El bufón del demonio. Solían llamarlo de este modo, un hombre alto y con trajes coloridos, destacando su característico maquillaje blanco con líneas de colores a sus mejillas. Un día había aparecido en el pueblo dando saltos por la plaza. Sus movimientos sutiles y elegantes lo hacían ver como una celebridad teatral. Cada paso que daba lo acompañaba con una sonrisa, sonrisa la cual reflejaba carisma, pero más allá se lograba notar un atisbo de maldad. Maldad pura decían los rumores. Su manera de sonreír le hizo avanzar tan rápido dentro del pueblo que un día ya había sido seleccionado como bufón del rey. El Rey que en aquel tiempo se decía era el más malvado de toda la región. Quemaba vivos a sus fieles caballeros, degollaba a sus mujeres y creaba orgías paganas en la plaza del pueblo. El bufón a su vez, solía mirar al rey desde su esquina asignada, siempre a la espera de sus órdenes. Sus ojos brillaban como fuego, y su sonrisa siempre permanente, evocaba más maldad de lo común. Cuando era requerido el hombre hacía su espectáculo, con tal elegancia y gracia que el rey quedaba cada día más encantado. Este bufón no era como los demás, no hablaba, no se reía. En sus actos solía hacer movimientos casi imposibles para un humano, su sonrisa siempre apuntaba hacia el rey. Era magia verlo, producía risa sin saber por qué.

Un día como los demás, aquel rey aclamaba al bufón mientras este danzaba sin cesar, cada vez acercándose más al trono donde se encontraba el rey que tenía en sus manos el cabello de una pobre mujer, condenada a hacer la concubina del Rey para toda su vida. Tan elegante como siempre, el bufón dio varios pasos hacia al rey y estando a la espera del espectáculo el rey esbozó una sonrisa. Hubo un momento, un segundo, el tiempo se paralizó. La guardia real hipnotizada por aquel espectáculo fijaron sus miradas en el rostro del bufón el cual con su último movimiento sobrenatural arrancó la cabeza del rey. Los caballeros no movieron un solo dedo, sus miradas aún estaban en el rostro del bufón, sus sentimientos estaban apagados. Vieron la cabeza del rey rodar, y aun así ninguno se movió. Su sonrisa, se dice que ya no era la misma, Está enmarcaba perfectamente toda la maldad de este mundo. Cada caballero vio una imagen distinta en sus ojos. Unos vieron sus pecados, otros , vieron el infierno, aquellos que se decía, eran buenas personas no vieron si no el reflejo de sí mismos en los ojos del bufón. Aquel ser sobrenatural, así como llegó, desapareció y su leyenda quedó grabada para siempre en la memoria de los caballeros.

Etiquetas: terror

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