La Venganza de la Justicia 2

La Venganza de la Justicia 2

Tito

02/05/2025


La venganza de la Justicia: Parte 2 – Previa de la Parte 1

John Anderson había sido un fiscal respetado y admirado, conocido por su férrea dedicación a la ley. Durante años, luchó incansablemente contra los criminales más despreciables, convencido de que el sistema judicial, aunque imperfecto, era la mejor herramienta para lograr la justicia. Pero la esperanza se desvaneció cuando Walter Skinner, un pedófilo notorio, logró evadir la condena gracias a los tecnicismos y a los juegos del sistema. La sonrisa burlona de Skinner al salir del tribunal fue la chispa que encendió la furia de John, llevando su vida por un camino oscuro y peligroso.

A partir de esa noche, John dejó de ser el hombre que alguna vez fue. La justicia, tal como él la conocía, se le escapaba de las manos, y comenzó a tomarla de nuevo con sus propias manos. El caso de Skinner marcó el comienzo de una serie de asesinatos cuidadosamente planificados, con cada víctima un monstruo que había evadido el castigo de la ley. En su mente, él no era un criminal, sino un ejecutor de una justicia que el sistema había fallado en impartir.

La venganza de la Justicia: Parte 2

John Anderson se había convertido en algo más que un simple justiciero. El peso de sus decisiones lo había transformado en un hombre que ya no podía reconocer como el fiscal que una vez fue. La ciudad, que antes veía su rostro como un emblema de la ley, ahora lo temía como una sombra acechante, como una leyenda temida que nadie podía identificar, pero que todos sentían su presencia.

Los muertos seguían acumulándose, pero algo había cambiado. El ciclo de justicia que John había forjado con sus propias manos estaba comenzando a desmoronarse desde dentro. Las víctimas ya no eran solo pedófilos; su ira, ahora desenfrenada, lo había llevado a otros sectores oscuros de la sociedad. Violadores, traficantes de niños, y corruptos que habían escapado de la justicia también caían bajo su mano.

La presión aumentaba. Los periódicos ya no se limitaban a hablar de un asesino en serie, sino de un monstruo vengador que limpiaba la ciudad de toda la podredumbre humana que el sistema había dejado escapar. Algunos incluso lo llamaban El Ángel Justiciero, sin saber que, en realidad, su propia alma se había convertido en el verdadero campo de batalla.

La policía estaba cada vez más cerca de descubrir la identidad del asesino, aunque nadie lograba conectar los puntos. Los forenses, con todas sus herramientas y conocimientos, se quedaban perplejos ante la falta de pruebas, mientras que las muertes continuaban en la oscuridad de la noche.

Pero un día, John recibió un mensaje que lo paralizó. Era una amenaza. Un pedófilo, uno de los pocos que había logrado evadir su justicia, había decidido hacerle frente. El mensaje no solo contenía amenazas contra su vida, sino también una revelación perturbadora: alguien sabía quién era realmente. Alguien que, de alguna manera, había rastreado su pasado.

La intriga se convirtió en paranoia. John comenzó a ver fantasmas en cada esquina. Su misión de hacer justicia ya no le daba el mismo alivio que antes. Ahora, su propia vida se había convertido en el objetivo. Los asesinos ya no eran solo los monstruos que había cazado, sino el reflejo de su propio monstruo interno.

Con su mente en crisis, John comenzó a cuestionar el propósito de sus actos. ¿Realmente estaba haciendo justicia, o solo alimentaba una espiral de locura que nunca podría detener? A pesar de las dudas, su sed de venganza seguía viva, y sus enemigos seguían siendo los mismos.

Una noche, mientras acechaba a su siguiente víctima, un hombre con un oscuro historial de abusos, John se encontró cara a cara con el peor de sus miedos. Un asesino en serie que se hacía llamar El Castigador. Este nuevo enemigo, con sus propias reglas de justicia, parecía conocer cada uno de los pasos de John. ¿Era acaso alguien que había aprendido de él? ¿O simplemente otro monstruo que, al igual que él, se veía a sí mismo como un vengador en la oscuridad?

La batalla entre ambos hombres fue más que un enfrentamiento físico; fue una guerra psicológica en la que ambos luchaban por imponer su propio concepto de justicia. Cada uno tratando de redimir sus almas perdidas, pero sabiendo que en el proceso solo estaban alimentando su propia destrucción.

Mientras la policía comenzaba a acercarse al asesino, una nueva pregunta surgió: ¿Quién sería el verdadero vencedor en esta guerra de sombras? ¿El fiscal que se convirtió en verdugo? ¿O el nuevo justiciero que había decidido arrebatarle el control?

Con el destino de la ciudad en juego, John Anderson se vio forzado a tomar una decisión que cambiaría todo. ¿Seguiría su camino como un ángel vengador, o finalmente caería en el abismo de la locura y la desesperación?

La justicia, como siempre, sería la última en ser servida.

Epílogo

La ciudad seguía atrapada en el terror que John Anderson había sembrado. Las muertes inexplicables de pedófilos y criminales no dejaban de crecer, pero con el paso del tiempo, los medios comenzaron a preguntarse: ¿Quién era realmente este justiciero? ¿Era un héroe oculto o simplemente otro monstruo camuflado bajo la fachada de la justicia?

John se encontraba frente a su propio espejo, mirando al hombre que había creado con sus decisiones. ¿Quién era él ahora? ¿El fiscal que defendía la ley, o el asesino que mataba por una idea retorcida de lo que era correcto? Las sombras en su mente se alzaban cada vez más, y la línea entre el bien y el mal se difuminaba sin poder detenerlo.

De repente, una llamada interrumpió sus pensamientos. Era una amenaza directa contra su vida, pero lo que más le perturbó fue lo que el mensaje sugería: El Castigador sabía todo sobre él. Era otro justiciero, uno que también creía en hacer justicia a su manera. Esta amenaza no solo ponía en riesgo su vida, sino que desafiante le mostraba que no estaba solo en su lucha. Un nuevo enemigo había surgido, alguien dispuesto a acabar con su reinado de terror.

Mientras el sol comenzaba a caer sobre la ciudad, John Anderson salió, dispuesto a enfrentar lo que sea que estuviera esperándolo. Sabía que el precio de su venganza era alto, y que tarde o temprano, la justicia —o la falta de ella— lo alcanzaría. Pero mientras respiraba hondo y avanzaba hacia su inevitable destino, una última pregunta rondaba en su mente: ¿Podría redimirse alguna vez? O, al final, ¿sería simplemente otro monstruo en el camino hacia la destrucción total?

Fin?

La venganza de la justicia no tenía fin.

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