Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (22 de 32)

Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (22 de 32)

Arte Lancelot

15/11/2025

Las aventuras de Super Perico


Un amo digno de su sirviente

Primer movimiento


Vigésimo segundo movimiento: Casa que aparece y desaparece

Versión en audio:

El reglamento del club de niñas fue modificado para incluir el trabajo de conserje de superhéroe, inventado por Chloe, pese a que no fue su intención original. No sería necesario mentirles a los campesinos, aunque por seguridad se ocultarían los detalles acerca de su verdadera naturaleza.

Además, el reglamento solicitaba la inscripción de los conserjes a la cooperativa de los policías aficionados. Crearon en el código una verdad a medias, que se utilizaría cuando fuera necesario.

Ser policía aficionado era peligroso en Haram, tanto con relación a la delincuencia como a las personas normales que cooperaban con la persecución antiaficionada. El artilugio reglamentario las obligaba a inscribirse ante el CASPA, más les permitía afirmar a su manera, que el verdadero detective era Super Perico. Ellas actuaban como supuestas criadas, dedicadas a la limpieza y reparación enfocadas a la evaluación de daños en el trabajo de campo.

En la práctica nuestro héroe estaba encantado cooperando con sus propias conserjes, su auxilio era especialmente útil en las labores más pesadas. Poco entendía de los interrogatorios y las enredadas motivaciones humanas. Con sus superpoderes la faena avanzaba rápidamente pues le permitía abarcar la labor de muchos sin apenas sentir cansancio. En cierta forma Super Perico era el verdadero subalterno.

Los campesinos estaban fascinados con nuestro pájaro y compañía reparando daños de delincuentes. No entendían porque un héroe y sus conserjes se responsabilizaban por averías en los que evidentemente no estaban involucrados. Pero si querían trabajar, ellos no los iban a detener.

Lo mejor de todo para el CPAN, fue que las personas comenzaban a dar ideas, y contaban historias. Chloe se sorprendió, al encontrar que los campesinos aceptaban llenar sus cuestionarios completos. Aunque todavía no sabían cómo detener a los cuatreros. Poco a poco, en los corazones de las niñas dejó de ser el imposible que todos temían.

—No quiero que me disparen inútilmente —admitía la mayoría.

Super Perico explicaba el plan que comenzaba a forjarse:

—Necesitamos testigos, no muertos. Yo me encargo de bailar las balas. Los llamaremos con alguna señal cuando todos estén bien atados.

Algunos comenzaron a cooperar:

—En ese caso me avisan para que sirva de testigo de lo que alcance a ver. Mas qué puedo ver si no estoy presente… ¿Acaso eres inmune a los disparos?

—No lo sé. Esos bichillos me dan miedo como para hacer el experimento —admitía la supermascota—. Pero me muevo lo suficientemente rápido y logro evadirlos.

Desde el primer día consiguieron muchos potenciales testigos. Aunque no se puede ser testigo si no hay ninguna prueba que declarar, estaban muy contentos. También surgieron ideas, mas varias terminaron como experiencias en vano.

La primera idea prometedora que investigaron fue la llamada «Casa que aparece y desaparece». La misteriosa casa, difícil de ubicar, fue señalada por varios como un probable refugio de cuatreros. En los alrededores de Egeria, muchos afirmaban haberla visto. Tres años atrás también se reportaba su avistamiento en las cercanías de la zona cubierta por el CPAN.

Se suponía que, durante la noche, unos malhechores la armaban en donde les venía en gana; luego otra noche de improviso también la desarmaban.

Aunque nadie tenía pruebas, los rumores daban por hecho que se trataba de una base móvil de operaciones para una banda de delincuentes de la ciudad de Egeria.

Afortunadamente, uno de los entrevistados por las niñas, recordó que un señor de apellido Gonzáles, quién trabajaba de guardia en una finca cercana, presumía que en sus rondas había conseguido tomarle una foto a la misteriosa edificación.

