Abiertos o cerrados, lo único que veo es oscuridad. Tan pequeña y frágil y aún así puede ser el cambio más bello que puedo crear. Etéreo, sin olor ni sonido, viajar allá es lo más hermoso que puedo hacer. Porque su cara sonriente y dulce me produce terror, la suavidad de su movimiento cuando habla y su cercanía me hace temblar. Los monstruos son así, encantadores.
Su encanto repulsivo, me persigue, me encuentra y viajo allá lo más rápido que puedo, lo más lejos que llego, a la oscuridad etérea, sin olor ni sonido. Cuanto más viajo allá, menos quiero regresar, es sublime, hermosa, cuanto más me quedo más cuesta regresar, me pierdo en la oscuridad. Los monstruos son así, sutiles, encantadores.
Ya no es necesario que esté, aún así puedo viajar, lejos de mí, de mis pensamientos de mi fealdad. No soy yo, no sé quien, ni a donde va. Lejos, lejos de mi propia oscuridad, me interno más y más en otra oscuridad. Ya no etérea, ni sin sonido ni olor; su hedor me queda impregnado, se va conmigo a la oscuridad.
Me pierdo y me alejo más y más, en el tiempo y la oscuridad, el hedor me persigue, no tiene sentido escapar y así me pierdo más de mí, de mi fealdad. Cuándo se detendrá, a donde piensa llegar, le veo y no sé quien es, se escapa más y más, los monstruos son así, frente al reflejo de la luz en la oscuridad.
Y al final allí estás tú, ya no encantador, ya no suave y sutil, allí en la oscuridad, sin olor, ni sonido, allí, en la nada, te veo y no hay más miedo, allí donde estás, no puedes moverte suave, no puedes hablar suave, allí donde estás, veo que ese monstruo, no existe más, tu camisa blanca y tu traje oscuro, sin olor, sin sonido, se va, con los ojos cerrados para no regresar.
Apretado en la oscuridad, los ojos te ven y ya no hay reflejo allí, no hay nada que ver, que tristeza volver a sentir; ahora pena, ver que no hay nada allí y nunca hubo nada allí. Te dejo partir, pero me dejas mi oscuridad, mi encierro, mi fealdad.
Sylviane Kaly
Colección “Lo que florece en la oscuridad»

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