El diario de Lana

El diario de Lana

Dean Martinez

28/09/2022

El
diario de Lana

Bueno…
¿Que decirles? Empece a hacer este “Video-diario” como
recomendación de mi terapeuta. Supuestamente me ayudaría a
progresar en mi vida el hecho de contarle a la estúpida cámara del
ordenador como es mi día a día. Pero creo que hoy es distinto,
estoy hartándome de fingir. Tal vez sea el hecho de que a mis
veintiocho años me encuentro aun sin mi propia casa, sin hijos, sin
un motivo verdadero para levantarme de la cama cada mañana.
En verdad espero que esto no sea todo…

Anoche
fue mi cumpleaños y tal y como siempre, fingí ante todos los
invitados durante la velada. No es que me caigan mal, algunos se
preocupan por mi, pero me siento tan fuera de este mundo. Cuando la
noche termino, observe por mi Balcon hacia el inmenso cielo y luego
me tire a la cama, pase en ella unas diez horas. En unos instantes
tendré que irme al trabajo y el café en mi mano apenas y sirve para
no volver a lanzarme a las sabanas.

En
estos últimos meses he sentido que mi fuerza para fingir que todo
esta bien a ido decayendo, se que mi separación es relativamente
reciente, pero no creo que sea por eso. Toda mi vida me he sentido
acechada, perseguida por una sombra… es como una sensación que me
acompaña en las noches, pero incluso cuando la percibo, mi soledad
es inamovible.

He
hablado tanto de esto con mi terapeuta que me siento dando vueltas en
círculos, atrapada en un bucle de intensa oscuridad y leves
vestigios de una tenue luz. Según el, que mi madre me abandonara en
la niñez ha trazado lineas tan fuertes en mi que, a estas alturas
solo debo aprender a vivir con ellas… como si el hecho de haber
crecido en lugares de acogida fuese algo normal.

Pensé
en dejarlo varias veces, como a los demás, pero cada vez que me lo
proponía, esa extraña sensación se hacia mas recurrente. Incluso
he llegado a imaginar cosas ocultándose detrás de mis cortinas…
supongo que es una señal del destino, o algo parecido.

Intentando
ser honesta con… quien quiera que vaya a ver esta estupidez. A lo
largo de esta ultima etapa de mi vida, solo he querido volver a
cuando rentaba un pequeño cuarto en las afueras de la cuidad y me la
pasaba el día frente al ordenador, con los videojuegos y las
interminables maratones de películas. He encontrado tanto consuelo
en aquellos paisajes, las brillantes armaduras, las criaturas que
ponían a prueba mi habilidad… Aquella fue la única época de mi
vida en la que tuve verdadera felicidad, pero debo dejar ir esa clase
de recuerdos, siento que me consumen desde dentro.

El
año en el que conocí a Sebastian y me comprometí, también es una
de esas cosas que debería dejar ir… Compartíamos todo, la comida,
las películas, el sexo desenfrenado… Ahora debo conformarme con mi
trabajo aburrido de oficina y el eyaculador precoz de mi jefe.

¡Mierda!…
¡llegare tarde otra vez!-Lana apago su grabación y corrió hacia la
puerta del departamento.

Una
vez en
la oficina,
sentada en su escritorio con media docena de carpetas que clasificar,
no dejaba de pensar en regresar
a casa.
Solo las palabras de vejación de su jefe la sacaron
de la profundidad de sus pensamientos. Un llamado de atención por su
bajo rendimiento laboral, algo a lo que ya estaba acostumbrada.

Ella sabia que esto no era mas que una actuación, y por
mas que fuese otra cosa, apenas le importaba. Unos cinco minutos en
el asiento de su auto con el imbécil de su jefe semanalmente, le
habían garantizado su puesto. Tal vez aquellas quejas en frente a
sus compañeros solo eran
para dejar las actas en su contra en cero, algo rutinario. Sin
mas que hacer, centro su mirada en el escritorio, levantándola de
vez en vez para ver como los demás en la oficina hacían comentarios
sobre ella.