Puesto que González trabajaba de guardia, resultó bastante simple de ubicar. Super Perico viajó inmediatamente a solicitar la foto al hombre, que se la prestó al CPAN muy satisfecho de que por fin alguien lo tomara en serio.

Armado de la imagen el pájaro realizó un recorrido por todas partes, buscando alguna construcción similar a la foto. No tardó mucho en encontrar una posible ubicación, aunque completamente al otro extremo de las montañas que rodeaban la ciudad de Egeria.

Las niñas pidieron al perico acompañarlo durante la pesquisa. Así que acordaron que llegarían los cinco juntos a la construcción.

Pasaron antes a dar aviso al dueño de la propiedad, mas no lo encontraron y solo pudieron hablar con su esposa. Los propietarios ni siquiera se habían enterado del levantamiento precarista. Tales invasiones, aunque raras, no solían considerarse motivo grave de alarma. Muchas podían resolverse por simple negociación o por intervención oficial. Excepcionalmente el problema se complicaba, e incluso cabía la posibilidad de llegar a perder el derecho en favor del precarista.

Super Perico y las niñas se dirigieron prontamente a la misteriosa construcción, prometiendo informar a la dueña prontamente del resultado de sus pesquisas.

De la casita móvil salió un hombre, que los saludó con mucha tranquilidad. La verdad, es que las niñas estaban muy asustadas, pero el hombre fingió no darse cuenta. Su nombre era Pavel, no utilizaba sombrero como los campesinos, pero su piel no tenía quemaduras. De apariencia algo extraña en la zona, era como si fuera un habitante de paso.

Pavel no parecía un campesino, pero definitivamente era fuerte de brazos. Les narró una ficción sobre su supuesta vida. Evidentemente eran puras mentiras. En esta primera versión de su historia, habló como si hubiera residido en la zona desde siempre. Los antecedentes, aunque escasos, eran suficientes para no creer básicamente nada.

Las niñas le enseñaron la foto de la presunta casa que aparece y desaparece. Era idéntica a su habitación actual. Atrapado explicó su curiosa situación en pocas palabras:

—Estas niñas listas me han descubierto, soy un precarista. ¿Me van a arrestar por ser un muerto de hambre?

—Yo no creo que usted sea un muerto de hambre —defendió Mariazinha. Las demás le dieron la razón.

Señalaron algunos aparatos y objetos que revelaban cierta posición económica, aunque no demasiada holgada. La casita era humilde, mas no representaba miseria.

No fueron capaces de entender su modo de construcción, pues era muy original; su diseño revelaba cierta habilidad e inventiva poco comunes. Al perico le recordaba el estilo del ejército; quizá un taller convertido en hogar por los cambios del destino.

—Por culpa de ustedes, esta casa tendrá que desaparecer para siempre.

Según su versión, el extraño comportamiento de la mudable casa se debía simplemente a que no tenía dinero para pagar el terreno. Cada vez que se acercaban los problemas, la trasladaba con ayuda de unos amigos. Eso debía aclarar el misterio.

Pero Mariazinha se conmovía fácilmente con apenas motivo. Con lágrimas en los ojos ideó lo que le pareció una solución maravillosa para el problema:

—¿Por qué lloras? —preguntó Pavel.

—No me gusta que la gente sufra. Creo que debo hacer algo para que las personas a mi alrededor no se angustien. Sé que es imposible y casi nunca consigo nada útil, pero a veces se me ocurre una idea…

Todos esperaron ansiosos, pero a la chiquilla se le dificultaba comenzar. Luego de un minuto de suspenso, mientras conseguía dominarse a sí misma, expuso sus intenciones:

—Nosotras conocemos a la esposa del dueño de la finca. Creo que son una familia generosa y muy amable. Esta casa apenas mide unas pocas varas cuadradas. Esta finca es grande si la comparamos con las propiedades de la ciudad. Podríamos meter algunas cosas que usted tiene allá afuera para volverla más pequeña todavía. Sería un poco incómodo tenerlas aquí adentro, pero hay suficiente espacio.

