado tanto. No pude comprenderlo. ¿Qué hijo puede comprender? Siempre es demasiado cerca, demasiado lejos o demasiado tarde.
Cuántos recuerdos en esta hermosa tarde. Esta vieja y agradable ciudad después de tanto tiempo.
No volveré a Europa. Allí no podría escribir ni una sola línea. En cambio aquí… Un pretexto para anudar palabras. Mis novelas…
No creo que tengan sentido cósmico, pero hay un pibe que las estima, y yo sé escribir. Y eso ya es bastante.
¿Y Nina…? ¿Qué será de Nina? Era tan agresiva. Pobre profesor.
Nina también me dominó a mí.
Yo la hacía bailar sobre mis rodillas. Pero a veces… ¡El perfume de sus cabellos! Como una droga para el sueño.
El sueño… He ahí el mal de todos. Los sueños. Porque eran siempre aquí mis pensamientos.
En verdad, no tiene ninguna importancia.

479.
POZO DESPARRAMADO

Voy estas fosforescencias
por la orilla de la vida
a veces un poco horario
tantas veces nunca
tanto siempre nada.
Me parezco a las luciérnagas
pero cuando no me enciendo
es que no existo
no tengo otra estadía que la luz
otra palabra que el beso
Sáquenme de encima estos nombres
como muebles antiguos
esos baúles incógnitos
y los pequeños cajoncitos
de hacer cosas útiles
como entrar en las peluquerías.
Yo no me corto nada
tengo demasiado poco
me dejo crecer la sombra
admito cada habitante
Sonrío al que me sonríe
después me apago
soy noche
existo tiniebla
pozo desparramado.
Y en invierno no hay
luciérnagas.

480.
MUERTE – AGONÍA

Sentí un golpe aturdiente en un costado.
Un calambre puntiagudo esparció la soda de un ardor metálico.
Una música insónica me empañó la mente.
Con temor de descubrir el dolor, bajé la mano al lugar del golpe. Ya hace mucho que es mío.
El miedo de tocarme me hacía recorrer por mitades el camino que faltaba hasta el costado.
Opté por desabrocharme la camisa y sentí nublados los dedos de cierta sordera.
Cuando me saqué la camisa comprobé que no tenía nada. Era simplemente como un lugar vaciado; sentía un hueco; más que todo, no sentía. Sentía nada.
Acerqué la mano, toqué, pero las pupilas de la piel estaban ciegas.
Me miré la mano y se esparció lentamente sobre ella un visillo de afonía.
Comprobé qué poro a la escafandra de acostumbrado ruido se había disipado.
Recuerdo vagamente nombres o cosas.
Hace rato que floto.
He perdido la cuenta de los siglos.
Se han oscurecido cinco ventanas y estoy prisionero de una esfera, vuelto simplemente conciencia.
Todo se ha vuelto simultáneo en mi hermético encierro, y tengo miedo de recuperar brutalmente las cosas.

481.
ESTRELLAS DE TINIEBLA

Ahora son las guitarras lloviendo
escalofríos
cuerdas tiritando
aire aterido de canciones-silencio
párpados temblando
un poco de grillos derramándose
espumosa madera
y tú surges de todo
como un vapor de fotografías ausente
y poemas no escritos. Y tú
y yo escribo
Tú y estas guitarras.
Follaje de aire
hojas que chocan y titilan
estrellas de tiniebla,
la soledad es terrible
voy a escribir esa frase
la soledad es terrible
Y estas guitarras apuñalándome
con pétalos.

482.
IMPACTO

Entonces miró hacia atrás.
Tener los ojos en un lugar de la cabeza significaba siempre tener atrás.
Giró espantado de la existencia, superior al sentido.
Siempre faltarían escondrijos por alumbrar.
Y esa ceguera a manchas. A ratos le ceñía el acecho.
Antes de la muerte, se puede apelar a la locura, para vaciar el miedo. Pero ¿qué torpe pavor permitiría la intemperie de un loco o un sueño, un suicidio a medias, para escapar de un acoso?
En seguida comprendió que era la imagen instantánea de lo súbito, de la sorpresa.
En realidad, había querido girar. Pero ni siquiera percibió el segundo impacto.