Al
regresar, dejo su bolso sobre una silla y una leve brisa llamo su
atención hacia la ventana. Estaba segura de haberla cerrado, pero
sin perder la calma suspiro y volvió a hacerlo. Una extraña silueta
se reflejo en el cristal por un instante, pero al voltear no logro
ver nada. Una breve inquietud recorrió su cuello, tan breve que hizo
de cuenta como si no hubiera pasado. Aquella noche, a diferencia de
las demás, se quedo profundamente dormida en cuanto su cuerpo toco
la cama. Su sueño comenzó tan rápido que apenas distinguió el
cambio de realidades.


Lana
camino sobre un hermoso campo de lavandas, el cual le llegaba poco
mas que a su cintura. Posaba su mano brevemente por aquellas flores,
mientras caminaba y observaba el paisaje sin fin, mientras veía una
gran tormenta a lo lejos, con sus grandes cúmulos violáceos
acercándose lentamente.

-Esto
no es lo que deseas…- Escucho en el aire, un segundo antes de que
la gran tormenta tiñera todo el paisaje de gris, sin un ápice de
otro colo en su alrededor. Aquella gran tempestad se encontraba sobre
ella, con una presencia abrumadora. El sonido del despertador la
trajo de vuelta a su realidad, percatandola de que era hora de volver
a fingir e ir al trabajo.

Una
vez mas en aquel escritorio, su cabeza no dejaba de pensar en aquel
sueño y como este la hizo sentir. Fue tan real, tan inmersivo, que
de solo recordarlo podía sentir su piel erizarse. Al percatarse de
como se sentía, siendo llamada por esa sensación, se levanto de
aquella silla y se marcho. Camino hacia la puerta mientras se
preguntaba a si misma que había estado haciendo allí todo ese
tiempo, en
un lugar donde no se la apreciaba, en un lugar en donde no encajaba.

Esa
noche, al regresar a su departamento, se desvistió y sin siquiera
cenar se echo a dormir.
Necesitaba respuestas. Tras
lanzarse a la cama, sintió como si su cuerpo pasara de largo entre
las sabanas y se viera rodeada una vez mas de las lavandas… la
entrada al mundo onírico fue inmediata.

Una
vez mas se hallaba frente a la tormenta, escuchando sus estruendos
lejanos, sintiendo una presencia proveniente de todas partes. Pero
esta vez, las
lavandas que
la acompañaban se volvieron cenizas tras tocarlas, dispersándose en
el suelo y el viento.

-¿Que
estoy haciendo aquí?- Pregunto a su alrededor. Convencida de que
había alguien mas con ella.

-…Has
venido a ser sincera contigo misma- Escucho en sus oídos, como si
una lejana voz quisiera alcanzarla.
-¿Quien eres? ¿Por que no
puedo verte?- Dijo mientras buscaba el origen de aquella voz en la
tempestad
incipiente.
-Tu
me llamaste, Lana. Tu gran tristeza me trajo aquí…-
-¿Mi
tristeza? Tengo una vida plena… tengo un empleo, un gran
departamento y muchos amigos-Respondió con una sonrisa.

-Por
favor, Lana… viniste buscando felicidad-
-¿Felicidad?…
Hace tanto tiempo que no la siento…-Una extraña brisa recorrió su
cuerpo y sintió la emergente sensación de ser sincera con el
viento.

Una
vez mas el despertador la devolvía a su cama, maldiciendo el sonido
que la obligaba a comenzar un nuevo día. Pero esta vez era distinto,
esta vez ya no quería volver a fingir. Llamo a la oficina y anuncio
su renuncia, luego de escupir varios insultos a los idiotas detrás
del teléfono.

Recorrió
algunas farmacias buscando inductores al sueño, mientras recordaba
aquella lejana pero familiar voz. Algo en su interior le decía que
se deje llevar sin mirar atrás, un susurro sutil, una voz lejana
intentando acariciarla.