«Además, cuando se tiene una propiedad se puede tomar lo que se necesite hacia arriba o hacia abajo. Usted podría cavar un sótano, en caso de que fuera necesario reducir el tamaño aún más. También pueden hacerse más pisos para acomodar. En algunos países extranjeros hacen construcciones así. Se ven fabulosas, aunque son algo pequeñitas.

«Creo que podemos convencer a los dueños para que le regalen unos poquitos metros cuadrados, lo «menos» que estén dispuestos. Me siento muy confiada en que Super Perico y Chloe pueden convencerlos, son muy buenos para eso. A mí me daría un poco de vergüenza pedir esas cosas, así que mejor yo le ayudo a usted con las modificaciones».

Concluyó Mariazinha que todavía no lloraba, pero sus ojos tenían abundantes lágrimas que trataba inútilmente de detener.

—¡No! ¡Me opongo! He tomado la decisión de normalizar mi terrible y malvada vida de precarista. La próxima vez pagaré la propiedad —no consiguió disimular un tono sarcástico, como si intencionalmente quisiera revelar que estaba mintiendo. Ni siquiera se tomó la molestia de darle las gracias a Mariazinha.

—Podemos convencer a los dueños. Chloe es muy buena para eso —apoyó Astrid, ignorando las miradas de reproche de la aludida.

—¡No! pierden el tiempo. Además, si quieren arreglar vidas; me parece que no soy el único pecador en esta habitación.

Ignoraron el reproche de Pavel. En un principio, ni le entendieron ni le solicitaron explicación. Ante la firme oposición a legalizar la propiedad, no insistieron más. Para cuando se calmó y entraron en más confianza, el hombre turnó a molestar a Super Perico:

—¿Sabes periquín?, tengo una foto tuya destruyendo edificios y casas en Ádulam. Pero no me justifiques nada, decidí perdonarte por la exclusión que solicitaste —su sonrisita recordaba a los delincuentes callejeros.

El ave explicó que estaba muy arrepentida de sus aventuras en el ejército. Se convenció que obedecía órdenes malévolas e injustas. No lo volvería a hacer.

—¿Quieres ser mi amigo? Nunca acepto un nuevo amigo si antes no nos tomamos una cerveza y apostamos dinero en una mano de póker —propuso Pavel con entusiasmo, como si estuviera seguro de la aprobación.

El periquito no aceptó, pretextando que a los policías de Haram se les prohíbe ese tipo de actividades en horas de trabajo. El hombre, sin rendirse, le ofreció probar entonces en día libre; pero el ave repitió su negativa.

Pavel siguió insistiendo, pues tenía un extraño interés por el pájaro. Para lo que tenía que decir solicitó que las cuatro niñas salieran de la habitación.

—Hay algo en este pajarraco que me agrada… —el precarista intentaba ser amable con Super Perico—. Pero yo no le hablo a los tipos como tu. Si quieres ser mi amigo deberás renunciar a seguir paseando con tus cuatro amiguitas.

Tal solicitud y tan de improviso; a nuestro pájaro le resultó completamente absurda. Muy molesto exigió una explicación a tan atrevido comentario.

—¡Un perico que sale con cuatro niñas!, ¿no te preocupa eso? Yo jamás permitiría que un niño pariente mío saliera con cuatro niñas. ¡Se vuelven afeminados! Tal vez a los pericos no les importe —le espetó Pavel sin más miramientos.

No era el primero en hacer ese tipo de insinuaciones. Ya Chloe le había recriminado con agudeza similar.

—¡Si nos importa!, ¿es qué crees que silbo raro?

—¡Pues no! A mí me pareces un periquito normal, pero ¿por cuánto tiempo?

—¡No puedo! Si las dejo solas, hay peligro de que hombres malos las destruyan —el perico estaba realmente preocupado por las críticas.