483.
EL NOMBRE DEL AMOR DESESPERADO

Te quiero.
Tenía ganas de decírtelo
era la habitual paloma que se
ordenaba dentro mío y tramaba ese
dolor de aire que nos ahoga de
anticipadas libertades
Por eso vine hasta la tinta
a volar a indefinirme a sentir
mi galáctica explosión
mi dimensión de alba enamorada.
Te quiero.
tú no estás a la orilla de mi boca
para oírlo, para deletrear el
oleaje de mi aliento
por eso te lo escribo ahora
en este sitio donde tu ausencia
hincha el espacio
donde tu cuerpo es una urgente
escapatoria donde tus ojos son
el embarcadero de mi alma.
En este sitio donde el amor se reparte
con absurda geometría
donde cada uno extrae de entre páginas
feroces un nombre y una historia
para jugar al tiempo, enmascarados
para jugar a ser o a haber sido
aquí, donde me toca el nombre
del amor desesperado
el sitio de la pregunta irrespondida
la raíz erradicada
el trasplante total de la existencia
aquí, beso las páginas donde me
embarco, me ato al nombre desbocado
de mi personaje y digo a un nadie
que tiene tu cara imaginada
toda la música que me toca.
Digo amor y amo y muero en esta
vida muerta, muero de vida y escenario
con tu ausencia puesta
recubriéndome como una bandera de
besos. Aquí decido lo que soy
broto, desatrapado como el agua
que desorbita la tierra
y una vez más tú eres la meta
el público testimonial, la mano
que pasa a recogerme.
Ya ves, sólo quería decirte que te
quiero.
Son tan copiosos los cimientos del
amor, que abro mi boca para caber
tu nombre y arrecio un pantano de
alas luminosas que me vives dentro.

484.
SUCIO INOCENTE

Me estaban abriendo el ropero.
Él sostenía la linterna y daba las órdenes. Dos soldados y mi camisa de fajina. Él.
Me escondí mejor. Debía quedarme toda la hora de instrucción escondido.
Ellos no me habían visto.
Llegaron los primeros pelotones de vuelta de la corrida. El mío. Me mezclé.
Ya lo empezaba a suponer. Podrían ordenar una revisación de equipo.
Se me cayeron las cosas sobre la cama de Echane. Levanté una camisa de más.
¡Mi capitán! ¡Papá…! En realidad un mazacote de miedo y careta.
¿Por qué probarme así?
Se llevaría el chasco.
Pero no llegó la revisación de equipo. ¿Por qué me daba tiempo?
A las seis formación. Ropa de fajina.
Echane castigado. Sí, es cierto, la tenía.
Salvo que…, no, no la tengo. Teniente, capitán, ¡papá! Vergüenza, culpa, odio.
La orden era dos minutos después. Formación y revista de equipo. Ahora lo sabe, pero también la gente. El hijo del capitán robó una camisa. Pero no había razón de no confiar o no hablar. Yo podría haberle dicho que el robo al depósito no tenía nada que ver conmigo. Ahora la culpa se la ganó por no confiar. Y yo no soy tan inocente, por desconfiar también.
Echane, pobre Echane. También tiene su parte, mostró la hilacha por tener razón.
Qué culpa más inocente. Pero qué inocente sucio. Insinuar que del mismo modo pudo ser en el depósito.

485.
UN GESTO TUYO CONTIENE LA ETERNIDAD

Estábamos predestinados
pero no quiero que seamos destino
quiero algo más mágico
una abeja que elige una flor en la pradera
y eras tú
dios que escribía una poesía
y éramos nosotros.
Tú que te bañabas en un océano total
y eran mis besos.
Un gesto tuyo contiene la eternidad
pero a mi amor no le bastan las
palabras
quiero comerte, beberte al tiempo
que me respiras y masticas
los dos con dimensión de atmósfera
humo en la niebla
silencio y canción
lámpara y sombra
mezclados infinitesimalmente en
el vientre de un átomo
infinitamente unidos.
Tal vez es nuestro amor que escribe
la poesía. y es dios.