Tras
escuchar las recomendaciones de quienes le vendían aquellas drogas,
llego a la conclusión de que apenas y le servirían. Fue entonces
cuando visito una veterinaria de poca monta y adquirió un potente
sedante, suficiente para dejarla dormida con una pequeña dosis.

De
vuelta en su departamento, tomo varios de los inductores y los bebió
de golpe junto al whisky que guardaba en su mesa de noche, era hora
de cerrar sus ojos. Las horas pasaron y logro quedarse profundamente
dormida, pero sus sueños no la llevaban a ninguna parte, no había
ninguna tormenta en ellos. Esas imágenes que venían a su cabeza
apenas y le resultaban relevantes, algunas vistas llamativas, algunos
recuerdos… pero nada de su interés.

Al
despertar, sintiéndose frustrada y algo perdida, salio al balcón y
observo los automóviles pasar, la gente caminando y el atardecer en
el horizonte. Encendió un cigarro y vistió aquella bata negra
traslucida
que
apenas tapaba su desnudez.

-…Cuantas
personas, cuantas historias sin sentido. Cuantas vidas llenas de
mentiras, anhelos absurdos y sueños frustrados. ¿No serian mas
felices si solo se redimieran a sus instintos básicos? Todos son
unos farsantes…

A
veces siento el pequeño impulso de gritar cuanto odio este mundo y
saltar estos ocho pisos, haciéndome el problema de alguien mas…
pero no. Seria muy fácil. Ademas. ¿Que pensarían de mi? El solo
hecho de darle la razón a alguno de esos idiotas me llena de odio…

Debo
ser mas que esto… comer, dormir, masturbarme en frente al
ordenador… ¿Que estoy haciendo conmigo?…-Lana
volvió de la ventana,
se
sentó frente al ordenador y encendió la cámara junto a otro
cigarro.

¿Sabes?
Tal vez no fui del todo honesta antes, es algo que me cuesta
hacer…-Dijo antes de pitar brevemente- Esa extraña presencia junto
a mi, en las noches, siempre ha estado ahí… Solo me deshice de
ella cuando te conocí, Sebastian… Pero cuando me abandonaste todo
se vino a abajo, fuiste la única persona que pudo sacarme de mi
mundo, y te
marchaste
sin mas… ni un mensaje, una carta… incluso una estúpida llamada
hubiera alcanzado, pero no lo
hiciste.
Me dejaste sola, aquí… con la esperanza de que algún día
volverías…-Le dijo a la cámara mientras acariciaba brevemente su
anillo de compromiso- Tal vez estas grabaciones siempre fueron
dirigidas a ti… eres la única persona que me ha importado de
verdad.

Tienes llaves de este lugar, son incontables las veces que he
fantaseado contigo atravesando la puerta, despertándome con tus
caricias… pero perdí la fe en eso, ya no volverás. Pero… si
alguna vez lo haces, y ves esto… buscame. Donde sea que este, te
estaré esperando…-Lana tomo la botella del sedante y la vació en
su boca, antes de apagar la cámara del ordenador.

Apenas
unos
minutos pasaron, cuando comenzó a sentir que todo su cuerpo le
pesaba. Intento llegar a la cama, pero sus piernas se desvanecieron
en el suelo de la
sala, frente al balcón y el sol que comenzaba a
ponerse. Un
segundo después, atravesó el suelo y su cuerpo cayo lentamente en
un inmenso y oscuro mar, en donde reinaba el silencio. Es difícil
decir cuanto tiempo duro aquella caída, en aquel lugar, el tiempo no
existe.

Al
tocar el fondo, despertó mientras atravesaba una delgada barrera,
una membrana traslucida y azulada que apenas y detuvo su caer por un
instante. Un
breve viaje por un extraño y oscuro túnel,
en donde luces violáceas parpadeaban,
la introdujo nuevamente en su destino. Una
vez mas se encontraba pisando aquellos restos marchitos del campo de
lavandas y
cenizas.