Conversaron ampliamente por largo rato. Los pericos también tienen su orgullo, y el pájaro creyó necesario llegar a un arreglo. En el hospital había visto un perico muy extraño. También había escuchado rumores oscuros sobre aves en cautiverio. No entendía como los humanos podían hacer tales cosas, pero supuso que lo mejor era tomar precauciones y tomar en serio las advertencias.

El ave propuso algunas medidas correctivas para mejorar su reputación y futuro:

—Tres horas máximo como guardaespaldas de las chicas. El resto del tiempo puedo investigar por mi cuenta. Además, para el contrapeso que tu sugieres; prometo ir con el lugarteniente Yuki. El me ofreció unas clases de combate al estilo sureño para civiles, todos los días una hora ¿te parece suficiente para que me perdones y pueda ser tu amigo?

Aunque le molestaban los militares, a Pavel parecía agradarle hablar de armas y entrenamientos. Cuando propuso las clases de combate sureño, cambio completamente su tono, a uno más condescendiente.

—El estilo sureño es grande. Ahora sí que podemos hablar en mi idioma.

«Yo no soy tu cuatrero —aclaró en un último escrúpulo contra la supermascota— por si acaso, me estabas tanteando con algún truco tonto… Pero acepto que seamos amigos».

Mientras este diálogo se desarrollaba, las cuatro niñas del CPAN permanecieron afuera. Inventaban explicaciones sobre la original construcción precarista. Ninguna logró atinar el método que utilizaban para desarmar y armar la casa en una sola noche, como afirmaban los rumores.

Aprovechó Chloe un descanso, para reunir a sus compañeras e intentar su propia propuesta. Al igual que Pavel tenía sus propias ideas, sobre las relaciones humanas correctas.

Intempestivamente, lanzó la siguiente iniciativa:

—Tengo una idea… —Luego de un pequeño suspiro continuó—: me parece una buena oportunidad para que todas juremos ser amigas por siempre.

Contrario a lo que esperaba, la invitación no fue bien recibida. Ninguna mostró entusiasmo ni apenas interés, probablemente porque en Haram los juramentos son tomados por pecado por la mayoría de la población.

¿Y Super Perico? —preguntó Melody.

—Es costumbre de chicas. Esta idea la tomé prestada de una de mis lecturas, sirve para demostrar la superioridad futura de la mujer.

Las demás la miraron con escepticismo y cierto temor. Como que no les interesaba lo de la superioridad femenina, además de rechazar los juramentos en general.

—No entiendo, ¿qué relación tiene la amistad con la superioridad de la mujer? —objetó Astrid.

Por ratos, Chloe disfrutaba al no ser comprendida por sus amigas. Quizá sentía que así afianzaba alguna presunta superioridad intelectual. No se tomaba demasiadas molestias:

—Si las predicciones de Vanesa se cumplen, la amistad será uno de los valores fundamentales del futuro —cuando hablaba de la periodista militar, se expresaba como si todo el planeta la conociera. Era innegable su admiración por los escritos de la polémica feminista radical— la mujer debe aprovechar su ventaja natural en la virtud de la amistad; para establecer y reestructurar una nueva sociedad donde triunfe como el nuevo ser superior.

«Según la autora hay mucho que podemos hacer entre todas para gobernar sobre los hombres. La inteligencia en el dominio de las relaciones humanas, pueden ser la clave del poder. Si todas las niñas cooperáramos para crear un mundo donde los chicos son amigos por dos años, y las chicas lo somos por siempre. La diferencia en el éxito de socialización sería suficiente para: ¡ser las dueñas y controlar el mundo!»

Ante la mirada incrédula y un tanto asustada de sus compañeras terminó su discurso:

—¿Es que no entienden el poder de las relaciones humanas y la interacción social? Las niñas estamos mejor dotadas para la amistad. Aprovechar nuestras habilidades es un factor clave para la victoria en la socialización y ganar el poder.