486.
YO VIVO SOLO

Yo vivo solo. Siempre (siempre es el tiempo que importa) he vivido solo.
Había salido esa mañana. Ahora todavía tenía la llave en la mano. El infinito se adivina en un segundo.
Ya el golpe había sido, el dolor, no lo había calculado.
Yo era un asesinato más.
Los lapsos se comprenden al final, nunca sabré cuánto, pero no me importan los números, me desperté y supe que había estado dormido, luego todo lo demás, las llaves, la puerta abierta todavía.
El ruido gutural del ascensor, tuve miedo, otro golpe, la sorpresa me tensaba el acecho y me asustaba la duda.
El golpe no llegaba. Yo gritaba por adentro.
El ascensor había parado hacía un minuto y la puerta había hecho su chapoteo de metal.
Mi corazón era un buche enorme.
Me levanté, el miedo estaba a todas partes, cerré los ojos y tuve más miedo, miedo de dejarme solo.
La impresión, la calma, dudé de si a los ruidos los agregaba mi obsesión o estaban allá, allá en el primer dormitorio. Entonces corrí, me levanté y corrí, y cerré la última puerta y el baño y el pasillo y…
El ruido fue feroz, levantó el palomar de un gong despavorido en mis entrañas.
Había sido la puerta. ¿La puerta y quién? ¿Quién o qué? Volví a cerrar sin mirar atrás y cerré la última que quedaba a mis espaldas y me apoyé fatigado.
Era un cuarto con cinco puertas.
Yo tenía un teléfono allí, y otro en el dormitorio, el interruptor estaba en el dormitorio, yo había cerrado la puerta, la primera.
Rogué que estuviera hacia mi lado, pero no me animé a comprobarlo.
De repente recordé la puerta a mi espalda y me apoyé con una mano para darme vuelta, al girar sentí que se movía el picaporte detrás de mí y me inundé de una música caliente, un brutal orgasmo de presagio y terror. Ya no me pregunté si había sido yo contra el picaporte o el picaporte contra mí, el miedo estaba desatado como un veneno lento e irreversible.
Tranqué todas las puertas, ese sistema americano de llaves, sentí cierto alivio de aquella sugerencia del constructor.
Allí estaba yo entre cinco cerraduras.

487.
UN DÍA

Un día estaremos sentados
a la sombra del tiempo
de la mano
leyendo tus versos y los míos
los dos como una sola flor
la que hubiera sido el infinito
si no se hubiera derramado.
Un día, amor.

488.
EL DEFORMADO

Estuve llamándome desde adentro, sin gritar, aún no sabía el silencio, no tenía voz, dije desde adentro, ¿dije?, ¿desde adentro? Llamé. Recuerdo que con las manos no, aún no tenía las manos. Tampoco recuerdo. No tenía las cosas de las imágenes que ahora son sólo sensación. Llamé mucho tiempo, tal vez sigo llamando o soy una mentira y entonces empecé en mí mismo como un anillo, porque soy infinito.
Un día, no sé cuándo, empecé a pensar que no llevaba la cuenta del tiempo que hacía que pensaba. Creo que es lógico, o creo que creo. Porque si no pensaba, no podía esperar el día de empezar a hacerlo. Pensé y me supe, o me inventé para entonces sí empezar a pensar. ¿Cómo pensar antes de ser?
Todavía no puedo acomodarme en orden. Es que fue de golpe y yo soy eterno y eso excede del tiempo o cabe en un instante. La eternidad no transcurre porque necesitaría tiempo, por eso yo que soy infinito no tengo antes ni después y soy un quilombo sin orden ni concierto pues el orden es número y el tiempo es sucesión.
Empecé a pensarme, como me digo. (Ésta es una manera de ser mi propio testigo.) Morir dormido sin haber nacido y que nadie sea al fin testimonio de que yo no he sido, ni siquiera de que estoy escribiendo esto.
Y un día tratando de inventar lo que me faltaba para ser ante los otros, empecé a hacer fuerza para parecerme a algo que no se pareciera a nada: yo. En realidad era fuerza para diferenciarme. Y pensé que se podía llamar «El deformado».

489.
PIEDRAS HUÉRFANAS

Entre palmeras de multiplicadas manos
inmóviles alas de abanicos
sobre la hierba cómplice
entre el aroma sonoro de los eucaliptos
sobre la tierra desvestida
sobre algunas piedras huérfanas
contra la tumultuosa cabellera oceánica
recogíamos piedras o caracoles
cazábamos canciones en el aire
y atrapábamos las palabras
con que ahora edifico estos recuerdos.