-Solo
me visitas al anochecer… parece que no
me
alcanzas
durante el día.-Le
dijo mientras caminaba y le daba la espalda a aquella tormenta,
acariciando
la ultima flor de lavanda en pie.

-Así
es… solo puedo recorrer la distancia entre nosotros en la
oscuridad- Respondió el viento.
-¿Por que estoy desnuda?-
Pregunto mientras observaba su cuerpo.

-Tu
debes hacerte esa pregunta… ¿Has abandonado ya todo lo que te ata
a aquel mundo?

-Aun
no…-Dijo mientras miraba
la
sortija en
su mano.

-¿Tienes
miedo, Lana?…
-No… no es eso. ¿Que pasara si voy
contigo?-Respondió
mientras volteaba
sobre su hombro.
-Abandonaras
todo lo que conoces… olvidaras todo lo que sabes, sentirás solo lo
que quieras sentir…

-Parece
muy bueno…-Dijo sonriendo,
mientras observaba aquel anillo en su dedo.
-No lo es, algunos
suelen perderse…
incluso
en sus deseos.
-Aun
así… ¿Que podría ser peor que mi vida? La ultima vez que me
sentí realmente viva
fue hace años… En una época en donde mi belleza y juventud eran
dominadas solo por mi. Una época en mi vida en la que mis días eran
jugar videojuegos, ver películas, tener sexo sin protección y
alcoholizarme cuando quería… espera. yo
te recuerdo.-Comento
mientras dijo su mirada fija en un sitio frente a ella.

-Claro
que si…-respondió calmadamente.

-Te
conocí en aquella
época… te he visto. Una vez, conocí un mundo nuevo, lleno de
lugares y aventuras que recorrer,
peligros y desafíos. Amigos y personas, grandes espadas y armaduras…
era tan fuerte que incluso podía vencer a un dragón. Tu… ¿eres
parte de ese mundo?…-Pregunto mientras se humedecían sus ojos y
una sonrisa se dibujaba en su rostro nuevamente.

-Siempre
he estado ahí…

-Entonces…
estoy lista.-Respondió mientras el anillo de su dedo caía en las
cenizas a sus pies.

-Esta
sera… tu nueva vida.

La
oscuridad estrellada del inmenso espacio exterior de hizo presente
frente a ella, mientras un oscuro y espeso liquido meció su cuerpo
de un lado a otro, llevándola a su nuevo hogar. Lana cerro sus ojos
y se entrego por completo a aquella sensación de alivio que la
estremeció…

Su
rostro al viento estaba lleno de felicidad, corría y corría por
aquellos paisajes llenos de sol y aventuras. Bebía galones de
alcohol con sus nuevos amigos con armaduras y espadas relucientes,
mientras cantaban todas aquellas canciones que una vez amo. Dormía
bajo las lunas o envuelta en el cariño de sus fantásticos animales
cuando llovía, apenas y visitaba la granja que compro. Lana tomaba
su lanza y luchaba contra todo aquello que hiciera acelerar su
corazón, no importaba su tamaño o ferocidad, era una guerrera
tenaz.

Cuentan
por todo el continente que las únicas noches en las que se la ve
dormir mas de una vez en un lugar, es cuando su cuerpo desnudo es
recorrido por los y las amantes que caen a sus pies, victimas de su
encanto. Esas noches en las que sus azules ojos se van a dormir
llenos de felicidad, su largo y castaño cabello es desligado para
cautivar, noches en las que su armoniosa sonrisa la acompaña a
descansar, mientras ella y las docenas de caricias a su alrededor
encuentran la paz.

Rara
es la vez en la que, en sus sueños, aquella sonrisa es tapada por
una extraña mascarilla viscosa, aquel suave del liquido negro que brevemente pasea
por su desnudo cuerpo, manteniendola por siempre joven y bella, por
siempre dormida.

¿Alguna
vez se dará cuenta en donde esta? Aquel alejado y oscuro planeta en
donde todo es felicidad.

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