La primera en reaccionar fue Mariazinha, que comúnmente respondía con alguna lección de catequesis:

—El juramento solo sirve para confesar pecado de perjurio —repetía un dicho común de la zona.

—La ley del ojo por ojo, diente por diente nos otorga pleno derecho a las niñas a algunos pecadillos inmorales para controlar el planeta, cuanto más un simple juramento —justificó Chloe.

Su intento había fracasado y no le hicieron caso. La formación católica tradicional en contra del juramento, tenía fuerte presencia en la época. Se consideraba propio de delincuentes, aunque entre las mujeres era más tolerado.

La señal del conejo, que distinguía al movimiento persecutorio en contra de los policías aficionados; había tenido como un curioso efecto colateral una disminución de la aversión hacia los juramentos en general, a la par de un aumento del perjurio.

Muchos consideraban este efecto bastante pernicioso. Sus partidarios solían ser algo agresivos y descarados para cometer perjurio. Se les acusaba de malacostumbrar a la población a este vicio tan desagradable.

—¿Quién es esa Vanesa de que hablaste? —preguntó Melody, quien pertenecía a esa mayoría infantil que nunca mostraba interés por los noticieros.

No fue Chloe la que respondió a Melody.

Astrid, quién había permanecido callada largo rato, pero también conocía a Vanesa por influencia de sus parientes; interrumpió para explicar:

—Es una famosa feminista amiga de mi mamá. Ella trabaja en la oficina de prensa del ejército —respondió Astrid—. Ha escrito muchos libros.

—Hablando de tu madre. Recuerdo que hace dos años, ella sí aceptó jurarle a Vanesa ser amiga por siempre. ¿Por qué no haces lo mismo conmigo? —se quejó Chloe, quién estaba resentida por la falta de confianza.

—¿Una periodista del ejército…? A mí me daría miedo jurarle nada —sentenció Astrid.

Mariazinha normalmente permitía que fueran las demás las que tomaran las decisiones. Obedecía a unas amigas en quiénes confiaba plenamente. Lo entendía como una forma de practicar la virtud.

Las demás la invitaban a liderar más. Decidió proponer ella misma una observación que, por alguna extraña razón, ninguna parecía notar:

—Las amigas por siempre se cuentan secretos entre ellas. Tal vez Vanesa tenga alguna pista del motivo del secuestro de tu madre.

Por supuesto, las demás niñas coincidieron con la sugerencia de Mariazinha; obviamente había que consultar a la periodista. Quedó decidido que la entrevistarían una vez hubieran resuelto el asunto de los cuatreros.

Luego que salió Super Perico de la misteriosa casa, se despidieron del hombre y dieron por terminada su investigación del día.

El pajarillo estaba contento con su nuevo amigo. Quedó convencido de la inocencia de Pavel, al menos en lo que se refería al caso del robo de ganado. No así las niñas, que seguían sospechando de él. La supermascota se encontró con la oposición de todas a su confianza, y decidieron volver al día siguiente.

Pero su regreso fue inútil, la sospechosa «casa que aparece y desaparece» ya no se encontraba en el lugar. Tampoco en los alrededores, pues nuestro héroe no pudo encontrarla en sus búsquedas aéreas de las zonas aledañas. Quizá Pavel había cumplido su palabra de desaparecerla para siempre.

El dueño del terreno estaba muy agradecido con Super Perico y sus conserjes, por alejar al indeseado precarista.

Sorprendentemente, la desaparición de la residencia había sido casi perfecta, sin apenas dejar ningún rastro. Únicamente había cometido un pequeño descuido, un error que probablemente había sido intencional. El propietario cuidó de informar a nuestro héroe de su hallazgo.

En el piso de un asentamiento que aparentaba nunca haber existido, había encontrado una foto olvidada. Era la imagen retratada de Super Perico destruyendo edificios en Ádulam.


—Siguiente entrega disponible el 15 de diciembre del 2025
—Libro completo disponible en octubre del 2026


Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS