Encerrado, siendo preso de mi propio ser,

siento como las palabras golpean con todas sus fuerzas para ser oídas,

como si estuvieran presas en un calabozo.

Conmocionado, ya no hay canto de sirena, ni sentimiento empedernido

que me distraiga de mis aflicciones.

Letra a letra, compongo con mis emociones un cantar,

un soneto o estribillo que no todos puedan entender.

Siendo yo mi propio carcelero, ignoró cualquier ruido o

impulso indescriptible que me lleve a ver un lápiz, un papel, o

mínimo a mover mis labios.

Como el más avaro de los hombres,

cierro mis ojos, cubro mis oídos y enmudezco mi lengua,

privando de mis textos a los que sin mérito alguno

quisieran leerlos.

Conozco formas diferentes de bajar la luna a falta de una cuerda,

de hacer que un simple lago parezca venecia, o de cómo

convertir la simpleza de las aguas en el más dulce de los vinos.

Puedo hacer que un alma vibre con un beso, que el más duro de los corazones

se parta y entre lágrimas le muestre al mundo lo que esconde en realidad.

Confundo el día con la noche. Pues mientras en el dia, sueño con tener

una de las vidas más normales, en la noche, como un loco, terco e incorregible,

rasgó mis vestiduras buscando respuesta a una pregunta que nadie realizó.

Veo a mi cordura ir cuesta abajo por el mundano aleteo de una mariposa.

En los espejos, veo a mi cuerpo formar una sonrisa por el brillo de unos ojos que conozco a leguas.

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