490.
SOLO COMO EL PRIMER MUERTO

…¿O acaso cree ser la única que tiene derecho a su voz, a sus manos?
Estoy solo. ¿No lo entiende?
¡Solo! ¡Solo!… Solo.
Y estoy más solo que lo que puede entenderme.
Más solo que solo.
Porque alguna vez no estuve solo.
Porque no puedo estar solo del todo. Porque tengo voz, y manos. Y no crea que eso es asqueroso… Es… ¡Qué sé yo!… Es triste.
Vea, m…, me da ganas de llorar. ¡Y he llorado!
Yo sé que hay muchos solos.
Y que nos damos las manos de los ojos en las estrellas.
Pero después… ¿Qué estrellas?…
Uno se hace un levante y pierde confianza con el cielo.
Y sale mucho más triste al frío, con el aire hurgándole el alma, y con más ganas de llorar.
Porque no tiene con qué.
Ya a esta altura del partido debo tener el alma herrumbrada.
Tengo callos en los ojos.
Y el corazón abollado de tanto aletear sin razón.
¿Sabe?… Vivir sin fe es sólo aptitud para morir.
Siento que el alma se me evapora, que sube como si fuera de humo hasta el corazón del cielo.
Y después me llovizna por la espalda decepcionada.
¿No cree que el alma está en el vientre? ¿Después de todo?…
Una mano le pide a la otra… Mire, ya las tengo secas.
Y tengo ganas de gritar.
De meter las muelas de arriba en las de abajo. Y al revés al mismo tiempo.
Y tengo miedo de morirme…
O de despertarme y ver que soñé algo tristísimo y que estoy más solo que el primer muerto.
Estoy atrozmente solo. Dejado. Quedado… Como el último vivo.
Un ciego de nacimiento, si es que llora, no sabe por qué.
Yo sí. Yo sé que no veré más.
Yo iré olvidando poco a poco, que es el peor de los recuerdos: saber que se ha olvidado.
Es la manera más vengativa de las cicatrices.

491.
CLICK

Ya está la foto.
No puedo entender que fuéramos
que ese tiempo de beso
tiempo de nosotros
en que atrapábamos la vida
se haya vuelto papel de fotografía
y yo la mire solo.

492.
TODA LA NOCHE BESADOS

La primera vez la había visto sin pensar en la casualidad de que las cosas fueran como eran y no de manera diferente, que tal vez también me haría pensar en la casualidad.
Pero ella no era ella, porque por qué no una que leía con los dedos olvidados en una obsesión entre el pelo, o la que se había bajado por adelante o la que a veces en un bache me rozaba sin dar tiempo a la noción que apenas ensayaba una sensación sin luego.
Porque uno es uno entre muchos, y me sorprende la posibilidad de hoy, ida y vuelta hasta aquel día, como un temor de que no hubiera sido.
Nunca se separa cada uno de todos.
Advertido es uno y los otros, por eso ella, que no tenía por qué serlo, era ella. Por qué hoy, porque hoy tal vez es ella desde antes, pero recién hoy, porque ya puede haber recuerdo, ya tenemos antes hoy, ese extraño futuro recogido donde aprendo que las segundas veces son una casualidad mayor, o la primera casualidad, porque por qué no en realidad la primera vez.
Porque los colectivos llevan gente y la gente debe ser gente, y todos los que son, en alguna parte, pueden tomar ese colectivo, y habrían podido ser y fueron, o no fueron, y todo debe ser dónde y también cuándo, y con quién. Por eso es razonable que sea, que haya sido, y que las veces se recojan también en la segunda, cuando la primera se vuelve primera y algo pierde el anónimo olvido cotidiano, preparado para todo lo que no queda o, tal vez, por tan poco, ni siquiera pasa, y me vuelve testigo, me es un poco la tarde, mi certeza de ella.
De repente algo tiene razones, cobra dudas y preguntas, se cae en la cuenta de los quizá que pierden el infinito en una vez, para haber sido definitivamente inexorable.
Por eso todo lo que es tiene los «como» en el ahora estrenado.
Y el colectivo incesante reuniendo el nunca con el siempre. El cada día con el primer día (siempre hay un primer día) y ese hastío vertical acosado del diario naufragio de siempre anonimato, cuando no asusta ni sorprende que todas las veces que son primeras también pueden ser últimas. Y no pregunto por los que ni siquiera revisé (amontonadamente todo o siempre), no pregunto quién, no sabré luego que vi o pude haberla visto ese día. O quién morirá mañana o no tendrá otras veces, o no recuerdo hoy si antes.
Y el fragor del lunes nos alcanzaba a todos, pero a los dos, porque ya los dos, ya ella.
Y el pelo se le subía hasta la cabeza como un tigre azul.
Y mi certeza en un segundo y mi anonimato interrumpido y siempre por atrás y por delante. Esa mirada de ser también los otros. De ser el púlpito que somos hacia más allá de nosotros. Esa mirada de colectivo, de lunes, de nunca y de tal vez.
Hoy la conozco. Viajé hasta su imagen por las veces. Hoy no comprendo cómo pudo un día no parecerse a nadie. Hoy que recuerdo que tantas veces se parece a ella. (Que cada mirada primera hasta lograr la segunda que necesita ya un recuerdo o un olvido preparado), que cada mirada vacilada en el reflejo de los vidrios, que su mirada entrecortada entre tráficos de lunes y ciudad, entre cabezas y brazos hacia el pasamanos. Hoy que recuerdo que de las historias se guardó una sola cosa de los días y tengo su cara fácil que no puede ser incierta, su cara que no había sido.
Hoy recuerdo que nos fuimos por las veces sin preguntar mañana y amontonando ayer parados sobre un punto.

Había recordado ese ronco 60 sobre Las Heras, todas las cosas que venían empujadas de ayer y que recién tenían hoy. Había recordado que siempre es porque sí o porque algo; un libro en la mano y una carpeta acostumbrada (cuántas cosas que son costumbres pueden ser nuevas y sorprendentes con sólo cambiar una persona).
Había recordado que nos habíamos ido hasta el día sin contarnos, que los días empiezan hace mucho encontrándose el proceso, la algebraica antecesión, la sucesión causal de lo que sólo se dice historia (siempre el quizá hacia adelante).
Y no bastan los mañanas recorridos ni las cosas justas o las premisas que no han sido todo lo que ha sido.
Hoy recuerdo el miedo primitivo (el día que me persiguió hasta el día). Aprender los primeros olvidos.

Estuvimos toda la noche besados contra el insomnio inminente. Toda la carne abandonada al rastro del sueño. Después volvimos como los murciélagos.
Recobramos los ojos, la mentira y el miedo y nos tanteamos el silencio hasta encontrar el día de los días.

Aquella casa vieja donde íbamos a lavarnos el domingo.
Tu vez herrumbrada después de tanta travesía.

493.
MORTALMENTE VIVO

Es de nuevo la hora de mis manos
solas como alas en un continente olvidado
es de nuevo la hora de mis horas
como un viento herido por ruinas y restos de
batalla
Es de nuevo la tristeza esa de ser y de morir
de amar mortalmente vivo, de reír al galope
con la lengua en llamarada
goteando pájaros y arreciando muerte
escupiendo ventanas
y leyendo epitafios con los dedos
Es ésa la hora
la de no haber sido eterno
la hora de que dios nunca haya sido posible
hora de palomas que se suicidan
hora de música precipitándose por
una cornisa con un ramo de olvido
entre los dientes
pero yo absurdamente crepitante
entre el carbón que huye
río como un molino
porque estoy enamorado
y seré más allá de todas las derrotas
para envenenar con una lámpara
el telar tenebroso del silencio.

494.
LAS FLORES DE ELLA

He recordado a veces cosas que han perdido el orden y los números. He recordado siempre. Hasta que el recuerdo es más largo que el tiempo de las cosas.
Porque viajados, rutinarios, encontramos el nosotros, dejamos de ser cada uno.
Y yo me expliqué tus libros, y supe qué cosas son a veces, porque tuve, me acerqué a tu siempre.
Tú me sirves de costado. Marchas conmigo y yo te cuento estas cosas eligiendo las palabras como las frutas.
Había siempre un espejo donde aprendernos. Sentados hacia nosotros, estuvimos comiéndonos los gatos que giraban en nuestros arrabales.
La tarde era hermosa, tan hermosa que podían ser hermosos los cementerios.
La gente del domingo que hace lunes sobre los ómnibus, me servía sin costumbre para la costumbre.
Hoy le llevaba flores. Una vez las flores, recuerdo… Ella no había dicho nada.
Cuando di la vuelta, el panteón que siempre me servía de orientación, dejó de seguirme.

495.
ME SIENTO COMO VIVO ENTRE LA MUERTE

El invierno está llegando con su
aliento desolado
desmantelando verdes cabelleras
instaurando sus dientes extendidos
cancelando caminos con pétalos helados
Es el advenimiento del tiempo
los jardines se van por la ventana
La poesía es más difícil
como caminar entre los labios
múltiples de la nieve
Ya no tengo el color justo del geranio
los plátanos me muestran su inmovilidad
leprosa, su estructura de cicatrices.

Todo parece más viejo y más lento.
Me parece que nunca voy a volver a verte
Desde este asedio nevado
me siento como vivo entre la muerte
entre la postergación y la demora
como una semilla entre la roca
como el último poema de un soldado
que agoniza sin papel ni testimonio.

496.
EL ROSAL

Comedor, una mesa. Derecha, puerta de entrada; junto a ésta una ventana. Se ve un patio y un rosal. A foro puerta de dormitorio. Entra el hombre, recorre con la mirada la habitación, se seca la transpiración con el pañuelo. Llega la mujer del dormitorio, está en combinación y descalza.

MUJER: ¿Para cuándo es?
H: Dentro de una hora ocupamos la fábrica.

(La MUJER toma una revista, trata de leer… y trata de leer, luego se apantalla.)

M: Hace un calor terrible, no podía dormir. Tengo las manos pegajosas.

(El HOMBRE va a la ventana.)

H: Ya amanece.

(La MUJER le da un vaso de agua.)

M: Toma.
H: Han movilizado a la policía.
M (junto a la ventana): Los veo.
¿Quieres comer?
H: ¿Hay algo?
M: No. Pero podría preparar un poco de café.
H: Están armados con ametralladoras.
M: Ha florecido el rosal.
H: No sé qué podremos hacer con las armas que tenemos.
M: Te burlabas cuando lo planté.
H: Salías consiguió una pistola.
M: El hollín le sirvió de abono (se acerca con la rosa).
H: Tengo miedo.

(Ella le besa la nuca, se sienta a sus pies, tararea una canción, se levanta, va al dormitorio, vuelve, trae una campera, le ayuda a ponérsela, lo besa.)

M: Hasta luego.

(El HOMBRE sale, la M. se sirve el café, se sienta, comienza a revolver lentamente, oye unos tiros, llorosa sigue revolviendo el café.)

497.
TERRESTRE ANATOMÍA

Creo que podría ser profesor
de geografía
Conozco cada río del aire quieto
cada costa cada labio
cada abismo del silencio
Mis alumnos no usarían
anteojos.
Tal vez calandrias
en las manos líquidas
tal vez mirada de mordaza
Todos lloraríamos juntos
al empezar la clase.
Hoy por ejemplo
enseñaría los desiertos atroces
con esqueletos blancos
de luminosos caminantes
Allí han establecido
sus cadáveres titilantes
algunos poetas que nacieron ciegos.
Dejaríamos para nunca
los oasis
Alguien habría inventado
la palabra teléfono
Si no fuera por esta hora
en que todo el mundo duerme.
Creo de verdad que podría
ser un mal profesor
tengo todo que decir
podría asustar a mis alumnos
Dibujar en un pizarrón de lágrimas
cordilleras de besos
cordilleras con diamantes
que se quedan atrapados
en la boca
ay los volcanes
ay la nieve y la llamarada
y la lava en soledad.
Conozco este planeta de callar
con manos de viento
con garganta tormentosa
con huracanes de cuadernos.
Les aconsejo que no se inscriban
en mi curso
Podrían hacerse adeptos
a la poesía
y en alguna última página
a un primer suicidio.

JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT


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